– Me preocupa que te enamores de otro donjuán sin escrúpulos -insistió Gwyneth.

– Te aseguro que Logan no es ningún donjuán sin escrúpulos -contestó Lily buscando las fotografías.

No quería ni plantearse la posibilidad de enamorarse de él y, mucho menos, le apetecía hablar de ello con sus hermanas.

– No has hecho ninguna broma ni te has mofado de la posibilidad -comentó Gwyneth.

– ¿Qué posibilidad?

– De la de que te enamores de él.

– Pero si sólo llevamos juntos un par de días.

– ¿Y qué? Mírame a los ojos y dime que no te estás enamorando de él.

Maldición.

– Madre mía -comentó Gwyneth sentándose en la mesa de su hermana-. Quiero saberlo absolutamente todo sobre él.

– Gwyneth, tengo que encontrar las fotografías que había elegido. Sin no las encuentro, no voy a poder encargar los folletos y perderíamos el dinero de la reserva. Como contable de la empresa, no creo que eso te hiciera ninguna gracia.

– Por una vez, el dinero no me interesa. Quiero saberlo todo sobre ese hombre, así que empieza a hablar.

Logan se despertó, vio que estaba solo y tuvo que fastidiarse. Por lo visto, Lily había decidido irse. Se dijo que no pasaba nada, que Lily tenía que trabajar, como él en unos cuantos días.

Así que se levantó, se duchó y salió a las pistas. Hacía un día maravilloso y pasó varias horas esquiando antes de parar en la cafetería a tomarse algo caliente. Estaba sentado en la terraza cuando llegó Lily y se sentó a su lado.

– ¿Por qué has salido corriendo esta mañana?

– No he salido corriendo, es que tenía que trabajar -contestó Lily.

– ¿Y ya has hecho todo lo que tenías que hacer?

– No del todo, pero tengo unas cuantas horas para estar contigo -sonrió.

Logan le acarició la mejilla y sonrió también.

– ¿Y qué hacemos aquí? Vámonos inmediatamente a mi habitación.

Aquello hizo reír a Lily.

– A mí se me había ocurrido otra cosa.

– ¿Qué tienes en mente?

– ¿Asustado?

– ¿Deberías estarlo?

– No se me ocurre nada que pudiera asustarte.

– Te equivocas. Ayer, por ejemplo, me asusté cuando te vi bajar por aquel precipicio.

Lily dejó de sonreír.

– Perdón, ya sé que yo también lo hago, pero es que… cuando te veo a ti… no puedo evitarlo…

– Te preocupas por mí.

– Por supuesto que sí -admitió Logan acariciándole la mejilla de nuevo-. Más de lo que debería.

Lily no contestó, pero le tomó la mano y se la apretó.

– Venga, vamos -dijo acto seguido poniéndose en pie.

– ¿Adonde?

– Ya lo verás. Es una sorpresa.

Tras un breve trayecto en coche a través del bosque que había detrás del hotel, llegaron a una pequeña cabaña de madera.

– ¡Mary! -gritó Lily al bajarse del coche.

De la cabaña salió una mujer que sonrió encantada y, tras las presentaciones, los condujo hacia unos cheniles donde había un montón de perros de raza husky y malumate.

– ¿Has montado en trineo alguna vez? -sonrió Lily emocionada.

– No -contestó Logan.

– ¡Te va a encantar!

Un rato después, acomodado en el trineo detrás de Lily, agarrado a su cintura, Logan pensó que, efectivamente, aquello le estaba encantando.

Mientras Lily guiaba a los perros con destreza, él se las ingenió para deslizar las manos bajo la ropa y comenzar a acariciarle los pechos. Al instante, sintió cómo los pezones de Lily se endurecían.

Lily echó la espalda hacia atrás y descansó la cabeza en el hombro de Logan, que disfrutaba del paisaje y de la experiencia sin olvidarse de acariciarla.

Sí, era obvio que Lily lo deseaba tan desesperadamente como él a ella. Aquel paseo iba a ser realmente interesante.

Los perros corrían a toda velocidad y el trineo se deslizaba sobre la nieve, Lily reía sin parar.

– ¿Esto tiene frenos? -preguntó Logan.

– ¿Para qué quieres frenos?

Iban tan deprisa que Logan sintió que el corazón se le subía a la garganta y se abrazó a Lily con fuerza, lo que no hizo sino que Lily se riera todavía más.

Al cabo de un rato, Logan también se estaba riendo.

