Kendall parpadeó y se volvió, avergonzada de que la hubiese visto observando a Rick de esa manera.

– No lo había planeado -repuso, pero le gustaría saber por qué Chase la había advertido sobre ello. Se mordió el labio inferior-. ¿Quieres decirme por qué?

– Pues en realidad no -adoptó una expresión misteriosa-, pero te lo diré. Rick te dejará antes de que intimes con él.

– ¿Por su matrimonio anterior? -preguntó sin pensarlo dos veces. Dudaba mucho que Chase se estuviera refiriendo al pasado de Rick.

El hombre entornó los ojos.

– ¿Rick te ha hablado de eso?

Kendall no le mentiría, ni siquiera para obtener información que preferiría que le contase Rick. Negó con la cabeza.

– No, pero lo dio a entender.

Chase asintió y dejó de fruncir el cejo.

– Bueno, digamos que cuando a un hombre lo dejan, tiende a volverse más cauto.

O sea que ése era el secreto. Kendall lo había imaginado y sintió una punzada en el corazón al pensar que una mujer había hecho sufrir a Rick.

– ¿Y? -preguntó Kendall; no quería que Chase se censurase a sí mismo y se guardase aquello, aunque intuía que el periodista siempre diría la cruda verdad, le gustase o no.

– No creo que le abra el corazón a ninguna mujer, y menos a una que está de paso. -Suavizó la voz para que el golpe doliese menos.

Chase le había caído bien desde el principio. Ahora lo respetaba. Sin embargo, el alma se le cayó a los pies. Sabía que sin motivo alguno, porque ella tampoco pensaba abrirle su corazón a Rick ni asentarse allí.

– ¿Es eso cierto? -preguntó Kendall sin perder la calma.

Chase ladeó la cabeza.

– Sí, lo es. Como sabrás, lo mío son los hechos.

– Hablas como un periodista -repuso Kendall con ironía.

– Es lo que soy -dijo él esbozando una sonrisa.

– Hay algo que me intriga. En el pueblo debe de haber al menos una docena de mujeres llamando a la puerta de tu hermano. ¿A todas les sueltas el mismo discurso?

– No, qué va. Mi madre era amiga de tu tía, y eso te convierte en parte de la familia.

De nuevo esa palabra. «Familia.» Los Chandler la pronunciaban cada dos por tres, pero para Kendall las cosas no eran tan sencillas. Sobre todo cuando se trataba de algo que ella nunca había tenido. Sintió un nudo en la garganta. Miró a Chase y asintió, agradecida.

Chase le levantó el mentón con las manos.

– Sólo trato de ayudarte, así que considera esta conversación como una especie de regalo de bienvenida al pueblo, ¿vale? Quizá algún día incluso me lo agradezcas.

Sí, tal vez se lo agradecería algún día, mientras, intentó no perder la compostura y asimilar que Chase acababa de decirle que iba a salir mal parada del asunto.

– Los periodistas no se basan en suposiciones, ¿no? -le preguntó.

– No. ¿Por qué lo preguntas?

– Porque estás suponiendo que seré yo la que se enamorará de tu hermano. -Se inclinó hacia Chase y le susurró al oído-: Noticia de última hora: no voy a quedarme aquí el tiempo suficiente como para que me hagan daño o me dejen plantada. Pero he dejado huella en más de un hombre. -Confiaba en que sus palabras resultaran proféticas. Ni dolor ni tristeza, al menos no para ella-. O sea que tal vez deberías advertir a tu hermano y preocuparte de sus sentimientos en lugar de los míos. -Se obligó a sonreír.

Chase soltó una carcajada. Por primera vez, rió de verdad y Kendall entrevió su lado más sexy, del que podría prendarse una mujer. Otra mujer, pensó con ironía. Ella ya se había prendado de Rick.

– Creo que ya sé por qué le gustas a Rick. Si necesitas algo mientras estés en el pueblo, llámame.

– Gracias. -Kendall le tocó el brazo de forma impulsiva.

– ¡Ejem! -El sonido de Rick carraspeando interrumpió aquel momento.

A Kendall le dio un vuelco el corazón. No se había dado cuenta de que le había echado de menos, pero ahora se alegraba de que hubiera acabado la llamada de trabajo, de que estuviera a su lado, lejos de los demás.

Oh, oh. Recordó la advertencia de Chase y se dijo a sí misma que debía andarse con cuidado mientras estuviera allí. Pero de todos modos se le aceleró el pulso y se le secó la boca, tal era la atracción irracional que sentía.

