– Me parece razonable. ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar?

– Un año.

– Dos meses -dijo Rafe.

Seis.

– Cuatro.

– Trato hecho, cuatro meses -dijo el rey-. Pero cuatro meses de castidad absoluta.

– Ni lo sueñes -comentó Rafe.

– Podría ordenar que te cortaran la cabeza sólo por hacer ese comentario.

Zara estaba tan contenta que tenía la impresión de que podía empezar a volar en cualquier momento. Se iba a casar y todos sus sueños se habían hecho realidad.

– No se le cortará la cabeza a nadie más -declaró ella-. Ésa será mi primera decisión como princesa.

– Me parece una decisión excelente -dijo Rafe.

Y acto seguido, la besó.

SUSAN MALLERY

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