Chloe miró a su padre con angustia en los ojos.
– Bajaremos a la ciudad esta misma noche -anunció Trygve-.
Te llamaré enseguida que llegue.
Ahora se lo diré a los chicos -añadió con atropello y nerviosismo, y ambos colgaron al mismo tiempo.
Page corrió a la UCI para reunirse con su hija, y Trygve anunció a sus hijos que Allyson había despertado.
– ¿Y está normal? -preguntó Chloe, boquiabierta.
– Aún es pronto para saberlo, cariño -repuso Trygve, abrazándola con efusividad.
Podría haber sido ella y no Allie quien hubiese quedado sumida en un coma.
Aquella noche toda la familia se desplazó desde Tahoe.
Entretanto, Allyson había vuelto a dormirse, sólo que ahora en el sentido estricto de la palabra.
Habían empezado a desconectarla de las máquinas que la habían mantenido con vida, pero continuaba en la UCI y todavía pasaría un tiempo en observación.
¿Qué ha dicho? -quiso saber Chloe, sentados todos a la mesa de la cocina de su casa.
– Solamente nnmamá".
Page sollozó mientras contaba toda la historia.
Trygve derramó lágrimas al escucharla.
Y también Chloe y Bjorn.
Andy y él juntaron las manos para darse ánimos.
Aquél fue el día más emotivo de sus vidas.
A la mañana siguiente, Page llevó a Chloe al hospital.
Cuando Allyson abrió los ojos, miró a su amiga durante un rato y al fin, con la frente arrugada, preguntó a su madre.
– Chica -dijo, señalándola con el dedo-.
Una chica.
– Es Chloe -repuso Page cariñosamente-.
Chloe es tu mejor amiga, Allie.
Ella miró de nuevo a su amiga e hizo una señal de asentimiento.
Era como si lo supiera pero hubiese perdido la facultad de expresarlo.
– Creo que me ha conocido -dijo Chloe al salir.
Más tarde comentó a Trygve su desencanto por tan ambiguo reconocimiento.
– Dale un poco de tiempo.
Allie acaba de regresar de un largo viaje.
Será muy dificultoso llevarla al punto donde estaba.
Sólo lo conseguirían si tenían suerte.
– ¿Cuánto de dificultoso, papá? -Lo ignoro.
El doctor Hammerman ha dicho a su madre que podrían pasar dos o tres años hasta que se cumpla toda la rehabilitación de la que ahora es capaz.
Para entonces habría cumplido los dieciocho, y en el ínterin tendría que aprender a incorporarse, a caminar, a comer con tenedor, a hablar…
Era abrumador.
Después de cenar, Page les detalló los progresos de la jornada.
Alrededor de Allie se había reunido todo un ejército terapéutico.
Por un lado la fisioterapeuta, por el otro los expertos en energía motriz y en afasia (pérdida del lenguaje a raíz de una embolia) y demás lesiones cerebrales.
En los próximos meses tendrían que trabajar sin tregua, y Page también.
¿Qué me dices de Tahoe? -preguntó Trygve una vez quedaron a solas.
Volverían al lago por la mañana, y Thorensen quería que Andy fuera con ellos después de visitar a su hermana: -No sé qué hacer -vaciló Page-.
Me preocupa dejarla precisamente ahora.
– ¿Y si Allyson recaía? ¿Y si se quedaba muda e inmóvil? Pero el doctor Hammerman le había asegurado que no, que podía estar sola perfectamente.
¿Por qué no esperas una o dos semanas más, como tenías planeado de antemano, y luego vas y vienes? Yo puedo traerte en el coche, dormimos aquí y subimos de nuevo por la mañana.
Resulta un poco fatigoso, pero peor ha sido tu ritmo de vida en los últimos cuatro meses.
¿Qué te parece? -De acuerdo -dijo Page con una sonrisa y un beso.
Desde luego, Trygve no escatimaba esfuerzos a la hora de hacerle la vida más llevadera.
¿Y si me dejases ya a Andy? Creo que le encantará todo aquello.
Ambos sabían que el niño sufriría un desengaño si Allie no le reconocía a la primera.
Le sentaría bien un poco de distancia y de distracción.
– Sí, el aire libre le sentará bien -convino Page.
Y ella necesitaba de todo su tiempo para ayudar a Allyson.
Tenían mucho que hacer.
– Bajaré a buscarte la semana que viene y, si aún es pronto, pasaré un par de días contigo y lo aplazaremos para la otra.
