– Cuéntame algo de tu vida -dijo ella-. Siendo principe, imagino que habrá sido muy emocionante. se te tiran las mujeres encima allá donde vayas? Vamos, quiero conocer los detalles.
– No tienen ningún interés.
– ¿Has estado enamorado alguna vez?
Maggie recordó la conversación que había encuentre su padre y Qadir en el jardín, y la mención de una mujer misteriosa.
– Cuando era muy joven, estando en la universidad conocí a una chica. Se llamaba Whitney.
– ¿Era de aquí?
– De Inglaterra. Yo hice la carrera allí, aunque luego realicé unos trabajos de investigación en Estados Unidos -Qadir se encogió de hombros-. En una chica encantadora; muy lista y emprendedora Ella quería ser médico. Nos enamoramos. Yo la traje a casa para que mi padre la conociera. Pensé que todo había ido bien, pero cuando volvimos a Inglaterra me dijo que no podía casarse conmigo. No estaba dispuesta a renunciar a su sueño para ser mi esposa -miró a Maggie-. El ser miembro de una familia real es algo que entraña algunas limitaciones.
– Supongo que Whitney no podría haberse dedicado a la práctica médica -dijo Maggie.
– Entre otras cosas. Ahora está haciendo el último año de médico residente. Es cirujano pediátrico.
– Aún la echas de menos.
– No. Respeté su decisión y le deseó lo mejor. Pero ya pasó hace tiempo y cada uno ha seguido con su vida.
Maggie comprendía que ya no penaba por Whitney. Bien pensado, Qadir no parecía un hombre que penara por nadie. Se preguntó si él se habría arrepentido de haberla dejado ir.
Lo que acababa de contarle de su vida hizo que Qadir le pareciera una persona más normal.
Qadir notó la mezcla de emociones en la mirada de Maggie, y entendió que ella estaba intentando imaginar a Whitney en el contexto. A lo mejor habría sido preferible no contárselo, pero si lo había hecho era porque Maggie le inspiraba confianza.
No se parecía nada a las mujeres cuya compañía había frecuentado. Aunque era atractiva, carecía de la.sofisticación a la que él estaba acostumbrado. No jugaba con los sentimientos de los demás, y encima sabía de coches más que nadie.
Iba a decírselo, cuando vio un movimiento por el rabillo del ojo. Por la pared del fondo de la sala un fotografo avanzaba discretamente.
– Una excelente oportunidad -dijo Qadir, mientras le agarraba del brazo y tiraba de ella.
– ¿Qué?
Qadir le respondió dándole un beso. En ese momento se vio un destello, seguido de cierto revuelo, seguramente mientras los camareros corrían a echar al fotografo. Qadir esperaba que no le quitaran la cámara.
Aunque la foto estaba hecha, Qadir no dejó de besarla. Le gustaba sentir sus labios suaves, y cómo se entregaba al beso.
Qadir deseaba seguir besándola, y quería sentir su cuerpo aunque- no pasaran de los besos. Pero sabía ése no era ni el momento ni el lugar adecuado, y se apartó aunque de bastante mala gana.
Maggie pestañeó varias veces.
– ¿Eso ha sido el destello de una cámara?
– Vi que se acercaba un fotógrafo y quise darle algo que mereciera la, pena fotografiar.
Ella aspiró hondo, sin duda para calmar los nervios.
Pues sí que se lo has dado; eso seguro.
Al día siguiente, Maggie sólo había tenido tiempo de ponerse una bata cuando llamaron a la puerta.
Victoria estaba en el pasillo, con una mano en la cadera y un periódico en la otra.
– ¿Has visto lo que ha salido en el periódico? -dijo su amiga mientras entraba en la suite.
Victoria plantó el periódico en la mesa de comedor.
En mitad de la página había una foto de Qadir besando a una mujer. Ella sabía que era él, aunque 1a cara no se le veía muy bien, en cambio a ella se la veía de maravilla.
– Aquí ha pasado algo gordo, porque la última vez que hablamos, apenas si querías llamarlo por su nombre de pila.
Maggie encendió la cafetera eléctrica.
– No es lo que parece.
– Yo no sé qué pensar.
Aunque Qadir y ella no habían dicho nada de mantener aquello en secreto, Maggie sabía que era parte del trato. Pero Victoria era su única amiga en El Deharia, y Maggie no podía negar que necesitaba ha hablarlo con alguien.
