Sin empezaba a acariciarlo por todo el cuerpo, no aguantaría mucho tiempo.

– Yo ya me he lavado, así que permíteme el placer de lavarte a ti.

– Soy toda tuya -murmuró Alexis.

Jackson retiró la ducha de su soporte y se la entregó a ella.

– Yo te lavaré y luego tú te puedes enjuagar.

– De acuerdo…

Por el modo en que pronunció aquellas palabras, él comprendió que Alexis no sabía lo que le tenía reservado. Sin embargo, aquello era parte de la diversión. Si aquella noche era todo lo que le quedaba con Alexis, quería disfrutar y saborear cada momento. Se enjabonó las manos y empezó a frotarle la espalda. Ella colocó las manos en la pared para sostenerse, sin poder evitar echar la cabeza hacia atrás mientras gemía de placer.

Jackson le frotó diligentemente el trasero. Instintivamente, Alexis arqueó la espalda y se lo ofreció, sugiriéndole una postura sexual que siempre le había gustado. A pesar de ello, él se contuvo y resistió a aquella particular tentación.

– Venga, enjuágate.

Alexis dejó que el agua de la ducha le cayera por los hombros y que le fluyera por la espalda. Con las manos, Jackson siguió el camino de la espuma mientras se deslizaba por el cuerpo de ella. Utilizó aquel gesto solo como una excusa para tocarla y, cuando una zona se quedaba libre de jabón, la besaba y lamía para retirar el exceso de agua.

Alexis se echó a temblar. Poco a poco, él le dio la vuelta para poder mirarla a los ojos. Suavemente, Jackson le empezó a frotar el pecho. Lentamente, fue bajando hasta dedicar toda su concentración a los senos, acariciándolos con las manos mientras le torturaba los pezones con los dedos para conseguir que estuvieran tan firmes como guijarros.

Ella separó los labios y emitió un lánguido suspiro. Entonces, su torturador se inclinó sobre ella y la besó, lenta y profundamente, mientras, también lenta y profundamente, le iba acariciando el vientre para luego hacer lo mismo con la cintura y las caderas. Aquella vez, no le tuvo que pedir que se enjuagara. A medida que el agua iba cayendo, él seguía el sendero de frescura con la boca. Deslizó los labios sobre la garganta que ella le ofrecía y fue bajando poco a poco. Alternaba besos con ligeros lametazos y pequeños mordiscos que la hacían gemir.

Les dedicó a los pechos la misma y cuidadosa atención mientras ella le iba enjuagando la espalda. Le lamió los erguidos pezones, mordisqueándolos suavemente antes de succionarlos para metérselos en la boca. A medida que iba avanzando, los gemidos que ella emitía eran más frustrados. Cuando llegó al ombligo, se irguió de nuevo y regresó a la boca.

Los ojos de Alexis tenían una mirada febril y el rostro estaba ruborizado por el placer.

– Jackson… -susurró, mientras el cuerpo entero le temblaba por aquel juego erótico al que él la estaba sometiendo.

– Todavía no he acabado -musitó él, apretándole los labios con los dedos.

Con el pie, hizo que separara los muslos y se arrodilló delante de ella. Sus ojos se quedaron al mismo nivel del de su impactante feminidad. Jackson sintió que se le secaba la boca y que se le tensaban los músculos del vientre. Diminutas gotas de agua adornaban los oscuros rizos, como el rocío las hojas de las plantas, y el aroma que desprendía lo excitó aún más, si aquello era posible.

Empezó con los pies, para ir subiendo muy lentamente, cubriéndole la piel con sedosas burbujas, desde las pantorrillas hasta los muslos, pasando por las rodillas. Una vez más, se encontró de nuevo con su parte más íntima. Un hambre que nada tenía que ver con la comida, sino con la hermosa Alexis, se apoderó de él e, incapaz de contenerse, deslizó los dedos entre las piernas, dibujando suavemente así la geografía de su entrepierna. Alexis tembló y la respiración se le fue haciendo más profunda. Sin que él se lo pidiera, se enjuagó inmediatamente. Jackson la observó, atónito y vio cómo la espuma iba cayendo poco a poco hasta desaparecer por el desagüe.

Sin embargo, no se había enjuagado su íntima feminidad, pero él no iba a permitir que se escondiera y fuera tímida en aquellos momentos. Suavemente, hizo que se apoyara contra la pared y le levantó una pierna, para colocársela después sobre uno de sus anchos hombros. Entonces, delicadamente, acarició su húmedo calor. Con los dedos, fue apartando con suavidad los pliegues de su henchida carne para poder así contemplarla plenamente.

