Ella aprendió rapidamente, y Bobby Tom no tardó mucho en intentar abrir del todo sus labios. Con un suave suspiro, lo dejó entrar.

Ella sabía a fruta y lágrimas. Él la acarició con su lengua, al tiempo que sus manos continuaban disfrutando el puro placer de acariciar unas caderas femeninas que no fueran tan musculosas como las suyas. Mientras disfrutaba de su pequeño cuerpo suave, se olvidó de su naturaleza autoritaria y de sus modales irritantes. Lo hacía recordar exactamente cuantos años habian pasado desde que él habia estado con una virgen.

Bobby Tom sintió sus gemidos contra su boca, y la lengua de Gracie emprendió su propio viaje. Su cuerpo reaccionó violentamente. Sacando las manos de sus bragas, la levantó cogiéndola por la parte posterior de sus muslos. Ella abrió automáticamente las piernas y las envolvió alrededor de sus caderas. Cuando lo agarró por los hombros, él se percató de que había comenzado a transpirar. Si no se detenía en ese momento, se iba a olvidar de quién era ella y la tomaría allí mismo, en el suelo de la sala de estar de su madre. Una habitación, se recordó a sí mismo, con unas puertas sin cerrojo y con el retrato de un niño observándolos.

– Gracie… -Puso las manos en sus caderas para bajarla, luego las subió para soltar sus brazos.

– Cariño, vamos a tener que ir un poco más despacio.

– No quiero. Quiero que me enseñes que pasa después.

– Eso ya lo veo. Pero lo cierto es, que no estás preparada para nada más que besos ahora mismo. -La apartó firmemente de él y se agachó para recoger sus ropas, dándole la espalda después de facilitárselas porque no quería ponerla nerviosa.

Le dijo que se vistiera y no habia pasado un segundo desde que terminó de cerrarse la falda hasta que las puertas se abrieron y entró su madre.

– ¿Cómo está ahora?

Antes de que él pudiera contestar, Gracie dio un fuerte suspiro y dijo:

– Tu hijo no es un caballero. Se negó a mantener relaciones sexuales conmigo.

Suzy palmeó su brazo, con los ojos bailando de diversión.

– Las palabras apropiadas para calentar el corazón de una madre.

Bobby Tom definitivamente había tenido suficientes mujeres alrededor por una noche. Miró a Gracie.

– Escúchame, cariño. Dormirás aquí esta noche y no quiero que te preocupes de nada. Willow vendrá a verte a primera hora de la mañana.

Otra vez, Gracie desplazó su mirada de él a Suzy.

– ¿No tendrás alguna peli porno en casa?

Suzy dirigió a su hijo una mirada desaprobadora, luego enlazó su brazo con el de Gracie.

– Lo que vamos hacer es irnos arriba ahora mismo.

Para su alivio, Gracie fue con ella sin protestar.

Él las siguió al vestíbulo y cogió su sombrero de la percha. Cuando comenzaron a subir las escaleras, él miró a su madre.

– ¿Cuántas copas de vino tomó?

– Tres -contestó Suzy.

¡Tres! Bobby Tom no se lo podía creer. Después de sólo tres copas de vino, ella se había quitado la ropa y le había propuesto mantener relaciones sexuales con ella.

– ¿Mamá? -Se puso el sombrero.

– Si, cariño.

– De ninguna manera la dejes cerca de un pack de cerveza.


*****

La aspirina ardía en el estómago de Gracie y el sol de última hora de la mañana hirió sus ojos cuando se obligó a salir por la puerta trasera de Suzy Denton. La buganvilla crecía en el patio de la casa y la madreselva subía por la valla que cerraba el patio, oculto a medias por un magnolio. El patio era un lugar lleno de colorido: petunias rosas y blancas, geranios y margaritas, que invitaba a tomar el sol. Un aspersor siseaba cerca de una zona de arbustos bajos, y olía a limpio y fresco.

Su anfitriona, con unos pantalones cortos caquis y una camiseta con un loro de brillantes colores estampado en el frente estaba arrodillada en la tierra arrancado malas hierbas. Levantó la mirada y sonrió.

– ¿Se marchó ya la señorita Craig?

Gracie saludó con la cabeza e inmediatamente lamento haber realizado un movimiento tan brusco con la cabeza. Se recuperó y luego caminó lentamente hasta el fondo del patio donde Suzy estaba trabajando.

– Willow quiere volver a contratarme -con mucho cuidado se sentó sobre el último escalón para conversar.

– ¿Oh?

– Pero no como ayudante de producción. Sino como ayudante de Bobby Tom.

