Ella vio a dos ciclistas doblando la esquina.

– ¡Vamos! Márchate ya.

Josh se puso las gafas.

– Me dijiste que no te importaba que ganara.

– ¡Me equivoqué! Te lo he dicho billones de veces. Y ahora, ¡por favor!, ¿podrías moverte y ganar esta carrera para que podamos seguir con nuestras vidas?

– ¡Claro!

Y con eso, se puso en marcha.

Charity contuvo el aliento mientras él tomaba velocidad y cruzaba la línea de meta con varios segundos de ventaja.

La multitud estalló en vítores y risas y Charity intentó llegar hasta Josh, pero había demasiada gente entre ellos. Por eso esperó mientras alguien abría botellas de champán, los periodistas hacían preguntas y Josh era el centro del universo.

Pero entonces oyó algo extraño. A unos metros de distancia, una mujer se giró y gritó:

– ¿Dónde está Charity?

El hombre que tenía detrás preguntó lo mismo y así fue corriéndose la voz hasta que un señor que tenía delante le preguntó:

– ¿Eres Charity?

Ella asintió.

– ¡La he encontrado! -gritó-. Vamos, cielo, ve con Josh. Está esperándote.

La multitud fue pasándola en volandas hasta que se vio de pie delante de Josh. Él sujetaba un enorme trofeo en una mano y con la otra la rodeó por la cintura.

– ¡Por fin! -se giró hacia los periodistas-. Bueno, chicos, preguntad lo que queráis.

– ¡Qué gran regreso, Josh! ¿Entrenarás para el Tour de Francia?

– No. Aquí lo dejo.

Besó a Charity en la frente y la acercó más a sí.

– Mi vida está aquí.

Ella lo rodeó por la cintura y sintió su amor por él crecer hasta desbordarse.

– Puedes competir, si quieres. Ya encontraremos alguna solución.

Él la miró a los ojos y sonrió.

– No. Quiero dirigir la escuela de ciclismo y estar a tu lado. Tú eres mi hogar, Charity. Eres el lugar al que pertenezco.

– Yo también te pertenezco -le dijo.

– Pues entonces genial, porque no pienso dejarte marchar.


Ethan Hendrix vio a su mejor amigo besar a la chica. A Josh le había costado, pero por fin había encontrado lo que siempre había estado buscando. Feliz, se giró para volver a su oficina.

«¡Qué interesante era la vida!», pensó al echar a andar, pero entonces algo rojo y luminoso captó su mirada. Un color de pelo que hacía mucho tiempo que no veía.

Se giró para mirar una vez más. Para estar seguro. Y después maldijo en silencio.

Liz había vuelto.

Susan Mallery

Autora de bestsellers románticos, ha escrito unos treinta libros, históricos, contemporáneos e incluso de viajes en el tiempo. Comenzó a leer romance cuando tenía 13 años, pero nunca pensó escribir uno, porque le gustaba escribir sobre filosofía o existencialismo francés. Fue en la escuela superior cuando acudió a clases sobre Cómo escribir una novela romántica y empezó su primer libro, que cambió su vida. Fue publicado en 1992 y se vendió rápidamente. Desde entonces sus novelas aparecen en Waldens bestseller list y ha ganado numerosos premios.