Es espantosa.
– Con ojos que delataban preocupación, preguntó: ¿ Crees que papá volverá a casa algún día? ése era el quid de todo.
Stephanie constituía una traba para el feliz retorno de su padre a los brazos de su madre.
– No lo sé -admitió Page-.
No cuentes mucho con ello.
– Pero si se casan no podría regresar aunque quisiera.
– Andy miró a su madre con el rostro contraído-.
¡Cómo la odio! -Basta, Andy.
Apenas la has tratado.
Además, papá no ha hablado de boda.
Te estás anticipando a los hechos.
Sin embargo, Page sabía que el niño no andaba errado.
Seguramente acabarían casándose.
– Este verano harán un viaje por Europa.
O sea que papá no nos llevará de vacaciones.
El niño no comprendía que, dadas las circunstancias, su padre no habría veraneado en familia en ningún caso.
Pero a Page le dolió en el alma saber que iría a Europa con Stephanie.
A ella nunca se lo había ofrecido, pese a que era uno de sus más fervientes deseos.
No había visitado el viejo continente desde antes de casarse, cuando viajó con sus padres.
– A mí me da lo mismo.
No podemos irnos todos y dejar sola a Allie -argumentó, conciliadora-.
¿Papá quiere que les acompañes? -Brad no le había dicho una palabra al respecto pero pensó que quizá lo haría más adelante.
Andy la desengañó.
– Se van los dos solos.
Estarán fuera un mes.
Page asintió.
Clarke tenía su propia vida, y los demás también.
Ella había encontrado a Trygve.
– Tampoco hay que dramatizar, Andy.
Papá y yo te queremos muchísimo.
Y estoy convencida de que su nueva amiga es una persona magnífica.
Verás como termina gustándote.
El niño refunfuñó mientras su madre le arropaba, y al día siguiente, en el desayuno, todavía seguía taciturno.
Para Andy, la intromisión de Stephanie se concretaba en una sola cosa: Brad no regresaría ni con él ni con Page.
De repente levantó la vista de la taza y le hizo a su madre una pregunta que a ella se le clavó en las entrañas.
Hubo de esconder la cara para que no la viera llorar.
¿Qué vamos a decirle a Allie sobre papá? Ya sabes, cuando despierte.
¿Cómo se lo contaremos? Page se asomó a la ventana y se sonó la nariz, buscando afanosamente una respuesta.
Tal vez jamás tendrían oportunidad de hablar con Allyson.
– Ya se nos ocurrirá algo.
– A lo mejor para entonces Stephanie ya se habrá muerto -farfulló el niño con rencor.
Page casi se echó a reír.
Su vehemencia rayaba en lo cómico.
Le hizo salir al jardín y unos minutos más tarde llamó su madre.
No tenía nada que decirle, excepto que a Alexis le habían detectado una úlcera.
Era un mal muy común en los anoréxicos.
A fuerza de negarle alimento al estómago, los ácidos buscaban un sustituto y comenzaban a carcomer las paredes del estómago.
Maribelle hizo grandes aspavientos cuando Page le comunicó que Brad ya no estaba en casa.
Actuó como si no supiese; nada de lo ocurrido.
Según su costumbre, rehusó aceptar lo que su hija le contaba, y colgaron enseguida.
Por la tarde, Page le hizo un comentario a Trygve sobre lo descalabrada que fue siempre su familia, algo que a él le costaba asimilar.
Sus padres eran normales hasta el aburrimiento.
– ¡Qué suerte tienes! -dijo ella.
Estaban sentados en el jardín de los Thorensen, conver sando, tocándose las manos y deseando besarse pese a que sus hijos andaban por los alrededores.
Bjorn jugaba a pelota con Andy, que usaba la mano izquierda para hacer sus lanzamientos debido a la escayola.
Chloe, en su silla de ruedas, trabajaba en unos ejercicios de la escuela acompañada por su inseparable Jamie Applegate.
– Ayer, Brad le presentó a Stephanie -dijo Page con la mirada vuelta hacia Andy.
¿Cómo reaccionó? -No muy bien.
Pero era de esperar.
Esa mujer representa una grave amenaza para él, es la prueba concluyente de que todo ha terminado.
Me dijo que la odiaba.
Debió de ser una comida edificante -apostilló Page con una sonrisa malévola.
– Por lo que veo, todos los niños sueñan con que sus padres se reconcilien.
