El dolor brilló en los ojos de Alexis, pero rápidamente recobró la compostura.

– Una venganza de seducción…

– Sí. Me ha pasado toda la vida sintiéndome utilizado, principalmente por lo que yo podría proporcionar, y sentí que esta era la gota que colmaba el vaso. Se han servido de mí en demasiadas ocasiones y… salté. No estaba dispuesto a permitir que nadie más se aprovechara de mí otra vez y que utilizara mi tecnología para procurar ganancias para su empresa. Por eso decidí que, esta vez, sería yo el que le quitaría algo a la otra persona… A ti.

– Entonces, yo diría que has conseguido exactamente lo que querías, Jackson -admitió ella, impasible.

– Como tú, me he encontrado con mucho más de lo que buscaba, Alexis. Supe desde el primer momento en que te conocí que eras diferente, que no tenías nada que ver con lo que me había imaginado… Llevo toda la semana luchando con mi conciencia. Siento por ti, Alexis, cosas que me asustan. Sabes más sobre mi vida que nadie de las personas que conozco. De repente, todo pareció muy complicado porque no quería hacerte daño, pero sabía que, al final, averiguarías quién era yo.

Alexis lo miró con escepticismo. No creía nada de lo que él le había dicho y él no sabía cómo convencerla. Lo miró fijamente durante unos momentos, en los que él esperó alguna señal de perdón. Sin embargo, no fue así.

– Para tu información, tanto si me crees como si no, Fred Hobson robó esa tecnología en tu empresa sin que yo lo supiera -afirmó Alexis, con frialdad.

– Ahora lo sé y te creo…

– Cuando la presentó a mi equipo de diseño, nos dijo que la había creado él mismo. No teníamos razón alguna para dudar de él y, evidentemente, ese tipo pensó que nunca se le descubriría. Según Dennis, Fred será procesado, pero, como presidenta de Gametek, te presento mis disculpas por cualquier daño emocional o económico que esto pueda haber causado a tu empresa.

Jackson se sintió furioso. ¿De verdad creía que los daños eran lo único que le preocupaba?

– ¡Eso me importa un comino! -exclamó.

Aquel exabrupto ni siquiera hizo que ella se inmutara, lo que lo enfureció aún más.

– ¿Cómo puede no importarte? -preguntó ella con voz tranquila-. Evidentemente, ese diseño significaba mucho para ti si estabas dispuesto a llegar a tales extremos para vengarte.

– ¡Maldita sea, Alexis! ¡No puedo soportar esto! -gritó él, exasperado por aquel tono tan razonable.

– ¿Soportar qué?

– Esto. Tú… Quiero que reacciones emocionalmente. Que muestres furia, ira… Algo. Incluso un bofetón sería preferible a esta actitud tan fría.

– ¿Por qué tengo que estar enojada, Jackson? Tú me has dado exactamente lo que vine a buscar aquí: una aventura apasionada e ilícita. No podría haber pedido un amante más atento de lo que tú has sido conmigo.

Jackson ahogó un gemido. Aquellas palabras le habían atravesado el corazón. Sin embargo, sabía que se las merecía.

– Cuando acepté venir aquí, sabía que había riesgos -prosiguió Alexis muy tranquila-, y los acepté, así que no tengo que culpar a nadie más que a mí misma por dejar que este asunto haya ido tan lejos.

– ¿Y qué hay de lo que dijiste en el restaurante mientras comíamos? ¿Sobre mí? ¿Sobre nosotros? -preguntó él, desesperado.

– Le dije esas palabras a Jackson Witt, el hombre que ha hecho realidad mis fantasías, pero ya no estoy segura de quién es el verdadero Jackson Witt -replicó ella, muy tensa. Jackson habría jurado que había visto una lágrima amenazando con salir de sus ojos. Sin embargo, no lloró-. Ahora si me perdonas, tengo algunos negocios de los que ocuparme.

Aquella vez, cuando Alexis trató de seguir su camino, él no se lo impidió. Cuando se volvió, vio que ella entraba por la puerta de cristal que conducía al vestíbulo del hotel. Al ver cómo la puerta se cerraba de nuevo tras ella, Jackson pensó en la ironía de que fuera ella la que le daba la espalda y él el que se quedaba con sus sentimientos hechos pedazos.