– Ah.

– Le dije que me lo pensaría. -Gracie plegó la falda de su apagado traje azul marino alrededor de sus piernas, lo único que tenía para ponerse ya que su maleta seguía en el maletero del Thunderbird. Tragó saliva-. Suzy, no puedo decirte cuanto siento lo que pasó anoche. Después de todo lo que has hecho por mí, deprecié tu hospitalidad y te avergonzé en tu casa. Mi comportamiento fue inaceptable, lo más inaceptable que he hecho en mi vida.

Suzy sonrió.

– Estabas muy alterada, ¿no es cierto?

– No es excusa.

– Ayer tuviste un mal día -dijo Suzy amablemente-. Cualquiera hubiera actuado igual.

– Me rebajé delante de él.

– Está acostubrado, querida. Estoy segura que ya lo ha olvidado.

El orgullo de Gracie se rebeló ante la idea de que ella fuera simplemente otra en la larga lista de mujeres que se habían puesto en ridículo delante de Bobby Tom, pero no podía negar la verdad.

– ¿Siempre ha tenido ese efecto en las mujeres?

– Ha tenido ese efecto en casi todo el mundo. -Suzy tomó un pequeño azadón de la caja que tenía al lado y comenzó a aflojar la tierra en la parte del jardín que estaba arreglando-. De muchas maneras, la vida siempre ha sido fácil para Bobby Tom. Desde niño, fue el mejor deportista y siempre ha sido un excelente estudiante.

Gracie se avergonzó interiormente, recordando la oferta de ayudarle a aprender a leer. Suzy aplastó una ramita de lavanda entre sus dedos y el olor que la envolvió la hizo dejar de pensar esas cosas. Gracie asumió que no le iba a contar nada más y se sorprendió cuando Suzy se limpió la manos y siguió.

– Era popular entre los demás niños. Les gustaba porque no trataba de intimidarles. Incluso en la escuela primaria, las chicas inventaban excusas para venir a casa. Él lo odiaba, claro está, especialmente en cuarto grado; fue cuando realmente hicieron que su vida fuera un desastre. Le enviaban notitas amorosas y lo seguían por el campo de entrenamiento. Los otros niños se burlaron de él sin piedad.

Sostuvo el pequeño azadón entre sus manos y continuó hablando de una manera lenta y medida como si tuviera dificultad para elegir las palabras.

– Terry Jo Driscoll, ahora Terry Jo Baines, pintó un día con tiza un enorme corazón rojo en el camino de nuestra casa donde se leía “Terry Jo ama a Bobby Tom”. Estaba decorándolo con flores cuando llegó él con tres de sus amigos. Cuando Bobby Tom vio lo que ella estaba haciendo, recorrió el patio delantero a toda prisa y se avalanzó sobre ella.

Gracie no había estado en contacto con muchos niños de nueve años, pero podía suponer lo avergonzado que se podía haber sentido.

Suzy siguió arrancando las malas hierbas cerca de unas hermosas flores.

– Si los demás niños no hubieran estado observando, no hubiera pasado nada. Pero a esas alturas ya todos habían visto lo que ella había escrito y empezaron a reirse. Ella comenzó a reirse también y a decirles que Bobby Tom quería besarla. Entonces perdió el control y comenzó a darle puñetazos en el brazo.

– Supongo que esa es una reacción comprensible para un niño de nueve años.

– No para su padre. Hoyt oyó la conmoción y llegó a la puerta justo a tiempo de ver como Bobby Tom la golpeaba. Salió disparado, cogió a Bobby Tom por el cuello y lo abofeteó allí mismo, delante de todos sus amigos. Bobby Tom lo pasó mal, sus amigos también se avergonzaron. Fue la única vez que Hoyt le pegó, pero mi marido pensaba que ningún hombre podía caer tan bajo como para golpear a una mujer y se negó a ser indulgente por el simple hecho de que su hijo tuviera nueve años.

Se sentó sobre sus talones, mirándola preocupada.

– Bobby Tom y su padre tenían una relación muy estrecha y nunca olvidó esa lección. Puede que suene tonto, pero algunas veces creo que le quedó marcado a fuego.

– ¿El qué?

– No te haces una idea de con cuantas mujeres ha salido y dejado estos años. Pero aún así, nunca lo he oído ser maleducado con ninguna de ellas. Ni con sus admiradoras, ni con las casadas o las cazafortunas que lo acosaban. Por lo que yo sé, simplemente guarda las distancias antes de pronunciar una mala palabra. ¿No te parece extraño?