– ¿Qué pasa? -Rick tenía la mirada clavada en el contacto físico entre Chase y Kendall.

Ella se había alegrado tanto de verle que había olvidado por completo que tenía la mano apoyada en el brazo de Chase, y la apartó de inmediato al tiempo que éste soltaba la segunda carcajada de la velada.

– ¿Celoso? -le preguntó a Rick.

– Si no me hubieras enseñado que hay que ser un caballero delante de las damas, te diría que cerraras el pico.

Kendall contuvo una carcajada, aunque le gustaban las posibilidades inherentes a la sugerencia de Chase, a pesar de que sabía que no era lo más sensato.

Chase se volvió hacia ella.

– Había olvidado mencionarte durante nuestra conversación que, mientras estés con él, es posesivo. -La miró de manera harto significativa, luego le dio una palmada a su hermano en la espalda y se marchó riéndose y meneando la cabeza.

– ¿A qué viene todo eso? -le preguntó Rick con el cejo fruncido.

Kendall se encogió de hombros, sin saber por qué intereses velaba Chase, si por los de ella, los de Rick o los de ambos.

– Tu hermano acaba de hacerme una advertencia amistosa.

– Demasiado amistosa, diría yo. -La mandíbula le tembló de tensión y Kendall sintió la tentación de alargar la mano y acariciarle la barba incipiente y los músculos de la cara hasta que se relajase.

Se le formó un nudo en el estómago. ¿Tendría Chase razón? ¿Estaría Rick celoso? Ante aquella posibilidad, Kendall analizó sus propios sentimientos. Actuar de forma impulsiva en ese momento sería un error y se obligó a pensar con claridad. Los celos indicarían interés, algo que ya sabía que existía a juzgar por el encuentro en la casa. Lo sorprendente era que esa emoción no supusiera amenaza alguna para Kendall. ¿Cómo iba a serlo si incluso Chase, que conocía a su hermano mejor que nadie, había admitido que Rick no se comprometería a nada serio? Lo mismo que Kendall, que se marcharía antes de enamorarse o salir mal parada.

Puesto que eran hechos innegables, lo vio todo con claridad. ¿Por qué se oponía a la atracción? ¿Por qué no se lanzaba de lleno a la que prometía ser la aventura más apasionada de su vida? No había motivo para no aprovechar la oportunidad que ambos deseaban.

Kendall se acercó a Rick.

– Una advertencia amistosa no supone ninguna amenaza. -No quería que compitiese con su hermano mayor. Se acercó tanto a él que no podía respirar sin inhalar su fragancia varonil. Tenía bien claro que quería que el trato fuese real. Quería ser su amante hasta que se marchase del pueblo y no simplemente representar un papel en aquella farsa.

Ningún hombre la había afectado de esa manera ni le había despertado el deseo tan rápido como Rick. Sus relaciones anteriores habían sido como los traslados de una población a otra, rápidas y frías. Sólo Brian había intimado más con ella porque los dos se necesitaban mutuamente. Se habían encariñado el uno con el otro durante el proceso, pero nunca había sido nada serio. Lo que sentía por Rick era mucho más completo. La atracción sexual era intensa y la conexión emocional, segura y recíproca.

A Rick le habían hecho daño en una ocasión. No sabía quién ni cuándo, pero le ayudaría a sanar esa herida, del mismo modo que él la estaba ayudando a ella. Se había ofrecido a ayudarla desde el primer momento y la consolaba tanto como le despertaba una necesidad física que llevaba demasiado tiempo dormida. Los sentimientos de Kendall le importaban lo suficiente como para haber organizado aquella fiesta. Un gesto que ella creía sincero, y no un recurso para cimentar la idea de que eran amantes. Existían muchos otros modos de demostrar que estaban juntos… como el número que Rick había representado en la peluquería. Rick nunca había intentado mostrarse más afectuoso de la cuenta.

Hasta ese momento.

A ella ya no le preocupaba utilizarle para dejar atrás un trago amargo de su vida, no cuando era obvio que él quería la misma clase de relación que ella. Corta y placentera, pero repleta de recuerdos y sensaciones agradables que siempre llevaría consigo. Eran como dos almas gemelas buscando lo mismo. Rick parecía estar leyéndole el pensamiento porque la tomó de la mano y la arrastró hasta el salón trasero.


