Por primera vez en su vida, había estado demasiado atareado como para comprobar el contestador automático y, aunque se había convertido en un periodista estelar, no se había molestado en echar un vistazo al busca.
La familia siempre había sido su máxima prioridad, hasta aquel momento. Tal vez las consecuencias fueran trágicas. Se levantó y cogió los pantalones.
– Déjame acompañarte. -Sloane se incorporó en la cama y gimió mientras se llevaba las manos a la cabeza. -Joder, es como si me estuvieran aporreando aquí dentro.
Chase decidió que sería mejor que fuera solo para concentrarse y reencontrarse con los suyos.
– Quédate aquí. Te llamaré para ver cómo te encuentras -le prometió.
– ¿Qué ha pasado? Creía que los problemas de corazón de tu madre eran falsos.
– Según Rick, esta vez ha sido en serio. Ella lo llamó y Rick le ha hecho compañía toda la noche.
– ¿Por qué no te ha llamado?
– Sí me ha llamado. -Se abotonó los pantalones y se puso una sudadera. -Pero yo estaba demasiado ocupado para contestar.
Sloane se estremeció al percatarse de lo que quería decir. -Lo siento.
– No pasa nada -mintió Chase. Ya le había mostrado demasiado cómo era, le había dado demasiado poder sobre sus emociones y sentimientos. Había llegado el momento de controlarse.
Cogió las llaves.
– Descansa y ya te llamaré en cuanto sepa algo.
Sloane asintió. Si le dolía que Chase se marchase sin ella, no lo demostró. A pesar de la necesidad de fortalecer sus defensas y mantenerla al margen, una parte de Chase deseaba precisamente la respuesta emocional que trataba de contener.
Quería abrazarla y que ella lo abrazase antes de irse al hospital. Sin embargo, se limitó a despedirse y salió por la puerta.
Tras el portazo de Chase, Sloane oyó el motor del coche poniéndose en marcha en la calle. Luego se produjo un largo silencio. La esperanza que había sentido al oírle decir que había roto con Cindy se desvaneció en esos momentos. Chase se había encerrado en su caparazón y no hacía falta ser neurocirujano para saber el motivo.
Hacía menos de una semana que conocía a los hermanos Chandler, pero ya había comprendido su código de honor. La familia era lo primero, y Chase había incumplido ese código la noche anterior. No había respondido al teléfono por exceso de dedicación a Sloane. Era preferible que se centrara en sus propios problemas y dejara que Chase Chandler y su familia se ocuparan de los suyos.
Descolgó el teléfono y llamó a su madrastra. Aunque no era una persona madrugadora, Madeline respondió tras el primer tono.
– ¿Sí?
– Hola, mamá.
– Sloane, cielo, gracias a Dios -dijo Madeline en tono aliviado. -Necesitaba oír tu voz.
A ella se le hizo un nudo en la garganta y añoró su hogar de un modo inesperado. A pesar de las mentiras, quería a su familia. Esa era una de las verdades que había aprendido durante su estancia en Yorkshire Falls.
– Estoy bien, y yo también necesitaba oírte. -Para su propio asombro, se le quebró la voz y rompió a llorar.
– ¿Has encontrado a Samson?/-le preguntó Madeline, preocupada. -¿Por eso lloras?
Sloane meneó la cabeza.
– No, no lo he encontrado. Se marchó tras la explosión pero, según la gente del pueblo, Samson es extraño, que haya desaparecido no les sorprende. -Se secó los ojos. Trató de explicarle lo imprescindible para no preocuparla. -Cuando me fui para venir aquí, ¿papá se lo tomó mal? -Si a Michael Carlisle le preocupaba la seguridad de Sloane, es posible que hubiese enviado a alguien para encontrar a Samson, lo cual explicaría la presencia de la persona que Earl había dicho que lo buscaba.
– No, entiende que es cosa tuya. Sloane se mordió el labio inferior.
– ¿Y la campaña? ¿Cómo va? Frank y Robert deben de estar publicitando a papá como locos después de anunciar que se presentará a vicepresidente. -Sloane mencionó al jefe de campaña de Michael con la esperanza de que Madeline le proporcionara información sin querer. Al fin y al cabo, Frank era quien había amenazado a Samson. Después de Michael, él sería quien saldría peor parado si alguien tan incontrolable como Samson Humphrey desbarataba la campaña.
– Frank ha empalmado una reunión tras otra mientras Robert estaba fuera de la ciudad -respondió Madeline.
– ¿Se ha ido ahora? ¿En pleno apogeo de la campaña? -preguntó Sloane tratando de fingir sorpresa.
