Aunque Gracie rara vez era sarcástica, las tres rubias se colgaban otra vez del brazo de Bobby Tom rompiendo las defensas que había erigido.

– Ciertamente se lo ve apesadumbrado.

– No le importan nada estas rubias tontas y tú lo sabes. Eres tú quien le importa.

– Importar está a mucha distancia de amar. -Observó cómo una de las bellas rubias llevaba una cerveza a sus labios. No sabía que había sido más doloroso: verlo antes con Elvis en brazos o verlo ahora con esas increíbles mujeres-. Me duele demasiado estar con él.

Terry Jo no mostró simpatía.

– Nada que valga la pena se obtiene sin luchar. Pensaba que tenías más agallas, pero me olvidé de que eras yanqui.

– No entiendo por qué estás tan enfadada. Todo el mundo piensa que no soy su tipo.

– Cierto. Pero como Bobby tom ha dicho siempre: “¿Quién entiende los misterios del corazón?”

– ¡Mentía cuando dijo eso! Seguramente sabes que la mayor parte de lo que sale por su boca son trolas.

Terry Jo se mostró enfadada.

– No es cierto. Bobby Tom Denton es una de las personas más sinceras que conozco.

– ¡Ja!

– Para estar tan enamorada de él, te aseguro que lo disimulas bien.

– Que lo ame no significa que sea ciega. -Se alejó-. Tengo que regresar a la mesa.

– No, no tienes que volver. El club de bridge de Susy se hará cargo el resto de la noche. Sal por ahí y pásalo bien. Muéstrale que no puede manipularte como lo está haciendo porque eso es lo que hace y todo el mundo lo sabe.

Como si Terry Jo se lo hubiera ordenado, Ray Bevins, uno de los cámaras de la película, apareció al lado de Gracie.

– Llevo toda la tarde esperando que acabaras para poder bailar contigo, Gracie.

Gracie ignoró la sonrisa alentadora de Terry Jo.

– Lo siento, Ray, pero no me siento con ganas de bailar esta noche.

– Bueno, he oido por ahí que Bobby Tom y tú habeis roto. Da la impresión de que está haciendo lo que puede para darte celos.

– Es justo lo que está haciendo.

– No deberías dejar que hiciera algo así. A todo el equipo le cae bien Bobby Tom, pero supongo que no es un secreto que te apreciamos más a ti. Echamos a suerte quién tendría el placer de bailar contigo de primero y tuve la fortuna de ganar.

Ella le dirigió una sonrisa agradecida.

– Gracias, pero, para ser sinceros, no tengo corazón para hacerlo. -Antes de que Ray o Terry Jo la pudieran presionar, se escabulló entre la multitud. Era bonito saber que algún hombre la encontraba deseable, pero simplemente no tenía fuerzas para ser sociable esa noche.

Se sentó en el asiento de madera de la mesa donde estaban Natalie y Anton con Elvis. Sólo después de tranquilizarse se dio cuenta de que su posición le permitía una buena vista de Bobby Tom en medio de su rebaño de mujeres. Parecía como si tuviera todo el tiempo del mundo, riéndose continuamente y gozando obviamente de que ahora era un hombre libre. Una de las mujeres le daba patatas fritas mientras otra se restregaba contra su brazo. Casi como si pudiera sentir que Gracie lo observaba, levantó la cabeza y la giró, posando la mirada sobre ella. Entrecerró los ojos y por un momento ninguno de los dos se movió. Luego sonrió a una de sus mujeres y mientras Gracie lo observaba, inclinó la cabeza y le dio un beso lento y premeditado.

Si le había querido causar más dolor, no podía haber encontrado mejor manera. Ahuecó la cabeza de la mujer con su mano y mientras hacía más íntimo el beso, Gracie recordó exactamente la manera en que ella lo había sentido. ¡Esa boca es mía!, quiso gritar.

Varios deportistas que reconoció de la cena de la noche anterior lo abordaron y antes de que pasara mucho tiempo, él los entretenía con alguna historia cómica, a juzgar por sus reacciones. Al mismo tiempo, había mantenido sus brazos sobre los hombros de las dos mujeres. Sabía mejor que nadie lo encantador que podía ser y no pasó demasiado tiempo antes de que lo rodeara una pequeña multitud para escucharlo.

– Toolee Chandler me dijo que si compraba diez boletos de la rifa, me tocaría un baile contigo. -Levantó la cabeza con rapidez y vio a Way Sawyer a su lado, con un montón de rifas en la mano.

Ella sonrió.

– Aprecio el apoyo, pero no tengo ganas de bailar.

Él extendió la mano y la puso de pie.

– Vamos, Gracie. Pareces un perro apaleado.

