– Esto no me gusta -murmuró. Si ella estaba en lo cierto, había un psicópata suelto que secuestraba mujeres del campus; si estaba equivocada, algo estaba llevando a las chicas a marcharse. Cuatro estudiantes desaparecidas en menos de dos años en un campus de ese tamaño era más que inusual, más que sospechoso-. No puedo creer que la Universidad no se vuelque con este asunto.

– La administración está intentando barrerlo y esconderlo bajo la alfombra. Las administraciones ya están bastante por los suelos y no desean más mala prensa. Lo comenté con la decana de estudiantes y me echaron de su despacho. Me dijo que estaba imaginando cosas y me trató como si tuviera la peste.

– Pero la reputación…

– Solo si lo reconoces. Están en un plan de «no veo nada malo, no oigo nada malo, no hablo de nada malo. Por lo tanto, el mal no existe».

– ¡Y una mierda! -Jay se quedó mirando los esquemas y sacudió la cabeza-. Tienes que llevarle esto a la policía.

– Sí, claro, por supuesto. Piénsalo. -Kristi apuró su bebida-. Digamos que acudo a la comisaría de policía de Baton Rouge. ¿Con quién hablo? -inquirió levantando los hombros-. Probablemente con el departamento de Personas Desaparecidas, ¿verdad? Puede que lleve los esquemas conmigo. Y entonces digo… ¿Qué? ¿Que soy la hija del detective estrella de Nueva Orleans, Rick Bentz, y que será mejor que me presten atención? Incluso si no lo sacase a relucir, sumarían dos y dos y se cabrearían por la jurisdicción y el protocolo.

Un escuálido gato negro se deslizó por la ventana parcialmente abierta que había sobre el fregadero.

– Si hiciera algo tan ridículo, me darían un tirón de orejas y le causaría problemas a mi padre. No gracias.

En eso tenía razón.

– Oye, Houdini -saludó ella cuando el gato salió disparado del poyete hasta meterse bajo el sofá-. Haciendo amigos, ¿eh? -bromeó mientras el gato se asomaba con sospecha desde las sombras.

Jay no estaba dispuesto a cambiar de tema.

– Las autoridades tienen que saber lo que has descubierto. A lo mejor podrías telefonear a tu padre y explicarle…

– Sí, claro. Me sacaría de aquí antes de terminar la conversación.

– No podría hacer eso. Ya eres adulta. Kristi lo miró como si estuviera loco.

– Ah, vale. ¡Cuéntaselo! O bien me asignaría un maldito guardaespaldas, o vendría a asaltar el apartamento por su cuenta. No, informar al detective Bentz está fuera de la cuestión. Soy adulta y vamos a hacer esto a mi manera.

– Sea cual sea.

– Así es. -Ella le sonrió súbitamente, percibiendo su rendición, incluso aunque él estaba seguro de no haber cedido en absoluto.

Dios, Kristi era hermosa. Intentó no fijarse, pero ahí estaba mientras ella lo miraba con aquellos malditos ojos. Durante medio segundo sintió una fuente de calor en sus venas, un deseo que se anunciaba con recuerdos de cuando abrazaba su jadeante y sudoroso cuerpo junto al de él. Se le secó la garganta y apartó su mirada, se metió las manos hasta el fondo de los bolsillos delanteros de sus pantalones. Se ajustó la mandíbula en un esfuerzo por acallar sus estúpidas necesidades. Allí estaba ella, hablando de secuestros, del posible asesinato de cuatro estudiantes, y aun así le estaba provocando esa reacción.

Lo cual era simplemente ridículo.

– Creo que será mejor que me marche -anunció.

– ¿Pero me ayudarás?

– Mientras no me pidas que viole ninguna ley.

– De acuerdo, lo prometo -accedió ella, luego se ruborizó y pareció como si estuviera a punto de morderse la lengua.

No necesitaba decir por qué. Jay la recordó repitiendo esas mismas palabras casi diez años atrás, cuando él le había puesto un pequeño anillo en el dedo.

– Bien -dijo él con rapidez, como si no se hubiera acordado. No había razón para escarbar en el pasado. Demonios, no eran más que unos críos-. Te veo en clase. -Y entonces se marchó, sin ni siquiera mirar por encima de su hombro.

Sí, pensó mientras descendía las escaleras, él había estado en lo cierto. En lo que a Kristi Bentz se refería, era un auténtico y genuino imbécil.

Capítulo 13

En su mayor parte, los foros de internet eran una pérdida de tiempo.