– Una urgencia familiar. Ya sabes que esas cosas no pueden evitarse -suspiró Madeline. Se produjo un largo silencio tras el cual añadió en tono incrédulo: -No estarás pensando que buscan a Samson para asegurarse de que no hable, ¿no?
– ¡No! Claro que no. Creo que Samson no es más que un excéntrico que ha desaparecido. Y si Robert dice que tiene una urgencia familiar, estoy segura de que es verdad. -Sloane también estaba segura de que, si Robert estaba en Yorkshire Falls, pasaría desapercibido.
– Bien -dijo Madeline, que no parecía haberse calmado. -Al menos sé que hay alguien que vela por ti.
– Lo cual me recuerda algo: ¿cómo es posible que le pidieras a Chase Chandler que fuera mi guardaespaldas? -le preguntó, reprochando el carácter protector de su madrastra.
– Yo hago lo que haga falta con tal de velar por la seguridad de mi familia. Chase es buena persona, Sloane.
– Dime algo nuevo.
– ¿Os lleváis bien? -preguntó esperanzada. «Tiene mucho en común con Raina Chandler», pensó Sloane. -Te acaba cayendo bien -replicó de forma evasiva. Madeline se rió.
– Ya es algo. ¿Me llamarás si me necesitas?
– Descuida -prometió Sloane. Colgó el auricular y lo contempló unos instantes mientras pensaba en la marcha de Chase.
¡Maldito hombre! ¡Malditos sentimientos encontrados! Sí, Chase la había apartado, pero Sloane había visto cómo se le ensombrecía el semblante de deseo; lo había oído gemir cuando estaba en su interior. Ningún hombre podía fingir algo así, por no hablar de su ruptura con Cindy. «A la porra lo de no darle importancia a las cosas», pensó mientras se levantaba. A pesar del dolor de cabeza palpitante, comenzaba a pensar con claridad. Tenía que encontrar a su padre y enderezar el rumbo de su vida. Y tal vez Chase Chandler formara parte de ella.
Chase llamó una vez y abrió la puerta de la habitación de su madre en el hospital. En esa ocasión, la habían obligado a pasar la noche allí en lugar de dejar que volviese a casa. Chase se sentía culpable, y lo abrumaba una sensación de traición. Había tratado de correr tras la familia de Sloane en lugar de darle importancia a la suya.
– ¿Mamá? -dijo en voz baja por si acaso estaba durmiendo.
– Pasa -le dijo Rick desde una silla en un rincón de la habitación.
Chase entró y observó a su alrededor. El papel pintado de las paredes era de tonos apagados y del techo colgaba un televisor. Sin sonido, las imágenes parpadeaban desde la pantalla. Raina ocupaba la única cama de aquella habitación tan grande. Eric probablemente se había asegurado de que tuviera una habitación individual y de que cuidaran bien de ella.
Raina miró pestañeando a Chase mientras él se acomodaba en el borde de la cama. Su hijo le tomó la mano entre las suyas.
– ¿Cómo estás?
– Mucho mejor -respondió ella mientras se incorporaba un poco sobre las almohadas. -No me lo puedo creer -murmuró con una expresión de remordimiento y preocupación.
– ¿El qué? -preguntó Rick inmiscuyéndose, como de costumbre. -¿Que Chase finalmente tenga vida social? -Miró a Chase y le guiñó un ojo para tratar de animar el ambiente.
Raina se rió.
– Deja en paz a tu hermano. Tiene derecho a disfrutar del sexo sin que metas baza. -Raina cruzó los brazos sobre el pecho con una expresión que le dejaba a Rick muy claro que no debía volver a mencionar el tema.
Como si las regañinas de Raina hubieran servido de algo en el pasado.
Su madre estaba hablando de la vida sexual de Chase. Rick se sonrojó.
– Bueno, creo que ya era hora, ¿no? -dijo no obstante, levantándose de la silla y desperezándose. Chase gimió.
– Preferiría hablar de cómo se encuentra mamá.
– ^¿X no sobre lo que hiciste después de llevar a Sloane a casa? -bromeó Rick.
Sin embargo, ni siquiera el tono jocoso de su hermano hacía que Chase se sintiera menos culpable.
– Mamá se pondrá bien -dijo Rick finalmente al ver la expresión preocupada de Chase.
Raina le apretó la mano como para corroborarlo.
– Ya estoy bien. Pero, Chase, este incidente no tiene nada que ver con el anterior. -Raina se sonrojó, y se la veía tan incómoda que Chase no se sintió capaz de expresar su enfado por la farsa de su madre.
