Aún tenía abiertas las cicatrices de Brad, y por nada del mundo la habría agobiado con sus sentimientos.

– No esperaba que la separación pudiera perturbarme tanto -comentó Page después de cenar, arrellanados en sendas tumbonas del jardín e importunados por ávidos mosquitos.

¿Por qué no? Tras una unión de dieciséis años, tendrías que ser de hielo para no alterarte.

Yo estaba ya algo insensibilizado cuando Dana se marchó, y aun así me provocó una gran conmoción.

La eché de menos durante mucho tiempo.

Es probable que a ti te pase lo mismo.

– Ya no sé ni lo que siento.

Mi vida es un perfecto caos.

– No lo creas.

Sólo es una sensación pasajera, y más ahora, con tantas teclas que tocar.

¿Cómo evoluciona Allie? ¿Qué dice el doctor Hammerman? -Que todo es aún posible, pero si no supera el coma en un par de meses habrá que desistir.

Empieza a inquietarme la idea de que se quede así eternamente, Trygve.

Thorensen reflexionó, con la mirada absorta en las estrellas.

– Espero que no.

– De pronto recordó algo que no le había contado-.

La semana pasada me enteré de una noticia interesante, pero sabía que estabas muy aterrada y no quise importunarte.

– ¿De qué se trata? -Alguien vio a Laura Hutchinson emborracharse en una fiesta.

Tuvieron que llevársela, aunque se hizo con toda discreción.

Luego se acallaron los rumores.

Estas cosas me llevan a preguntarme qué ocurrió realmente aquella noche.

Una persona achispada se bambolea, cae de bruces y hace mil excentricidades sin que, por lo general, a nadie le importe.

Pero una dama con problemas o en una posición delicada debe recibir atenciones muy especiales.

Hay que borrar las pruebas para que la gente no las detecte.

"No puedo dejar de pensar en la posibilidad de que condujera ebria cuando chocó contra los chicos.

¡Estuvo tan contrita, tan desolada y tan atenta con los Chapman! Por lo que me han dicho, hizo una donación sustanciosa a la escuela de Redwood en memoria de Phillip, y se encargó de que todo el mundo lo supiera.

Ese dinero siempre me ha parecido una admisión de culpa.

– Tal vez.

Pero también puede ser que la conmocionara la muerte de Phillip, fuera o no responsable de ella.

Me escribió para condolerse por lo de Allie -dijo Page sin ningún resquemor.

Aunque al comienzo había odiado a Laura Hutchinson, la fase de las recriminaciones ya había pasado.

– En casa también se recibió una carta suya, que no me he dignado contestar.

¿Qué iba a decirle? “No se preocupe…

Ha estado a punto de matar a mi hija, o de condenarla a una silla de ruedas, pero agradezco mucho sus amables palabras." -Trygve se acaloró a medida que hablaba, hasta que hizo una pausa y miró a Page con aire pensativo-.

Sé que soy un chiflado y ni siquiera estoy muy seguro de lo que persigo, pero tengo un antiguo amigo que se dedica a la investigación periodística.

Trabaja en la repugnante prensa amarilla, donde cuenta con muy buenas fuentes.

– ¿Qué pretendes encontrar? -preguntó Page.

– Algo…

no sabría definirlo.

Quizá sea tan minucioso como tú y esté buscando una aguja en un pajar.

Pero, siempre que lo rememoro, me asalta la sospecha de que aquella noche hubo más de lo que creemos.

Es posible que mi colega desentierre alguna información.

Si Laura Hutchinson es todavía una alcohólica, tenemos derecho a saberlo.

– ¿Por qué no haces la pesquisa? -sugirió Page con tono de complicidad.

Trygve asintió con una sonrisa-.

A los Chapman también les interesará el resultado.

– Los padres de Phillip habían interpuesto ya una demanda contra dos periódicos locales.

– Somos un par de buscapleitos.

– Quizá, la señora Hutchinson se lo merece.

Thorensen guardó silencio, pero movió la cabeza en gesto de asentimiento.

CAPITULO XV

Las dos semanas siguientes pasaron como un suspiro, con su carga de aflicción, pero también con momentos agradables.

Los primeros días tras la marcha de Brad fueron desgarradores.

Andy lloró todas las noches, hubo que ir a buscarle dos veces en plena clase, pues se sentía demasiado abatido para concentrarse.

