– No sé por qué te has cambiado el pelo. Estabas muy guapa de rubia.

– No era yo. Estaba tratando de ser alguien que nunca podré ser -afirmó, mirándose de arriba abajo. Volvía a llevar sus viejos pantalones de pana y la enorme chaqueta de siempre. -Esta es la verdadera Carrie Reynolds. Estoy a gusto con esta persona. Yo… soy feliz. Entonces, ¿vas a encargarte de mis vacaciones? Quiero un lugar tranquilo, donde no tenga que hablar con nadie.

– Sí. ¿Cuándo te quieres marchar?

– Necesito ponerme al día con un par de cosas aquí en la agencia pero creo que las habré terminado para el fin de semana.

– ¿Cuánto tiempo quieres marcharte?

– No sé -dijo Carrie, volviéndose para mirar por la ventana. -Volveré cuando esté lista.

– Lo siento, Carrie. Nunca tuve intención de hacerte daño -aseguró Susie, abrazándola.

– Lo sé -murmuró Carrie, mirando distraídamente un coche que estaba aparcando enfrente. -Sé que no… ¡Has vuelto a hacerlo!

– ¿De qué estás hablando?

– ¡De eso! -exclamó Carrie, tomando su sombrero de la silla y encasquetándoselo en la cabeza, mientras le señalaba el BMW oscuro. -Sabías que iba a venir aquí y no me avisaste. Querías que volviéramos a vernos.

– ¡No sabía que iba a venir! ¡Te lo juro!

– Tengo que marcharme -dijo Carrie, recogiendo su mochila y apresurándose a abrir la puerta. -No puedo verlo. Todavía no.

Cuando salió corriendo a la calle, su mirada se cruzó por un instante con la de Dev. Entonces, se caló más el sombrero y salió corriendo acera abajo.

Cuando estuvo a una distancia segura, se metió en la entrada de una tienda para recobrar el aliento. El corazón le latía a toda velocidad.

– Una mirada… y casi no puedo andar -susurró ella. -No puedo seguir así. No puedo arriesgarme a encontrarme con él. Voy a tener que mudarme.

Podría vender su casa y abrir una sucursal de «Aventuras Inc.» en otra ciudad. Como Fairbanks, en Alaska o Amarillo en Tejas.

– O Helena -dijo Carrie. -Tendré que mudarme a Montana. Al menos, con eso no habría mentido.

Carrie se apoyó en la puerta y miró hacia la agencia. Dev estaba cruzando la calle. Durante un instante, se sintió transportada al dormitorio de Cayo Cristabel. Al tocarse los labios, le pareció que aún podía sentir los besos de él. Cada recuerdo era tan intenso y tan claro que le parecía estar con él en aquellos momentos de pasión.

¿Cómo iba a ella a poder vivir sin él? Carrie no podía imaginarse sentir una pasión semejante por otro hombre.

Solo había una manera en la que podría solucionar las cosas con Dev. Podría volver a la agencia y decirle la verdad. Todo. Que lo había estado observando desde la distancia, que había estado teniendo fantasías con él, que lo había engañado en cuanto había tenido la oportunidad. Y entonces, cuando ella hubiera podido asimilar su reacción, le diría que lo amaba.

– Hazlo -se animó Carrie. -Dile la verdad. Ve a verlo y pídele que te perdone.

Entonces, Carrie dio un paso para salir de la entrada pero el gélido viento la golpeó en la cara, llevándose con él su resolución y su valor. Había vivido un sueño con Dev Riley y si le daba la oportunidad de rechazarla, aquel sueño sería imposible de soportar.

Tal vez fuera mejor dejar las cosas como estaban y volver a su vida normal, sabiendo que por lo menos había vivido una semana de verdadera pasión. Podría vivir el resto de sus días satisfecha solo con eso.

Carrie se dirigió a una cafetería que había en la siguiente manzana. Esperaría para volver a la agencia como si él nunca hubiera estado allí. Mantenerlo todo en secreto era lo mejor.

Tal vez si se lo seguía repitiendo, algún día llegaría a creérselo.


La nieve relucía con el brillante sol de mediodía. Al salir de su coche para dirigirse a la agencia de viajes, Dev tuvo que entornar los ojos para evitar la luz. Mientras esperaba que el tráfico se detuviera para poder cruzar, temblaba y se golpeaba las manos. Después de pasar casi una semana en los Cayos, le llevaría algo de tiempo acostumbrarse al gélido tiempo del norte.

Al mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, se detuvo en seco al ver una figura que abandonaba la agencia. La mujer miró a través de la calle y, durante un momento, sus miradas se encontraron. Luego ella desapareció rápidamente calle abajo.