Después de que Jay se marchase, Kristi se pasó más de una hora enviando mensajes a diferentes nombres y uniéndose a chats en línea, algunos de los cuales eran inquietantes, otros eran estúpidos y simplemente vacíos. Se imaginó que probablemente estaban llenos de niños que se dedicaban a molestar cuando deberían estar durmiendo. Sin embargo, hubo un chat dedicado a la sangre en la literatura que, al contrario que los de mutantes, hombres lobo o vampiros metrosexuales, le interesó. Durante un buen rato se mantuvo oculta, observando las conversaciones entre diversos participantes. Mientras que algunas salas de chat discutían sobre la serie de Buffy hasta la saciedad y otras se centraban en las películas de Blade, aquella trataba sobre los vampiros en la literatura, y durante un minuto, Kristi creyó que el propio doctor Dominic podría estar llevando la conversación. Había una pequeña charla sobre el conde Drácula, la obra de Bram Stoker, preguntas acerca de Elisabeth Bathory, la condesa que se bañaba en la sangre de sus sirvientas, e incluso Vlad tercero, el Empalador, también conocido como Vlad Drácul, sobre quien la conversación sugería que fue la inspiración para que Bram Stoker crease el personaje del conde Drácula. También había algunas charlas en torno a Transilvania y Rumania, sobre lo que era verdad o ficción, y abundaban las preguntas sobre beber sangre.

Pero en general, en aquel foro en particular, los participantes parecían interesados en algo más que en impresionar; parecían sinceros en sus preguntas, fueran cuales fuesen.

Kristi se sirvió un vaso de cola light, y luego tomó apuntes sobre cualquiera que tomara parte en la conversación y su particular inclinación. O al menos se fijaba en los nombres que usaban en pantalla, los cuales, según parecía, solían incluir alguna referencia a la materia. Ya que su objetivo era introducirse en el grupo, se había registrado con el nombre «ABnegl984», aunque su grupo sanguíneo era cero positivo y no había nacido en mil novecientos ochenta y cuatro. Utilizó un par de falsos alias para ocultar su verdadera identidad y hacía una pregunta o dos cada cinco minutos, solo para evitar que los demás usuarios pensaran que les estaba espiando.

Lo cual, por supuesto, era el único objetivo de estar conectada a aquellas horas intempestivas.

El hecho de tener varias pantallas abiertas a la vez era un poco como hacer juegos malabares. Cada una estaba dedicada a un foro diferente y, al principio, tuvo algunos pequeños problemas para mantenerse en todas las conversaciones. Sin embargo, no tardó en cogerle el truco y salía de aquellas que parecían apartadas del tema. Lo que necesitaba era encontrar otras personas conectadas de Baton Rouge o al menos de Luisiana. Simplemente no había forma de saberlo por los nombres de pantalla y, por lo que sabía de los participantes, podían ser de cualquier parte del universo conocido.

Era como buscar la proverbial aguja en el pajar, incluso aunque trataba de estrechar la búsqueda mencionando Luisiana.

Finalmente, en el foro de sondeo intelectual, alguien mencionó el campus del All Saints y el vampirismo.

– Bingo -susurró Kristi, como si temiera que los demás participantes pudieran realmente oírla. Afortunadamente, el micrófono y la cámara de su ordenador portátil estaban desconectados. No podía creer que tuviera tanta suerte. Alguien con el nombre de «Dracoola» vivía cerca. O al menos mantenía contactos con el colegio.

Permaneció oculta. Aguardando. Trató de leer entre líneas, incluso de visualizar a los diferentes personajes, muchos de los cuales utilizaban sus propios iconos. Gotas de sangre, amenazadores colmillos y murciélagos voladores parecían ser los favoritos. La gente entraba y salía, pero algunos de los participantes parecían quedarse toda la noche. Uno de ellos era «SoloO», quien mencionó de repente la clase del doctor Grotto.

Kristi sintió una punzada de expectación. La charla se acercaba a casa.

– Ahora sí que es interesante.

Varias personas respondieron, todas ellas de acuerdo. Kristi se apresuró a anotar los nombres de «Dracoola», «SoloO», «Carnívorol8», «SxyVmp21», «Deathmaster7» y «Dominatorxxx».

– ¡Jesús! -le dijo Kristi al gato, quien se detuvo en seco, a medio camino hacia su cuenco-. ¿Quiénes son estas personas? -Houdini se restregó contra la pared, con los músculos tensos.

