– ¿Sabes qué ocurre con todas esas restricciones que pretendes imponerme? -Bram le frotó la espalda con los nudillos-. Que no voy a hacerles el menor caso.


A Bram le encantaba jugar con ella, mental y físicamente. El día anterior lo había puesto como una moto. En su mente, Georgie y Scooter siempre habían sido, casi, la misma persona, pero Scooter nunca se habría atrevido a un numerito como aquél. Lo ocurrido en Provocativa demostraba que el Perdedor no había conseguido arrebatarle a Georgie toda su autoestima, algo que le había resultado cada vez más evidente durante las últimas semanas. El hecho de que Lance hubiera cambiado a Georgie por un cubito de hielo como Jade le proporcionaba a Bram más placer del que debería.

Mientras regresaban a la casa, barajó la posibilidad de desnudar a Georgie en cuanto llegaran, lo que no le costaría mucho, pero Aaron arruinó sus planes al recibirlos en la entrada.

– Ha telefoneado la secretaria de Rory Keene. Te ha invitado a tomar un vino en su casa a las cinco.

Bram decidió confiar en que el afecto que Rory sentía por Georgie se tradujera en una oportunidad para exponerle su caso personalmente, en lugar de hacerlo a través de sus intermediarios. Sonrió con amplitud e hizo tintinear las llaves del coche.

– Telefonéale y dile que allí estaremos.

Aaron se subió las gafas por el puente de la nariz.

– De ti no ha dicho nada, Bram. Sólo ha invitado a Georgie.

Bram apretó las llaves con la mano.

– Se refería a los dos.

– Creo que no. Me ha dicho que le dijera a Georgie que no se arreglara porque sólo estarían ellas.

Aaron se marchó a toda prisa.

Bram soltó una ristra de palabrotas. Rory seguía evitándolo. Le encantaba el guión de La casa del árbol, pero como aspirante a vicepresidenta, nunca respaldaría la película a menos que él renunciara a ser el productor y protagonista, lo que acabaría con el objetivo de Bram de reactivar su carrera. A veces pensaba que debería comprar un espacio publicitario en la revista Variety y anunciar al mundo que ya no era el muchacho salvaje y sin la suficiente personalidad para asimilar el éxito de antes. O quizá bastaría con algo más simple, como «¿Qué tal una jodida segunda oportunidad?».

Si al menos Rory accediera a hablar con él en persona, pero lo más cerca que había conseguido estar de ella había sido la noche del incidente, en su jardín. Incluso, unos días más tarde, entró en su finca por la puerta del muro con una botella de Cristal como disculpa por haberla despertado, pero uno de sus empleados cogió el champán y así, sin más, cerró la puerta de la casa.

Bram miró fijamente a Georgie. Gracias a Chaz, había ganado suficiente peso para que aquellos enormes ojos verdes que lo miraban a través del flequillo, hubieran perdido su aspecto hundido, y su brillante pelo castaño se curvaba junto a unas mejillas más rellenas que antes.

– Quiero verte en mi despacho dentro de diez minutos.

Georgie abrió la boca para mandarlo al cuerno, pero él estaba preparado.

– A menos que no estés interesada en ver el guión de La casa del árbol

Sabía que la había pillado, así que se alejó sin volver la vista atrás.

Ella le hizo esperar diez minutos más de lo que él había dicho. No había empleado aquel tiempo en cambiarse de ropa, pues seguía llevando el mismo conjunto que se había puesto para la salida matutina en beneficio de los paparazzi: un jersey de punto amarillo limón con el cuello redondo y ligeramente volteado, una rebeca muy corta y tan ligera como una telaraña y unos pantalones anchos de cutí, de color verde y crema, que sólo a alguien tan delgado como ella podían sentarle bien. El conjunto ocultaba mucho más de lo que revelaba, lo que lo convertía en endiabladamente sexy.

Georgie dio el primer paso en aquel nuevo juego que habían iniciado, señalando con la cabeza el letrero de Jake Koranda en su papel de Calibre Sabueso.

– Él sí que es un hombre de verdad.

– Me aseguraré de transmitirle tu opinión. -Bram estrujó una pelota de goma con la mano imitando a Humphrey Bogart en El motín del Caine-. Para variar, necesito un poco de cooperación.

Ella puso cara de sentirse herida.

