– Porque nos tiene a mí y a Ernie. -Earl se dio un golpecito en el pecho, orgulloso de la relación con su amigo.

Ernie asintió para mostrar su acuerdo.

– No le hace falta nadie más.

– Y no pensamos decir nada hasta que bebáis más. -Earl acompañó su afirmación de un trago. Sloane era incapaz de beber más y lanzó una mirada a Kendall. Su amiga movió la mano para indicar que ya no le entraban más chupitos.

Antes de que a Sloane se le ocurriera una forma de escabullirse, los hermanos Chandler hicieron acto de presencia en la mesa. Rick carraspeó, pero Sloane sólo tenía ojos para Chase. Alto, moreno, guapo… era su perfecto salvador.

Se levantó con la intención de decírselo. Dio un paso adelante, tropezó y cayó en sus brazos.

– Mierda. -Chase agarró a Sloane y sostuvo el peso con su cuerpo. Suave y cálido, y además olía bien, a pesar del alcohol que forma más básica, sentía la necesidad de protegerla y cuidarla con más fuerza que nunca antes.

– Me parece que he bebido demasiado. -Sloane soltó una risita tonta y se apoyó en él.

– ¿Ah, sí? Nunca lo hubiera dicho. -En silencio, se maldijo por haber permitido que la situación se prolongase tanto.

Rick levantó a Kendall del asiento y la cogió en brazos. Chase supuso que su hermano no le dirigiría la palabra durante por lo menos un día, hasta que se calmara.

Chase prestó ahora atención a los viejos.

– Bueno, chicos, se acabó la diversión. Si tenéis noticias de Samson, llamadme. -Chase entregó sendas tarjetas a Earl y a Ernie. Era de esperar que alguno de los dos no la perdiera.

– ¿Quién iba a decir que habría gente buscando a Samson? Pensaba que a nadie le caía bien aparte de a nosotros. -Earl meneó la cabeza, pero Sloane se agarraba con fuerza a Chase, demasiado bebida como para advertir la importancia de las palabras de Earl.

Empezó a besuquear a Chase en el cuello, mordisqueándolo justo debajo de la oreja. Pensar en encontrar a Samson no era tarea fácil teniendo a Sloane excitándolo. El roce de sus labios húmedos contra la piel le enardecía los sentidos, y el hecho de tenerla en brazos hacía que se estremeciera de forma inusitada.

– ¿Alguien más está buscando a Samson? -consiguió preguntar.

Ernie se levantó del asiento.

– Hace unos días, vino un hombre a preguntar por él. -No me lo habías dicho. -Sloane se espabiló y levantó la cabeza del hombro de Chase. -¿Por qué no me lo has dicho?

– Dio un paso adelante, pero Chase la sujetaba con fuerza. Podía caerse en cualquier momento.

– Porque jugábamos a las veinte preguntas y no lo habéis preguntado. -Earl negó con la cabeza y entornó los ojos.

– ¿Qué aspecto tenía? -preguntó Rick con su voz de policía.

– Samson es requetefeo, igual que Ernie. -Earl señaló a su amigo.

– No hace falta ser grosero. -Ernie hizo un mohín, pero enderezó los hombros, como si se dispusiera a una pelea.

Chase apretó los dientes mientras Sloane intentaba ponerse derecha y prestar más atención.

– Empecemos otra vez. ¿Qué aspecto tenía el hombre que vino a preguntar por Samson? -Chase aclaró la pregunta antes de tener que separar a los dos hombres.

– No me acuerdo. ¿Y tú? -le preguntó Earl a Ernie.

Negó con la cabeza.

– No, señor. No era muy amable y no quería jugar al billar ni invitarnos a una copa.

– ¿Lo cual significa que no soltasteis prenda? -supuso Chase.

– Correcto. -Earl sonrió ampliamente.

Chase se metió la mano en el bolsillo y extrajo un billete de cien dólares.

– Escuchad, chicos. -Enseñó el dinero. -Confío en que me llaméis si tenéis noticias relacionadas con Samson. Cualquier cosa, ¿entendido? Eso significa que si alguien viene a preguntar, coges el teléfono. -Agitó el billete verde delante de las narices de Earl.

– Joder! -El viejo cogió el dinero rápidamente. -Te llamaré si Samson aparece por aquí, aunque sea para decir que se mete el dedo en la nariz.

– Estoy encantado -dijo Chase con ironía. -Pero si me entero de que sabéis algo y no llamáis, mi hermano policía os detendrá por obstrucción a la justicia. -Chase habló con el tono más amenazador posible. Probablemente, ni Earl ni Ernie fueran conscientes de que Rick no tenía jurisdicción para hacer tal cosa.

