– Mira, yo respeto quién eres, y todas tus relaciones. Sé que Wyatt es tu amigo. No voy a intentar cambiar eso.
– No podrías.
Claire sintió que perdía un poco la fuerza, pero se mantuvo concentrada.
– No es eso lo que quería decir. El hecho es que tú no tienes interés en salir con él, y yo sí. No sé cuál es tu problema. Si crees que no soy lo suficientemente buena para él o qué, pero vas a tener que superarlo.
– Vais a salir -dijo Nicole en tono cansino.
– Sí. Vamos a salir. Él me lo pidió y yo acepté. Puedes protestar y enfurruñarte, pero no puedes cambiar lo que va a pasar. Además, estaría mal por tu parte sugerir que no lo hiciéramos.
Nicole la miró fijamente.
– ¿Algo más?
– Sí. Varias cosas. Siento lo que te ocurrió. Siento que Drew se acostara con Jesse. Siento que te traicionara tu propia hermana. Siento que tuvieras que ocuparte de la panadería y que pienses que te robaron la vida. Siento que perdieras a tu madre. Pero yo también perdí.
Nicole comenzó a hablar, pero Claire alzó una mano.
– No he terminado. A mí también me ocurrió, y tú no lo has pensado ni una sola vez. Me has rechazado y has despreciado mis sentimientos. Me he pasado los últimos diez años intentando ponerme en contacto contigo. Has ignorado mis llamadas, mis cartas, todo. Y sin embargo, cuando Jesse me llamó, lo dejé todo para venir aquí contigo.
– Por lo que tengo entendido, no había mucho que dejar.
Claire hizo caso omiso de aquel comentario.
– Había suficientes cosas, y eso no es lo importante. Eres mi hermana, y quería estar a tu lado. No me habría importado tener que dejar a un lado mis compromisos. Habría venido de todos modos, porque tú me necesitabas. Porque me importas.
Claire tuvo que reprimir una súbita ráfaga de emoción.
– Cuando teníamos cinco años, tú fuiste a una fiesta de cumpleaños y yo no pude, porque tenía que estudiar piano. Lloré y lloré, pero a mi profesora no le importó. Tú enfermaste de varicela e intentaron apartarme de ti para que no me contagiara. Sin embargo, yo quería estar contigo. Me metí en tu cama aquella noche y también me puse enferma. Porque eras mi hermana.
– Eso ya lo has dicho -murmuró Nicole.
– Pues no parece que te acuerdes. Así que, esto es lo que voy a decir: esta vez no me voy a marchar. Tenemos que encontrar la forma de tener una relación y no me voy a ir hasta que lo consigamos. Sería de ayuda que te comportaras de una manera humana por una vez, y que demostraras un poco de gratitud. Incluso podrías ser agradable. Pero, decidas lo que decidas, tienes que dejar de machacarme, porque tú no fuiste la única a la que privaron de tomar decisiones sobre su vida.
– Me estás enfadando de verdad -dijo Nicole.
– No me importa.
Se quedaron allí plantadas, mirándose la una a la otra. Claire no sabía qué pensar, sólo sabía que no iba a amedrentarse.
– Muy bien -gruñó Nicole, mirando al suelo-. Sal con Wyatt. No me importa.
– ¿De verdad?
Su hermana asintió.
– Y gracias por venir. No tenías que hacerlo.
Claire sonrió. Se sentía más ligera, más feliz.
– Habrías tenido las cosas muy difíciles sin mí.
– No te pases.
– Todavía tengo las marcas de la varicela. Me lo debes.
Nicole sonrió lentamente.
– Sí, tal vez sí.
Once
– ¿De veras vas a llevar vaqueros a la cita con Wyatt? -preguntó Nicole mientras se apoyaba en el cabecero de la cama de Claire, el viernes por la tarde.
Claire no le dijo que había sido idea de Jesse.
– Me parece que el resto de mi ropa es demasiado arreglada. Estos tienen un lavado oscuro y me los voy a poner con botas de tacón alto.
– Muy vanguardista -dijo Nicole, mientras se ponía otra almohada detrás de la cabeza-. Pero Wyatt sabe que tú eres todo Park Avenue. Se pondrá elegante, y tú te sentirás rara con vaqueros. ¿Por qué no te pones los pantalones blancos de lana? Son muy bonitos.
– Ya los ha visto.
– ¿Con qué?
– Con un jersey blanco. Marfil en realidad.
Nicole miró hacia el techo con resignación.
– Claro, por supuesto. ¿Tienes otro jersey?
Claire miró entre su ropa y sacó un suéter azul claro con hilillos de plata.
– Nunca me lo pongo, aunque me gusta mucho.