– Lo sé, mamá. Lo pasado, pasado está, ¿entendido? Lo que ahora importa es tu salud y que esta vez no sufras una recaída. -Se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en la manta, sin soltar la mano de su madre.
Raina parpadeó.
– ¿A qué te refieres con lo de «lo sé»? -Y desvió rápidamente la mirada hacia Rick. -¿Lo sabe? -le preguntó. Rick asintió.
– Te habría hablado del asunto cuando volví de Washington, pero entonces llegó Sloane y la situación se me escapó de las manos -dijo Chase. -Pero no volverá a ocurrir, vuelvo a tener claras mis prioridades. -Miró a Rick. -¿Cuál es el diagnóstico? -le preguntó para hacerse cargo.
– Angina de pecho. Al parecer, no le llega la sangre necesaria al corazón y, cuando se esfuerza demasiado, le duele el pecho.
Chase asintió y lo embargó una sensación de deja vu mientras oía aquella explicación, recordándole cuando Raina le había contado su último «episodio». Se dio cuenta entonces de la falta de información, de las muchas pistas que Raina había dejado y que podían haberles indicado que fingía. Pistas de las que ninguno de sus hijos se había percatado porque sólo querían que se recuperase.
– Chase, tenemos que hablar sobre lo que les hice a tus hermanos y a ti. -Raina parpadeó y se le deslizó una lágrima por el rostro. -Me equivoqué.
A Chase se le encogió el corazón al oír esas palabras.
– Ya tendremos tiempo de hablar, te lo prometo. Ahora quiero que no malgastes energía y que te pongas bien. -La besó en la mejilla y se levantó. -Me gustaría ver a Eric para que me explique claramente qué debemos hacer.
– Volverá pronto. Le he dicho que te había localizado y me ha asegurado que nos explicará a los tres cómo está el panorama. -Rick consultó la hora. -Román y Charlotte llegarán esta noche, y Eric me ha dicho que entonces será el momento idóneo para hablar.
– Me darán de alta esta tarde -añadió Raina.
– Perfecto. -Si la dejaban volver a casa, entonces las cosas no estaban tan mal, pensó Chase.
– ¿Dónde está Sloane? -preguntó su madre.
– Supongo que en casa, recuperándose de la resaca, como Kendall -respondió Rick en un tono jocoso teñido de cierto fastidio por lo sucedido la noche anterior.
– Oh, venga ya, ninguna de las dos bebe -replicó Raina.
– ¿Tú cómo sabes lo que Sloane hace o deja de hacer? -le preguntó Chase.
Raina extendió las manos sobre la manta de la cama.
– Sé cómo es. Es encantadora y honesta, y nunca haría algo así -afirmó con convicción.
– ¿La nuera perfecta? -conjeturó Rick leyéndole el pensamiento a su madre.
Los ojos color avellana de Raina se iluminaron de dicha.
– Bueno, ahora que lo dices…
– ^No fue precisamente eso lo que comenzó a causarte problemas? -le preguntó Chase. Ella se encogió de hombros.
– Ya han caído dos, jovencito. ¿Crees que voy a renunciar a la idea de que sientes la cabeza y seas feliz como tus hermanos? Tal vez mis métodos hayan sido dudosos, pero mis motivos siempre han sido nobles.
Chase gimió. Y pensar que había confiado en que los problemas de salud de Raina la hubiesen hecho desistir y que ya no tratara de casarlo…
– No pienso hablar de ello.
– ¿Porque ahora vuelves a tener las prioridades claras? -le preguntó Raina.
Chase asintió con frialdad. -Exacto.
Raina frunció los labios y dejó escapar un sonido fruto de la frustración.
– Si las tuvieses tan claras, no te quedarías aquí ahora que sabes que estoy bien.
Chase sabía perfectamente adonde quería ir a parar, pero no podía impedírselo.
– ¿Y dónde estaría? -le preguntó resignado.
– Con Sloane.
Rick se rió por lo bajo, y ni siquiera se molestó en carraspear para disimular.
– Sloane sabe arreglárselas sola -farfulló Chase.
– ¿Por qué habría de hacerlo? -le preguntó Raina.
La mirada de su madre le recordó las ocasiones en las que, de pequeño, lo había pillado haciendo algo indebido. Momentos que habían llegado a su fin en cuanto asumió el papel de cabeza de familia.
– ¿Te llevo a casa?
– Ya me llevará Eric. También Rick volverá a casa para estar con su mujer, ¿no es así?
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