– Este Chase no tiene vergüenza. ¿Te ha estado contando rollos sobre su madre?
– Creo que nada que no sea cierto -replicó Sloane. -La verdad es que no sé cuánto tiempo me quedaré. Tengo una especie de misión. Supongo que depende de cuánto tarde en cumplirla. -Dio un sorbo al té, igual que Raina.
– Me encantan los misterios, pero en este caso mejor que seamos sinceras. Chase me ha llamado esta mañana y, como supongo que sabes, estoy al corriente de tu secreto.
Sloane asintió.
– Y la verdad es que el hecho de no tener que explicarlo me facilita las cosas. -Aunque se lo había hecho pasar un poco mal a Chase por haber tomado esa decisión, le agradecía que le hubiera allanado el terreno.
Tenía sus motivos para mostrarse contundente con él. No podía permitir que decidiera por ella, aunque a menudo sus tendencias dominantes le parecían sexys y enternecedoras; más que nada, porque ponían de manifiesto que ella le importaba.
Pero ¿cuánto?
Oh, bueno, lo suficiente como para acostarse con ella y estaba claro que Sloane no se hacía de rogar al respecto. Pero para ella, acostarse con Chase entraba dentro de la categoría de hacer el amor. No soportaba pensar que no había hecho más que extender su protección a ella y que seguiría adelante como si nada en cuanto Sloane encontrara a Samson. Aunque ése era el resultado inevitable, ella quería saber que le importaba, y que la echaría de menos cuando se marchara.
– ¿Sloane? ¿Sloane? -Raina se había acercado a ella, se había inclinado y le estaba chasqueando los dedos delante de la cara.
– Lo siento. Estaba absorta en mis pensamientos -explicó.
– No pasa nada. Seguro que tienes muchas cosas en la cabeza. -Se incorporó rápidamente y agarró el brazo del sillón con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
– ¿Raina? -Sloane puso su mano sobre la de ella.
– Estoy bien. -Se acabó de incorporar y regresó al sofá a paso lento. -Es el problema de corazón que me diagnosticaron. -No miró a Sloane a la cara mientras lo decía sino a las fotos que habían visto antes.
– Chase no me ha dicho nada. -Sloane estaba tan preocupada como confusa.
– Es porque intenta comportarse como si no pasara nada. -Raina hizo un gesto con la mano. -Y no pasa nada. Pero tu vida sí que ha dado un giro de ciento ochenta grados. ¿Te sorprendería si te dijera que imaginé el parentesco que tenías con Jacqueline poco después de verte por primera vez?
– ¡Mucho!
– No tenía ni idea de que había tenido una relación con Samson, pero en cuanto te vi, supe que eras familia de ella. Os parecéis realmente -murmuró Raina.
Sloane se inclinó hacia adelante, emocionada por estar con una persona que había conocido a su madre de joven.
– ¿Era amiga de Jacqueline?
– Solíamos pasar los veranos juntas. -Raina se frotó las manos, dispuesta a hablar del tema.
– Entonces, ¿la conocía de pequeña?
La mujer mayor asintió.
A Sloane se le aceleró el corazón.
– Hábleme de ella. Lo único que sé es lo que mis… lo que Michael y Madeline me han contado, y ellos la conocieron cuando ya había cumplido los dieciocho años. -Tomó aire para calmarse. -Sólo quiero saber cómo era. Qué tenemos en común.
Raina suavizó la expresión. Aunque Chase no tenía sus ojos castaños, la forma y la expresión eran similares, algo más fácil de advertir ahora que Raina la miraba con ternura.
– A tu madre le encantaba el verano. Le encantaba estar al aire libre y no tener que ir al colegio ni respetar las limitaciones que le imponían. Por eso ella y yo pasábamos muchas horas en la cabaña de un árbol que había detrás de su casa.
– ¿Una cabaña en un árbol? -preguntó Sloane, sorprendida. -Por lo que sé de mi abuelo, no me lo imagino construyendo una cabaña en un árbol. -Arrugó la nariz al pensarlo.
– Eres una chica lista. -Raina sonrió. -La cabaña ya estaba en la finca, y cuando tu madre llegaba tarde a cenar, tu abuelo la amenazaba con talar el árbol.
La idea entristeció a Sloane.
– Eso me cuadra más.
– La cabaña no era grande, pero sí privada y allí nadie nos molestaba. Podíamos hablar de chicos y de cosas de chicas. Jacqueline era una persona muy dulce, pero vivía con unos padres que reprimían su personalidad.