A Rick le encantaban las mujeres y no sabía qué eran los celos. La posesión le resultaba más extraña aún. Pero al ver a Chase y a Kendall enfrascados en una conversación y la mano de ella en el brazo de su hermano, sintió una quemazón intensa en el estómago. Sin detenerse a pensar en ello, arrastró a Kendall hasta el salón trasero de Norman's.

– ¿Rick?

Él no le hizo caso. Quería decirle muchas cosas, pero no delante de los demás. Gimió, molesto, y abrió la puerta más cercana, que era la del baño de mujeres. Por suerte, estaba vacío.

– Rick, dime algo…

Rick la interrumpió, la abrazó con fuerza y selló los labios de ella con los suyos. La calidez de Kendall acabó con las horas de frustración que Rick había experimentado hasta asegurarse de que la aceptaban en el pueblo. Kendall le había despertado unos instintos carnales que había ignorado durante demasiado tiempo. O tal vez nunca se había sentido así, pero lo cierto era que ahora lo sentía en toda su plenitud. El corazón le palpitaba en el pecho y la entrepierna le vibraba con fuerza contra los vaqueros, mientras le hacía el amor con la lengua, imitando el acto que su cuerpo tanto ansiaba.

Ella le devolvió el beso y respondió a todos sus movimientos con pasión. La entrega carnal de Kendall le hizo olvidar el enfado y la frustración de antes, y la quemazón en el estómago se intensificó. La llama que aquella mujer había encendido ardía con tal furia que Rick apenas podía controlarla. Sin embargo, sí fue lo suficientemente sensato como para cerrar la puerta del baño con pestillo.

Rick necesitaba estar con ella a solas y consolidar la relación. Mientras Kendall estuviera en Yorkshire Falls, quería saber que era suya. En el pasado, ya había perdido a una mujer por no haber sido previsor. No pensaba repetir su error con Kendall.

Pero de momento las palabras podían esperar. Le introdujo la lengua en la boca y alargó el brazo hasta tocarle el trasero. Kendall gimió y se acercó más a él, cuerpo contra cuerpo, por lo que Rick sintió ganas de bajarle los pantalones de cuero y penetrarla.

De repente, Kendall levantó la cabeza, con los ojos brillantes y los labios húmedos por el beso.

– Tenemos que hablar.

Aunque Rick había pensado lo mismo minutos antes, en ese momento estaba excitado y sólo quería introducirse en su cálido interior y hacerla suya. Tampoco es que pensara satisfacer su pasión allí. Cuando le hiciera el amor, no habría teléfonos ni personas ni distracciones.

Pero en aquel momento, pese al deseo que transmitían los ojos de Kendall, tenía el cejo fruncido y parecía preocupada.

– ¿Qué pasa?

– Creo que deberíamos dejar las cosas claras. -Se relamió los labios húmedos-. Establecer los parámetros y eso.

– Vale. -Rick la había arrastrado hasta allí por los mismos motivos.

– Me marcharé cuando la casa esté lista para venderse.

– Lo sé. -Eso era lo que le provocaba un nudo en el estómago. Rick había mantenido una relación en que había sido abandonado por otro hombre, y eso lo había pillado desprevenido. Desde entonces, se había mostrado distante con las mujeres y se había dicho que no volvería a salir mal parado. Pero al ver la abrumadora reacción que Kendall le había provocado, se dio cuenta de que no tenía por qué haberse esforzado por guardar las distancias con las mujeres. Ninguna le había afectado con tal intensidad.

Sin embargo, antes siquiera de que la relación comenzase en serio, Kendall ya estaba pensando en marcharse. Al menos esta vez no podría decir que no le habían avisado. Debería agradecerle que fuera sincera con él ahora, antes de que se prendase de un sueño imposible. Pero sabiendo lo mucho que Kendall le atraía, se percató de que tendría que esforzarse, y mucho, para que no le robase el corazón.

Empezaría en ese preciso instante. Se encogió de hombros con naturalidad.

– Ya sabes que no me van las relaciones a largo plazo -le dijo. Se le agrandó el nudo del estómago. No era una buena señal.

Al oír las palabras de Rick, la expresión de Kendall reflejó sus emociones. Bien, pensó Rick. Tal vez estuviera más afectada de lo que quería demostrar. Al menos así estarían en igualdad de condiciones.

– Entonces tenemos un trato. Una aventura a corto plazo. -Ella se mordió el labio inferior.

Otro signo de vulnerabilidad, pensó Rick. Aquella conversación no le resultaba cómoda a Kendall y él se dio cuenta de que estaba forzando la situación.