– Qadir no quiere que el rey siga presentándole jóvenes que le parecen apropiadas para él, así que se le ocurrió hacer algo para que le dejara tranquilo. Vamos a fingir que salimos juntos durante unos meses y después haremos como si nos prometiéramos en matrimonio. Finalmente tendremos una enorme pelea, yo volveré a Aspen y él se quedará desolado. Eso es todo: una proposición de negocios. Me va a pagar. Victoria, y, sinceramente, el dinero me va a venir de perlas.
Victoria la miró de hito en hito.
– ¿Te va a dar mucho dinero?
Maggie sonrió.
– Sí.
– Bueno, pues adelante, chica.
– ¿No estás enfadada?
– ¡No! Pero me da rabia que no me haya pasado algo así con Nadim, claro que para eso tendría que haberse fijado en mí… Maggie, aprovecha esta oportunidad para pedirle a Qadir que te lleve a sitios especiales. él es un príncipe y… -Victoria hizo una pauta como si de pronto se diera cuenta de algo-. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?
– ¿El qué?
– Pues que como ya no se tendrá que preocupar de Qadir, el rey empezará a buscarle novia a Nadim. Y conociendo a Nadim, dirá que sí a cualquier cosa, y ahí se acabará todo.
Maggie sirvió una taza de café para cada una. -No estás enamorada de él, Victoria, a lo mejor vendría bien olvidarte del rollo ése de ser princesa.
– A lo mejor. Es que creo que sería una princesa perfecta.
– Escucha, necesito tu ayuda desesperadamente.¿Tienes tiempo para volver a ese almacén de muestras? Tengo el armario lleno de maravillosas camisetas pero nada más. No quiero dejar en ridículo a cuando vayamos a algún sitio.
Bien pensado -Victoria se quedó mirándola momento-. Podríamos ir de compras, pero primero quiero hacerte una pregunta.
– ¿Qué pregunta?
– ¿Estás segura de lo que estás haciendo? ¿Quiero de liarte con él?
¿Liarse? ¿Con Qadir?
Le vino la imagen de su beso, breve pero potente. vez que él la rozaba, se estremecía de placer pero Maggie lo había atribuido a esa química especial que había entre ellos y tal vez a las circunstancias.
– Es un negocio, nada más.
·Eso parece. Sólo recuerda que los príncipes no son como los demás hombres. Protege tus sentimientos.
Maggie se echó a reír. Su corazón estaba bien protegido, le habían hecho demasiado daño para volver a entregarlo.
No te preocupes por mí. Voy a estar bien.
Capítulo 6
SEÑOR, una tal Victoria McCallan quiere verle.
No tiene cita, pero dice que es importante.
Su asistente personal no parecía muy convencido pero como era la primera vez que la secretaria de Nadim se presentaba a hablar con él así, Qadir decide dedicarle unos minutos.
– Dile que pase.
En ese momento, Victoria entró en el despacho, visiblemente nerviosa.
– Quiero hablarle de Maggie -dijo sin rodeos-. lo del trato que han hecho.
Qadir la observó con cinismo, esperando a ver que más decía Victoria. Maggie había confiado en creyendo que eran amigas, y Victoria quería utilizar esa información para sacar algún beneficio. Una situación muy típica.
– Maggie no va a tomarse esto bien. Ella no es una chica como las demás. No le gusta arreglarse el pelo ni sabe maquillarse. Tampoco sabe nada de ropa.
– Pero tú sí -dijo con rotundidad.
– ¿Cómo? Pues claro que sí, pero no se trata de eso. Ella es directa, divertida y dulce. Se preocupa por los demás. Salir con usted significa que saldrá en los periódicos, y eso no le va a gustar.
Las mujeres no solían confundirlo, pero en est momento, Qadir lo estaba.
– ¿Estás preocupada por Maggie?
Victoria entrecerró los ojos.
·Por supuesto. ¿Por qué cree si no que estoy aquí…?
Su voz se fue apagando, y Qadir notó el momento preciso en el que ella se dio cuenta de sus sospechas Sintió rabia, se puso tensa y apretó los labios.
Qadir creyó que empezaría a gritarle, pero Victoria se limitó a aspirar hondo antes de continuar.
·Lo que quiero decir es que Maggie está en un ambiente que no conoce. No puede dejar que la machaquen en los periódicos. Y no le dé sorpresas. ella nunca ha hecho nada parecido en su vida; va a tener que improvisar por el camino. Éste es un momento delicado para ella, porque ha sufrido mucho en estos meses.
Parecía que Victoria sabía lo del padre de Maggie
Se preguntó si sabría también lo del ex novio.
