Se apartó con un quejido y sin aliento. La observó mientras Annie se arreglaba de nuevo la ropa.

– Eres preciosa -le dijo con voz ronca y seductora-. Puedes hacer conmigo lo que quieras.

– Intentaré recordarlo -le contestó con una picara sonrisa.

– Annie -dijo él incorporándose y adoptando un gesto serio-. He estado pensando y… ¿sabes qué? Creo que deberíamos casarnos.

– ¿Qué?

– ¿Por qué no? Está claro que nos gustamos bastante y tú necesitas un marido.

Annie lo miró en la oscuridad del coche. Sería genial poderse relajar y creer que eso lo arreglaría todo.

«Sólo quiere casarse conmigo para ayudarme y evitar que dé el bebé en adopción. Pero no me quiere, no ha hablado de amor», se recordó ella.

– No pienso casarme nunca -murmuró ella.

– ¿De qué estás hablando?

– De mi vida. Gracias por la cena. Buenas noches.

Abrió la puerta del coche, salió y corrió hasta la casa con tanta rapidez que nadie creería que estaba embarazada de casi ocho meses. Matt se quedó mirándola, preguntándose si sería capaz de llegar a entenderla.


Annie no tuvo que esperar mucho para saber si Josh estaba interesado en tener alguna relación con ella o no.

De hecho, parecía que las relaciones familiares estaban estallando por todas partes.

Faltaban menos de dos semanas para la boda cuando Kurt y Jodie anunciaron su intención de celebrar una doble ceremonia con Shelley y Rafe.

– No podemos esperar más -explicó Jodie llena de felicidad-. Katy necesita que seamos oficialmente uña familia y hemos decidido que eso es más importante que intentar no herir a personas que ni siquiera están aquí.

Hablaba de la madre de Kurt, que vivía en Nueva York, y de su hermana Tracy, que residía en Dallas con su último novio. El padre estaba en algún lugar de Europa y hacía meses que nadie sabía nada de su paradero. Ninguno de ellos parecía tener en interés en ir a Chivaree.

– Tengo un par de tíos por aquí -dijo Kurt-. Pero no tenemos mucha relación. El único que me gustaría que viniera es mi primo Josh. Le mandaremos una invitación y veremos si tiene el valor de pasar de la disputa familiar.

– Estoy tan feliz… -dijo Rita a punto de llorar-. Va a ser la mejor boda de todos los tiempos.

Annie estaba contenta por ellos, pero el comentario sobre Josh le dolió. Estaba segura de que ella sería la culpable de que no acudiera nadie de los McLaughlin a la boda. Levantó la vista y se encontró con los ojos de Matt. Seguro que él estaba pensando lo mismo.

Ese mismo día, estaba organizando algunos documentos sobre la mesa de su despacho cuando notó que alguien estaba en la puerta. Miró en esa dirección y se encontró con Josh.

– ¡Vaya! -exclamó con sorpresa.

– Hola -dijo con gesto preocupado-. Supongo que deberíamos hablar.

Capítulo 10

ANTES de que Annie tuviera que buscar a Matt lo encontró a su lado, sosteniéndola con un brazo alrededor de su cintura.

– ¿Por qué no bajamos a la sala de conferencias? -sugirió con calma-. Así nadie os molestará.

Tomaron el viejo ascensor. Y mientras bajaban los tres, Annie se dio cuenta de que estaba entre los dos hombres que más le importaban en el mundo. Rezó en silencio para que ambos siguieran sintiendo afecto por ella cuando todo aquello terminara.

La sala de juntas, que acababa de ser remodelada, tenía un aire de solemnidad que parecía expresar que allí sólo ocurrían cosas importantes. Una pared estaba cubierta con una señorial librería y otra panelada con madera de caoba y adornada con premios conseguidos por la empresa. Había una gran y larga mesa en el centro, rodeada por sillas tapizadas con exquisitas telas.

– ¿Quieres que espere fuera? -le preguntó Matt a Annie.

– No, puedes quedarte si quieres -dijo Josh. Se sentaron a un extremo de la mesa.

– Lo primero que quiero decirte, Annie, es que he hablado con gente que me ha asegurado que tu historia es cierta. De hecho, Hiram, el que ha sido nuestro capataz durante treinta años, me ha confesado que supo quién eras en cuanto te vio.

Annie pudo por fin respirar. Era un alivio saber que la creía.

– ¿Y por qué no dijo nada?

– No lo sé. Dijo que no era asunto suyo y que sabía que lo arreglaríamos nosotros. Y eso espero.