– ¿Por qué eres tan bueno conmigo, Trygve? -murmuró Page, cobijándose en sus brazos.
– Porque quiero seducirte -contestó él.
Page había telefoneado a Brad tan pronto como Allie despertó, y él se puso eufórico al saberlo.
Dijo que contaría las horas que le faltaban para verla.
Pero, cuando volvió de Europa, al igual que Chloe y que Andy la mañana en que la visitó antes de ir a Tahoe, se llevó una decepción.
él esperaba que su hija le recibiría con gritos de “Papá" en el instante que cruzase la puerta de la sala, le echaría los brazos al cuello y le llenaría de besos.
En cambio, Allyson le miró con recelo, ladeó la cabeza y buscó a Page con la mirada.
– Hombre -balbuceó-.
Hombre -insistió, y miró a Brad como si intentara recordar su rostro.
De repente, en el momento en que Clarke salía ya al pasillo, balbuceó-: Papá.
¡ Lo ha dicho, Brad! clamó Page, haciéndole volver sobre sus pasos-.
Ha dicho nnpapá".
él abrazó a su hija y lloró profundamente, pero se sintió aliviado al abandonar la U C I.
No soportaba verla en aquellas condiciones.
Aunque Allie ya se sentaba en la cama, todavía no podía andar, y se atascaba en cada palabra y cada movimiento.
Sin embargo, cuando Trygve volvió una semana después quedó impresionado por su evolución.
– Chloe -dijo Allyson en cuanto la vio-.
Chloe.
Al menos sabía con quién asociarle.
– Soy Trygve -le aclaró él-, el padre de Chloe.
Allyson asintió y, unos segundos más tarde, le sonrió.
Era una novedad.
Podía sonreír, aunque nunca en el momento exacto que ella deseaba, sino de un modo retardado.
Asimismo, cuando lloraba las lágrimas siempre manaban con retraso, a destiempo.
Pero el doctor Hammerman aseguraba que todos aquellos desajustes acabarían subsanándose, a costa de mucho trabajo y de esfuerzos denodados.
– Está magnífica -comentó Trygve, y lo pensaba sinceramente.
Allie había experimentado una mejoría extraordinaria respecto a los días anteriores, por no hablar de los meses que duró el coma.
– Yo también lo creo -dijo Page, resplandeciente-.
Comprende mucho más de lo que imaginas, aunque no sabe vocalizarlo.
Pero yo lo leo todo en su cara y sé que pone el máximo empeño.
Ayer mismo le di su oso de peluche y le llamó “Sándwich", lo cual no deja de ser una aproximación a “Sam", su nombre verdadero.
Luego se echó a reír, se asustó de sí misma y rompió a llorar.
Es tan terrible y tan emocionante como una montaña rusa.
¿Qué opina Hammerman? -Es pronto para pronunciarse, aunque según las últimas pruebas, y a la vista de sus progresos, baraja como probable una recuperación del noventa y cinco por ciento.
– Era prodigioso.
Un mes antes estaban resignados a que no saliera del coma-.
Eso significa que nunca hará un balance perfecto de sus transacciones bancarias, que sus reflejos podrían no ser lo bastante rápidos como para conducir un coche, que no será la reina de la danza y que la traducción simultánea sobrepasará su capacidad.
Pero llevará una vida normal y, si quiere, estudiará, tendrá un empleo, formará familia, disfrutará leyendo una buena novela e hilvanará historias coherentes.
Será como el resto de los mortales, y como ella misma prometía ser, o quizá un pelo por debajo de lo que cabía augurar si no hubiera ocurrido esta debacle.
Tras haber estado a las puertas de la muerte, y tras pasar cuatro meses inconsciente, había que dar gracias al cielo.
– Lo encuentro fabuloso -dijo Trygve.
Había muchas similitudes entre Allie y Chloe.
Los sueños de su hija de ser bailarina se habían frustrado, pero podía caminar, danzar, moverse, vivir.
Había perdido una parte, no todo, a diferencia de Phillip y las personas cuya muerte Laura Hutchinson había provocado en La Jolla.
Page le explicó a Allyson su intención de ir al lago Tahoe.
La chica lloró cuando su madre le dijo que iba a dejarla, si bien recuperó la sonrisa al saber que sería sólo por un par de días.
Aunque reacia a marcharse, Page se consoló pensando que iría a verla cada dos o tres días.
Era un plan agotador, pero no quería hacer menos, y Trygve lo comprendía.