Mientras escuchaba a Victoria, Qadir se daba cuenta de que en ningún momento se había parado a pensar en los sentimientos de Maggie, o en cómo reaccionaría entrando así de sopetón en su mundo. Sabía que era sincera, y eso hacía de ella la candidata perfecta para su propósito.
– Necesita un cambio.
Qadir la miró.
– ¿Un qué?
Un cambio de imagen. Maggie es bonita, pero es un ratoncillo de campo. Necesita ropa nueva alguien que le enseñe a maquillarse y a peinarse. Es orgullosa y dulce, no merece que nadie le pregunte por qué un hombre como usted se molestaría en salir con alguien como ella.
A Qadir no le gustó lo que dijo Victoria.
– Estoy de acuerdo, pero no vamos a tratar con personas que la conozcan, ¿no crees?
Aunque le costara reconocerlo, tenía su punto de razón.
– Muy bien, me ocuparé de ello.
Victoria tenía razón, aunque esperaba que Maggie no cambiara mucho en el proceso.
– Hay una cosa más -añadió la joven con nerviosismo.
Él esperó.
Victoria levantó la cabeza.
– No puede hacerle daño. Ella no merece eso. No utilizar su posición o su poder en contra suya. Qadir sintió rabia.
– ¿Desafías mi integridad?
– Entre otras cosas.
– Soy el príncipe Qadir de El Deharia. Nadie se atreve a cuestionarme.
– Entonces este será un mal día para usted. -Puedo hacer que te deporten.
– No lo dudo, pero Maggie es amiga mía, y no quiero que lo pase mal.
Qadir se dio cuenta de que Victoria estaba temblando, sin embargo no se arredró. Lo miró a los ojos, a pesar de saber que podría perder su empleo y ser enviada a casa.
Su opinión de ambas mujeres aumentó favorablemente. Victoria por tener la voluntad de proteger a su amiga, y Maggie por inspirar tal lealtad.
Se preguntó si Nadim se habría fijado alguna vez en el fuego que brillaba en los ojos azules de Victoria. Pero si no lo había hecho, peor para su primo, el se lo perdía.
Rodeó la mesa y le puso la mano a Victoria en el hombro.
– No le haré daño a tu amiga. Maggie me está haciendo un favor, y no tengo intención de hacer que se arrepienta de haberme ayudado. Nada más, Victoria.
Victoria negó con la cabeza.
– Eso fue lo que ella dijo. Estas cosas empiezan con mucha sensatez, hasta que alguien sufre.
La última vez que Victoria y ella habían estado en la tienda, habían llegado hasta el pasillo sin que nadie se fijara en ellas. Pero en ese momento todas las dependientas se acercaron a recibirlos.
– Príncipe Qadir, qué agradable verlo.
– Príncipe Qadir, como siempre, nos ha alegrado el día con su presencia.
– ¿En qué podemos ayudarle?
Maggie se escondió disimuladamente detrás de él.
Entonces una mujer alta y elegante de edad indeterminada se acercó a él con paso grácil, como si no tocara el suelo.
– Príncipe Qadir -dijo la señora en tono culto y aterciopelado-. Nos honra con su presencia.
– Gracias, Ava -se volvió hacia Maggie-. Ésta es la dueña de la tienda. Hoy nos va a ayudar. Ava sonrió a Maggie y le tomó la mano
– Bienvenida, querida mía.
Maggie quería salir corriendo de allí. Ava era una de esas mujeres perfectas que iban totalmente conjuntadas y que no llevaban ni una arruga ni una mancha en la ropa.
– Maggie es muy especial para mí -dijo Qadir…-pero no le gustan mucho las compras. Necesita ropero completo, y que esté preparada para cualquier ocasión. Pero te advierto que intentará resistirse que cuento contigo para que la convenzas de todo es necesario.
Ava la condujo a un enorme probador donde había un espejo de tres cuerpos. Maggie se sintió desaliñada al lado de la otra mujer.
– ¿Cuál dirías que es tu estilo? -preguntó Ava.
– No tengo ni idea.
– Aunque normalmente me gusta vestir a las jóvenes damas con bonitos vestidos, eso a ti no te va. Estarías incómoda. Creo que nos basaremos lo más posible en los pantalones, y también en los conjuntos dos piezas. Los vaqueros de diseño bien combinados también visten mucho. Aunque para la noche podrás llevar vestidos. De eso no te puedes librar.
Maggie pensó en el vestido del baile que había llevado y en lo bien que se había sentido.
"La Pasión del Jeque" отзывы
Отзывы читателей о книге "La Pasión del Jeque". Читайте комментарии и мнения людей о произведении.
Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв и расскажите о книге "La Pasión del Jeque" друзьям в соцсетях.