– No disimulo bien mis sentimientos.

– Eso no es precisamente nada nuevo. -Way rodeó sus hombros con un brazo y para su sorpresa, le plantó un beso en la boca. Se asombró tanto que se quedó sin habla.

– Eso -dijo él sonriendo ampliamente- va a poner a Bobby Tom a cien.

Imponiéndose firmemente, la arrastró a la pista de baile. El grupo tocaba una balada, y la acercó a su pecho, donde se sintió tan cómoda que quiso cerrar los ojos y descansar la cabeza.

– Eres un buen hombre -dijo ella-. Siempre lo supe.

– ¿Incluso antes de que hiciera el anuncio de que no trasladaría Tecnologías Rosa?

– Nunca pensé que cerrarías. Todo lo que tenían que haber hecho era mirarte.

Su pecho retumbó con una risa ahogada. Bailaron un rato en silencio, y luego ella sintió la imperceptible tensión de sus músculos. Siguió la dirección de su mirada fija y vio pasar a Suzy, bailando con Buddy Baines. Ella le devolvía la mirada pareciendo tan triste como él.

– Bobby Tom no está siendo deliberadamente cruel, ya lo sabes -dijo ella suavemente-. Es muy protector con ella. Pero tarde o temprano entrará en razón.

– Tienes una visión muy optimista de la naturaleza humana. -Los condujo a otra parte de la pista de baile cambiando de tema al mismo tiempo-. La gente va a sentir que te vayas. Has hecho más por este pueblo en el poco tiempo que has estado aquí que la mayoría de ellos en toda su vida.

Ella estaba realmente asombrada.

– No he hecho nada.

– ¿Ah, no? Deja entonces que te explique lo que yo veo. Has creado un grupo de voluntarios para mejorar Arbor Hills además de establecer diversos programas de actividades. Fue idea tuya crear una centro social para gente de la tercera edad. He oído que has pasado mucho tiempo visitando a algunas personas que no tienen familia. Para mi, todo eso vale bastante más que ganar partidos de fútbol.

Ella comenzó a protestar. Bobby Tom ayudaba a los demás de incontables maneras, aparte de su tiempo y su dinero. Pero en ese momento se detuvo. El Sr. Sawyer no estaba hablando de Bobby Tom; Hablaba de ella. Y estaba en lo cierto.

¿Cuándo se acostumbraría a ver que su talento podía ser tan importante como cualquier otro? ¿Ocuparse de la gente mayor tenía menos valor que rezumar encanto y belleza? Se sintió extrañamente desorientada. Era como si se abriera una puerta que ni siquiera sabía que existiera, mostrándole una nueva imagen de sí misma, una imagen libre de las cortapisas emocionales que había cargado toda su vida. Tenía amigos, gente que se preocupaba por ella y vivía su vida según sus reglas doradas.

Pero se había conformado con muy poco. Desde el día que había conocido a Bobby Tom, se había sentido afortunada por las pequeñas migajas de afecto que él se había dignado a brindarle. Pero no debería de haber sido así. Era digna de algo más que las sobras emocionales de otra persona.

Terminó la canción y una terrible tristeza cayó sobre ella. No había nada malo en ella. Era de las mejores personas que conocía y más que digna del amor del Bobby Tom Denton. Pero él nunca lo entendería así, nunca entendería lo que estaba rechazando.


*****

Bobby Tom le pasó los trofeos sexuales a un par de jugadores de los Phoenix Suns para poder hablar con su madre.

– Creo que has reservado este baile para mí.

– Estoy segura que en algún sitio tengo mi carnet de baile. -Suzy sonrió cuando él tomó su mano y caminaron juntos hacia la pista de madera.

Ambos eran buenos bailarines -él había aprendido de ella- y durante un rato se movieron sin hablar con el ritmo de un pasodoble, pero él no estaba disfrutando como haría normalmente. Gracie no había dejado de bailar con uno u otro desde que Way Sawyer la había besado. Rechinó los dientes ante el recuerdo.

Aunque era difícil, se obligó a sí mismo a ocultar su infelicidad por el momento y hacer lo que debería haber hecho tan pronto recapacitó sobre lo sucedido en San Antonio, lo que tenía que haber hecho la noche anterior al ver como se miraban su madre y Sawyer en el club de campo.

– Mamá, tenemos que hablar de lo que te ocurre y esta vez no te vas a ir por la tangente con jardinería y folletos de cruceros.

Su espalda se envaró bajo su mano.

– No hay nada de que hablar.

– Ya sabes que yo también lo echo de menos, ¿no?

– Lo sé. Te quería mucho.

– Era un padre genial.

Ella levantó una ceja mientras lo miraba.