Y éste, que ahora tenía bien sujeta a su esposa, mostró discretamente la pistolera antes de disimular el arma con la chaqueta.

Earl se guardó el billete en el bolsillo del pantalón y asintió.

– Tenemos que jugar una partida -dijo, con obvias intenciones de alejarse lo más posible de Chase y Rick.

Lo cual a Chase ya le parecía bien. Había decidido recurrir a las amenazas para asegurarse de que a los viejos no se les «olvidaba» ninguna información.

En esos momentos, lo único que deseaba era que a Sloane se le pasara la borrachera. Había logrado escuchar parte de la conversación, pero no toda, y esperaba que ella recordara el resto por la mañana.

Le apartó los rizos rebeldes de la cara.

– Vamos, cariño. Es hora de llevarte a casa.

– ¿Para que puedas hacer conmigo lo que quieras? -Lo pilló desprevenido y se le echó encima. Apretó los senos contra su pecho y encajó la ingle en la de él mientras le plantaba un beso en los labios.

Lo último que quería hacer era apartarla, pero no tenía otro remedio. Se la quitó de encima y la rodeó con los brazos para llevarla afuera.

– ¿Sabes qué? -le dijo mientras seguían a Rick y a la igualmente borracha Kendall por la puerta. -Te meteré en la cama y si sigues estando de humor ya hablaremos de hacer contigo lo que quiera.

Chase entró en la casa con Sloane en brazos y subió con ella la escalera hasta el dormitorio. Pasó junto al contestador automático del teléfono de la cocina y vio que la luz roja parpadeaba. No tenía ninguna intención de escuchar el mensaje entonces. Tenía a una mujer vulnerable y predispuesta en los brazos y lo que más deseaba en el mundo era estar con ella.

Sloane se sentía floja hasta el punto de pensar que no tenía huesos y Chase era perfectamente consciente de su aroma dulce y de la forma excitante de acurrucarse contra él.

La tendió en la cama y ella se recostó de cualquier manera en la almohada antes de hacerle una seña con el dedo.

– Quiero saber más sobre lo que me vas a hacer -dijo con voz ronca.

– Será todo un placer enseñártelo. Después de que me cuentes qué han dicho Earl y Ernie sobre Samson. -Quería que hablara antes de que se le olvidara lo que le habían contado.

– Earl ha dicho que Samson es requetefeo -contestó. -¿Es verdad?

Le pareció advertir un tono de niñita perdida en su voz al preguntarle sobre el padre que nunca había conocido.

– Es… -Chase nunca se había parado a pensar en el aspecto físico de Samson e intentó darle una imagen fiel. -Tiene el pelo cano y la tez morena, porque pasa mucho tiempo al aire libre. Le gustan los jardines que hay delante de Norman's y no -le acarició la mejilla, -no es requetefeo.

Sloane esbozó una sonrisa dulce, y Chase no se resistió a probar aquellos labios. Como de costumbre, no le bastaba con saborearlos una sola vez, y juntó aún más su boca con la de ella.

Sloane gimió y permitió que sus respectivas lenguas entraran en contacto, acercándose más y sin separarse. Chase asumió el mando, se tumbó en la cama y se la colocó encima. Pero era obvio que Sloane no pensaba aceptar la sumisión, y le fue dejando besos en el cuello mientras le quitaba la camisa para repetir los lametones y mordisquitos eróticos en el pecho.

Sin previo aviso, le lamió un pezón y luego se lo mordisqueó con los dientes.

Chase notó una sensación que le fue directa a la entrepierna.

– Cielo santo. -El cuerpo le daba sacudidas y casi estuvo a punto de desplazarla de encima de sus muslos.

– Alguien está buscando a Samson -dijo de repente levantando la cabeza.

– Menos mal que te vas centrando. ¿Qué más recuerdas?

Negó con la cabeza. Los mechones rebeldes le caían delante de la cara y hacía rato que se le había ido el maquillaje. Se la veía fresca y sana y, al mirarla, notó que lo embargaba la emoción.

– Earl y Ernie no recordaban el aspecto del hombre. Pero tuvieron noticias de Samson y está escondido en algún lugar seguro. Menos mal que existen los pequeños favores, ¿verdad?

– Sí.

– ¿No hay nadie en Yorkshire Falls que pudiera haberlo acogido en su casa? -preguntó esperanzada.

Chase extendió las manos delante de él, indicándole que no tenía una respuesta mágica que la tranquilizara.

