Matthieu tenía un aire de tener derecho a hacer lo que quisiera. No vacilaba ante nada y esperaba que la gente le escuchase e hiciese lo que él deseaba. Anthony recordaba que eso le desagradaba cuando era pequeño. Una vez Matthieu le había enviado a su habitación por faltarle al respeto a su madre y Anthony le gritó a esta que él no era su padre. Matthieu se disculpó con él más tarde, pero Anthony aún podía percibir su aire de autoridad en aquella habitación, como si ese fuese su sitio. No lo era, y resultaba evidente para el joven que Carole seguía sin tener ni idea de quién era aquel hombre.
– Solo me quedaré unos minutos -dijo Matthieu cortésmente.
Anthony se acercó a su madre para abrazarla de nuevo con gesto apasionadamente protector. Quería que Matthieu saliese de su habitación y de su vida para siempre.
– Nos veremos pronto, mamá -prometió-. Cuídate. Te llamaré desde Nueva York.
Pronunció las últimas palabras mirando a Matthieu. No le gustaba nada dejarle en la habitación con ella. No había gran cosa que él pudiese hacerle; ella no le recordaba y había una enfermera con ella en todo momento. Pero a Anthony no le hacía gracia de todos modos. El había salido de su vida años atrás, tras causarle un inmenso dolor. No había motivos para que volviese, al menos a ojos del joven. Además, ahora Carole era muy vulnerable. A su hijo se le desgarraba el corazón.
Cuando Anthony salió de la habitación, Carole miró a Matthieu con una pregunta en los ojos.
– El te recordaba -dijo, observándole. Era indudable que a su hijo le desagradaba aquel hombre-. ¿Por qué no le caes bien?
Tenía que depender de otros para que le proporcionasen las cosas que ella misma debería haber sabido y, lo que era más importante, tenía que depender de ellos para que le dijesen la verdad, como Jason había hecho. Le admiraba por eso, y sabía que había sido duro. Matthieu parecía mucho más cauto y menos inclinado a exponerse ante ella. Carole tenía la sensación de que él se mostraba prudente cuando acudía a visitarla. También había visto cómo reaccionaban las enfermeras. Resultaba evidente que conocían a aquel hombre y, una vez más, se preguntó quién sería. Pensaba preguntárselo a Anthony cuando llamase.
– La última vez que le vi era un niño pequeño -dijo Matthieu con un suspiro mientras se sentaba-. Entonces veía el mundo con los ojos de un niño. Siempre tuvo una actitud muy protectora hacia ti. Era un niño estupendo.
Carole ya lo sabía.
– Te hice desdichada, Carole.
No tenía sentido negárselo. El chico se lo diría, aunque no conociese toda la historia. Solo Carole y él la conocían, y aún no estaba preparado para contársela. No quería volver a quererla; temía hacerlo.
– Nuestra vida era muy complicada. Nos conocimos cuando estabas rodando una película en París, justo después de que tu marido te dejase. Y nos enamoramos -dijo con los ojos llenos de añoranza y tristeza.
Todavía la amaba. Carole pudo verlo en su mirada. Era distinta de la que veía en los ojos de Jason. El francés era más serio y en algunos aspectos, incluso sombrío. Casi le daba miedo, aunque no del todo. Jason tenía una calidez y ternura que Matthieu no poseía. Este le afectaba de forma extraña. Carole no podía decidir si le tenía miedo, si confiaba en él o si incluso le caía bien. Tenía cierto aire de misterio y pasión. Fuera lo que fuese lo que había existido entre ellos años atrás, las brasas aún no se habían apagado para él y también provocaban algo en ella. No le recordaba, pero sentía algo por él y no podía identificar qué era, si miedo o amor. Aún no tenía la menor idea de quién era y, a diferencia de las enfermeras, no reconocía su nombre. Solo era un hombre que decía que habían estado enamorados. Y, como a los demás, ella no le recordaba en absoluto. No tenía ninguna sensación de quién era él, ni buena ni mala. Lo único que tenía eran los sentimientos imposibles de identificar que él le provocaba y que hacían que se sintiese incómoda sin saber por qué. No tenía la menor idea. Todo lo que alguna vez había sabido o sentido por él se hallaba fuera de su alcance.
– ¿Qué ocurrió después de que nos enamorásemos? -le preguntó Carole mientras entraba en la habitación Stevie, que pareció sorprendida de verle.