En aquel estado de hilaridad, llegaron a un pequeño lago cuya superficie estaba cubierta de hielo. En el extremo norte, había una cascada de agua congelada.

Era como si fueran los únicos habitantes del planeta.

Cuando Lily dirigió el trineo al centro del lago, Logan sintió miedo.

– ¿Te importaría que admiráramos el paisaje desde la orilla?

– ¿Por qué? ¿No estás bien? -se burló Lily.

– Ahora, sí -contestó Logan metiéndole las manos por dentro de la sudadera e intentando tranquilizarse-. ¿Y tú? ¿Estás bien?

– Cuando me tocas, no puedo pensar -contestó Lily.

– En estos momentos, no necesitas pensar para nada. Limítate a sentir.

Lily volvió a poner a los perros en marcha y, mientras disfrutaba del paseo, Logan siguió acariciándola.

– Oh, Dios mío -suspiró Lily cuando Logan deslizó sus manos por dentro de su pantalón.

– Lily, ten cuidado con el árbol.

Lily asintió.

– ¿Estás entrando en calor? -le preguntó Logan sintiendo su humedad.

– Me parece que no voy a volver a tener frío jamás -consiguió contestar con voz trémula.

Con una mano entre las piernas de Lily y la otra por dentro de la sudadera, desesperado por poseerla, Logan miró a su alrededor en busca de un sitio donde parar.

Lily se rió y volvió a la cabaña, donde los estaba esperando Mary, de la que se despidió con un gran abrazo.

– Tú ya estabas dispuesto a que hiciéramos algo ahí fuera, ¿eh? -bromeó Lily una vez a solas de nuevo.

– A mí me parece que ya hemos hecho algo -contestó Logan.

– Me refería a pasar a mayores -sonrió Lily.

Logan sonrió con picardía.

– ¿Tu habitación o la mía?

Al final, fue la habitación de Logan.

Nada más llegar, Logan desnudó a Lily y se desnudó él también. Aunque Lily intentó tocarlo, la llevó hasta la ducha.

Lily lo deseaba desesperadamente y, mientras Logan la enjabonaba, le pasaba el grifo del agua caliente por encima y le iba diciendo al oído todo lo que le iba a hacer cuando hubiera recuperado la temperatura y estuviera caliente, su excitación alcanzó cotas insospechadas.

– Ya estoy caliente -declaró Lily deslizando los dedos hasta su erección.

– Entonces, ven aquí -contestó Logan estremeciéndose.

A continuación, la apoyó contra la pared y la penetró, preparando el camino para lo que llegaría a continuación.

Tras ducharse, se fueron a la cama, donde con sumo cuidado y dedicación ambos se dieron placer y se hicieron llegar al orgasmo en repetidas ocasiones.

Y, aun así, no fue suficiente.

Una hora después, sintiéndose como una colegiala haciendo pellas, Lily salió de la habitación de Logan y volvió a su despacho.

Por lo menos, había conseguido deshacerse de la tensión gracias a los orgasmos.

«Gracias, Logan».

Al llegar a su despacho, se encontró con que Debbie estaba esperándola pintándose las uñas.

– Mira quién anda por aquí -comentó su tía.

Carrie le llevó un montón de documentos que tenía que mirar y Lily le preguntó si había encontrado las fotografías para el anuncio, pero su secretaria le dijo que no.

– No me extraña que pierdas las cosas, con esa mesa que tienes… -comentó Debbie señalando su mesa.

– ¿Has venido a mi despacho por alguna razón en especial? -le preguntó Lily.

– Sí, para ofrecerte mi ayuda.

– No me hagas reír.

– Lo digo en serio. Quiero ayudar.

– Muy bien. Si quieres ayudar, ayúdame a buscar las fotografías.

– Eso está hecho.

Pero no las encontraron por ninguna parte. Maldición. Volver a hacerlas les iba a hacer perder mucho tiempo y dinero. Si no las tenían listas para la fecha en la que tenían que entregárselas a la imprenta para hacer los folletos, iban a perder clientes para la próxima temporada.

– ¿Qué buscáis? -preguntó Gwyneth entrando en el despacho de su hermana y apoyándose en su mesa.

A continuación, le desabrochó un botón de la blusa y se lo volvió a abrochar bien.

– Veo que te has vestido a toda velocidad. Supongo que será porque has estado con el donjuán.

– ¿Celosa?

– Viendo lo radiante que vienes, la verdad es que un poco.

– Me alegro. Por cierto, ya te dije el otro día que no es ningún donjuán.

