– ¿Qué papel interpreta Cindy en todo esto? -Se obligó a preguntárselo incluso mientras disfrutaba de las sensaciones eróticas que producía en su interior el mero hecho de que él le tocara el pelo.
– ¿Si te digo que hemos tenido una relación, lo podríamos dejar ahí?
– Si te dijera que yo tengo una relación con Samson, ¿lo dejarías así? ¿No harías más preguntas? -espetó ella. Chase se rió entre dientes.
– Touché.
– ¿Qué tipo de relación? -A Sloane no le quedaba más remedio que presionar. Necesitaba desesperadamente saber la respuesta.
Se produjo un largo silencio y ella se preguntó si estaría enfadado.
– Somos amantes -dijo por fin.
El dolor que sintió en el vientre fue peor de lo que había imaginado.
– ¿En presente? -Sloane se sorprendió de poder articular esas palabras.
Chase exhaló un largo suspiro.
– Tenemos un acuerdo. Ninguno de los dos quería salir en serio ni nada que exigiera compromiso, así que nos vemos cuando nos apetece -explicó.
– Todavía no has respondido a mi pregunta. ¿Os seguís viendo?
– No es tan sencillo. Ya la has oído decir que hace tiempo que no sabe nada de mí. -Sloane notó que se encogía de hombros mientras le empezaba a masajear el cuello. -Hace tiempo que ya no me siento atraído por ella. Lo que pasa es que es…
– ¿Conveniente? -sugirió Sloane esperanzada.
– Y segura. No me complicaba la vida. No tenía que preocuparme por mis hermanos ni por la entrometida de mi madre; la protección de la intimidad tiene sus ventajas.
Como había conocido a Raina, Sloane se echó a reír.
– ¿Y qué esperaba Cindy de ti? -Los dedos de él seguían tocándole la piel a un ritmo y presión fijos. Notar su tacto la tranquilizaba. -Porque tengo la impresión de que no piensa que vas por ahí ligándote a desconocidas en un bar.
– Si quieres que te sea sincero, yo tampoco lo pensaba. Pero nunca le he hecho a Cindy ningún tipo de promesa.
Sloane no sabía muy bien cómo sentirse. Era obvio que aquella tal Cindy le importaba, dado que había mantenido una larga relación con ella. Pero no estaban comprometidos de ningún modo. Aunque él no quería comprometerse con nadie, se recordó Sloane.
No era la primera vez que le había hecho un comentario similar, y más valía que se asegurara de escucharle bien y actuar en consecuencia. Más valía que se lo creyera y se protegiera, porque le resultaría demasiado fácil enamorarse de él.
Chase sujetó a Sloane con más fuerzas.
– Soy un hombre de palabra y si hago una promesa puedes estar segura de que la cumplo.
– ¿Es ésa una forma indirecta de decirme que guardarás mi secreto sobre Samson? -le preguntó.
– Todo el tiempo que necesites que se mantenga en secreto. Pero de ti depende que me creas o no. -La apartó un poco y ella lo miró de hito en hito.
Había llegado el momento de confesarse con él. Y lo haría. Pero antes quería sellar el acuerdo con sus cuerpos. Necesitaba el vínculo emocional, volver a notarlo en su interior y saber que en esos momentos sólo la quería a ella.
Chase inclinó la cabeza en espera de que Sloane revelara su secreto. Pero en vez de eso, ella se inclinó hacia adelante y le selló los labios con un beso.
CAPÍTULO 08
Chase quería respuestas, sin embargo, cuando los brazos de Sloane le rodearon el cuello y sus respectivos labios entraron en contacto, su cuerpo cobró vida. Cuando ella lo tocaba de ese modo, encontraba respuestas de otra índole, y mentiría descaradamente si dijera que no le gustaba, pero aun así, le apartó los brazos y se los colocó a los lados. -Samson -le recordó.
– Luego te lo cuento. -Lo miró con ojos abiertos e implorantes. -Después. -Le rozó el cuello con la boca, sus labios cálidos y suaves al contacto con su piel. -Tienes mi palabra -le aseguró. -Hazme sentir viva otra vez y te prometo que luego te contaré todo lo que quieras saber.
– Un momento. -Su mirada no sólo transmitía deseo, sino honestidad y como Chase se jactaba de calar a las personas, aceptó su respuesta sin darle más vueltas. Pero no estaba preparado para acostarse ya con ella. -El hecho de que quiera respuestas sobre Samson no es lo único que me frena. -Lo mínimo que podía hacer era ser sincero con ella.
