Llevaba tanto tiempo pensando en cómo debía ser su vida que se había cegado a sus necesidades reales. La había comparado con los trofeos sexuales y había dado por perdedora a Gracie porque no tenía pechos grandes. Había ignorado el hecho inegable de que las mujeres que iban a fiestas y que sólo pensaban en su apariencia le aburrían desde hacía años. Había pasado por alto que los ojos grises de Gracie y sus rizos rebeldes le hacían la boca agua. ¿Por qué se había aferrado tan tenazmente a la idea de que esos trofeos sexuales eran lo que quería? Gracie tenía razón. A su edad, debería saber qué era lo que necesitaba en la vida desde hacía mucho tiempo. En vez de eso, había seguido juzgando a las mujeres con el baremo que tenía cuando era un adolescente con las hormonas a flor de piel; se sentía avengonzado. La belleza de Gracie lo satisfacía desde el principio. Era real y profunda, se alimentaba de su innata bondad. Era el tipo de belleza que se nutría del alma y que seguiría teniendo cuando fuera una viejecita.
Amaba a Gracie Snow e iba a casarse con ella. ¡Iba a casarse con ella de verdad, maldita sea! Quería pasar el resto de su vida con ella para llenar su vientre de bebés y su casa de amor. En lugar de asustarle, la idea de pasar el resto de su vida con ella le hizo sentir tal alegría que sintió como si fuera a levitar sobre la pista de baile. Quiso arrancarla de los brazos de Dan Calebow en ese mismo momento y decirle que la amaba. Quería que se derritiera delante de sus ojos. Pero no podía hacer nada de eso hasta haber arreglado las cosas con su madre.
Miró a Suzy. Sentía una opresión en el pecho y su voz no sonó normal.
– Esta vez he actuado como si mi aversión por Way fuera algo personal, pero lo cierto es que me habría comportado igual fuera quien fuera. Creo que una parte de mi le gustaría encerrarte y que llevaras luto por papá el resto de tu vida sólo porque era mi padre y lo amaba.
– Oh, cariño…
– Mamá, escúchame. -La miró con urgencia-. Hay una cosa tan segura como que me llamo Bobby Tom. Papá nunca hubiera querido que hicieras eso y no habría querido que sufrieras de la manera en que sufres, ni en un millón de años. Vuestro amor fue grande y hermoso, pero dándole la espalda al futuro, lo estás haciendo parecer mezquino.
Él oyó como jadeaba.
– ¿Eso es lo que piensas que estoy haciendo?
– Sí.
– No tenía intención -dijo ella débilmente.
– Eso ya lo sé. ¿Tus sentimientos por Sawyer cambiarán lo que sientes por papá?
– Oh, no. Nunca.
– ¿Entonces no piensas que ya es hora de reunir el valor suficiente para seguir adelante?
Él casi pudo ver cómo mejoraba su estado de ánimo.
– Sí. Sí, pienso que sí. -Por un momento ella no hizo nada y luego lo abrazó fuertemente.
Él echó un vistazo alrededor y cambió su situación en la pista de baile. Ella apretó su hombro.
– Eres el hijo más maravilloso que cualquier mujer podría tener.
– Veamos si todavía dices eso después de la vergüenza que te voy a hacer pasar. -Soltando su mano, extendió la suya para golpear ligeramente a Way en el hombro mientras bailaba. El hombre de más edad se paró y lo miró inquisitivamente.
Bobby Tom habló:
– ¿Vas a acaparar a la Sra. Baines toda la noche, Sawyer? Ella y yo tenemos algunas cosas de las que hablar, ¿no es cierto, Sra. Baines? ¿Cambiamos de pareja?
Way pareció tan atónito que, por un momento, Bobby Tom pensó que iba a dejar pasar tan excelente oportunidad. Pero rápidamente se recuperó y casi atropelló a la pobre Judy Baines en su ansia por poner las manos sobre Suzy.
Poco antes de que ella se deslizara entre sus brazos, la mirada de Sawyer encontró la suya y Bobby Tom no podía recordar haber visto tanta gratitud en los ojos de otro hombre. Suzy, mientras tanto, mostraba en su expresión una mezcla de excitación y terror.
Bobby Tom tomó la mano de la Sra. Baines. Darse cuenta de que amaba a Gracie había dado la vuelta a su mundo y, para su asombro, comenzó a pasarlo bien. Le dirigió a Sawyer su más severa mirada de reojo.
