– La gente hará sus cuentas, supongo.

– Déjales.

Elspeth dibujó una gran sonrisa.

– Haces que todo parezca tan fácil.

– Lo será, amor -le dijo. Las prerrogativas de generaciones de ancestros ducales y su fortuna fomentaba su seguridad-. Te lo prometo.

Se casaron esa misma noche gracias a un permiso especial, con la sola asistencia de la familia. Las sensacionales noticias causaron más agitación que el último ataque de locura del rey.

Todos los periódicos de la ciudad se disputaron el titular más provocador: «El matrimonio fugitivo», «La novia afortunada», «Darley cazado», «Déjale y vuela conmigo (la muerte toma parte)», «La viudez más breve».

Naturalmente, con el aroma del escándalo flotando en el aire, todo el mundo, alegando el más mínimo parentesco con Westerlands House, llamó al día siguiente, sólo para volver por donde habían venido. La familia se retiró al campo por un período de tiempo indefinido.

En los meses siguientes, la joven pareja permaneció recluida en una de las varias propiedades que poseía el duque o el marqués, eligiendo finalmente Oak Hill en Lincolnshire, donde la marquesa dio a luz a un niño en febrero.

La familia pasó el verano en el campo, donde creció el recién nacido, como creció el amor hacia él y entre los dos. Cuando el Parlamento abrió sus puertas en otoño, volvieron a la ciudad y el té de bienvenida, largamente aplazado, se celebró con la asistencia de los reyes.

La marquesa de Darley estaba más bella que nunca. Todo el mundo coincidía en eso. Se rumoreaba que de nuevo esperaba un hijo, aunque la observación más atenta no pudo confirmar el rumor. Pero lo que estaba seguro era el afecto permanente de su marido. No se apartó del lado de ella en toda la tarde, un cariño mutuo bastante infrecuente, opinó la alta sociedad.

Pero Darley siempre había vivido su vida libre de los dogmas de la sociedad y así continuó, inmune a los chismes y a la censura.

Con el tiempo, su familia creció en número con dos hijos y dos hijas, su cuadra de carreras se convirtió en la mejor del país y el nombre de Darley fue sinónimo de los purasangres ganadores de la mejor línea de sangre berberisca.

Fue una vida de satisfacción y alegría.

Nada podía estropear aquella perfección.

Hasta que, unas décadas más tarde, después de la batalla de Waterloo, Lord Darley hijo volvió a casa cambiado.

Estuvo en el grueso de la batalla en Quatre Bras, lo habían herido dos veces y dado por muerto.

Sus padres se desesperaron al principio por su salud mental. Hasta que un día conoció a una actriz.

Era un partido inapropiado, por supuesto. O eso dirían algunos.

Pero ella le hizo sonreír, cuando llevaba mucho tiempo sin hacerlo.

Su nombre era Annabelle Foster.

Susan Johnson

Susan Johnson nació en 1939, es una autora americana de numerosos bestseller románticos que encabezan la lista del New York Times. Vive en el campo cerca a North Branch, Minnesota. Siendo historiadora del arte, considera la vida de escritora el mejor de todos los mundos posibles.