Deseaba pasar todo el tiempo posible con Andy, Trygve y sus hijos, sin por ello abandonar completamente a Allyson.
Page se sintió como nueva tan pronto se internaron en las montañas.
Era más libre, más fuerte, estaba más viva de lo que había estado en muchos años.
Se volvió hacia Trygve con la sensación de que el corazón iba a saltarle del pecho, tal era su optimismo.
– ¿De qué te ríes? Pareces el gato que se comió al canario.
Thorensen se sentía feliz con sólo verla.
La había añorado mucho en las dos últimas semanas, y esperaba que no tardaría en llegar el día en que pudiesen unirse para siempre.
– Es que me siento dichosa -dijo ella.
– No puedo adivinar por qué -bromeó Thorensen.
– Tengo todo lo que una mujer puede desear en el mundo: dos hijos magníficos, un hombre excepcional y otros tres chicos encantadores.
– Eso suena muy bien.
Sin embargo, aún queda sitio para uno más.
– No debemos tentar a la suerte.
Cinco hijos fantásticos son más de lo que nadie merece.
¡ Tonterías! Trygve estaba decidido a tener más descendencia, pero, tras su dolorosa experiencia, ella no osaba pedirle nada más a la vida.
El restablecimiento de Allie había rebasado todas sus esperanzas.
La estancia en Tahoe fue exactamente lo que Page necesitaba.
La pareja compartió habitación por fin y, a pesar de las risitas de complicidad de Bjorn y Andy, todos se lo pasaron de maravilla.
Fueron unos días pacíficos, relajantes.
Pasearon en bicicleta, salieron a pescar e hicieron excursiones a pie.
Debatieron cientos de asuntos y profundizaron más aún en sí mismos.
Organizaron fogatas de campaña, barbacoas de carne y pescado, y una noche durmieron todos bajo las estrellas.
Fueron las vacaciones idóneas.
Los frecuentes viajes a Ross resultaban extenuantes, pero valían la pena.
Allie progresaba a un ritmo pasmoso.
; Al término de la segunda semana ya podía levantarse y dar unos pasitos con ayuda.
Cuando Page entró a verla, Allyson le sonrió lentamente y dijo: -Hola, mamá, ccómo estás? Recordaba el nombre de Trygve, y ni una sola vez dejó de preguntar por Chloe.
También quiso que le llevasen a Andy, a quien no había visto desde la mañana en que se marchó a Tahoe.
Page le contó que su hermano estaba en el lago, pescando.
– El pescado es viscoso, ¡puah! -exclamó Allyson con una mueca de asco, y todos rieron.
– Sí, es malísimo -admitió Trygve, tan ilusionado con sus adelantos como la propia Page-.
Y huele aún peor.
– Es una pro-porquería.
– A Allie se le trababa la lengua con algunas palabras, para jocosidad de todos.
– Tampoco hay que exagerar.
La próxima vez tienes que venir con nosotros, y ya verás cómo pescas más nnporquerías" que nadie.
Allyson sonrió y Trygve la estrechó en sus brazos.
Seguía siendo muy guapa, resultaba inaudito la poca huella que el accidente había dejado en su aspecto.
Todas las lesiones habían sido internas.
Trygve y Page volvieron al lago para pasar allí el día del Tra, bajo, que caía en fin de semana.
La temperatura había refrescado y se hacía sentir el final del verano.
Les entristecía que se acabase, pues a pesar del continuo trasiego habían repuesto fuerzas.
A todos les aguardaba un montón de trabajo a su vuelta, especialmente a Page, que debía reemprender los mu.
rales y sus clases en la escuela, amén de las intensivas jornadas con Allie.
Una tarde, los ánimos se ensombrecieron cuando, al hojear un periódico, leyeron que el juicio contra Laura Hutchinson se iniciaría el martes siguiente.
– ¡Espero que la encierren como mínimo cien años! -rugió Chloe.
Su apasionamiento era más por Allye que por ella misma.
Por Allie y, desde luego, por Phillip Chapman.
La señora Hutchinson había dejado que Phillip cargase con todas las culpas y que se divulgaran rumores tendenciosos en su contra.
El chico Chapman habría pasado definitivamente por ser el causante del accidente, cuando había sido ella quien lo provocó.
Hacía escasos días, alguien había declarado ante la opinión pública que la señora Hutchinson abandonó la dichosa fiesta con unas cuantas copas de más.
¿Cómo no lo había advertido la policía? ¿Por qué no se tomaron medidas? Tal vez se habría evitado el accidente de La Jolla.
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