– Yo también.

– Pero tengo que hacerte una pregunta que me tiene en ascuas: ¿por qué volviste a aquí?

Brevemente, le explicó lo que le había pasado a su madre. Le habló también de su experiencia con Rick, esperando no tener que pasar por ello de nuevo. También le contó lo sola y perdida que se había sentido y cuánto ansiaba tener una familia.

– Mi madre murió. Mi tío se había vuelto a México y hacía mucho que no sabía nada de él. Volví a Chivaree porque era lo más parecido a un hogar que tenía. No tenía otro sitio a dónde ir. Y como sois la única familia que tengo en el mundo, quería contactar con vosotros. Cuando vi el anuncio sentí que era la respuesta a mis oraciones.

– ¿Por qué no hablaste con nosotros directamente?

– No sabía si sería buena idea. Pensé que sería mejor conoceros antes. No quería causaros problemas. Y la verdad es que había decidido no decíroslo, pero alguien me reconoció y no quería que os llegara la noticia por otra persona. Así que Matt me convenció para hablar con vosotros. Ahora veo que debería haberlo hecho desde el principio. Lo siento. No quería hacer daño a nadie.

Josh se quedó mirándose las manos. Después levantó la vista y la miró.

– Supongo que tendremos que negociar una compensación para ti.

– ¿Una compensación? -exclamó horrorizada-. No quiero ninguna compensación. No quiero ni un céntimo vuestro -añadió, levantándose del asiento para poner énfasis a sus palabras-. Ni un céntimo, Josh. De verdad.

Él también se puso en pie.

– Muy bien, Annie. ¿Y qué te parece si te ofrecemos nuestro cariño? -dijo abriendo sus brazos hacia ella-. Por favor, forma parte de nuestra familia.

Se echó a sus brazos llorando y se abrazaron durante largo rato.

– Cathy te echa de menos. ¿Por qué no vienes a cenar el miércoles por la noche?

– Me encantará -dijo Annie con los ojos brillantes por la alegría.

– ¿Y por qué no viene él también? -sugirió señalando a Matt-. Algo me dice que también a él llegaremos a conocerlo bien.


La cena fue estupenda. Al principio tanto Josh como Matt se mostraron recelosos pero, poco a poco, descubrieron que tenían mucho en común. Cuando Matt y Annie se fueron, ambos hombres sabían que podrían llegar a ser buenos amigos si lo intentaban. Las cosas iban tan bien que Annie se sintió con valor suficiente como para preguntarles si habían recibido la invitación de boda de Kurt y Jodie.

– Allí estaremos -dijo Cathy riendo-, dispuestos a celebrarlo.

– ¿Creéis que éste pudiera ser el fin del viejo enfrentamiento entre ambas familias? -preguntó Annie esperanzada.

– No creo que sea el fin -dijo mirando a Matt-. Pero creo que está habiendo algunos cambios muy importantes.

Matt se entusiasmó tanto que los invitó a la fiesta familiar que se celebraría en el restaurante de Millie a la noche siguiente. Y prometieron acudir también.

De vuelta a casa, Annie estaba en el séptimo cielo.

– William -dijo de repente, alto y claro, como si fuese una declaración de intenciones.

– ¿Qué? -preguntó Matt sorprendido.

– William. Voy a llamar a mi bebé William, por mi padre.

Matt asintió en silencio, con los ojos puestos en la carretera. Después, una sonrisa comenzó a aparecer en su apuesto rostro.

– Lo llamaremos Billy -dijo-. Le enseñaré a montar a caballo y a jugar al béisbol. Y él me puede llamar tío Matt.

– Trato hecho -repuso ella feliz.

– O… -dijo mientras aparcaba a la entrada de la casa, apagaba el motor y la miraba-. O podría llamarme papá. Depende de ti.

Annie no le contestó. Pero lo besó. Por primera vez, se atrevió a dejarle ver con claridad sus sentimientos. Aquel beso no estaba atado por la pasión como había sucedido otras veces. Era mucho más que eso. Mucho más profundo y trascendente. Se preguntó si Matt se daría cuenta de que estaba enamorada de él.

Fuese como fuese, él la besaba con la misma emoción. Y cuando dejaron de besarse, su sonrisa estaba llena de amor, aunque no se lo dijese con palabras.

– Eres lo mejor que hay en mi vida ahora mismo -dijo él.

– ¿Para ti también? Pensé que era la única.

Matt sonrió y acarició su cara.