Carole les presentó. Stevie salió al corredor tras echarle una mirada inquisitiva y decirle a Carole que estaría cerca. Saberlo resultaba reconfortante. Aunque aquel hombre no podía hacerle daño, a solas en la habitación con él se sentía casi desnuda. Sus ojos nunca dejaban de clavarse en los de ella.
– Ocurrieron muchas cosas. Fuiste el amor de mi vida. Quiero hablarte de ello, pero no ahora.
– ¿Por qué no?
Su reserva preocupaba a Carole. El se estaba conteniendo, cosa que a ella le pareció siniestra.
– Porque hay demasiadas cosas que contar en poco tiempo. Confiaba en que las recordases cuando recuperases la conciencia, pero ya veo que no. Me gustaría venir otro día y hablarte de ello. Vivimos juntos durante dos años -dijo.
– ¿En serio? -preguntó ella sobresaltada y atónita al oír sus últimas palabras-. ¿Estuvimos casados?
El sonrió y negó con la cabeza. Carole estaba encontrando maridos por todas partes: Jason, Sean y ahora aquel hombre, que decía haber vivido con ella. No era un simple admirador, sino un hombre con el que evidentemente había estado comprometida. Nadie le había hablado de él. Tal vez no lo supiesen. Sin embargo, estaba claro que Anthony sí, y su reacción no era buena, cosa que a ella le decía mucho. Aquella no había sido una historia feliz y, puesto que no estaban juntos, era evidente que no había acabado bien.
– No, no lo estuvimos. Yo quería casarme contigo y tú querías casarte conmigo, pero no pudimos. Yo tenía complicaciones familiares y un trabajo difícil. No era el momento adecuado.
La elección del momento lo era todo. Eso había ocurrido también con Jason. Eso era todo lo que Matthieu quería decir por el momento. Entonces se puso en pie y prometió volver. Carole no estaba segura de querer que lo hiciera. Tal vez aquella era una historia que más le valía no saber. La habitación pareció llenarse de tristeza mientras él hablaba, y luego sonrió. Tenía unos ojos que ahondaban en ella y a Carole le recordaba algo, aunque no sabía qué. No quería que volviese, pero no tuvo valor para decírselo. Si lo hacía, Carole le pediría a Stevie que se quedase para protegerla. Sentía que necesitaba a alguien que la amparase de él. El la asustaba. Tenía algo increíblemente poderoso.
Matthieu se agachó para besar su mano. Carole observó que se mostraba ceremonioso en su actitud, muy correcto y, sin embargo, al mismo tiempo muy audaz. Estaba en la habitación de una mujer que no le recordaba y, no obstante, le decía que se habían amado, habían vivido juntos y habían querido casarse. Y cuando la contemplaba, Carole podía percibir el deseo que seguía sintiendo por ella.
Stevie volvió a entrar en la habitación en cuanto él se fue.
– ¿Quién es ese hombre? -preguntó incómoda, y Carole respondió que no lo sabía-. Puede que sea el francés misterioso que te rompió el corazón y del que nunca me hablaste -dijo Stevie con interés, y Carole se echó a reír.
– Dios mío, la verdad es que están surgiendo de la nada, ¿no es así? Maridos, novios, hombres franceses misteriosos. Ha dicho que vivimos juntos y que queríamos casarnos, pero yo no le recuerdo más que a los demás. Puede que en este caso sea bueno hacer borrón y cuenta nueva. Ese hombre me parece un poco raro.
– Es que es francés. Son todos algo extraños -dijo Stevie con dureza-, y serios como ellos solos. Ese no es mi estilo.
– Creo que tampoco es el mío, aunque puede que lo fuese entonces.
– Tal vez sea el hombre con el que viviste en la casita, la que vendiste cuando empecé a trabajar contigo.
– Puede que sí. Anthony parecía furioso al verle. Y él ha reconocido que me hizo muy desgraciada -comentó Carole con mirada pensativa.
– Al menos es sincero.
– Ojalá me acordase de algo -dijo Carole, molesta.
– ¿Has recordado alguna cosa?
– No. Absolutamente nada. Las historias son fascinantes, pero es como escuchar la vida de otra persona. Por lo que se ve, trabajaba demasiado y nunca estaba en casa con mi marido. Me dejó por una supermodelo que le abandonó después. Al parecer, justo después de eso me enamoré de este francés, que me amargó la vida y al que mi hijo odiaba. Y luego me casé con un hombre encantador que murió demasiado joven, y aquí estoy ahora -dijo con una chispa de humor en los ojos.
– Parece una vida interesante -comentó Stevie con una sonrisa-. Me pregunto si hubo alguien más.
Su tono resultaba casi esperanzado y Carole se quedó horrorizada.