– Ya sé lo que es eso -reconoció Sloane, sorprendida al enterarse de que ella y su madre compartían algo tan esencial. Al haberse criado con unas personas que esperaban cierto comportamiento y etiqueta, Sloane notó una afinidad repentina con la madre a la que en realidad nunca había conocido. De repente tampoco se sintió tan sola o diferente, el bicho raro en una familia de políticos. Era hija de su madre, y el hecho de saberlo hacía que sintiera una vinculación especial con ese pueblecito.
– Así que ya te imaginas por qué la cabaña del tronco era tan importante para ella. Era el lugar al que podía acudir cuando deseaba huir.,
Sloane meneó la cabeza con los ojos muy abiertos.
– ¿Sigue en pie?
Raina se encogió de hombros»
– Por supuesto. ¿Quieres la dirección para ir a verla? -Me gustaría.
Raina cogió un trozo de papel y un bolígrafo, anotó el nombre de la calle y el número, y se lo pasó.
– No vayas sola, porque es probable que te hagan preguntas que no quieres responder -le advirtió Raina.
Se rió al oír el tono protector de la mujer mayor y se guardó la dirección en el bolsillo.
– Ahora habla como Chase.
Raina se inclinó hacia adelante.
– ¿Y eso es bueno? -preguntó, de vuelta al tono de casamentera.
– Calle, calle, Raina -la reprendió Sloane. -Es demasiado descarada.
– Oh, venga. Y tú mira que eres seria.
– Chase me ha dicho que conoce a mi padre. -Sloane pasó al siguiente tema importante. Hasta el momento, había obtenido más información de la que esperaba de Raina Chandler.
– Te refieres a Samson.
Sloane asintió.
– Para mí no es más que un nombre. -Se levantó y empezó a ir de un lado a otro de la sala. Como siempre que hablaba de su padre desconocido, se sentía inquieta e incómoda. -Pero desde que he llegado al pueblo, tengo la clara impresión de que no va a ser lo que me imaginaba.
– ¿O lo que esperabas que fuera? -preguntó Raina con perspicacia.
Sloane supuso que Chase había heredado la intuición de su madre, que rápidamente había captado sus sentimientos.
– No he tenido la oportunidad de imaginarme nada -reconoció. -Me enteré de que Michael Carlisle no era mi padre y vine para acá casi en seguida. En cuanto llegué, la gente del pueblo empezó a soltar cosas como que nunca nadie ha llamado a Samson caballero, o que gorrea sándwiches en Norman's. Chase empleó la palabra «excéntrico». -Negó con la cabeza, confusa y deseosa de que Raina tuviera más respuestas.
– Samson es raro -reconoció la mujer, tan diplomática como su hijo. -La palabra «arisco» también serviría para describirlo. Pero es inofensivo y, sobre todo, incomprendido.
Sloane se volvió para mirar a Raina.
– ¿Y eso por qué?
– La gente reacciona ante una persona, pero tiende a olvidar quién es o, para ser exactos, quién fue. -¿A qué se refiere?
Raina se tumbó en el sofá, en apariencia más cansada que antes. Sloane tomó nota mentalmente de hablar con Chase lo antes posible sobre la salud de su madre. Raina se tapó con una manta de punto y empezó a explicarse.
– La madre de Samson era una mujer discreta. Trabajaba de cajera en el colmado y apenas ganaba para llegar a fin de mes. Pero su padre era jugador.
– ¿Apostaba?
– Mucho dinero. -Raina pasó la mano por el respaldo del sofá, absorta en sus pensamientos. -Siempre estaba endeudado, e incluso pasó algún tiempo en la cárcel por robar dinero para pagar deudas. Por suerte, los Cooper, los dueños del colmado, se encargaban de que no pasaran hambre, porque su padre a menudo se jugaba el poco dinero que la madre ganaba. La verdad, terrible.
Sloane estuvo de acuerdo.
– Las circunstancias convirtieron a Samson en un chico solitario -continuó Raina. -Pero ¿quién puede culparlo? Cualquier adolescente se mostraría reservado si le diera vergüenza llevar a alguien a casa.
A Sloane se le formó un nudo en la garganta y fue incapaz de responder.
– Pero era amable y bueno y guapo en su día. -Raina sonrió al recordarlo. -Y centró su atención en los estudios. Su objetivo era llegar a la universidad para tener una vida mejor que la de sus padres.
La desesperación que Sloane había sentido cedió pasó a la esperanza y la admiración, y estaba pendiente de cada palabra de Raina.
– Podemos suponer que en algún momento tuvo una relación con mi madre. Raina suspiró.