Kristi trató de pensar en una forma de sacar el tema de las chicas desaparecidas, pero la conversación no marchaba en esa dirección y ella quiso congraciarse con los tipos raros que se pasaban las noches charlando virtualmente con extraños acerca de sangre, vampiros y otros seres fantásticos. Dejó que fueran los otros quienes llevasen el peso de la conversación, todo ello mientras intentaba descubrir algo, alguna pequeña pista sobre cultos de vampiros en el campus, o alguna conexión con las chicas que habían desaparecido. Uno de los últimos en llegar a la conversación mostraba el nombre de «DrDoNoGood», [5] y había algo acerca de sus preguntas, algo con un matiz de familiaridad que la inquietaba.

¿Conocía a aquel tipo?

¿O era una mujer?

¿Era un doctor en medicina? ¿Uno frustrado? ¿Un doctor en filosofía? ¿Un fanático de James Bond o de Ian Fleming ya que su nombre podría ser un juego de palabras con el Dr. No?

Realizó otra pregunta y Kristi se quedó helada. Había visto aquella misma pregunta antes en sus apuntes de clase con el doctor Grotto.

¿Podría ser «DrDoNoGood» un alias cibernético del doctor Dominic Grotto?

Su mente se aceleró. ¿Cuál era el significado de su nombre? ¿Acaso estaba cayendo en conclusiones precipitadas en mitad de la noche? ¿O acaso…?

Su pulso dio un brinco cuando leyó solamente las letras mayúsculas del nombre en la pantalla. DDNG o DrDNG.

¿No empezaba el segundo nombre de Grotto por «N»? ¿O estaba nuevamente forzando una conexión? ¿Creando algo de la nada? ¿No había visto el nombre de Grotto en alguna otra parte? ¿En algo que había recibido del colegio?

Con su atención dividida entre la pantalla del ordenador y las estanterías sobre su escritorio, localizó el cuaderno de profesorado. Estaba muy estropeado y con las esquinas dobladas, pero lo abrió por la sección del personal del colegio All Saints.

– Vamos, vamos -murmuró, apenas capaz de mantenerse en la conversación que discutía el ritual de beber sangre y la sexualidad inherente al acto.

– Puaj. -Se estremeció-. No gracias. -Al pasar las páginas, vio finalmente la foto del doctor Grotto. Vaya, era un tipo guapo. Ojos penetrantes, barbilla robusta, frente elevada y pelo negro. Bajo la fotografía leyó: «Dominic Nicolai Grotto, doctor en Filosofía».

¿Podría ser?

¿«DrDoNoGood» y el doctor Dominic Nicolai eran la misma persona?

No podía demostrarlo, pero sentía una corazonada, el mismo instinto visceral que experimentaba su padre cuando descifraba una pista en el retorcido juego de algún maníaco homicida.

– De tal padre, tal hija -se dijo mientras formulaba una sencilla pregunta sobre la clase.

Se preguntó si existiría alguna manera de desvelar su identidad, alguna forma de desenmascararlo. Puede que pudiera apelar a su vanidad, quejarse de él como profesor y ver lo que pasaba.

Mientras seguía leyendo la conversación, ahora sobre costumbres culturales y sangre humana, sacó sus apuntes de clase. Puede que al citarlo, pudiera obtener una reacción… y si mencionaba algo acerca de que era más un actor que un intelectual, más metido en lo teatral que en lo literario, estaba segura de que no se resistiría a pasarlo por alto. Abrió otra ventana en el programa donde guardaba sus apuntes, pero antes de poder plantear una pregunta relevante, él se desconectó.

– ¿Qué? ¡No! -exclamó, y volvió a abrir los otros foros, esperando que apareciese en algún otro sitio. Pero no estaba en ningún lugar que pudiese encontrar. Si había entrado en otro ciberchat, era en uno que ella no había localizado-. ¡Qué mala suerte! -Lanzó a un lado el cuaderno de profesorado y ya estaba a punto de cerrar las ventanas cuando vio una extraña pregunta en la sala recientemente abandonada por «DrDoNoGood».

«Deathmaster7» preguntó: «¿Lleváis un vial?»

Kristi se quedó helada.

Tres personas respondieron con un «sí», mientras que uno, «Carnívorol8», respondió con un signo de interrogación. Obviamente, «Carni» tampoco lo entendía. Una persona no respondió y dos escribieron que no. Kristi decidió seguir la corriente y respondió «sí».

«Carnívorol8» escribió una línea de signos de interrogación. Obviamente se sentía fuera de lugar.