– ¡Espero que no! Esto ya es demasiado para mí. Me agoto pensando en estos tres. Y en mis hijos.
Seguía preocupada por Chloe y lo que creía que su hija no había recibido y aún necesitaba de ella. Esa era su primera prioridad por el momento. Jason ya no era una opción aunque le quería, Sean había muerto y, en cuanto al francés, fuese quien fuese, no tenía interés en él, salvo curiosidad acerca de lo que había significado para ella. Sin embargo, sospechaba que estaba mejor sin saberlo. Aquello no le sonaba bien. No quería recuerdos dolorosos añadidos a lo demás. La historia que Jason le había contado sobre la vida de ambos era suficiente. No le costaba imaginar que se quedó destrozada. Y luego el francés también la había hecho desgraciada. Era fácil entender que debió ser una época horrorosa de su vida. Gracias a Dios, tuvo a Sean. Las críticas sobre él eran unánimemente buenas. Y también le había perdido. A Carole le parecía que no había tenido suerte con los hombres de su vida, aunque sí con sus hijos.
A continuación, Stevie la sacó de la cama con ayuda de la enfermera. Querían que probase a caminar.
Se quedó atónita ante lo difícil que era. Parecía que sus piernas habían olvidado cómo hacer su función. Se sentía como un niño pequeño mientras tropezaba y caía y tenía que aprender a levantarse. Cuando por fin su memoria motora pareció ponerse en marcha, Carole caminó con paso vacilante por los corredores con Stevie y una enfermera a cada lado. Aprender a caminar de nuevo también era un trabajo duro. Todo lo era. Estaba agotada cada día al anochecer y dormida antes de que Stevie saliese de la habitación.
Anthony cumplió su promesa y la llamó desde Nueva York en cuanto llegó. Seguía furioso por lo de Matthieu.
– No tiene ningún derecho a visitarte, mamá. Te rompió el corazón. Por eso nos marchamos de Francia.
– ¿Qué hizo? -preguntó Carole, pero los recuerdos de Anthony eran los de un niño.
– Se portó mal contigo y te hizo llorar.
Sonaba tan simple que ella sonrió.
– Ya no puede hacerme daño -le aseguró a su hijo.
– Le mataré si lo hace. Mándale a paseo.
El mismo ya no recordaba los detalles, pero sus sentimientos negativos seguían siendo fuertes.
– Lo prometo. Si se porta mal conmigo, pediré que lo echen.
Sin embargo, ella quería saber más.
Dos días después de que Jason y Anthony se marchasen, Mike Appelsohn dijo que iba a París para verla. Había estado llamando cada día y hablando con Stevie. Esta le dijo que Carole estaba lo bastante fuerte para verle, aunque volvería a Los Ángeles al cabo de unas semanas y podría verla allí. El dijo que no quería esperar y cogió un avión desde Los Ángeles. Estaba en París al día siguiente, tras semanas de estar muerto de preocupación por ella. Carole era como una hija para él desde que se conocieron, cuando ella tenía dieciocho años.
Mike Appelsohn era un hombre atractivo y corpulento con ojos alegres y una risa estruendosa. Tenía un gran sentido del humor y llevaba cincuenta años produciendo películas. Había encontrado a Carole en Nueva Orleans treinta y dos años atrás y la había convencido de que fuese a Hollywood para hacer una prueba de cámara. Lo demás pertenecía a la historia de Hollywood. La prueba de cámara salió perfecta y ella se vio catapultada a la fama como un cohete gracias a él. Mike le consiguió las primeras películas y cuidó de ella como un padre. Presentó a Carole y Jason, aunque no se dio cuenta de la repercusión que aquello tendría. Y fue el padrino de su primer hijo. Sus hijos le querían y le consideraban un abuelo. Había actuado como agente suyo desde que lanzó su carrera. Carole comentaba con él todas las películas antes de firmar los contratos y nunca había hecho un solo proyecto sin su aprobación y sabio consejo. Cuando Mike se enteró del accidente y de lo grave que había estado, se quedó destrozado. Quería verla con sus propios ojos. Stevie le advirtió que Carole aún no había recuperado la memoria. No iba a reconocerle ni a recordar la historia que compartían, pero una vez que supiese lo importantes que habían sido el uno para el otro, Stevie estaba segura de que se alegraría de verle.
"Fiel a sí misma" отзывы
Отзывы читателей о книге "Fiel a sí misma". Читайте комментарии и мнения людей о произведении.
Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв и расскажите о книге "Fiel a sí misma" друзьям в соцсетях.