Georgie cruzó las piernas.
– Bram, antes de empezar, háblanos un poco del guión, ¿quieres? Dales a todos una idea de lo que esperas de ellos.
Él no se había preparado para aquello y se puso nervioso. Si lo estropeaba, no tendría otra oportunidad, pero no conseguía organizar sus ideas.
– Algunos de vosotros… unos cuantos… esto… probablemente habéis leído el libro. Probablemente la mayoría. Ya sabéis que es una… -Se obligó a mantener la compostura-. Es una bonita historia. Y un buen guión, quizás incluso mejor que el libro. -Las palabras empezaron a acudir con más facilidad a su boca-. Como lo que vamos a hacer ahora es una lectura en frío, la haremos sin pretensiones. No intentéis llevar al personaje más allá de lo que consta en el texto. Despojadlo de todo accesorio y leedlo sin más. Primero…
Georgie lo contemplaba desde el otro extremo del salón. Había empezado de una forma irregular, pero, poco a poco, su entusiasmo salió a la luz. Miró de reojo a Rory, pero resultaba difícil descifrar su expresión.
La idea de leer el guión se le había ocurrido justo después de oír la conversación entre Bram y Rory y de percibir la desesperación que su marido se esforzaba tanto en ocultar. Dos grandes obstáculos se interponían en su camino: su reputación como persona informal y su insistencia en interpretar a Danny Grimes. Ella no podía hacer nada más para cambiar lo primero, pero se le ocurrió que podía conseguirle una oportunidad en relación con lo segundo. No estaba claro si Bram lo lograría o no, pero al menos tendría una oportunidad.
Todos lo escuchaban con atención mientras él describía brevemente cada uno de los personajes. Pedirle a Rory que leyera el papel de Helene en lugar de hacerlo ella misma había resultado doloroso para Georgie, pero aquél era el proyecto de Bram y aquélla tenía que ser su audición. Además, en el remoto supuesto de que su plan funcionara, Bram estaría muy en deuda con ella y Georgie pretendía asegurarse de que él le pagara esa deuda.
Aun así, una vez más había puesto las necesidades de un hombre por delante de las suyas. Por otro lado, ver la pasión que Bram sentía por aquel proyecto le había permitido vislumbrar su alma. Equivocada o no, aquél parecía el único camino que podía tomar. Ya esperaría a otro día para ser desagradable.
Empezaron a leer el guión y pronto resultó obvio que los motivos ocultos de Georgie la habían empujado a cometer algunos errores de reparto graves. Jade no pudo evitar añadir a la lectura una rabia reprimida que no estaba en el guión, con lo que Marcie se convirtió en un personaje mucho más intenso de lo que lo fueron las acartonadas Helene de Rory y Natalie de Meg. Lance prácticamente se retorcía los bigotes de villano mientras leía el texto de Ken, y Laura resultó muy poco convincente en su papel de niña de cinco años.
Por otro lado, Paul quedó sorprendentemente bien como padre de Danny, aunque no tanto como Bram, quien redujo su personaje a su esencia, de tal modo que todos sintieron el mudo sufrimiento de un hombre erróneamente condenado por uno de los crímenes más atroces de la sociedad; un hombre que intentaba con obstinación no ver cómo se cometía ese mismo crimen en la casa de sus vecinos.
Llegaron a la última página. Danny Grimes estaba de pie junto a la tumba de su padre y Natalie estaba a su lado.
NATALIE: Ha dejado de llover. Al final, hará un buen día.
(Danny coge a Natalie de la mano)
DANNY: Un buen día para construir una casa en un árbol. Pongámonos manos a la obra.
El silencio reinó en el salón. Uno a uno, todos fueron cerrando los guiones.
Bram miró a Georgie a los ojos y ella notó que su propia boca esbozaba, poco a poco, una sonrisa. La interpretación de Bram había sido brillante -serena, desesperada, inspirada- y totalmente inesperada. Una vez más, lo había infravalorado.
Al final, Meg rompió el silencio.
– ¡Joder, Bram! ¿Alguien más sabe que sabes actuar?
Laura se sonó la nariz.
– Joder.
Laura miró a Paul, quien tenía la mirada perdida.
– Buen trabajo, Bram -declaró Lance-. Un poco monótono, pero no está mal para una primera lectura…
– Pues yo creo que has estado brillante -declaró Jade con rotundidad-. Has malgastado tu talento en papeles de tres al cuarto.