– Mi madre es un miembro respetable de la comunidad, así que espero que te portes bien con ella. Y no te tomes demasiadas libertades, porque si tengo noticias de cualquier paso en falso antes de la boda, te haré pasar un mal rato.
Way echó la cabeza para atrás y se rió. Al mismo tiempo, rodeó con el brazo los hombros de Suzy y se la llevó por la pista de baile.
Judy Baines estiró el cuello para ver cómo desaparecían. Miró a Bobby Tom y chasqueó.
– Creo que se han ido detrás del granero.
– Con toda seguridad para meterse mano.
– ¿Y no vas a hacer nada?
– Entregar a la novia, Sra. Baines, y esperar lo mejor.
Way y Suzy no podían dejar de besarse. La empujó contra el lateral del granero, sacando la blusa blanca fuera de la falda y metiendo la mano debajo. Ambos respiraban con dificultad; la absurda advertencia de Bobby Tom los había dejado con la frívola sensación de que se estaban ocultando.
– Te amo, Suzy. Llevo toda la vida esperándote.
– Oh, Way…
– Dilo, cariño. Dímelo. Necesito oír las palabras.
– Yo también te amo. Ya lo sabes. Llevo amándote mucho tiempo. Y te necesito muchísimo.
Way la besó otra vez, luego hizo la pregunta que flotaba en el aire.
– ¿Qué pasa con Hoyt? Sé cuánto significaba tu matrimonio.
Ella bajó la mano de su nuca para ahuecar su mandíbula.
– Siempre lo amaré, lo sabes, pero Bobby Tom me hizo entender algo esta noche que debería haber sabido hace mucho tiempo. Hoyt querría esto para mí. Te querría para mi. Supongo que siempre creeré que esta noche de alguna manera nos dio su bendición a través de su hijo.
Way acarició su mejilla.
– Esto ha sido duro para Bobby Tom. Sé lo que sentía por su padre. -Por primera vez desde que había comenzado a besarla, pareció preocupado-. No es ningún secreto que a tu hijo no le gusto, Suzy, pero te prometo que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que cambie de parecer.
Ella sonrió.
– Le gustas bastante; Sólo que aún no lo sabe. Créeme, vais a llevaros muy bien. Nunca me hubiera dado vía libre si no hubiera tomado una decisión sobre eso.
Él pareció relajarse, luego empezó a mordisquear su labio inferior. Al mismo tiempo, su pulgar encontró su pezón.
– Cariño, tenemos que irnos de aquí.
Ella se echó hacia atrás y le dirigió una amplia sonrisa traviesa.
– Bobby Tom dijo que se suponía que me tratarías respetuosamente.
– Lo haré. Primero te desnudaré y luego ya verás lo respetuosamente que te trato.
Ella fingió considerar la idea.
– No sé si deberíamos. Me pareció terriblemente intimidante.
Él gimió.
– Podría llevar un par de semanas que tengamos todo preparado para la boda y no puedo esperar tanto para tocarte. Tu hijo deberá respetar perfectamente las necesidades de sus mayores.
– No podría estar más de acuerdo.
Way la besó otra vez. Cuando finalmente se fueron, echó la cabeza para atrás y se rió. El mayor matón del instituto de Telarosa había ganado por fin el corazón de la chica más bonita del segundo curso.
Cuando Bobby Tom subió al escenario para premiar a los ganadores del torneo de golf, estaba medio mareado de lo bien que se sentía. Amar y sentirse realizado en la vida llenaba más que el fútbol y acababa de decidir exactamente cómo iba a ocuparse de que Gracie supiera cuánto habían cambiado las cosas. Haciendo uno de sus gestos grandilocuentes de siempre, tenía intención de hacer a su futura esposa una propuesta de matrimonio que nunca olvidaría.
Gracie, mientras tanto, contaba los minutos para que esa horrible noche acabara. Trataba de encontrar algún tipo de paz al saber que ya nunca se contentaría con menos de lo que merecía, pero nada podía aliviar su angustia.
Terry Jo se había negado a efectuar el sorteo de la rifa de la colcha, así que tuvo que subir al palco, pero se mantuvo tan lejos de Bobby Tom como pudo. Mientras Luther agradecía a todos los deportistas su participación, ella miró a la multitud. Vio a Willow y el resto del equipo de Luna sangrienta. Elvis se había quedado dormido en brazos de Natalie, Buddy y Terry Jo estaban con Jim Biederot, viejo compañero de equipo de Bobby Tom, y los Calebow.