Al ver a aquella mujer, Dev sintió que se le paraba el corazón. Había algo en la forma en la que andaba, en la que inclinaba la cabeza que le resultaba familiar, a pesar del pesado abrigo y del sombrero. Pero entonces, se dio cuenta de que el color del pelo era completamente diferente y que llevaba unas gruesas gafas.

En silencio, se maldijo. Estaba empezando a ver a Carrie en todas partes. ¿Es que se estaría obsesionando por encontrarla? ¿Le habría robado el corazón?

Desde la mañana en la que ella se había marchado de la villa, Dev se había sentido muy confuso, aturdido por la repentina decisión de marcharse. Después, se había enfadado y se había intentado convencer de que aquello era lo mejor. No habría melancólicas despedidas, ni dudas ni lamentos. Aquello había puesto un sencillo fin a una aventura de vacaciones.

Aquel sentimiento le había durado como una media hora, lo que tardó en preparar la maleta y hacer la reserva de avión. Entonces, fue cuento empezó a sentir la necesidad de encontrarla. Lo que hiciera cuando la viera le era un misterio, pero tenía que verla una vez más.

No sabía lo que le diría cuando estuvieran cara a cara, pero su instinto le decía que era mejor que confesara lo que sentía por ella, admitir que se había enamorado. Sin embargo, ni él mismo podía creerse que aquello fuera cierto. Se habían conocido solo durante una semana y se suponía que el amor llevaba tiempo. Había tardado dos años en decidir pedirle a Jillian que se casara con él y, sin embargo, estaba dispuesto a pedírselo a Carrie después de una semana.

Quería pasar su vida con ella. Estaban hechos el uno para el otro, en cuerpo y alma. El hecho de que no la conociera mucho no importaba. Podría aprender todo lo que necesitara saber para hacerla feliz y se pasaría el resto de la vida descubriendo lo que le faltara. Nada podría separarlos si su amor era verdadero.

Y allí estaba el problema. Tal vez él estuviera enamorado de ella pero, ¿estaba ella enamorada de él? Aquella fue la pregunta que no dejó de hacerse en el vuelo de vuelta a Chicago. Si lo amaba, ¿por qué se había marchado? Lo único que la esperaba en Helena era el amor que sentía por un hombre desconocido. ¿Qué empujaba a una mujer a dejar a un lado lo que habían vivido por un extraño?

Dev suspiró. Tendría que encontrarla para descubrir aquellas respuestas, pero le estaba costando más de lo que hubiera creído. Había contactado con Fergus y Moira, asumiendo que ellos tendrían la dirección de Carrie. Sin embargo, ellos tenían como lugar de residencia Lake Grove, Illinois, y la agencia de la que provenía la reserva era «Aventuras Inc.». Los tres llegaron a la conclusión de que se trataba de otro error informático.

Entonces, Dev decidió ir a Helena. Después de pasarse la tarde de un viernes buscándola, no encontró nada. Helena no era una ciudad muy grande. Carrie Reynolds parecía haber desaparecido.

Por eso, se le había ocurrido ir a ver a Susie. Tal vez había algún modo en el que ella pudiera acceder a las listas de pasajeros de las compañías aéreas y encontrar la reserva que Carrie había hecho.

Al entrar en la agencia, Dev se quitó los guantes y se los metió en el bolsillo. Si Susie no podía ayudarlo, Dev solo tendría una opción: pedirle al jefe de seguridad de su empresa, un ex detective privado, que la buscara. A pesar de que no le gustaba mezclar el trabajo con la vida personal, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.

– ¡Dev Riley! ¡Has vuelto!

– He vuelto -replicó él, sentándose en el sillón que había delante del escritorio de Susie.

– Cuéntame el viaje. Espero que todo saliera como esperabas. ¿Fue todo interesante, relajante?

– Mucho, me planeaste un viaje perfecto. -Siento que no fuera tan romántico como habías planeado. Me sorprendí mucho al saber que tu acompañante lo había cancelado. Espero que no estuvieses demasiado solo.

Dev frunció el ceño. Había habido muchas veces en las que se había preguntado cómo hubieran sido aquellas vacaciones si, en vez de estar con Carrie, hubiera estado con Jillian. Tal vez estaría comprometido con alguien a quien realmente no amaba.

Sin embargo, aquel error había cambiado su vida. Tal vez el destino siguiera ayudándolo.

– De eso es de lo que quería hablarte -dijo él.

– ¿De la soledad?

– No, quería hablarte de una mujer. Una mujer que conocí estas vacaciones.

– Pensé que habías estado solo -dijo ella, fingiendo.