Alexis ahogó un sollozo en la garganta. Las lágrimas que se había negado a derramar delante de Jackson le abrasaban los ojos. Sin embargo, las contuvo. No estaba dispuesta a derrumbarse cuando tenía que ir a ver a Merrilee para solicitar si podía marcharse de la isla un día antes. Ya no podía seguir en Fantasía de Seducción y correr el riesgo de volver a encontrarse con Jackson.

Con un gran esfuerzo, consiguió contener su tristeza hasta más tarde, cuando estuviera sola y pudiera dar rienda suelta a su angustia sin testigos. A una edad muy temprana había aprendido a ser fuerte…

Con decisión, se dirigió hasta el despacho de Merrilee. Rezó para que la dueña del complejo estuviera allí. Si no estaba, decidió que haría que la buscaran enseguida. Aquello era indudablemente una emergencia, considerando que su felicidad dependía de la rapidez con la que pudiera poner kilómetros entre Jackson y ella.

Había sido culpa suya enamorarse de él, pero no podía arrepentirse de lo que sentía por Jackson ni de su fantasía, que se había visto cumplida más allá de lo que había soñado nunca. Incluso comprendía las razones que lo habían llevado a buscar venganza, pero era la negativa del propio Jackson a creer en sí mismo lo que la había enfurecido tanto.

Sabía que la quería e incluso había creído todo lo que él le había dicho sobre los sentimientos que albergaba por ella. Desgraciadamente, seguía demasiado influido por las traiciones pasadas como para creer que una mujer pudiera aceptarlo solo por lo que era. Siempre había sospechado que buscaría segundas intenciones en todas las relaciones hasta que empezara a confiar en sí mismo. Hasta que eso no ocurriera, sería incapaz de comprometerse con una mujer. Y si no podía confiar en ella, no les quedaba nada más que los recuerdos de lo que habían compartido aquella semana.

Cuando se encontró frente a la puerta del despacho de Merrilee, no sabía qué pensar o sentir. Estaba confusa. Jackson sabía perfectamente, por lo que le había dicho en el restaurante, lo que ella sentía por él. Si había sido sincero en lo que había dicho sobre los sentimientos que albergaba hacia ella, tendría que confiar en aquellos sentimientos, confiar en sí mismo y demostrar que así era.

Capítulo Diez

Merrilee encontró a Jackson haciendo ejercicio en el gimnasio del complejo a un ritmo brutal. Tenía el rostro contorsionado por una fiera concentración y los músculos de los brazos y las piernas se le abultaban con cada movimiento que hacía. Sin duda, estaba tratando de quemar el remordimiento que se había apoderado de él. Al menos, aquello era lo que Merrilee esperaba que estuviera haciendo, porque no parecía un hombre celebrando una victoria.

Sin dudarlo, se acercó a él y se detuvo frente a la máquina que estaba utilizando. Él contempló cómo se acercaba con mucha cautela.

En aquellos momentos, Merrilee no se sentía muy satisfecha con él y esperaba que en el transcurso de la conversación exhibiera algunas cualidades que demostraran que se merecía el perdón para que ella pudiera volver a tener fe en él. A pesar de que no le gustaba que le hubiera mentido para poder acceder a una de sus clientes por razones personales, quería creer que Alexis no era la única que había puesto en juego sus sentimientos a lo largo de aquella semana. Cada vez que los había visto juntos, le había parecido que se sentían muy atraídos el uno por el otro de un modo que no podía fingirse.

– Supongo que me estás buscando -dijo Jackson, entre jadeo y jadeo. Entonces, detuvo la máquina.

– Considerando que tenemos un pequeño problema con la fantasía que a mí me pediste y lo que en realidad tenías en mente, creo que tú y yo tenemos que hablar.

Jackson se bajó de la máquina y se secó con una toalla el sudor que le cubría la cara.

– Ya veo que Alexis ha ido a hablar contigo.

Efectivamente, así había sido. La joven se lo había contado todo, incluso los profundos sentimientos que estaba experimentando por él. A pesar de lo que había hecho, Alexis había admitido que todavía seguía enamorada de él, pero que el siguiente paso dependía enteramente de Jackson.

– Pareces sorprendido, lo que no debería ser así. Ella quería marcharse de la isla un día antes y yo no estaba dispuesta a consentirlo hasta saber el porqué.

– ¿Se ha marchado? -preguntó Jackson, con el pánico reflejado en el rostro.

Merrilee se alegró de ver aquella reacción, pero mantuvo la intriga durante algo más de tiempo. Ver los sentimientos que él albergaba la llenó de optimismo y le hizo creer que existía la posibilidad de un final feliz para la pareja, al menos, si Jackson estaba dispuesto a luchar por ello.