Ella gimió, muy sorprendida, pero no protestó por las descaradas caricias a las que Jackson la estaba sometiendo en aquella explícita postura. Confiaba en él.

Cuando terminó, él levantó los ojos y la miró al rostro, que mostraba el alto nivel de excitación al que la había sometido.

– Te has dejado algunas partes sin enjuagar -susurró con voz profunda.

Alexis tragó saliva y aceptó aquel sensual desafío. Levantó la ducha y dirigió el chorro de agua hacia su feminidad. Al sentir el contacto del agua, el cuerpo se agitó involuntariamente. Dejó que la cabeza se apoyara contra la pared con un suave gemido y cerró los ojos, abandonándose completamente al placer. La respiración fue haciéndosele cada vez más acelerada a medida que el placer se iba incrementando. Aquel abandono y los lujuriosos sonidos que ella iba emitiendo iban teniendo también su efecto en Jackson.

De repente, de lo único de lo que estuvo seguro fue de que quería darle placer y saborear las vibraciones de su clímax con la lengua cuando alcanzara el orgasmo. Le resultó imposible seguir siendo un mero espectador en aquella escena de placer. Entonces, apartó la ducha y reemplazó el torrente de agua por la succión íntima de sus labios. Al sentir las caricias de la lengua, ella tembló de placer y dejó caer la ducha al sentir que dos dedos que él le introdujo se movían en la estrecha cueva de su feminidad. Con las manos ya libres, acarició el cabello de Jackson mientras él la saboreaba.

Poco a poco, los movimientos que él le proporcionaba se fueron haciendo más urgentes. Ella gimió y le suplicó, por lo que Jackson le dio finalmente lo que Alexis tanto había deseado. Incrementó la presión de la boca y el movimiento de los dedos hasta que ella dejó que su cuerpo temblara con un salvaje abandono.

Un gemido de placer se le escapó de los labios. Mientras él se ponía de pie, las suaves contracciones posteriores al placer fueron tan intensas, que tuvo que aferrarse a él. Jackson apretó su saciado cuerpo contra la pared y dejó que ella sintiera también el deseo que albergaba en su cuerpo. Sin preámbulos, capturó la boca con la suya y la besó apasionada y profundamente para compartir con ella el sabor de su cálida intimidad.

Cuando finalmente se apartó de ella para que los dos pudieran tomar aire, Alexis lo miró con asombro y pasión y algo que parecía ser mucho más sentimental. Le acarició suavemente la mandíbula con la mano, luego pasó el pulgar por sus labios, que estaban todavía húmedos por el beso que habían compartido.

– Te necesito -susurró.

Aquellas palabras provocaron algo muy primitivo en el interior de Jackson, aunque lleno de plena ternura. Nadie lo había necesitado nunca, al menos no de una manera tan sincera. La miró atentamente y la creyó.

En aquel momento, se olvidó de todo menos de Alexis y no se dio cuenta de que aquello lo cambiaría todo entre ellos.

La joven tragó saliva y entreabrió de nuevo los labios.

– Jackson, hazme el amor…

La urgencia se abrió paso entre ellos, como resultado de la acumulación de los juegos sexuales que habían compartido. Jackson cortó el agua. Los dos salieron de la ducha completamente empapados y se tumbaron sobre la colcha que cubría la cama doble que dominaba toda la zona. Brazos y piernas se enredaron en una erótica danza. Jackson la contempló durante un instante antes de separarle los muslos con sus propias piernas. Entonces, tras entrelazar los dedos con los de ella y apretarle las manos contra la cama, se hundió en ella del modo más íntimo.

Unos luminosos ojos lo miraron mientras iba abriéndose paso en el cuerpo de Alexis. Ella gimió a medida que su cuerpo iba acostumbrándose a aquella intrusión. Entonces, cuando estaba a punto de perder el sentido común solo por alcanzar el placer que ella le prometía, se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Necesitaba aquella unión con Alexis, pero, por mucho que quisiera estar con ella de aquel modo, no podían hacer el amor. Lo había preparado todo tan cuidadosamente para que aquello no se produjera que no tenía ningún preservativo.

