Lily dio un paso atrás invitándolo a entrar y suspiró exasperada cuando sonó el teléfono.
– Perdóname un momento.
El salón era pequeño, pero acogedor, tenía un sofá lleno de cojines frente a la chimenea, fotografías de paisajes en las paredes, una pequeña cocina roja y blanca en un lado y una puerta.
¿Su dormitorio?
Lily se paseaba con el teléfono en el oído.
– Sí, Gwyneth, he cerrado con cerrojo las cajas de los osos -dijo exasperada-. Vaya, qué mona la tía Debbie por preocuparse. Sí, sí… Mira, ¿por qué no te vas a dormir ya? -se despidió colgando.
– Tienes un apartamento muy bonito -comentó Logan intentando que Lily se relajara.
– Gracias -sonrió Lily-. Lo cierto es que se me ha pasado por las cabeza muchas veces comprarme algo en la ciudad, pero al final me he quedado aquí. Soy la única que vive aquí a jornada completa desde que mi abuela murió el año pasado.
Logan se percató de que lo decía con dolor.
– ¿Estabais muy unidas?
– Sí -admitió Lily-. Maldita sea -añadió cuando sonó su busca.
– ¿Algún problema? -dijo Logan mientras Lily leía el mensaje.
– No -contestó Lily dejando el aparato sobre la encimera de la cocina-. ¿Y tu familia? No me has hablado de tu madre antes.
– Nos abandonó cuando yo era muy pequeño y casi no me acuerdo de ella.
– Y, siendo tú el mayor, seguro que tuviste que encargarte de tus hermanos.
– Sí, me llamaban «mamá» para hacerme rabiar.
Lily sonrió y se acercó a la chimenea, frente a la que se arrodilló para echar unos cuantos leños.
– ¿Quieres beber algo? -le preguntó a Logan al ponerse de nuevo en pie.
– No, gracias -contestó Logan dándose cuenta de que Lily se masajeaba el cuello-. ¿Estás preparada?
– ¿Para qué?
Logan se fijó que sobre la chimenea de piedra había una cesta y su contenido lo llamó la atención, sobre todo la crema hidratante.
– Voy a empezar por la contractura que tienes en el cuello -contestó Logan.
– ¿Y por dónde vas a terminar?
– Por donde tú quieras.
Aquel hombre no sabía lo que decía. En aquellos momentos, tal y como la estaba mirando, Lily quería de todo.
– Trabajas mucho -comentó Logan acariciándole el labio inferior con el pulgar-. Y, además, aunque quieras disimularlo, estás triste.
– No, no estoy triste.
No era cierto.
Estaba triste, ni siquiera sabía por qué y la aterraba que Logan se hubiera dado cuenta.
– Te involucras mucho con este lugar. Es obvio que este sitio es muy importante para ti. No dejes que nada ni nadie te aparte de él. Ni tus hermanas ni nadie.
En tan sólo unos días, Logan había entendido lo que sucedía. Lily tragó saliva porque se le había formado un nudo en la garganta, pero no pudo controlarse, así que dio un paso atrás y se giró.
Aquélla no iba a ser la noche fácil, salvaje y fácil de olvidar que había querido.
– Esto es un error.
– ¿De verdad? -dijo Logan besándola.
Lily lo besó también y, al apartarse, Logan se dio cuenta de que hubiera podido seguir besándola un buen rato más.
– Vamos a dejar las cosas claras -comentó Lily.
– ¿A qué te refieres?
– A que quiero que quede muy claro qué estamos haciendo.
– ¿Y qué estamos haciendo?
– Yo creía que íbamos a compartir sexo.
Aquello hizo reír a Logan.
– Por mí, no hay problema.
– Sólo eso, ¿verdad? ¿Nada más?
Lily vio en los ojos de Logan que él quería más.
– Lily…
– Mira, yo es lo único que tengo para ofrecer.
Aunque Lily le había dicho que a ella nada le daba miedo, no era cierto. Lo que estaba compartiendo con él en aquellos momentos, la aterrorizaba. Aquel hombre la asustaba.
– Sólo vas estar por aquí unos días, así que vamos a ser sinceros. No quiero compromisos. Es lo que te estoy ofreciendo. Así de sencillo. Tú decides.
– Yo… eh… es una propuesta de lo más…
– Sincera -dijo Lily quitándose el jersey.
– Lily…
– ¿Sí o no, Logan?
– Sí.
Lily sonrió encantada y dio un paso hacia él.
En aquel momento, sonó de nuevo su busca. Logan se giró, recogió el aparato, abrió la nevera y lo metió en el congelador. A continuación, descolgó el teléfono y se quedó mirando a Lily.