– Ha desarrollado otras estrategias más sofisticadas que la simple rudeza para deshacerse de las mujeres. -Gracie se preguntó si Suzy sabría algo del examen de fútbol.

– Exactamente. Y se ha vuelto tan autómata todos estos años que no estoy segura de si se percata de lo grueso que es el muro que ha creado a su alrededor.

Gracie meditó sobre ello.

– Él es increíble. Sonríe a las mujeres, las halaga escandalosamente, les dice exactamente lo que quieren oír. Hace que cada una de ellas se sienta como una reina. Y luego hace exactamente lo que le da la gana.

Suzy asintió con la cabeza, con una triste expresión.

– En este momento pienso que hubiera sido mejor que Hoyt hubiera visto más allá cuando pasó eso con Terry Jo. Cuando Bobby Tom le dio ese puñetazo, fue solamente una franca declaración de sus sentimientos y nunca había sido un niño cruel, asi que no lo hubiera tomado por costumbre. Lo cierto es que Terry Jo se recuperó. Fue su primera novia seria. -Apretó la boca en una sonrisa sombría-. Lo más irónico de todo es que cuando le mencioné el incidente hace poco, dijo que su padre había hecho lo correcto. No parece saber el precio que pagó a cambio.

Gracie no tenía la certeza de que hubiera pagado nada. Bobby Tom poseía abundante encanto, talento, belleza e inteligencia. ¿No sería cualquiera de esas cosas la que había hecho crecer su ego de tal manera? Él no creía que hubiera ninguna hembra en el planeta lo suficientemente buena para él. Y con toda seguridad no sería una de treinta años de New Grundy, Ohio, con escaso pecho y un pelo horroroso.

Suzy deslizó el pequeño azadón en su caja de plástico verde y se levantó. Por un momento contempló el agradable jardín. El olor a lavanda llenaba de frescura el aire.

– Me encanta trabajar aquí. Es el único lugar donde me siento completamente tranquila. -Pareció sentirse avergonzada, como si acabara de hacer una declaración profundamente personal, que no había deseado hacer.

– Sé que no es asunto mio, Gracie, pero no creo que debas dejar que lo que sucedió influya en tu decisión de aceptar o no el trabajo. -Recogió su caja de herramientas-. Me dijiste que no querías regresar a Ohio, y no tienes otra opción. Bobby Tom está acostumbrado a que las mujeres pierdan la cabeza por él. Estoy segura que lo que pasó anoche significó más para ti que para él -con una sonrisa alentadora, Suzy desapareció dentro.

Gracie sabía que Suzy trataba de confortarla, pero las palabras dolieron, especialmente porque sabía que eran verdad. Ella no significaba nada para Bobby Tom, mientras que él significaba todo para ella. Había perdido la cabeza por él, e incluso yendo más allá, temía haber perdido su corazón.

Cerró los ojos con fuerza ante el sentimiento al que no quería enfrentarse, pero no sirvió de nada. Nunca se mentía a sí misma y no podía empezar ahora. Envolviendo las rodillas con los brazos, aceptó que en algún momento, durante la pasada semana, se había enamorado de Bobby Tom Denton. El que se hubiera enamorado profunda y desesperadamente de un hombre que estaba más allá de su alcance hubiera sido cómico si no fuera tan pero que tan amargo. Esas copas de vino sólo habían aflorado la verdad escondida en su interior desde el momento en que lo había visto.

Lo deseaba. Él era salvaje e imprudente, fuera de lo corriente, más de lo que ella podría ser en toda su vida y lo amaba con toda la pasión que había ocultado en su interior durante tantos años. Como un pajaro que muda sus plumas pensando en ser un cisne hermoso y poderoso, se veía atraída por su belleza. Al mismo tiempo, su confianza en sí mismo y su encanto casual la hacían sentirse frívola y joven otra vez.

Sintió como si hubiera vivido toda una vida en los pasados seis días, y, acercando las rodillas más a su pecho, se forzó a enfrentarse a la cruda verdad. Sus sueños de desarrollar una fascinante carrera en Hollywood, era justo eso, sueños poco prácticos que la hacían desesperarse, tan lejos de la realidad de su vida como el espacio. Había estado luchando contra sí misma y ahora se enfrentaba a la dolorosa realidad: no existía ninguna vida mágica para ella en Hollywood. Ese absurdo trabajo en Windmill no iba a ser el comienzo de una excitante carrera. Eso era una fantasía. Lo que haría, cuando todo eso terminara, sería volver a New Grundy para regresar al asilo. Donde estaba su sitio.