– Lo segundo mejor de la velada fue ver a esa preciosa niña de nuevo. ¿Cuánto tiempo tiene?

– ¿Emily? Año y medio, más o menos.

– Eso me pareció. Seguramente es de la misma edad de mi hijo.

– Así es.

– La estuve mirando y pensando que mi hijo debe de ser muy parecido a ella.

– Supongo que sí.

Estaba a punto de comentarle que Emily era adoptada cuando una idea la sacudió con la fuerza de un rayo. Y una vez que pensó en ello, se preguntó por qué no se le habría ocurrido antes.

Su corazón comenzó a latir con fuerza. Recordó las cosas que Matt le había contado sobre su hijo. Cómo su novia había dado a luz en San Antonio y había entregado a su hijo en adopción, cómo el detective pensaba que los papeles habían sido gestionados fuera del estado. Recordó todo de pronto. Cathy le había dicho que adoptaron a Emily en San Antonio, que la madre biológica quería a una familia de Chivaree y que gestionaron la adopción»en otro estado para agilizar el proceso. Eran demasiadas coincidencias. Todo parecía encajar.


Annie no pudo dormir. Se pasó casi toda la noche en la ventana de su dormitorio, mirando a la luna. No sabía qué hacer.

Cuanto más pensaba en ello, más temía que existieran grandes probabilidades de que Emily fuera la hija biológica de Matt. Por una parte, eso acabaría con la desesperada búsqueda de Matt pero, por otra, terminaría con la recién iniciada amistad entre él y Josh. Además de la de Annie con Josh y Cathy. Se preguntaba si el asunto llegaría a los tribunales o si Matt querría recobrar la custodia de la niña. Estaba poniendo tanta pasión en encontrar a su hijo que se temía que sí intentaría tener la custodia. Y sabía que Josh y Cathy lucharían con uñas y dientes por la niña.

Pero estaba claro que tenía que contarle a Matt lo que sospechaba. Y si había aprendido algo en las últimas semanas, era que debía decirlo cuanto antes. De hecho, se arrepentía de no habérselo dicho en el mismo momento en que tuvo la idea. Decidió decírselo en cuanto llegara al despacho. Y, aunque temía lo que iba a pasar después, sería un alivio quitárselo de encima.

Por desgracia, sus planes se vinieron abajo. En cuanto llegó a la oficina vio un mensaje de Matt. Uno de sus pacientes necesitaba un importante medicamento que se había quedado en la oficina de correos de San Antonio y había ido a allí a recogerlo personalmente. Pasaría la tarde con ese paciente y no iba a poder verla hasta esa noche en el restaurante.

Pasó el día angustiada por lo que estaba por llegar. Para colmo de males, empezó a encontrarse mal por la tarde, algo nerviosa y deprimida, por lo que empezó a pensar que quizá fuera mejor decírselo después de la fiesta. Al fin y al cabo, Josh y Cathy iban a estar allí también. Era su primera oportunidad para empezar a conocer a los Allman y no quería arruinarlo todo antes de que empezara.

Estaba a punto de irse hacia el restaurante cuando oyó el teléfono de Matt sonando. Cuando comenzaron a dejar el mensaje tardó unos segundos en darse cuenta de quién era.

– Hola, Matt. Soy Dan Kramer. Tengo buenas noticias. He encontrado a tu hijo y lo más curioso de todo es que fue adoptado por una pareja de tu pueblo. Intentaré localizarte en el móvil o en el piso de tu hermano. Pero si no puedo, llámame en cuanto oigas esto. Hasta luego.

Se quedó helada, no podía respirar. Así que era verdad. Era verdad y no se lo había contado. Nunca le perdonaría aquello. Tenía que encontrarlo de inmediato. Quizás estuviera ya en el restaurante.

Fue hasta allí tan deprisa como pudo, pidiéndole a su viejo coche que no la dejara tirada en ese momento. El restaurante se estaba llenando ya. Los Allman lo habían reservado todo para esa noche y los familiares comenzaron a llegar desde todo el condado. Buscó a Matt con la mirada y no lo encontró, aunque sí vio a Cathy y Josh saludándola desde una mesa. Emily estaba sentada entre los dos.

Ella los saludó también, intentando disimular su angustia. Y* entonces vio a Matt. Él también la reconoció y sus ojos se iluminaron. Justo cuando empezaba a acercarse a ella, Rafe lo paró y Annie pudo leer en sus labios lo que le estaba diciendo.

– Matt, el detective llamó justo antes de que saliera del piso. Tiene noticias y quiere que lo llames.