– Puede. Ojalá Jacqueline me lo hubiera contado. -Negó con la cabeza, frustrada. -Ahora que las piezas van encajando, recuerdo que el último verano que pasó en Yorkshire Fall, me mencionó que estaba enamorada. No quiso decirme quién era él por miedo a gafar la relación, pero yo sabía que eso significaba que temía que su padre se enterara. Jack Ford era un viejo duro.
Sloane recordó los detalles de cómo su abuelo había sobornado a Samson para que se apartara de su madre y pensó que la descripción de Raina era demasiado benévola. Tema el presentimiento de que las apuestas del padre de Samson habían tenido algo que ver con el soborno y con el dinero que había pasado de mano en mano.
– ¿Samson llegó a ir a la universidad?
Raina meneó la cabeza.
– Cambió. De hecho fue más o menos en la misma época en que la familia de Jacqueline se marchó. Empezó a pasarse el día en casa en vez de en la biblioteca. Al final, su madre murió, y un buen día su padre se marchó y nunca volvió a saberse de él. Se rumoreó que se había ido a Las Vegas, aunque yo siempre pensé que ésa era la respuesta más fácil sobre el paradero de un jugador.
Sloane intentó reír pero no le salió.
– ¿Y luego?
Raina levantó las manos y las abrió.
– Luego nada. Tu madre hacía tiempo que se había marchado y Samson fue volviéndose más retraído, más raro y solitario… -Bajó las manos y negó con la cabeza. -Lo siento. Creo que tienes que estar preparada para el hombre con el que te vas a encontrar.
– Si es que lo encuentro.
– Bueno, la casa ha quedado destrozada, así que tendrás que probar…
– ¿Amigos? -preguntó Sloane con ironía. -Las dos sabemos que no tiene ninguno en el pueblo.
– Ninguno que sepamos. Estará en algún sitio -insistió Raina. -Mientras, yo he respondido a tus preguntas. Ahora síguele la corriente a esta viejecita y responde a alguna de las mías.
Sloane se echó a reír.
– La admiro, Raina. De verdad que sí. -De hecho, le caía muy bien. Le gustaba pasar el rato con la madre de Chase y, como Raina había conocido a Jacqueline, Sloane sentía con ella un vínculo que no había esperado.
– ¿Y eso por qué?
– Para empezar, porque no se anda con evasivas.
– ¿Algún motivo por el que debería hacerlo? -Raina sonrió y, para alivio de Sloane, recuperó cierto color en las mejillas. -Vamos a por la pregunta más importante. -Se enderezó y lanzó su mejor volea. -¿Tú y Chase sois pareja?
No es que Sloane no supiera qué responder sino que la pilló desprevenida.
– No sé muy bien qué responder.
– Dile la verdad. -Chase entró en la sala, guapo, sexy y arrebatador, con esa sonrisa chulesca que no usaba lo suficiente, pero cuyo efecto era devastador cuando se la dedicaba.
– ¿Qué es? -Raina se frotó las manos expectante.
Sloane lo miró y también ella esperó una respuesta.
– Venga, Chase. Si se te dan tan bien las respuestas, dile la verdad a tu madre.
Y contuvo la respiración mientras esperaba conocer la verdad.
CAPÍTULO 10
Chase captó la expectación en el rostro de Sloane, pues ésta no tenía ni idea de lo que él iba a decir, pero no tenía de qué preocuparse. No pensaba caer en la vulgaridad de contarle a su madre que eran amantes. Sin embargo, sí le daría a Raina una respuesta a sus plegarias.
– Sloane y yo estamos saliendo, mamá. -Lo cual ya le había confirmado antes a Cindy.
Con ésta, habían terminado su relación de forma amistosa y comprensiva, pero él no le había dicho que lo de él con Sloane era temporal. No le había parecido apropiado ni necesario.
– ¡Lo sabía! -Raina juntó las manos, claramente complacida.
Al parecer, las mujeres habían congeniado y, tal como Chase imaginaba, Raina ya le había dado el visto bueno a Sloane como nuera. Por ese motivo, él había decidido utilizar los anhelos de su madre en su contra.
Si pensaba que Chase iba en serio con Sloane, los dejaría en paz, y así lo liberaría de visitas inesperadas a la vez que evitaría armar ningún lío mientras buscaban a Samson.
– Ahora que ya tienes la respuesta, he venido a llevarme a Sloane a comer. -Cruzó el salón y extendió una mano para ayudar a ésta a levantarse del asiento. -Espero que las señoras hayan pasado una mañana agradable.
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