Antes de perder el último retazo de autocontrol que le quedaba, se irguió e hizo un esfuerzo por separarse de ella, pero Alexis se lo impidió sujetándolo firmemente con las piernas contra su cuerpo.

– Jackson, no…

Él sintió que el corazón le daba un vuelco. Se odiaba por haberlos llevado a ambos hasta aquel punto solo para que todo tuviera que terminar de aquel modo.

– Cielo, no tengo preservativos…

– No importa -dijo Alexis, sonriendo-. No lo necesitas…

Jackson abrió la boca para protestar, pero recordó la conversación que habían tenido sobre los chequeos y su estado de salud, lo que le hizo darse cuenta de que Alexis debía de estar preparada para aquello. El alivio se apoderó de él y, a partir de aquel momento, lo único que le importó fue hacerla suya. Alexis levantó la cabeza y lo sedujo de nuevo con un apasionado beso, haciendo que volviera a colocarse plenamente encima de ella. Con urgencia, se hundió completamente dentro de ella, más profundamente…

Alexis se movía incansablemente debajo de él y emitía sensuales e impacientes sonidos que lo animaban aún más. Empezó a moverse como se lo pedía su cuerpo, con largos y calientes movimientos que le hacían vibrar por dentro. Cuanto más fuerte y más rápido la penetraba él, más la excitaba.

Alcanzó el clímax con rapidez. En el momento cumbre, apartó la boca de la de ella. Alexis se entregó a él sin pedir nada a cambio. Mientras él descansaba apoyado contra el hombro de la joven, se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, se sentía vivo y querido… Solo por sí mismo.

Capítulo Nueve

El amanecer llegó demasiado temprano para lo que Alexis hubiera querido. ¿Cómo iba a desear que terminara la noche en la que había disfrutado de una de las experiencias más sensuales de toda su vida? Aquello había sido precisamente lo que había querido encontrar cuando había reservado su billete para ir a Fantasía de Seducción.

Suspiró de plenitud y se acurrucó contra Jackson. El calor y el aroma que exhalaba, el contacto entre sus cuerpos, y el embriagador aroma que les había dejado su noche de pasión hizo que la piel le palpitara nuevamente de deseo. Rápidamente, se apoderó de ella el deseo de volver a empezar, a pesar de que en el curso de aquella noche habían satisfecho todos los anhelos que pudieran tener.

Suavemente, le colocó la mano sobre el corazón y disfrutó de aquel momento de intimidad con el hombre que le había hecho sentirse tan plena y tan completa en un periodo de tiempo tan breve. Notaba sus latidos constantes y relajados y veía cómo la mano se le levantaba suavemente con su respiración, que era profunda y relajada. Alexis sonrió. Ella también se sentía igual de satisfecha y de saciada.

A pesar de que la noche les había dado momentos para dar y recibir, Alexis estaba segura de que había conseguido darle a Jackson bonitos recuerdos que reemplazaran los dolorosos recuerdos que él le había confesado al atardecer. A cambio, Jackson le había demostrado lo maravilloso que era hacer el amor y Alexis había sentido que, en algún momento de la noche, se había enamorado irremisiblemente de Jackson. Era exactamente el hombre sincero, atractivo… que no se había dado cuenta de que estaba buscando hasta que no lo había encontrado.

A pesar de que aceptaba aquellos sentimientos, sabía que no podía pedir nada. No sabía los motivos que habían llevado a Jackson a la isla ni cómo encajaba ella en su fantasía. Nunca había habido promesas entre ellos, solo la del placer, y esa la habían cumplido con creces. Un compromiso futuro resultaba poco probable considerando que vivían a miles de kilómetros de distancia, pero, ¿y si ella había quedado embarazada?

Sin duda, concebir un hijo había formado parte de su fantasía, pero había sido lo último que le había ocupado la mente durante la noche anterior. Su única preocupación había sido que Jackson se olvidara del dolor del pasado y poder darle algo en lo que confiar y en lo que creer. Era a partir de aquel momento cuando debía pensar en las consecuencias emocionales de un embarazo.

Si descubría que estaba embarazada, sentía que debía decírselo a Jackson, aunque sin pedirle nada, sin ataduras y sin esperar nada de él. Reconocía que se había equivocado al creer que podía quedarse embarazada sin decírselo al padre. A pesar de lo que había pensado en un primer momento, no podía arrebatarle algo tan importante a Jackson, sobre todo cuando había carecido de tantas cosas a lo largo de su vida.