– Sí, ese color te quedará muy bien con tu pelo y tus ojos.
Se sujetó el jersey delante del cuerpo y se miró al espejo. Ella no veía ninguna diferencia, pero esperaba estar equivocada.
– De acuerdo. Me pondré este jersey con los pantalones marfil. Tengo unos zapatos plateados de tacón y un bolso estupendos.
Nicole arrugó la nariz.
– Eso no tienes ni que decirlo. Toda tu ropa es estupenda. Debe de gustarte mucho ir de compras.
Claire se preguntó si estaban a punto de adentrarse en aguas peligrosas.
– Pues no. Lisa compra las cosas, y yo me las quedo o no. En realidad, no tengo tiempo para ir de tiendas.
Claire esperó algún comentario sarcástico, pero Nicole se limitó a asentir.
– Por lo que dijo, tienes los días muy ocupados -dijo, y se puso en pie-. Debería dejar que te vistieras tranquilamente. Wyatt vendrá pronto, y no quiero que le hagas esperar. En estas circunstancias, me resultaría muy raro tener la charla de rigor con él.
– Gracias por tu ayuda y tus consejos.
Nicole se encogió de hombros.
– Sólo estaba intentando no ser la bruja más malvada de todo el mundo occidental.
– Estás haciendo un gran trabajo.
– Vaya, gracias.
Cuando Nicole se marchó, Claire se arregló y se maquilló. Justo cuando terminó de peinarse, abrió la puerta del dormitorio y oyó gritar a Nicole:
– ¡Baja ahora mismo! ¡Wyatt está aparcando y no voy a hacer como si fuera tu madre!
– Ya estoy lista -respondió Claire.
– Qué puntual -dijo Wyatt a modo de saludo al tiempo que entraba en la casa-. No me lo esperaba.
– Oh. Vaya.
¿Acaso las mujeres llegaban normalmente tarde a las citas? Nicole no le había dicho nada.
– ¿Querías entrar? -preguntó desde lo alto de la escalera, pero mientras lo hacía, miró hacia atrás por encima de su hombro y vio a Nicole, que movía la cabeza a izquierda y derecha y le hacía gestos para que se marcharan-. Eh, quizá sea mejor que nos vayamos.
– Claro.
Ella tomó su bolso y salió. Incluso aunque llevara tacones, él seguía siendo mucho más alto. Y más grande. Y también iba vestido de un modo diferente. Llevaba una camisa de vestir y unos pantalones oscuros, en lugar de la camisa a cuadros y los vaqueros que vestía normalmente. Estaba muy guapo. ¿Podía decirle eso a un hombre?
Se acercaron a su furgoneta. Él le abrió la puerta y esperó a que ella se sentara. Cuando se rozaron, Claire sintió los nervios a flor de pie.
– ¿Comes carne? -preguntó él-. No me acordaba de si alguna vez te he visto comer carne. No eres vegetariana, ¿verdad?
Ella se rió.
– No. Como carne.
– Bien. Vamos a un sitio donde sirven una carne magnífica, Buchanan’s. Es uno de mis favoritos. Tienen muy buena comida.
– Me parece perfecto.
Hablaron sobre Amy y sobre la panadería durante el trayecto al restaurante. Wyatt se detuvo frente a la puerta del restaurante y entregó las llaves y, después, ambos entraron. Una vez dentro, le dijo al maître que tenían reserva.
A Claire le gustó que hubiera planeado aquella velada que iban a pasar juntos. También le gustó el restaurante. Estaba decorado con maderas lujosas y tenía reservados de cuero. El ambiente era íntimo, pero no oscuro. Elegante sin intimidar.
Los llevaron hasta un reservado que había en una de las esquinas. Después de que tomaran asiento, el maître les entregó la carta de comidas y la carta de vinos, y se marchó.
– Estás muy guapa -dijo Wyatt.
Claire se detuvo en mitad del movimiento para tomar una de las cartas.
– Ah, gracias -dijo. Se dio cuenta de que se había ruborizado, y agradeció la iluminación tenue del local-. Gracias por invitarme a salir. Es muy divertido.
– ¿No quieres esperar a que acabe la velada para decidirlo?
Ella sonrió.
– No es necesario.
Él arqueó una ceja.
– ¿Estás flirteando conmigo?
– Quizá un poco.
– Bien.
El rubor se volvió brillante.
Wyatt no tuvo que mirar la carta. Había estado muchas veces en Buchanan’s y sabía qué era lo que le gustaba. Sin embargo, disfrutó del hecho de ver a Claire eligiendo los platos. Tenía una expresión intensa, como si su decisión tuviera consecuencias.
Todavía no sabía si salir con ella había sido sensato. Se sentía atraído por Claire, era soltera y muy atractiva. Tener una cita parecía lógico.
