Ahora era ya demasiado tarde, pero al menos Laura Hutchinson tendría que responder de esta última tragedia.
– Es asombroso cómo cambian las cosas, ¿verdad? -dijo Page en actitud pensativa, sentada con Trygve en la orilla del lago frente a un bello crepúsculo.
Al día siguiente regresarían a Ross, y los chicos estaban en casa, arreglándose para cenar.
Aquella noche habían decidido ir a un restaurante nuevo de Truckee-.
Hace cinco meses mi vida discurría por derroteros muy distintos, y ahora fíjate todo lo que hemos pasado, adónde hemos ido a parar.
Nunca.se puede predecir el futuro.
Al final ambos se habían enriquecido, pero ¡a qué precio! Habían pagado onerosamente por cada paso adelante.
– Por nada del mundo querría revivir aquel día -musitó Trygve -.
Todavía recuerdo la llamada del hospital, y el momento en que te vi.
Yo creía que las chicas habían salido contigo.
– Y yo creí que habías muerto en el puente cuando me informaron de que el conductor ingresó cadáver.
¡Dios, fue todo tan brutal! -Page fijó en Thorensen unos ojos muy abiertos, llenos de respeto por el poder del destino, con su crueldad y su benevolencia-.
Supongo que hemos tenido mucha suerte.
– Sonrió y asió la mano de él-.
Conocerte en esta circunstancia ha sido providencial para mí.
– Tú mereces aún más, y vas a tenerlo.
Es sólo cuestión de tiempo.
– Page se echó a reír como si Trygve hubiera dicho algo divertido, y así era, aunque él no lo sabía-.
¿Has recapacitado ya sobre nuestros planes? No deseaba agobiarla, pero de vez en cuando lo sacaba a colación como mero recordatorio.
Continuaba empeñado en casarse para Navidad, en cuanto se fallara el divorcio.
– Sí, lo he hecho -dijo Page con serenidad, contemplando la superficie del lago, y se volvió hacia Trygve, que no había dejado de mirarla con una extraña expresión en el rostro-.
¿Estás absolutamente seguro de que es eso lo que quieres? Van a recaer sobre ti nuevas y graves responsabilidades.
Tengo dos hijos, y la rehabilitación de Allie no será un camino de rosas.
– La de Chloe tampoco será fácil.
Y Bjorn siempre será el mismo.
¿Qué piensas tú? Olvida mis apremios y dime qué; opinas de mis cargas.
– Las quiero con toda mi alma.
Nunca pensé que se pudiera querer tanto a los hijos de otra persona.
Page incluso se había encariñado con Nick en sus cortos encuentros durante el verano.
– Al parecer, estamos en tablas.
– Trygve sonrió, y ella asintió-.
Yo solía pensar que no debía volver a casarme, sobre todo por Bjorn -prosiguió Thorensen-, que era una mala jugada para el chico.
No imaginaba que nadie pudiera llegar a quererle tanto como yo, y me horrorizaba que hiriesen su sensibilidad.
Entonces aparecistes tú -sus ojos se humedecieron, a la vez que atraía a Page hacia síy fuiste como un ángel…
Mi hijo merece vivir rodeado de cariño.
A pesar de sus limitaciones, es un chico entrañable.
– Lo mismo que tú -repuso ella, acurrucándose en el pecho de Trygve…
aunque a él todavía no le había descubierto ninguna limitación.
¿No oyes ya el cascabeleo navideño? -insinuó Thorensen con cara traviesa, y esta vez Page soltó una carcajada.
– Justamente de eso quería hablarte -dijo.
! Se apartó de Trygve, se tumbó en la toalla donde estaban sentados y le miró a los ojos.
– ¿En serio? -se entusiasmó él.
Page se había resistido a tomar decisiones antes de tiempo, pero, ahora que Allie había salido del coma, las perspectivas eran distintas.
– Quizá.
Sin embargo, primero tenemos que discutir cierto asunto.
– Su rostro adoptó un aire de gravedad, y Trygve, expectante, se acostó de lado junto a ella-.