– ¿Qué te parece?
– Perfecto -sonrió Lily.
A continuación, Logan abrió los brazos y Lily se refugió en ellos, pensando, sintiendo como si despertara de un largo sueño, disfrutando de las caricias de Logan por todo su cuerpo.
Sentir el torso de Logan musculoso y fuerte tan cerca era perfecto porque Lily no quería pensar, sólo sentir.
Logan la tomó en brazos sin dejar de besarla, haciéndola estremecer de pies a cabeza.
Era obvio que la deseaba.
No deseaba a la propietaria del hotel ni a la mujer salvaje que todos creían que era sino a ella y aquello era de lo más excitante.
– Al dormitorio -le dijo.
Pero Logan no obedeció sino que siguió besándola por el cuello, la mandíbula, los hombros y la boca de nuevo.
Frustrada, Lily intentó arrastrarlo hasta la cama para devorarlo.
– Tranquila -murmuró Logan deslizándole las manos por la espalda y acariciándole el trasero-. ¿Por qué tienes tanta prisa?
¿Por qué tenía tanta prisa?
¡Obviamente, porque lo necesitaba!
Necesitaba sumirse en el olvido y sabía que con él lo conseguiría. Lo necesitaba inmediatamente. Ahora, ahora, ahora. Impaciente, le sacó la camiseta de los vaqueros y le metió las manos por dentro, acariciándole la tripa y los pectorales.
– Madre mía, Lily -dijo Logan estremeciéndose.
– Sí, yo también quiero más -contestó ella mordiéndole el lóbulo de la oreja y quitándole la camiseta de manga larga-. ¿Por qué llevas tanta ropa? -se quejó al ver que llevaba otra camiseta de manga corta debajo.
– No lo sé. Te prometo que no lo haré la próxima vez.
– ¡Qué estupendo estás! -exclamó Lily sinceramente cuando lo tuvo con el torso desnudo frente a ella.
Logan le tomó el rostro entre las manos y la besó con pasión. Lily le pasó los brazos por el cuello y lo besó también. Sentía la erección de Logan, obviamente tan hambriento y desesperado como ella.
Logan tenía la respiración entrecortada, pero, con una ternura que Lily no había imaginado que un hombre tan grande y duro como él tuviera, le acarició el labio inferior y suspiró.
Lily sintió que su corazón suspiraba también.
Al mirarse a los ojos, ambos comprendieron que había llegado el momento.
Lily lo deseaba más de lo que quería admitir y, para disimular, escondió el rostro en su cuello y comenzó a lamerlo.
– Me estás matando -suspiró Logan tomando aire con fuerza.
A continuación, le quitó la diadema con la que Lily se había recogido el pelo y deslizó los dedos entre sus cabellos.
– Tú también llevas demasiada ropa -comentó acariciándole los pechos.
– Mmm -suspiró Lily sintiendo que los pezones se le ponían como piedras.
Disfrutando de los besos y las caricias de Logan, deslizó la mano hasta la cremallera de sus pantalones y se la bajó mientras él hacía lo mismo con la suya.
Lily no llevaba nada debajo y aquello hizo que Logan exclamara encantado. Mientras ella deslizaba la mano dentro de su bragueta, llevándolo hacia el sofá, Logan le quitó la camiseta y los vaqueros y gimió de placer al ver lo húmeda que estaba.
Una vez en el sofá, se tumbaron.
Al mirarlo a los ojos, Lily se dio cuenta de que aquello no iba ser un encuentro fortuito, casual y fácil sino algo mucho más profundo.
Para apartar aquellos pensamientos de su cabeza, lo besó con pasión de nuevo, perdiéndose en sus caricias y disfrutando de cómo lo hacía excitarse cada vez que lo acariciaba en la entrepierna.
Una vez desnudos por completo, Logan se tumbó de nuevo sobre Lily y se colocó entre sus piernas. Ella sentía su erección, fuerte y dura entre las piernas, y se moría por sentirla dentro, pero Logan parecía no tener ninguna prisa.
Muy al contrario, se concentró en acariciarla con los labios, con la lengua, con los dedos pulgares…
Lily jamás había pensado que iba a alcanzar el orgasmo con unos cuantos besos apasionados y unas cuantas caricias, pero en aquellos momentos estaba al borde de hacerlo.
Aunque lo que ella quería en realidad era sentirlo dentro de su cuerpo, pero Logan no parecía tener prisa. Lily abrió bien las piernas y sintió su erección moviéndose al mismo ritmo que sus caderas.
Oh, sí.
Al ver que Logan no se decidía, deslizó la mano entre sus cuerpos para guiarlo.