Sin embargo, Claire también era la hermana de Nicole, y no era una persona con la que él saldría normalmente, y menos con la que tendría una relación. Después de pasar unos minutos navegando en Internet, había encontrado mucha más información de la que esperaba sobre Claire Keyes. Era famosa, reverenciada y adorada en todos los continentes que había visitado. Los críticos la amaban y los admiradores la idolatraban. Tenía varias grabaciones en CD que eran éxito de ventas. Él era un tipo que levantaba casas en Seattle. ¿Qué era lo que fallaba?
– ¿Te gustaría que pidiéramos una botella de vino? -le preguntó, intentando no convencerse de que la noche no iba a ir bien antes de que hubiera comenzado.
– Perfecto.
En aquel momento, junto a su mesa apareció un hombre con un esmoquin.
– Buenas noches. Soy Marcellin, su sumiller. He oído que mencionaban el vino. ¿Puedo ofrecerles mi ayuda?
Tenía un acento francés tan perfecto, que Wyatt se preguntó si era falso. Antes de que él pudiera decidir si aceptaba la ayuda de Marcellin o no, Claire comenzó a hablar con él. En francés.
Charlaron durante unos minutos, antes de que Marcellin se excusara. Claire se volvió hacia Wyatt.
– Lo siento. Me he dejado llevar.
– No hay problema. ¿Os conocíais?
Ella sonrió.
– Entiendo algo de vinos, así que le estaba preguntando por la carta.
– Hablas francés.
– Eh… sí. Un poco.
A él le había parecido más que un poco.
– Algunas veces escucho cursos de idiomas durante los vuelos. Ayuda a pasar el rato y después, puedo practicar en el país.
– Entonces hablas más que francés.
– Hablo italiano y un poco de alemán. Intenté el chino mandarín, pero no tengo tanto oído -dijo ella, y se movió en la silla como si estuviera incómoda-. De todos modos, la carta de vinos es impresionante. Tienen muchos vinos buenos de Washington. Me gusta tomar las especialidades locales cuando estoy en un sitio, tanto en comida como en vino. Siempre pido una copa de algo regional al servicio de habitaciones.
– ¿Al servicio de habitaciones? ¿Es que no vas a fiestas por las noches?
– No. Después de las actuaciones normalmente estoy agotada. Vuelvo al hotel, como algo ligero e intento desconectar, y después me acuesto. De vez en cuando tengo cenas con patrocinadores, pero no son tan divertidas como pudieran parecer. Tengo que estar muy concentrada, y también es muy cansado.
Él no sabía nada de su mundo. Con unos cuantos artículos de Internet y los comentarios despreciativos de Nicole no había podido prepararse para Claire. Mientras ésta hablaba de su vida durante las giras, se dio cuenta de que le había pedido que hiciera de niñera para su hija a una pianista famosa en el mundo entero.
– ¿Quién eres tú? -preguntó, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo en voz alta.
– ¿Cómo?
– No eres del mundo real.
– Pero a mí me gusta el mundo real. El otro sitio no es muy divertido.
Él no entendía su vida. ¿Cómo sería ir de ciudad en ciudad, tocando el piano a un nivel que muy poca gente podía entender?
– Quiero encajar -añadió ella-. Estoy intentando ser como el resto de la gente.
– No bajes de nivel.
– No creo que yo sea mejor. Sólo soy distinta. Y quiero ser menos distinta.
Era muy bella, pensó él distraídamente. ¿Cuándo se había vuelto tan bella? Amy decía que se parecía a Barbie. Él admitía que tenía el pelo largo y rubio, y las piernas incluso más largas, pero por lo demás, tenía muy poco que le recordara a la muñeca. Era toda una mujer, y eso le gustaba. ¿Cuándo había dejado de ser la malvada princesa de hielo?
– ¿Por qué no pides el vino? -le dijo-. Haz una locura. Los dos probaremos algo nuevo.
Ella sonrió con evidente agrado.
– ¿Estás seguro? Puedo llegar a ser muy liberal con el dinero.
– Me parece bien.
Marcellin volvió, y Claire y él retomaron su conversación sobre vinos en francés. Claire pasó las páginas de la carta de vinos y señaló algunos. Finalmente, eligieron un caldo de una bodega local de la que Wyatt no había oído hablar. El camarero apareció también y pidieron la cena. Cuando por fin estuvieron a solas, ella se inclinó hacia él y sonrió.
"Dulces Palabras" отзывы
Отзывы читателей о книге "Dulces Palabras". Читайте комментарии и мнения людей о произведении.
Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв и расскажите о книге "Dulces Palabras" друзьям в соцсетях.