Gran parte de los amigos de Bobby Tom habían bailado con ella esa noche y a la mayor parte de ellos les había hecho gracia su ignorancia en vez de molestarlos. Desafortunadamente, de alguna manera habían descubierto que era ella quien había roto con Bobby Tom en vez de al revés. Si fueran mujeres habrían sentido simpatía al oír que a su amiga la habían dejado, pero los amigos de Bobby Tom parecían pensar que era increíblemente gracioso y supo que se habían estado metiendo con él toda la noche. Sabía lo que este tipo de golpe haría en su orgullo y una vaga sensación de aprensión envolvió su dolor.
Luther recogió la pecera de cristal que contenía los resguardos de los boletos de la rifa que se habían vendido antes y la llamó por señas para que se acercase.
– Antes de que Bobby Tom agradezca su asistencia esta noche, vamos a sortear la hermosa colcha que han hecho en Arbor Hills. La mayoría de vosotros conoceis a Gracie Snow. Seguro que la echaremos de menos después de que se vaya y vamos a agradecerle con un gran aplauso todo el arduo trabajo que ha realizado.
Sonó un gran aplauso, acompañado por algunos fuertes silbidos. Ella metió la mano en la pecera para sacar el ganador.
– Número Uno Tres Siete.
El boleto, previsiblemente, era uno de los que los miembros del equipo de rodaje habían comprado para Elvis, que se despertó cuando su madre se adelantó. Gracie entregó la colcha a Natalie y le dio un abrazo y un beso al bebé, dándose cuenta cuando lo hizo cuánto iba a echar de menos al risueño bebé. Con la tarea realizada, se adelantó para bajar del estrado sólo para descubrir que Luther le cerraba el paso.
Bobby Tom se acercó al micrófono y lanzó uno de esos monólogos que habían hecho sentir orgulloso a un cómico. Mientras se burlaba de las partidas de golf que habían realizado sus amigos y de su escasa puntuación, ella pensó que nunca lo había visto tan divertido. Sus ojos resplandecían de felicidad y su amplia sonrisa podría hacer sombra a un modelo de pasta dentrífica. Tuvo el deprimente pensamiento de que él había encontrado la mejor manera de probar a todo el mundo que no tenía el corazón roto.
Terminó de presentar a los ganadores y ella esperaba que se apartara del micrófono para poder escabullirse. En vez de alejarse, la miró a ella.
– Antes de que comenzamos de nuevo el baile, tengo un anuncio más que hacer…
Un estremecimiento escalofriante se deslizó por su columna.
– Alguno de vosotros puede haber oído que Gracie y yo hemos roto nuestro compromiso. Tambien puede que hayais oído que no está precisamente loca por mí en este momento. -Una y otra vez su boca se curvaba en una amplia sonrisa tan cautivadora que era imposible imaginar que ni siquiera la persona más irrazonable del mundo pudiera contrariarle.
Ella rezó para que se detuviera. Ella no podía abandonar la idea de que él estaba, de alguna manera, mostrando su sufrimiento personal para que toda esa gente lo viera, pero él continuaba hablando.
– La cosa es que hay compromisos y compromisos y no niego que Gracie y yo estábamos comprometidos por estar comprometidos. Pero es el momento de hacer las cosas bien. Trae a Gracie para acá, Luther, porque está aún algo disgustada conmigo y dudo que venga ella sola.
Jamás le perdonaría eso, pensó ella, cuando Luther rió con evidente satisfacción y la empujó hacia delante. Ella miró a Terry Jo, a Natalie y a Toolee Chandler todas paradas entre la multitud, pidiéndoles con la mirada que la ayudaran, pero no hacían más que sonreír. Los amigos de Bobby Tom parecían disfrutar también.
Él la rodeó con el brazo y bajó la mirada hacia su rostro crispado.
– Gracie, aquí, delante de Dios, de mi gente y de todas esas ratas de gimnasio que llamo amigos, te pido que me hagas el honor de convertirte en mi esposa. -Puso la palma de la mano en el micrófono para murmurar por lo bajo-: Te amo, cariño, y esta vez es de verdad.
Un horrible estremecimiento la invadió. Nunca imaginó que nada pudiera hacer tanto daño. La gente se reía y aplaudía. Esta era su gente, con la que había crecido, eran sus amigos y él no podía tolerar que lo vieran como a un perdedor. Había mentido al decirle que la amaba. Mentir era fácil para él y para salvar su reputación, estaba dispuesto a destruirla.
Sus palabras suaves y entrecortadas eran sólo para sus oídos.
– No puedo casarme contigo, Bobby Tom. Me merezco algo mejor.
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