– Espera -dijo Logan tomando aire-. Quiero…
– Esto -lo interrumpió Lily-. Yo quiero esto -añadió arqueando las caderas.
Logan se dejó caer sobre ella.
Al instante, Lily sintió un placer intenso por todo el cuerpo, pero no era suficiente. ¿Cuánto tiempo llevaba sin sentir el peso de un cuerpo masculino sobre ella? Obviamente, demasiado.
– Preservativo -dijo Logan con la voz ronca.
Lily lo miró a los ojos, rezando.
«Ya, por favor, ya», imploró mentalmente.
Pero Logan se distrajo acariciándole las pantorrillas, las rodillas y la parte interna de los muslos. Al seguir subiendo, inevitablemente, se encontró con su clítoris y Lily dio un respingo.
Durante un buen rato, Logan se concentró en acariciarla en el centro de su feminidad, haciéndola jadear y suspirar de placer.
Lily sentía que le faltaba el aire, sobre todo cuando Logan se inclinó entre sus piernas y siguió haciendo los mismos movimientos, pero con la lengua.
Lily sintió que perdía el control.
No se trataba del placer al que estaba acostumbrada sino de un placer inagotable, intenso e infinito.
– Hola -saludó Logan cuando Lily recuperó la compostura y volvió a la normalidad.
– Hola, quiero más.
– Tus deseos son órdenes para mí -contestó Logan alargando el brazo y sacando del bolsillo de sus vaqueros un preservativo. A continuación, abrió el paquete y se lo colocó.
– Me hubiera gustado ir más despacio, pero presenciar lo que acabo de presenciar ha podido conmigo -admitió besándola con una urgencia que dejó a Lily confusa, pero pronta a excitarse de nuevo.
Lily intentó colocarse encima de él para tomar el control de la situación, pero lo único que consiguió fue que ambos cayeran al suelo.
– Venga, ahora -le dijo entre risas.
– Voy -contestó Logan adentrándose en su cuerpo.
Al sentir su erección dentro del cuerpo, Lily cerró los ojos, como hacía siempre, para entregarse a las sensaciones.
– Mírame a los ojos -le indicó Logan sin embargo.
Lily los abrió y así lo hizo, sintiéndose inmediatamente atrapada por la intensidad de su mirada.
– No pares de mirarme a los ojos -insistió Logan comenzando a moverse.
Aunque hubiera querido hacerlo, no habría podido apartar la mirada de aquellos ojos marrones que la estaban llevando de nuevo al orgasmo.
– Oh, sí -gritó Logan llegando también.
Capítulo Ocho
Cuando Lily consiguió recuperar el ritmo respiratorio normal, abrió los ojos y se encontró tumbada boca arriba en el suelo de su salón.
Estaba desnuda, húmeda y pegada a otro cuerpo, un cuerpo maravilloso que hacía que se le acelerara el corazón.
Logan la besó en el cuello y sonrió de manera sensual.
Lily sonrió también.
Logan deslizó una mano por su pecho y se puso a juguetear con su pezón, que al instante se endureció.
– ¿Quieres comer algo? -le preguntó Lily.
– No, gracias.
– Pues yo, sí.
Logan observó en silencio cómo Lily se ponía en pie y comenzaba a recoger la ropa.
– ¿Estás bien?
Lily se rió en señal de que estaba estupendamente. Se había puesto en pie porque estaba muerta de hambre, no porque estuviera intentando disimular desesperadamente que no quería mirarse en aquellos increíbles ojos, que quería esconder la verdad.
Tenía miedo.
Tenía miedo porque lo que acababa de compartir con aquel hombre no era lo de siempre y tenía la sensación de que, aunque siguiera acostándose con él las tres noches que le quedaban allí, seguiría sintiendo lo mismo.
– ¿Qué te pasa? -le preguntó Logan poniéndose también en pie.
– Ya te lo he dicho. Tengo hambre -contestó Lily girándose para ir hacia la cocina.
Pero Logan la agarró del brazo y la giró hacia él.
– ¿Qué te pasa? -insistió.
Lily sintió que se le formaba un nudo en la garganta y que las lágrimas amenazaban con salirse de sus ojos, pero ella nunca lloraba y, menos, por un nombre.
Logan le retiró un mechón de pelo de la cara y sonrió con ternura.
– ¿Me he acercado demasiado a tu corazón mientras hacíamos el amor? ¿Es eso?
– No digas tonterías -contestó Lily apartándose-. ¿Palomitas de maíz o tostadas? La verdad es que no tengo mucho para ofrecer porque normalmente, cuando tengo hambre, me voy a la cafetería.
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