En una ocasión Page temió que se hubiera vuelto a escapar pero afortunadamente lo encontró sentado en un rincón del jardín con su osito de peluche.

También para ella fue desesperante.

Su hijo quería algo que ya no podía proporcionarle: un padre.

Brad cumplió su palabra y salió con él el primer sábado, si bien el regreso a casa fue muy deprimente.

Habían estado en el parque acuático de Marine World.

Andy le rogó que no se fuera, pero Clarke le dijo que no podía quedarse.

Le habría gustado llevarle a su apartamento, pero consideraba prematuro presentarle a Stephanie, quien pasaba la mayor parte del tiempo allí.

Brad no quería que Andy la asociara con los problemas de la separación.

La segunda semana fue menos azarosa.

Andy fue nuevamente a ver a Allie, y cenaron con los Thorensen un par de veces.

El sábado volvió a pasarlo junto a su padre.

Y, el domingo, Chloe salió del hospital, seis semanas después del accidente que casi le había costado la vida.

Trygve la llevó a casa en el coche y Bjorn les aguardó con grandes letreros de bienvenida y varios ramos de flores cortadas en el jardín.

La noche anterior le había preparado un pastel ayudado por su padre, y él mismo le preparó el almuerzo con sus manjares favoritos (mantequilla de cacahuete, bocadillos de jalea y unas galletas que había aprendido a hacer en las convivencias escolares).

Para Chloe fue un recibimiento conmovedor.

Nick había venido de la universidad, aprovechando un puente, y había desocupado la habitación en honor de su hermana.

Page y Andy pasaron a visitarla cuando se hubo instalado.

Estaba tumbada en el sofá de la sala de estar, no muy cómoda, pero rebosante de felicidad.

Aunque tenía algunos dolores, trataba de no excederse con los analgésicos.

No quería crearse adicciones y utilizaba el remedio más natural de buscar distracción.

Jamie Applegate apareció a media tarde y en el instante en que traspuso la puerta palideció de manera ostensible.

Había visitado a Chloe con frecuencia en el hospital y se había acostumbrado a aquel marco, pero de repente, al verla en casa por primera vez, se acordó de lo deshonestos que habían sido con sus padres el día en que se citaron secretamente para ir de juerga y las trágicas consecuencias de ello.

Ambos, él y Chloe, revivieron el drama y estuvieron hablando en el salón mientras Bjorn, Trygve, Page y Andy estaban en la cocina.

Sin embargo, lo peor había pasado y el día fue feliz y relajado.

Existía la probabilidad de una nueva intervención, el médico la daba casi por segura.

Pero la vida de Chloe estaba fuera de peligro y ya no volvería a sufrir tanto, ni su grado de invalidez sería el mismo.

Ahora se trataba de reparar las nnaverías", no de sobrevivir.

Reclinada en el sofá de la sala, cubierta con una manta rosa que le había regalado Page, la muchacha desbordaba belleza y juventud.

La manta era de cachemira, muy suave, y Chloe jugueteó con la tela mientras hablaba con Jamie de sus infortunados amigos.

– Resulta extraño, ¿verdad? Yo no puedo llamar a Allie, ni tú a Phillip.

Algunas veces me siento muy sola -dijo lastimeramente, con sus ojazos fijos en los de él.

Chloe ayudaba mucho a Jamie tocando aquellos puntos que él nunca se hubiese atrevido a mencionar, como el accidente y sus sentimientos más profundos.

Su condición femenina le permitía comentarlos sin ningún reparo, y a Jamie le daba pábulo a exteriorizar la culpabilidad que sentía por haber sobrevivido al accidente indemne, respetado por la mano cruel de la fatalidad que se había abatido sobre sus tres amigos.

Todavía estaba obsesionado y asistía a sesiones de terapia para liberarse de su inevitable complejo.

Incluso se había reunido con un grupo de supervivientes de catástrofes aéreas, incendios y otros desastres en los que habían perecido sus familiares y amigos.

Le aliviaba contrastar impresiones con ellos, y luego se lo contaba todo a Chloe.

– ¿Qué te apetece que hagamos hoy? -preguntó el joven Applegate.