– Trygve sonrió y añadió-: Hasta los míos abrigan aún la secreta esperanza de que Dana regrese un buen día y volvamos a vivir todos unidos.
¿ Tú querrías que lo hiciera? inquirió Page.
Thorensen se acercó sonriente a ella.
– ¡Por Dios, no! Saldría huyendo de la ciudad…
contigo en la maleta.
– Más te vale -repuso Page, también risueña, y sus manos se rozaron furtivamente.
Las dos familias pasaron una tarde muy agradable.
Más tarde, Page y Trygve prepararon la cena.
Chloe puso la mesa y colaboró en todo como mejor pudo, mientras que los dos chicos se encargaron de lavar los platos.
Formaban un buen equipo y disfrutaban mucho estando juntos.
Chloe, pese a la diferencia de edad, se solidarizaba con Andy en la mutua añoranza por su hermana mayor.
Y Nick volvería a casa al cabo de unos días.
Tenía un empleo eventual en el club de tenis Tiburón que le permitiría ganar algún dinero durante el verano, y todos aguardaban con impaciencia su regreso de la universidad.
La gran ausente era Allie.
Durante la sobremesa, instalados en el comedor, estuvieron hablando de ella.
Chloe dijo cuánto la echaba de menos y que confiaba en su recuperación.
Todos lo esperaban, y todavía no era demasiado tarde.
Pero dos meses eran mucho tiempo.
El doctor Hammerman continuaba firme en su idea de que, si no reaccionaba en un plazo de tres meses desde el accidente, las perspectivas de curación eran escasas.
Aunque intentaba no obsesionarse, en las solitarias horas nocturnas, tendida en la cama, a Page la acosaba el temor de que Allyson pasara el resto de sus días postrada e inconsciente.
– Ayer vi a la señora Chapman -dijo con un hilo de voz-.
La pobrecilla está consumida.
Parecía un fantasma, como si le hubieran chupado toda su vitalidad.
Trygve inclinó la cabeza, meditando lo que debía de sentir.
No podía ni quería imaginárselo.
Aquella misma semana Phillip habría obtenido su título de bachiller.
En la fiesta de graduación se guardó un minuto de silencio en su memoria.
A Chloe se le llenaron los ojos de lágrimas y tuvo que desviar el rostro al evocar aquella noche, como le ocurría tan a menudo.
Había episodios que pervivían en su mente con toda nitidez.
Incluso se había apuntado en el grupo de terapia de Jamie, pues se sentía culpable de haber engatusado a Allie para que saliera con ellos.
El accidente había dejado secuelas duraderas en muchas personas.
Chloe sugirió que jugasen al Monopoly, y los tres jóvenes se aplicaron febrilmente, echando los dados, negociando, haciendo trampas siempre que podían, desternillándose de risa y amasando fortunas de papel.
Page y Trygve se dirigieron al estudio, situado en el primer piso.
Una vez solos, Thorensen la abrazó y la besó tal y como había deseado hacerlo durante toda la tarde.
Ansiaba pasar más tiempo a su lado y que ella se quedara a dormir en su casa, incluso fugarse juntos.
Había un millar de planes esperándoles.
Sin embargo, sabía que aún no era tiempo.
Page no podía abandonar a Allyson, y también él andaba muy pendiente de sus chicos.
¿Crees que nos dejarán escapar al menos una vez? -preguntó con una risita pesarosa-.
¿Podremos largarnos un fin de semana? -Sería fantástico, cverdad? -suspiró ella.
A Page también le apetecía la idea de descansar unos días en el lago Tahoe, pero no le parecía bien abandonar a Allie.
Su vida se centraba ahora en las cuatro paredes de la UCI.
La en tristecía no ocuparse más de Andy, no hacer con su hijo todo lo que le habría gustado, y que el niño necesitaba más que nunca tras la marcha de Brad, pero Allie tenía prioridad.
De momento no había alternativa.
Todos debían guardar su turno, incluida ella misma.
Aquella noche se le hizo muy cuesta arriba separarse de Trygve.
A su lado las horas pasaban sin sentir, y las ocasiones en que las dos familias se reunían eran especialmente venturosas.
Andy estaba mucho más optimista que la víspera, si bien durante el trayecto a casa Page vio en sus ojos un mudo interrogante.
– ¿Qué barruntas? ¿Lo has pasado bien? -le preguntó.
– Magníficamente.
Chloe nos ha ganado al Monopoly, pero no jugó limpio.