– Raina lo dejaría quedarse en su casa, pero es obvio que si hubiera tenido noticias suyas nos habríamos enterado. Lo mismo en respecto a Charlotte, pero ésta no está en el pueblo. Ojalá pudiera decirte lo que quieres oír, pero no puedo.

– Entonces quiero otra cosa.

No le cabía duda de lo que pedía, y él estaba dispuesto a complacerla. Hicieron el amor dos veces, con frenesí y rapidez la primera, y con ternura y lentitud la segunda. Chase se quedó dormido con Sloane en los brazos y con el sonido del teléfono en el oído.

CAPÍTULO 12

Sloane intentó abrir los ojos, pero le dolían demasiado. Era incapaz siquiera de levantar la cabeza.

– ¿Quién ha contratado al grupo de percusión? -farfulló mientras hundía la cabeza en la almohada.

– Creo que tú -respondió una voz masculina que le resultaba familiar.

– ¿Te conozco de algo? -le preguntó a Chase en tono irónico, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el retumbar de tambores que notaba en su cabeza.

Chase se sentó en la cama y ella notó que se hundía con el peso.

– Nos conocimos anoche -respondió con picardía. A pesar de la resaca, ella sintió una calidez en el estómago. Sin embargo, sabía que no debía reírse.

– No puedo creerme que bebiera tanto -se lamentó. -Earl no te dejó otra opción. Toma, ponte esto -le dijo mientras le daba la vuelta y le colocaba un paño húmedo en la frente.

Ella notó el alivio de inmediato.

– Humm, eres un regalo caído del cielo, Chase Chandler.

El se rió por lo bajo.

– También te he traído agua y aspirinas. -Creo que me convendría esperar un rato antes de levantar la cabeza -masculló ella. -¿Qué hora es?

– Las siete de la mañana.

– Espero que Kendall se encuentre mejor que yo -dijo, mientras comenzaba a recordar la noche anterior.

No habían encontrado a Samson, pero el recuerdo de haber hecho el amor con Chase la llenaba. Un hombre al que quería para ella sola, pero la cruda verdad era innegable. El no sentía lo mismo y la existencia de otra mujer en su vida, Cindy, así lo confirmaba. Sloane no era más que una distracción hasta que se separaran.

Sin embargo, no quería que nada ni nadie se interpusiera entre ellos. Puesto que el paño le cubría la frente y los ojos, no tendría que plantarle cara en sentido literal, así que le pareció el momento idóneo para hablar sobre el tema.

– Dijiste que lo de Cindy no era fácil de explicar, pero cuanto más tiempo pasamos juntos, aunque esto sea temporal, más me molesta que estés con otra persona.

– He cortado con Cindy -respondió él con claridad y firmeza, y esas palabras la sorprendieron.

Sloane tragó saliva.

– ¿Por qué? -preguntó sin abrir los ojos.

– Creía que resultaría obvio. -Se inclinó hacia adelante y la besó en los labios.

En ese instante, Sloane recordó más detalles de la noche anterior, como que había pensado que se había enamorado de él. El sentimiento no había sido fruto del alcohol, sino del corazón. Abrió la boca y lo recibió con toda la pasión, deseo y amor que bullían en su interior.

Pero el teléfono los interrumpió y, con un gruñido, Chase descolgó el auricular de la mesita de noche.

– Chandler.

Sloane esperó mientras la cabeza le palpitaba con tanta fuerza como el corazón, pero ahora por motivos distintos. Se había enamorado de aquel Chandler, un hombre que no quería formar una familia ni compartir el futuro con una mujer porque ya tenía muchas responsabilidades. Había tenido una vida demasiado cargada y Sloane tendría que pagar por ello y, cuando llegara el momento, dejarlo marchar para que hiciera realidad sus sueños.

– ¿Mamá está en el hospital? -La voz de Chase interrumpió sus egoístas pensamientos.

¿Raina se había puesto enferma? ¿No lo había presentido Sloane? Pero Rick y Chase habían insistido en que se trataba de una farsa, un juego para que los chicos sentaran la cabeza. No lo era, y tendría que haberle pedido a Chase que se lo tomara más en serio.

– Voy en seguida -dijo Chase, tras lo cual colgó y se volvió hacia Sloane. -Tengo que irme.

Sloane ya se lo había imaginado.

– ¿Qué ha pasado?

– A mamá comenzó a dolerle el pecho mientras dormía y llamó a una ambulancia. -Aquella noticia lo dejó helado. Raina lo había llamado, pero él estaba ocupado. Con Sloane.