En las seis últimas semanas su amistad se había afianzado, y él creía saberlo todo sobre Chloe: su música preferida, sus actores y películas predilectos, las amistades que valoraba y las personas que odiaba, el tipo de casa donde viviría cuando se emancipase, cuántos hijos deseaba tener y en qué universidad se matricularía.

Lo debatían todo, de lo trivial a lo trascendente.

– Podríamos ir a bailar -propuso ella burlonamente.

A pesar de su odisea no había perdido el sentido del humor.

Jamie tomó su mano y la miró con profundo afecto.

– Iremos algún día.

Te prometo que montaremos en una limusina espectacular, como las que se usan en las grandes galas, iremos a un sitio especial y bailaremos toda la noche -dijo.

Hablaba en serio, y a Chloe le enterneció la intensidad de su sentir.

También a ella le gustaba Jamie Applegate.

Significaba mucho en su vida.

Curiosamente, sin saber cómo, en las últimas semanas casi había llegado a ocupar el lugar de Allie.

Si alguien se lo hubiese preguntado, Chloe le habría dicho sin vacilar que Jamie Applegate era su mejor amigo.

Había algo más que camaradería, y ambos eran conscientes, pero no lo expresaban con palabras.

Se servían mutuamente de puntal.

Su relación no distaba mucho de la de Page y Trygve.

¿Qué maquináis, pareja? -preguntó Thorensen, entrando en la estancia para atender a Chloe y ver si quería comer o beber, o bien si se había fatigado en demasía y necesitaba descansar un rato.

Pero la chica estaba exultante en su sofá, acompañada de Jamie.

– Sólo estamos charlando -repuso el chico con desenvoltura.

Para él había sido una bendición que Trygve le permitiera pasar tanto tiempo junto a Chloe, dándole ocasión de conocerla mejor.

Al principio le había inquietado que la autorización se limitase al hospital y no le quisieran en su casa.

Pero no era así y estaba muy contento de que le hubieran aceptado en el seno familiar y poder compartir la alegría del retorno-.

¿Quiere que le ayude en algo? -ofreció un poco nervioso.

Trygve le encargó que vigilase a Chloe y le impidiera levantarse sola del sofá.

Si necesitaba ir al lavabo, debían llamarle a él.

Cuando Jamie le avisó para este propósito, fueron Trygve y Page quienes la llevaron a cuatro manos hasta la puerta, y a partir de aquí la chica se desenvolvió sin ayuda.

Pero quedó manifiesto que precisaría mucha ayuda para moverse por la casa y realizar las tareas más insignificantes.

Salir del hospital no era el final del desafío, sino más bien el comienzo.

Page se lo mencionó a Thorensen mientras volvían a la cocina para tomar el enésimo café.

– Lo sé -convino él con voz solemne.

Lo había aquilatado muy bien y preveía que sería difícil, además de frustrante para su hija.

Ahora que pisaba su propio territorio, Chloe esperaba recuperar su antigua libertad, ir y venir a su antojo.

No obstante, un traslado de escenario no era un hechizo mágico.

La esperaba un camino largo y espinoso antes de reanudar la vida fácil que recordaba-.

He contratado a una persona para que venga unas horas al día y yo pueda salir o hacer mi trabajo, y Bjorn es también un colaborador genial, pero costará un tiempo reajustarse.

No creo que Chloe se lo haya planteado durante su estancia en el hospital.

Yo, sí.

– Trygve sonrió.

Page pensó una vez más cuánto le admiraba y lo estupendo que era.

Todos buscaban su apoyo, incluida ella.

Se fue con Andy al caer la tarde y tuvieron una apacible velada.

Alquilaron películas de vídeo, comieron palomitas de maíz y durmieron en la misma cama, después de que Page preparase al niño su cena preferida.

El lunes era la Fiesta de los Caídos, un homenaje a los soldados muertos en combate.

Trygve había organizado una barbacoa en su casa e invitado a cuatro o cinco amigos de Chloe, entre ellos el omnipresente Jamie Applegate, y también, icómo no!, a Page y Andy.

– Son buenos chicos -dijo Trygve, sentándose al lado de Page con un vaso de vino en la mano y el delantal aún puesto.

Parecía cansado.

Se había pasado media noche en vela a causa de Chloe.

– Sí que lo son, y están todos pletóricos por tener a Chloe ya de vuelta.

Page observó a los jóvenes, y sintió pena de que Allie no estuviese allí.