– Veo que sigues defendiéndolo, hermanita, y ahora sí que voy a empezar a preocuparme. Por cierto, no hace falta que sigas buscando las fotografías perdidas porque se nos ha pasado el plazo de entrega. Para que lo sepas, no saldremos en ninguna revista de California la próxima temporada.

– Te aseguro que tenía las fotografías seleccionadas y los anuncios terminados. Tienen que estar por aquí.

– Si te vas a sentir mejor, sigue buscando hasta que las encuentres, pero ya no sirve de nada.

– Lo que me haría sentir mejor es perderte de vista.

Cuando Gwyneth se fue, Lily se puso a trabajar. Si la temporada siguiente su hotel no iba a poder anunciarse en las revistas, iba a tener que trabajar más para llegar a los clientes.

Aquello estaba empezando a pasar de castaño oscuro. Ya no se trataba de una broma inocente sino de algo que podía redundar en una pérdida de beneficios.

Lily tenía muy claro que todo aquello no eran coincidencias. Era obvio que había una persona que la estaba boicoteando.

Lily se concentró en el trabajo porque había quedado con Logan para verse aquella noche para dar un paseo.

Cuando llegó la hora, se cambió de ropa y fue a su encuentro. Cuando lo vio esperándola apoyado en un árbol con aquel cuerpo maravilloso, sintió que el cansancio se desvanecía y era reemplazado por una excitación sensual sin medida y un calorcito muy agradable en el corazón.

Sí, al final Gwyneth iba a tener razón.

Se estaba enamorando de aquel hombre.

Capítulo Doce

Lily y Logan dieron un paseo al filo de la medianoche bajo la luz de la luna llena. Logan se sintió de nuevo como si fueran los únicos habitantes del mundo.

– ¿Te apetece que subamos allí? -le preguntó Lily indicando un montículo situado en la zona este del hotel-. Desde lo alto hay una vista espectacular.

Logan miró hacia arriba y comprobó que para subir había que trepar por rocas cubiertas de hielo.

– No, parece un poco peligroso. Si nos resbalamos, nos caeríamos por el precipicio -contestó.

– No es tan peligroso como parece. Si lo fuera, no te lo propondría -sonrió Lily-. ¿Ahora va a resultar que eres un gallina?

Logan jamás se había echado atrás ante ningún desafío, pero con aquella mujer le pasaba algo. Quería protegerla, lo que era una locura porque era obvio que Lily no necesitaba que nadie la protegiera.

¿Sería que se estaba enamorando de ella?

Sí, definitivamente, era eso.

Tras aceptar el desafío y subir por la escarpada pendiente, Logan y Lily llegaron con la respiración entrecortada arriba, pero, al girarse, Logan comprobó que, efectivamente, Lily tenía razón.

Desde allí había una vista maravillosa.

– Qué preciosidad -suspiró sinceramente.

– ¿A que sí? -contestó Lily.

– Me refería a ti -comentó Logan mirándola intensamente.

– ¿Quieres que me derrita? -sonrió Lily acariciándole la mejilla.

Logan la tomó entre sus brazos con la intención de darle un solo beso, pero pronto comprobó que era imposible dar un solo beso a Lily. En breves instantes estaban abrazándose y tocándose, jadeando los dos, presas del deseo.

Lily lo tomó de la mano y juntos se deslizaron ladera abajo corriendo hacia su habitación a dar rienda suelta a su excitación.

Tras hacerlo y llegar ambos al orgasmo de manera explosiva, se quedaron tumbados en la cama charlando.

– Tienes un cuerpo tan espectacular que no puedo parar de pensar en ti -comentó Lily.

– Si me estás proponiendo un segundo asalto, necesito un par de minutos para reponerme -contestó Logan.

– En realidad… me estaba preguntando…

– ¿Sí? -la animó Logan al verla dudar, algo muy raro en ella.

– Me estaba preguntando por qué tengo la sensación de que siempre estás pendiente de mí, de que quieres cuidarme, de que te preocupas por mí.

– ¿Sí fuera así te molestaría?

– No es que me moleste, en absoluto, pero me pregunto por qué te tomas tantas molestias si te vas a ir en un par de días. Admito que contigo estoy teniendo algo especial y me pregunto por qué pones tanto empeño en encandilarme.

Logan se dio cuenta de que Lily estaba angustiada y comprendió que no era él el único que estaba intentando que aquello no fuera a mayores. Lily se estaba enamorando de él y estaba asustada.

Logan la tomó entre sus brazos y la abrazó con ternura.