– Exacto -volvió a intervenir Lance-. Una actuación realmente interesante.
Georgie miró a su ex esposo. Bram y su padre tenían razón, Lance era como… un bloque gigante de tofu. No tenía sabor propio, sino que adoptaba los sabores de las personas que tenía más cerca.
Laura seguía mirando fijamente a Paul, quien de repente salió de la habitación. Georgie tenía miedo de mirar a Rory, hasta que oyó un suspiro largo y cansino.
– Está bien, Bram… Aun sabiendo que cometo un error, vayamos a hablar a algún sitio.
Georgie soltó un gritito ahogado, pero Bram, aparte de una leve mueca torcida, sólo exhibió una serena autoconfianza.
– Sí, claro, podemos hablar en mi despacho.
– Vaya, vaya… -comentó Jade cuando ambos desaparecieron.
– Lo mismo digo. -Meg descruzó las piernas y se levantó del suelo-. Estoy deseando contárselo a mi madre.
Lance tamborileó con los dedos en su muslo, algo que solía hacer cuando no estaba contento. Chaz entró en el salón procedente de la cocina, desde donde, sin lugar a dudas, lo había estado escuchando todo, y preguntó si alguien quería más café. Lo que Georgie quería era levantarse de un salto y bailar.
Los invitados se retiraron a los dormitorios y, al final, Georgie también subió al suyo. Se moría de ganas de saber qué habían hablado Rory y Bram e intentó leer mientras esperaba que él regresara, pero pronto dejó a un lado la lectura. Sus pensamientos se centraron en su ex marido. Desde el inicio de su relación hasta el final de su matrimonio, Georgie había permitido que el amor que sentía por él definiera quién era ella. Primero, la novia de Lance Marks; después, la mujer de Lance Marks; y, por último, la desgraciada ex esposa de Lance Marks. Ella se había convertido en la esclava emocional de un famoso, talentoso y engañoso, aunque no totalmente podrido, pedazo de tofu.
Bram entró disparado por la puerta y se lanzó de cabeza a la cama. Apartó la sábana y besó a Georgie hasta que le hizo perder la cabeza.
– Supongo… -murmuró ella casi sin aliento- que me estás demostrando tu gratitud.
– Así es. -Sonrió ampliamente y rozó las sienes de Georgie con los pulgares-. Gracias, Georgina. Lo digo en serio. -Deslizó la mano por debajo de la camiseta de tirantes de Georgie y le pellizcó el pezón-. Pero no vuelvas a hacer nada parecido sin advertirme antes. He estado a punto de sufrir un infarto.
Ella decidió que podía esperar a oír los detalles de la reunión con Rory y arqueó el cuerpo contra la mano de Bram.
– De nada. Ahora demuéstrame lo agradecido que estás.
Y eso fue, exactamente, lo que hizo él.
A la mañana siguiente, Bram estaba más contento de lo que Georgie lo había visto nunca. Sus ojos chispeaban y el afilado contorno de su boca se había suavizado. Rory había accedido a producir La casa del árbol por medio de Siracca Productions, una subsidiaria de Vortex que producía películas de bajo presupuesto, de las denominadas «independientes». Por fin Bram tenía lo que quería. Georgie experimentó una breve oleada de envidia. Últimamente, sentía más entusiasmo creativo grabando a Chaz del que había experimentado nunca realizando su verdadero trabajo. Entonces se acordó de Helene.
Aquella tarde, el Departamento de Salud levantaba la cuarentena, pues los análisis de sangre de las ayudantes de Jade determinaron que padecían un virus, no SARS. Las dos mujeres todavía se sentían débiles, pero estaban mejorando. Cuando los invitados estuvieron listos para irse, tres helicópteros sobrevolaban la casa y una marabunta de medios de comunicación esperaba en la calle. Rory se fue por la puerta del jardín, pero el resto de invitados esperó a que la policía llegara y despejara el camino.
Ahora que los sueños de Bram se estaban convirtiendo en realidad, Georgie tenía que dar el paso siguiente para hacer realidad los suyos. Salió al jardín en busca de Laura. Mientras bajaba los escalones del porche, Laura se aproximaba procedente de la casa de invitados. El fino pelo de Laura se balanceaba de un lado a otro alrededor de sus suaves y bonitas facciones. No parecía lo bastante dura para ser una agente y quizá no lo era. Georgie se humedeció los labios.