Hay algo que debes saber.
– Tal vez se trataba de Allyson…
o de Brad.
A lo mejor todavía amaba a su marido y se creía en la obligación de decírselo.
Thorensen ya había tenido en cuenta esa posibilidad, pero Page parecía haberse adaptado sorprendentemente bien, mucho mejor que él tras su ruptura con Dana-.
¿Recuerdas que me hablaste de tener un hijo? Page hizo un gesto de preocupación y Trygve lanzó una risotada.
Conocía bien su renuencia: afirmaba desearlo ella también, pero temía ser ya demasiado mayor y, por encima de todo, no quería que nada interrumpiera su dedicación a Allie.
– No me importa esperar, Page.
Me haría mucha ilusión volver a ser padre, pero si necesitas tiempo, aún somos jóvenes.
– Y si ella decidía que era una complicación excesiva, también lo entendería.
Lo que no quería era verla con el entrecejo fruncido, como ahora-.
No es una condición sine qua non.
– Te lo plantearé de otro modo -dijo Page, apoyándose en un codo-.
¿Qué te parecería casarte en Navidad…
El corazón de Trygve se aceleró y él sonrió estentóreamente, en éxtasis, pero ella no había terminadocon una embarazada de casi seis meses? -¿Qué has dicho? Thorensen se incorporó como impulsado por un resorte y miró boquiabierto a Page, quien se ruborizó ligeramente y, dejándose caer en la toalla, se echó a reír.
– No sé qué diablos ha ocurrido.
Por lo visto, hace unas seis semanas neutralizaste sin querer mis métodos anticonceptivos.
Al principio creí que eran imaginaciones mías, pero el embarazo se ha confirmado.
Ignoraba cómo reaccionarías tú, con nuestra problemática, los chicos y demás impedimentos.
Va a ser una conmoción para todos, y la boda puede resultar más bien insólita.
Page dio aquellas explicaciones con el sonrojo de una adolescente.
Estaba asustada, pero satisfecha.
Siempre había querido tener otro bebé.
Además, el inicio de su relación con Trygve había sido igualmente una sucesión de sorpresas.
Era como salir disparado de un cañón…
para aterrizar en un campo florido.
– Me has dejado sin habla.
– Trygve se acostó a su lado y la abrazó tiernamente-.
No me lo puedo creer.
– Volvió a reír.
Estaba excitadísimo.
Aquello era lo que tanto había deseado, antes incluso de lo previsto, lo cual no le molestaba en absoluto-.
éste será para ambos otro hijo milagroso -añadió con ánimo bromista y jovial.
– ¿A qué te refieres? -Recapitula.
Tenemos a Bjorn, que es bastante singular en todos los aspectos.
La curación de Chloe es también un portento, y Andy, que nació prematuro y enclenque, es ahora un niño sano.
En cuanto a Allie, no me negarás que su despertar ha sido un milagro.
Y por último, si nos casamos en diciembre y el niño nace tres meses después, ¡figúrate qué prodigio! Alumbrarás a un bebé trimesino.
– Trygve rió con ganas.
– Trygve Thorensen, eres un irresponsable.
Piensa en lo confundidos que quedarán nuestros pobres hijos.
– No se lo permitiremos.
Si no saben comprender nuestra suerte, la bendición que supone un nuevo hermano, o que los adultos también tenemos derecho a cometer algún desliz, pues allá ellos.
Yo no pienso menospreciar un regalo como éste.
¡Dios me guarde de rechazar lo que tan magnánimamente nos ofrece! Voy a recogerlo en mis brazos amorosos, y a ti con él, y elevar una oración de gracias cada noche antes de; acostarme.
Hablando de milagros, mucho me temo que hemos copado el mercado -agregó henchido de orgullo.
Sin pronunciar una palabra más, Trygve se inclinó hacia; Page para besarla, y ella le retuvo contra su pecho mientras evocaba el largo camino que habían recorrido juntos, cómo se habían aventurado en la tormenta y lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.
Danielle Steel
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