– ¿Qué quieres decir con «para variar»? Yo siempre coopero. -Se dejó caer en el sofá-. Está bien, en general coopero con otras personas, pero aun así…

– Deja de bromear y escúchame. -Apretó la pelota en la palma de la mano y extendió el dedo índice señalando la nariz de Georgie-. No me sabotees con Rory Keene.

– Yo nunca haría algo así.

– ¿Ah, no? A Rory le encanta todo de La casa del árbol salvo…

– ¿Tú? -Georgie abrió más sus enormes ojos verdes-. Será porque tienes mala reputación.

– Gracias por aclarármelo. -Dejó la pelota sobre el escritorio-. Tengo que hacer esta película, Georgie. Yo, sólo yo. Tienes que convencer a Rory de que me he convertido en el Marido del Año.

– No es verdad.

– Fíngelo.

– ¿Me estás pidiendo ayuda?

Otra vez actuando como la huérfana Annie de grandes ojos, pero Georgie siempre había sido una mujer de equipo y Bram supuso que le ayudaría… después de hacérselo pasar realmente mal.

Ella se llevó un dedo a la mejilla.

– Si le hago la pelota a Rory por ti, ¿qué obtendré yo a cambio?

– Sexo caliente y mi eterna gratitud.

Georgie fingió reflexionar sobre su propuesta.

– No. No es suficiente.

– Dejaré que Meg se quede en la casa de invitados.

– Meg ya está instalada en la casa de invitados.

– Te lo diré de otra manera: no le tiraré los tejos mientras esté en la casa de invitados.

– Sea como sea, tú nunca le tirarás los tejos. Siempre la has tratado como si tuviera doce años. -Al final, habló en serio-. Quiero leer el guión antes de verme con Rory esta tarde. Dámelo.

– Ya te he dicho que te permitiría verlo.

– Sí, pero no me has dicho que me dejarías leerlo.

– Vaya, te habías dado cuenta.

Georgie alargó el brazo.

Bram titubeó y dijo:

– En lo que a guiones se refiere, no se puede decir que tu juicio sea muy bueno. Al fin y al cabo, protagonizaste Verano en la ciudad.

– Y también Gente guapa, que fue otra bazofia. Y también Concurso de baile, que todavía no has visto y no te recomiendo que lo hagas. -Georgie agitó la mano que le tendía a Bram-. Pero todo eso forma parte del pasado. Ahora tienes delante a una Georgie York nueva. Dámelo.

Ella ya no era la incauta de antes, así que Bram no tenía opción. Sacó el guión encuadernado del cajón de en medio del escritorio, el que ella había registrado tres semanas antes y en el que sólo había encontrado un teléfono roto. Georgie se lo arrancó de las manos antes de que él cambiara de opinión, lo saludó alegremente con la mano y se fue.

Bram odiaba pedir ayuda, sobre todo a Georgie, así que se hundió en la silla para regodearse en su desgracia. Cuando vio que eso no lo llevaba a ninguna parte, volvió a enfrascarse en el ordenador. Aunque el guión era muy bueno, precisaba algunos retoques, y él había estado corrigiendo alguna que otra escena desde que lo había leído por primera vez. Podía imaginarse lo que Georgie diría si supiera que alguien que había abandonado el colegio antes de terminarlo, estaba modificando los textos de Sarah Carter. O, lo que era peor, se imaginaba cuánto se reiría si averiguara que él en persona había escrito un guión.

Pero no, ella no se reiría. A diferencia de él, Georgie no tenía ni un ápice de crueldad y Bram incluso la imaginaba pronunciando unas palabras bienintencionadas de ánimo.

La idea lo sacó de quicio. No necesitaba falsos ánimos de nadie, y menos de Georgie. Se había hecho a sí mismo, había estropeado su vida él solito y ahora estaba saliendo adelante de la misma forma. Él solo.


Georgie leyó el guión con sumo interés y, al cabo de dos horas, ya lo había terminado. Era tan maravilloso como el libro. Una oportunidad increíble… y no sólo para Bram.

La casa del árbol contaba la historia de Danny Grimes, encarcelado injustamente por abusar sexualmente de una niña. Lo soltaban por una cuestión técnica y la enfermedad terminal de su padre lo obligaba a regresar a su casa y enfrentarse tanto a los habitantes de su ciudad como a la agresiva fiscal, ahora senadora, que había escondido las pruebas de ADN para asegurarse de que lo condenaban. El autoimpuesto aislamiento de Danny se veía amenazado por sus sospechas de que la niña de la casa de al lado era víctima de abusos por parte de su padre. El guión resultaba potente y emocionante, con personajes complejos y fascinantes que en ningún caso eran lo que parecían ser.