Bjorn dice que es una tramposa -afirmó el niño, torciendo aviesamente la boca-.
Allie también lo es.
Page sonrió al oír aquel nombre.
Habría sido un sueño verla jugar al Monopoly, como una más del grupo.
– Bjorn asegura que su padre está interesado en ti -aventuró Andy.
– ¿Qué le hace pensar eso? Page no se pronunció ni a favor ni en contra, pero se le aceleró el corazón al ver la faz de su hijo.
Deseaba que Andy aceptase a Trygve, igual que Brad había intentado que aprobara a Stephanie.
Pero Brad había fracasado.
– No lo sé.
Dice que os ha observado a los dos, que te encuentra fascinante, y que su padre siempre está alabando tu belleza y simpatía.
Y una vez creyó ver que os besabais en los labios.
¿Lo hicisteis? En la pregunta no había malevolencia, sino curiosidad.
Después del impacto que le había producido conocer a Stephanie, se abría delante de él un nuevo mundo, y quería inspeccionar el paisaje.
Sin embargo, también para Page era un mundo nuevo, y vaciló antes de contestar.
¿Qué fracción de la verdad estaba obligada a revelarle exactamente? -Quizás al despedirnos o algo así.
Pero no negaré que Trygve me gusta.
¿Como papá? -No, no tanto.
Digamos que le quiero como amigo…
un muy buen amigo.
Ha estado maravilloso conmigo durante toda la enfermedad de Allie.
Andy asintió.
No estaba en desacuerdo, era sólo que no se le había ocurrido enfocarlo desde ese prisma.
– A mí también me cae muy bien, y Bjorn aún más.
Pero prefiero a papá.
– Tu padre siempre será tu padre.
Nadie puede reemplazarle.
– ¿Vais a divorciaros? -preguntó el niño.
ésa sería la prueba palpable de que todo había terminado.
Los padres de muchos de sus amigos habían pasado por ello, y algunos contrajeron segundas nupcias.
Andy sabía bien de lo que hablaba.
– Lo ignoro -dijo Page.
En el mes que había transcurrido desde la marcha de su marido, ninguno de los dos había llamado a un abogado.
Brad le había pedido a Page que tomara la iniciativa.
Stephanie apremiaba por detrás.
Trygve le había recomendado su abogado, pero Page estaba indecisa.
Siempre se escudaba en el trabajo para posponerlo.
No obstante, sabía que cualquier día tendría que decidirse.
Brad se lo recordó la siguiente vez que coincidieron en el hospital.
Se acercó por allí una tarde, tras una semana de silencio total.
Page se llevó un sobresalto al alzar los ojos y verle allí.
– Hola, ¿cómo te va? -le saludó sintiéndose confundida y tratando de fingir que no lo estaba.
– Bien -repuso él con una sonrisa más seductora que nunca.
Era un tipo imponente, algo que Page procuraba olvidar-.
¿ Cómo está Allie? -Sin novedades.
Continúa moviéndose y emitiendo pequeños sonidos, pero que no permiten formar un diagnóstico.
Los gráficos trazaban agujas cuando Page pronunciaba su nombre, y ella quería creer que no era un hecho casual.
Pero ccómo saberlo? Allyson seguía dormida, y si respiraba era gracias a las máquinas.
Brad se quedó todo el tiempo que pudo.
Le habían fijado un límite de cinco minutos, y al marcharse pidió a Page que le acompañara a la antesala.
– Tienes buen aspecto -la elogió tras examinarla minuciosamente.
Page parecía menos atormentada que unas semanas atrás, más compuesta, pero una sombra de tristeza nublaba aún sus ojos.
Clarke no supo discernir si se debía a Allyson o a él, y tuvo el fuerte impulso de tomarla en sus brazos, de estrecharla contra sí, pero habría sido inoportuno.
Además, si Stephanie se enteraba era capaz de matarle.
Se había vuelto ferozmente posesiva, no dejaba de repetirle que no toleraría ninguna infidelidad, ni siquiera un devaneo inocente.
No podía compararse con Page y había momentos en los que Brad añoraba mucho a su mujer.
– ¿Estás bien? -preguntó él.
– Voy tirando.
Page era feliz con Trygve y no había perdido la fe respecto a Allyson, pero su vida no era ya completa con su hija en aquellas condiciones, un divorcio en perspectiva y aquel desasosiego que sentía siempre que veía a Brad.
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