– Por algún extraño error, el barco fue reservado por dos personas. La mujer de la que te hablo quería ir a un complejo hotelero y acabó en mi barco, en mi camarote y en mi cama. Yo quería saber si hay algún modo de que la pudieras encontrar. Ella hizo la reserva a través de una central.

– ¿Me has dicho en la cama? Vaya, vaya, sí que tuviste buenas vacaciones.

– Fueron maravillosas. Por eso necesito que hagas esto por mí. Necesito encontrarla.

– ¿Compartiste la cama con esa mujer y ni siquiera te molestaste en pedirle el número de teléfono? No me parece que te lo plantearas mucho.

– No es eso. Ella me dijo que era de Helena, pero he ido allí y no he podido encontrarla. Tienes que ayudarme.

– Bueno, no sé… Realmente no creo que…

– Eres mi última esperanza -la interrumpió él. -Lo único que me queda es contratar un detective privado.

– ¿Serías capaz de hacer eso? -preguntó Susie, con una sonrisa. -Esta mujer debe de ser muy especial.

– Lo es. Nunca he conocido a nadie como ella.

– ¿Cómo de especial?

– Creo que estoy enamorado de ella -confesó él, sabiendo que tenía que convencer a Susie para que lo ayudara. Además, las palabras le salieron de la boca casi sin pensar. -Sí, la amo. Sé que parece una tontería… Yo mismo nunca he creído en el amor a primera vista, pero cuando ocurre…

– ¿Qué pasa?

– Bueno, es algo increíble. Por eso necesito que me ayudes a encontrar a esa mujer.

– Dime una cosa. ¿Es hermosa? Déjame adivinar. ¿Es una morena, alta, esbelta, algo arrogante?

– No. No es demasiado alta, y no es demasiado esbelta. Con buenas curvas, perfecta. Es rubia y con ojos azules. Los ojos azules más increíbles que he visto. Y la sonrisa más dulce.

– A mí no me parece que sea tu tipo.

– Eso es lo que yo pensaba, pero me imagino que no sabía cuál era mi tipo hasta que la conocí. Entonces, ¿puedes encontrarla? Se me ha ocurrido que podrías buscarla en las listas de pasajeros de las compañías aéreas.

– Puedo intentarlo. ¿Por qué no me das un día o dos? Yo me pondré en contacto contigo.

– De acuerdo. Esto es muy importante para mí. Ella es muy importante. Tengo que encontrarla. Dímelo en cuanto sepas algo -añadió él, poniéndose de pie para estrechar la mano de Susie.

Con eso, él regresó al coche. Una vez allí, estuvo sentado al volante sin arrancarlo durante mucho tiempo, ya que algo le rondaba por la cabeza. Sin embargo, no podía recordar lo que era.

¡Entonces, lo recordó! Ni siquiera le había dicho a Susie cómo se llamaba. Rápidamente abrió la puerta del coche. ¿Cómo iba Susie a poder encontrarla si no sabía cómo se llamaba? Tal vez podría tomar el nombre de la reserva del Serendipity, pero Dev no quería correr riesgos. Rápidamente salió del coche y volvió corriendo a la agencia.

Cuando entró, Susie ya estaba ocupada con otro cliente. Dev intentó llamarle la atención, pero ella estaba demasiado absorta en su trabajo como para verlo. Finalmente, se acercó a la otra señorita.

– ¿Podría darle un mensaje a Susie? No me gustaría molestarla cuando está con otro cliente.

– Por supuesto -dijo la joven con una sonrisa, mientras tomaba lápiz y papel. -¿Qué le quiere decir?

– Dígale que quiero encontrar a Carrie Reynolds.

– Oh, Carrie ha estado aquí esta mañana. De hecho, pasó para decir que volvería esta tarde. ¿Le gustaría concertar una cita?

– No, no -dijo Dev. -Susie está buscando a Carrie Reynolds porque yo se lo he pedido. Ella no trabaja aquí. Es de Montana.

– No. Carrie es de aquí, de Lake Grove. Ella y Susie son las dueñas de la agencia.

Dev sacudió la cabeza, intentando comprender las palabras de aquella mujer. ¿Que Carrie Reynolds trabajaba allí, en aquella agencia? ¿Cómo podía ser aquello?

Poco a poco, Dev fue comprendiéndolo todo. No había habido un error con la reserva de Carrie. Se había hecho desde aquella agencia. Por eso no pudo encontrarla en Helena. ¡No vivía en Montana, vivía en Lake Grove! Ella había ido a aquellas vacaciones sabiendo perfectamente quién era él. Sin embargo, ella había mantenido su identidad en secreto.