Encontró a Bram dando brazadas en la piscina. Ella se quedó en el bordillo, cerca de la cascada, y cambió el peso de pierna con impaciencia mientras esperaba a que él se detuviera. Bram la vio, pero siguió nadando. Georgie asió el recogedor de hojas y le golpeó en la cabeza.

– ¡Eh!

Bram se dio la vuelta salpicando el aire con el agua.

Ella inspiró hondo.

– Quiero interpretar a Helene.

– ¡Buena suerte!

Se sumergió y nadó hasta la escalerilla al otro extremo de la piscina.

Georgie dejó el recogedor. El corazón le latía con fuerza por la excitación. En cuanto terminó de leer la primera escena, supo que tenía que hacer el papel de la fría y ambiciosa fiscal. Ésta era, exactamente, la oportunidad que estaba esperando. Interpretar a Helene acabaría con años de encasillamiento y constituía el reto que tanto anhelaba. Caminó hasta la escalerilla.

– El guión es genial. Emocionante, complejo, e induce a la reflexión. Tiene todo lo que me dijiste. Tengo que interpretar a Helene. Lo digo en serio.

El agua resbaló por el cuerpo de Bram cuando salió de la piscina.

– Por si no has prestado atención, tengo un ligero problema para conseguir financiar la película, así que decidir qué actriz interpretará a Helene es lo último que me preocupa.

Georgie cogió la toalla y se la tendió.

– Pero si consigues luz verde… La única razón de que nadie piense en mí como actriz dramática es que nunca he tenido la oportunidad de demostrar mi valía. Y no me digas que la audiencia sólo nos vería como Skip y Scooter. La historia de amor es entre Danny y la enfermera, no con Helene. Sé exactamente cómo interpretar ese papel. Y trabajaré por el mínimo dinero.

– A ver si lo entiendes: aunque consiga la financiación para esta película, tú no interpretarás a Helene. -Bram se frotó la cabeza con la toalla y se la colgó del cuello-. Teniendo en cuenta lo deslucida que ha sido mi carrera durante los últimos años, esta película necesita una actriz con un probado historial de éxitos de taquilla y, enfrentémonos a la verdad, tu cara se vende mucho más en la prensa del corazón que en las taquillas de los cines.

Georgie se negó a admitirlo.

– Piensa en la publicidad que supondría que los dos rodáramos una película juntos. El público haría cola para ver el resultado.

– Sería desastroso. -Bram dejó la toalla en una silla-. Georgie, esta discusión es más que prematura.

– ¿Piensas que no puedo interpretar un personaje complejo? ¿Tú sí pero yo no? ¡Estás muy equivocado! Yo tengo la disciplina y la resolución para hacerlo.

– Lo que significa que piensas que yo no las tengo.

Ella no quería insultarlo de una forma descarada, pero la verdad era la verdad.

– No puedes usar trucos para interpretar a Danny. Él está amargado y torturado. Ha soportado algo que nadie debería tener que experimentar.

– Yo he vivido con este guión durante más de un año -replicó Bram-, y sé muy bien qué hay en el interior de Danny. Y ahora, en lugar de discutir, ¿por qué no utilizas tu cerebro para decidir cómo vas a convencer a Rory Keene de que soy un ciudadano serio y responsable y que tiene que reunirse conmigo?


Georgie utilizó la puerta del muro del jardín. La casa de estilo normando y ladrillos blancos de Rory era más grande que la de Bram, pero no tan acogedora. En la parte trasera, las terrazas daban a la piscina y al jardín de diseño formal. Rory estaba sentada a la sombra de un porche lateral, en un sofá de hierro forjado cubierto con cojines naranja brillante. Con su largo cabello rubio recogido en una coleta y sentada encima de sus piernas dobladas, debería haber perecido una madre de clase media dedicada a sus hijos, pero no era así. Incluso en un entorno tan informal, despedía la tranquila e intimidante seguridad de una ejecutiva emprendedora.

Rory dejó a un lado el guión que estaba leyendo y le ofreció a Georgie una copa de champán. Ahora que Bram no era el único que se estaba jugando algo, ella se esforzó en mantener su nerviosismo bajo control mientras aceptaba la copa y se acomodaba en un sillón cercano al sofá. Charlaron sobre los ingresos de taquilla del fin de semana anterior y sobre el éxito del último estreno de Jack Black. Al final, Rory sacó a relucir la razón de haberla invitado.