Sloane esbozó una tímida sonrisa.
– Me parece que sé lo que es. El compromiso, ¿verdad? Te preocupa que quiera más de lo que me puedes dar -dijo como si le hubiera leído el pensamiento.
El asintió. Aunque ella no quisiera más, se merecía más de lo que él podía prometerle o darle.
– La última vez sabíamos cuáles eran las normas.
Sloane le acarició la mejilla sin apartar la mirada de él.
– Y esta vez también. Yo no voy a quedarme en Yorkshire Falls después de que encuentre a mi… después de que encuentre a Samson.
Le acababa de dar una pista. También le había dado la respuesta que creía necesitar, la que le permitía dar rienda suelta a la pasión que había ido acumulando a lo largo del día. No tenía que preocuparse por el compromiso. Pero si eso era cierto, ¿por qué sentía esa desazón en su interior al pensar que ella lo dejaría una segunda vez?
– ¿Chase? -Se lamió el dedo y luego le recorrió los labios, con lo que le dejó la boca húmeda y el cuerpo anhelante.
Había sido un idiota al negar su necesidad apremiante. Con un gesto hábil, la tumbó en el sofá.
– Voy a tener que dar por supuesto que esta vez también estamos de acuerdo.
Ella rió con ligereza, un sonido contagioso que borró todas las preocupaciones y problemas, y lo hizo sentir feliz, con una sonrisa en los labios.
Feliz. Reconoció que se trataba de un estado que le resultaba ajeno.
– Diría que tienes razón.
Chase la besó con pasión y profundidad acompañándose de la lengua e imitando con ella los movimientos de la parte inferior de su cuerpo. Tema una fuerte erección y necesitaba penetrarla con una desesperación que jamás había sentido.
La cogió de la mano, la puso en pie y la condujo a su dormitorio, lugar que siempre había considerado su santuario. El lugar al que acudía cuando deseaba alejarse del negocio del Gazette, de la presión de su familia y de la vida en general. Su refugio. Ahora que ella lo había pisado, ya no volvería a mirarlo con los mismos ojos.
– ¿Chase?
El parpadeó y se dio cuenta de que Sloane había llegado antes a la cama y estaba sentada encima, con las piernas cruzadas en el centro del colchón. Se quitó la camiseta por la cabeza. Tema razón: no llevaba sujetador.
Chase dio un paso adelante pero ella lo contuvo con una mano.
– Todavía no. -En sus labios se dibujó una sonrisa sexy mientras acercaba la mano al cordón que le sujetaba los pantalones de chándal.
Se arrodilló, tiró del cordón, deshizo el nudo y dejó que los pantalones se le deslizaran por debajo de la cintura. Se despojó de ellos con un movimiento serpenteante antes de volver a arrodillarse y dejarle ver claramente qué llevaba bajo los pantalones. Una diminuta pieza de tela cubría su monte de Venus, tan transparente que lo tentaba con las sombras oscuras.
Chase dejó escapar un largo gemido. Lo estaba tentando poco a poco, haciéndolo esperar e incrementando así su deseo. No sabía cuánto aguantaría mirando sin tocar, deseando y no pudiendo satisfacer su deseo. Se apoyó en la cómoda que había junto a la pared y agradeció el apoyo que le proporcionaba, porque aquella mujer era capaz de ponerle de rodillas si se dejaba.
La miró a los centelleantes ojos verdes.
– Me estás matando.
– Eso no entra dentro de mis planes. -Enganchó los dedos en la goma de las braguitas. -Porque si te mato, te perderás la mejor parte.
Chase se echó a reír y se cruzó de brazos.
– Era una expresión, nena. -Le lanzó una mirada irónica. -Estoy preparado para lo que me ofrezcas.
– Ya lo veo. -Bajó la mirada hacia el bulto de los vaqueros y contoneó las caderas con sensualidad mientras se bajaba las bragas, se las quitaba y se las lanzaba.
Ahora estaba desnuda en su cama, recostada en los almohadones y llamándolo con un dedo.
– Ven a buscarme, Chase.
Entre la mirada seductora y la forma tan sensual que tenía de llamarlo con su cuerpo, toda su contención se esfumó. Se desvistió en un periquete y se reunió con ella en la cama hasta asegurarse de que sus cuerpos se encontraban de la forma más íntima posible en un primer contacto. Su entrepierna le presionaba la carne y notaba su calidez húmeda. Chase no estaba seguro de quién gemía más fuerte en aquel dormitorio por lo general silencioso, pero el sonido resultaba sumamente excitante.