– ¿Te das cuenta de que a tu edad ya tenía un hijo de catorce años?

– Uhmm.

Frunció el ceño arrugando la frente.

– ¿Qué os pasó a Gracie y a ti? ¿Por qué has venido con esas espantosas mujeres esta noche?

– No pasó nada. Sabes que eso del compromiso era falso, así que no actúes como si nos fuéramos a divorciar o cualquier tragedia de ese tipo.

– Me acostumbré a pensar en vosotros como en una pareja. Supongo que empezaba a creer que te casabas de verdad.

Él dio un bufido para ocultar su incomodidad.

– Mamá, honestamente, ¿puedes imaginarnos a Gracie y a mí casados?

– Oh, sí, con mucha facilidad. Admito que no al principio, pero en cuanto conocí bien a Gracie, pensé que era perfecta para ti, especialmente cuando vi lo feliz que te hacía.

– Eso no era felicidad. Sólo me reía de ella, eso es todo, la mitad del tiempo es realmente ridícula.

Ella lo miró, lentamente negó con la cabeza, luego descansó la mejilla contra su pecho un momento.

– Me preocupas, cielito. Mucho.

– Bueno, como tú también me preocupas a mi, estamos empatados. -Vio como al otro lado de la pista Gracie se deslizaba con Dan Calebow. Su ex-entrenador parecía estar pasándolo muy bien. La esposa de Dan, Phoebe, bailaba con Luther Baines, que se esforzaba por no mirarle el escote-. Mamá, tenemos que hablar de lo que pasa contigo y con Sawyer.

– Su nombre es Wayland. Y no hay nada de lo que hablar.

– Eso no es lo que él dice.

Sus ojos brillaron intensamente.

– ¿Habló contigo? No estuvo bien que lo hiciera.

– Quiere que haga de Cupido y os junte a los dos.

– No me puedo creer que haya hablado contigo.

– Y los dos somos bastante violentos, asi que no fue precisamente una de las conversaciones más agradable que he tenido. Bueno, como no soy yo quien está enamorado de él supongo que no tiene demasiada importacia.

Él esperó que negara lo que acababa de decir. Pensó que frunciría el ceño y se indignaría, pero, en vez de eso volvió la cara.

– No estuvo bien que te involucrara.

Su madre amaba a otra persona. Cuando asumió la idea, esperaba un ramalazo de cólera, pero, para su sorpresa no pasó lo que había pensado.

Él trató de buscar las palabras cuidadosamente.

– ¿Qué hubiera pasado si fueras tú quien hubiera muerto, mamá? Y si cuatro años después de tu muerte, papá encontrase a alguien que le importara lo suficiente, alguien que haría que no se sintiera solo todo el tiempo. -Después de evitar la conversación durante tanto tiempo, de alguna manera era el momento para hablar de ello, y tuvo la extraña sensación de que Gracie lo impulsaba-. ¿Que pasaría si a él le hubiera ocurrido lo mismo y apartara a esa persona de su vida por lo que sentía por ti? ¿Qué te gustaría que le dijera?

– No es lo mismo.

Él captó la agitación en su voz y supo que la estaba alterado, pero continuó.

– ¿No? Es exactamente lo mismo.

– ¡No sabes lo que diría! No lo entiendes.

– Eso es cierto. Sólo imagino lo que él diría, eso es todo. Supongo que querrías que le dijera que estuviera solo el resto de su vida. Para que hiciera lo que estás haciendo tú, darle la espalda a esa otra persona y preocupándote de ponerle velas durante el resto de tu vida.

– ¡No entiendo por qué me estás presionando así! Ni siquiera te gusta Wayland, me lo dijiste.

– No, no me gusta, pero te diré una cosa, sin duda alguna respeto a ese hijo de puta.

– No seas vulgar -dijo ella automáticamente. Y luego lo miró con los ojos llenos de lágrimas-. Bobby Tom, no puedo. Tu padre y yo…

– Se lo que sentíais el uno por el otro, mamá. Os veía todos los días. Tal vez por eso no tenga ni he tenido demasiado interés en casarme. Porque siempre he querido lo mismo.

Por el rabillo del ojo, vio a Gracie bailando y en ese momento exacto, supo que lo que sus padres habían tenido todos esos años estaba al alcance de su mano. Jesús. Con su madre entre sus brazos y sintiendo la presencia de su padre, supo en lo más profundo que la misma intimidad lo esperaba al otro lado de la pista de baile. La amaba. Saberlo hizo flaquear sus rodillas. Amaba a Gracie Snow, con sus ropas horrorosas, sus modales autoritarios y todo lo demás. Era su diversión, su conciencia, el reflejo de su alma. Era su descanso. ¿Por qué no se había dado cuenta hacía semanas?