– Quiero que canceles la reunión de mañana con Rich Greenberg.
Laura se detuvo de golpe y sus ojos castaños se abrieron alarmados.
– No puedo hacerlo, Georgie. No tienes ni idea de lo que me ha costado conseguir esa cita. Rich ni siquiera había pensado en ti para ese papel hasta que yo se lo sugerí, pero ahora está considerando en serio esa posibilidad.
– Lo comprendo, pero deberías habérmelo consultado antes. No pienso actuar en esa película.
– Rich tiene unas ideas fantásticas. Al menos, deberías escucharlo.
– Sería una pérdida de tiempo para él. Yo misma le telefonearé para disculparme.
Laura tiró de su collar. Sus profundas ojeras indicaban que no había dormido bien aquellos días.
– Tu padre está… Bueno, está totalmente convencido de que éste es el mejor proyecto para ti.
– Me aseguraré de que comprenda que la decisión la he tomado yo.
Laura no parecía muy convencida.
– No puedo hacerlo -dijo Georgie-. La última película que protagonicé… Lo único que hice fue cumplir con las formalidades.
– No digas eso. Tú eres una actriz fenomenal.
– Así habla una verdadera agente. -Georgie sabía lo que tenía que hacer. Precisamente Bram se lo había enseñado-. No creo que nadie deba vivir la vida simplemente cumpliendo con las formalidades. Yo quiero sacar más de mí misma.
– Lo entiendo, pero…
– Quiero interpretar a Helene en La casa del árbol.
Laura parpadeó.
– ¡Uau! Ésa no la había visto venir. Ése es un papel totalmente distinto. ¿Bram está… de acuerdo?
– Me debe una audición y yo sé que puedo hacerlo. Es un papel que me emociona y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para conseguirlo.
– Como es lógico, tienes mi apoyo, pero…
– Será mejor que entremos.
Georgie apretó la muñeca de Laura como muestra de lo que sentía y la condujo al interior.
La policía ya estaba en la entrada de la finca y Bram se reunió con Georgie en el vestíbulo para despedir a los invitados. Aaron apareció con una libreta y les pidió a Lance y Jade sus autógrafos.
– ¿Os importa firmar aquí para Chaz? -Le entregó a Jade la libreta y un bolígrafo-. Y quizá podríais escribir alguna cosa, como que os ha gustado su comida o algo parecido. A ella le da vergüenza pedíroslo.
Jade lo miró con perplejidad.
– Es el ama de llaves -explicó Georgie-. La chica que nos ha preparado la comida durante el fin de semana.
– ¡Ah, sí…!
Bram resopló.
Jade firmó en la libreta e, impaciente por irse, dio unos golpecitos en el suelo con el pie. Lance se demoró, pues todavía esperaba conseguir el perdón de Georgie. Las heridas que le había infligido volvieron a cruzar por la mente de Georgie, pero ya las había revivido demasiadas veces y aquella historia empezaba a aburrirla. Pensó en todas las cosas que podía decirle para herirlo, pero eso también le pareció aburrido.
Georgie lo miró con los ojos entornados.
– Quedas absuelto, Lancelot. Ve y no vuelvas a pecar.
Bram apoyó la mano en el trasero de Georgie y se lo acarició.
– ¿Lo dices en serio? -preguntó Lance-. ¿Me has perdonado?
– ¿Por qué no? Resulta difícil guardar rencor por algo que ya no te importa. Además, tú ya tienes bastantes problemas.
– ¿Qué quieres decir?
Lo que Georgie quería decir era que Jade nunca miraba a Lance como él la miraba a ella, con una adoración a toda prueba. Probablemente, Jade lo quería a su manera, pero no tanto como él la quería a ella, lo que no presagiaba nada bueno para alguien con tantas inseguridades como su ex marido.
La venganza llegaba en formas extrañas, pero ella sólo le dijo:
– Cambiar el mundo no es nada fácil, pero vosotros parecéis hechos para ese fin.
Georgie le había dado lo que él quería, pero Lance no parecía totalmente feliz. En cierto sentido, le gustaba que ella sufriera -sólo un poquito- y no estaba preparado para que eso cambiara. Georgie sonrió y se agarró del brazo de Bram. Lance frunció el ceño y Jade, ajena a todo lo que sucedía, miró su reloj.
Cuando por fin se fueron, Bram rio levemente junto a la oreja de Georgie.
– Impresionante. ¿Desde cuándo eres tan madura?
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