Decidió llevarlo hacia la terraza que estaba al lado del gimnasio, ya que aquella no era una conversación que quisiera compartir con otros huéspedes.

– ¿De verdad creías que ella iba a querer quedarse cuando descubriera lo que le habías hecho? -le espetó, cuando estuvieron solos.

– Sinceramente, había esperado que, si ella me daba un poco más de tiempo…

– ¿Lograrías que cambiara de opinión sobre ti después del modo en que la has traicionado?

– No tienes que esforzarte en hacer que me sienta como una serpiente, porque me parece que soy mucho peor que eso.

– Me alegro de saberlo.

– Pensé que, después de todo lo que había entre Alexis y yo, estar solos nos ayudaría a analizarlo con objetividad y yo conseguiría que ella se diera cuenta de que, a pesar de que mi fantasía había comenzado con ánimo de venganza, no había terminado de ese modo.

Aquella sincera confesión era precisamente lo que Merrilee quería escuchar, pero necesitaba saber algunas cosas más.

– Dime una cosa, Jackson. ¿Había algo de verdad en la fantasía que me contaste a mí? ¿En eso de que querías encontrar a una mujer con la que pudieras abrirte y en la que pudieras confiar o era todo una mentira con el solo propósito de colarte en la isla y estar cerca de Alexis?

– Al principio, era todo una mentira -susurró él con los ojos llenos de una profunda tristeza-, pero, a medida que estuve más y más tiempo con Alexis, me di cuenta de que había algo de verdad en esa fantasía, mucho más de lo que yo me había imaginado en un principio. No mentí cuando te dije que las relaciones que había tenido hasta entonces con las mujeres habían tenido muchas carencias y que me había sentido traicionado muchas veces. Yo había creído desde el principio que Alexis solo era otra mujer que buscaba algo mío. Instintivamente, fui dándome cuenta de que con ella todo era diferente y me abrí con ella como nunca lo había hecho con otra mujer. Así que, en cierto modo, mi fantasía se cumplió de un modo que no esperaba.

– Entonces, ¿no todo fue una farsa entre vosotros?

– No. De hecho, lo único que no fue sincero entre nosotros fue que no le conté que era el presidente de Extreme Software, la empresa que había demandado a la suya. Todo lo demás fue completamente real.

Merrilee inclinó la cabeza y lo miró con curiosidad. Jackson también se había enamorado. Tal vez no se había dado cuenta de lo mucho que quería a Alexis, pero Merrilee, que era una experta en el asunto, vio sinceros sentimientos reflejados en su rostro. Aquello le recordó el amor que ella había compartido una vez con Charlie y que había perdido tan rápidamente. Por ello, no quería que aquellos dos seres, que se necesitaban tanto el uno al otro, perdieran uno de los dones más valiosos que podía dar la vida. Sabía que alguien tendría que ceder y le había dado la sensación de que no sería Alexis, dado que ella le había confesado que Jackson sabía lo que sentía por él. La cuestión era si él estaría dispuesto a correr algunos riesgos para ganar una vida llena de felicidad.

– Merrilee… Te debo una disculpa a ti también por haberte mentido.

– Tienes razón.

– Lo siento mucho. Y también quiero me aceptes mis disculpas por haber utilizado a Alexis.

Merrilee vio que aquella era la última oportunidad que tendría para darle un empujón en la dirección adecuada. Solo podía esperar que Jackson no permitiera que Alexis desapareciera así de su vida.

– Creo que le debes mucho más que una disculpa.


– Te dije que tuvieras cuidado con lo que deseabas, amigo -le dijo Mike, tras tomar un largo sorbo de su botella de cerveza.

Jackson gruñó a modo de respuesta y miró fijamente a su amigo, que estaba sentado al otro lado de la mesa del bar. No necesitaba que Mike le dijera que ya se lo había advertido, pero sabía que se lo merecía. Efectivamente, se había llevado exactamente lo que había deseado de Fantasía de Seducción. Su amigo había tenido razón cuando le había advertido que, tal vez, tendría que pagar un precio muy personal. Había ido a la isla a robarle algo a Alexis y había terminando siendo él el que había perdido algo: una mujer que lo aceptaba y lo amaba por lo que era y que no esperaba nada a cambio. Debía admitir que nunca había esperado que su fantasía se volviera contra él.