Sobre todo para un hombre que había estado todo el día al límite. Cerró los ojos y pensó en el momento en que la casa de Samson había ardido. Cuando los volvió a abrir, Sloane lo estaba mirando fijamente, esperando.
– Cuando la casa explotó, pensé que estabas dentro -dijo de repente. -Pensé que te había perdido. -Le apartó el pelo de la cara e intentó memorizar todas y cada una de sus facciones. -Me quitaste veinte años de vida.
– Y cuando yo te vi fuera de la casa, añadiste veinte a la mía.
Al oír sus palabras, notó que se inflamaba todo -el corazón, el cuerpo, la mente. -Nada importaba aparte de hacer lo que ella decía, unirse a ella y lograr que los dos se sintieran vivos.
Los preliminares habían terminado. Le cubrió la boca con la de él al tiempo que la penetraba con fuerza, profundamente.
Sloane tomó aire y lo recibió en su cuerpo. Le costaba creer que hubiera sido tan audaz, tan descarada. Pero con Chase no sólo no le costaba pedir lo que quería, sino que se sentía segura haciéndolo. Él se retiró lentamente antes de volver a embestirla y el cuerpo de Sloane percibió con voracidad toda su plenitud, su resuelto movimiento. Apretó los muslos ligeramente y notó un alud de sensaciones que la embargaba y la llevaba cada vez más allá, más cerca del clímax, a un lugar al que no deseaba llegar sola.
Como seguía sintiéndose audaz, bajó la mano hasta donde sus cuerpos eran uno solo. Durante unos instantes, saboreó el movimiento de empuje, lo que la hizo excitarse también mentalmente.
– Cielos, no sé qué me haces -musitó él.
Sloane abrió los ojos.
– Y tú me estás haciendo cosas increíbles. -Alzó las caderas como si quisiera respaldar con ello su afirmación.
Chase inclinó la cabeza y le lamió el pecho, luego introdujo un pezón en la calidez de su boca. Se estremeció al notar aquella sensación tan erótica y cuando rozó suavemente con los dientes el extremo hinchado, Sloane arqueó la espalda e hizo que la penetrara hasta lo más profundo de su cuerpo voraz. Él entró más y más hasta que ella no sólo notó que llenaba su feminidad sino algo más, algo que no osaba nombrar.
Al parecer, él sentía la misma avalancha de sensaciones porque cuando empezó el movimiento acompasado que acabaría llevándolos al borde del clímax rápidamente, dejó escapar un gemido que procedía de lo más hondo de su garganta. Sloane sabía que estaba perdiendo el control, pero quería más. Descubrió que si contenía la respiración, las placenteras oleadas ascendían vertiginosamente y la inundaban de éxtasis. Volvió a inhalar y recuperó el aliento. La embargó una cascada de luz brillante y un placer asombrosamente exquisito hasta que pareció que el mundo estallaba a su alrededor. En ese preciso instante, él se liberó mientras sus caderas describían un movimiento circular, el cuerpo le temblaba y se estremecía junto con Sloane.
Cuando ella volvió de nuevo a la tierra, jadeaba como si le faltara aire. Recostó la cabeza y suspiró. -Madre mía -dijo.
– Sí. -La voz de Chase sonó áspera y entrecortada.
Sloane desplegó una amplia sonrisa. Antes no había dicho lo del agua mansa en broma. Chase era un hombre de pocas palabras, algo que empezaba a gustarle. Apoyó la cabeza en el pecho de él, escuchó el sonido pausado de su corazón y se maravilló del efecto balsámico que eso le producía en plena crisis vital.
Él le acarició el pelo con sus grandes manos y ella disfrutó enormemente de su ternura.
– Humm -ronroneó, aunque no había olvidado su promesa. -Lo de Samson… -dijo, dispuesta a hablar.
– Ahora no. Es tarde y has tenido un día muy largo.
Sus palabras la sorprendieron.
– Pero sé que quieres saberlo.
– ¿Piensas ir a algún sitio? -preguntó él.
– No.
– Entonces duérmete y ya hablaremos por la mañana. A no ser que conducir hasta Yorkshire Falls, haber estado a punto de saltar por los aires y lidiar con unos moteros sea tu idea de un día normal y tranquilo. -Más allá de su tono irónico, Sloane advirtió su preocupación. Además, notó su convencimiento de que por la mañana ella seguiría a su lado, dispuesta y preparada para responder a sus preguntas.
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