– No sé por qué te preocupas -dijo Kate-. Es evidente que Josh está enamorado de ti.

– Entonces, ¿por qué se ha ido con Aisling? Ni siquiera me ha llamado para preguntar cómo tengo el pie.

– Podrías llamarle tú -sugirió Phoebe.

– No puedo. Seguramente sigue en la cama con Aisling.

– Por favor… mira, Bella, sois amigos desde hace muchos años y no vais a dejar de serlo.

– No creo que podamos ser amigos si está con Aisling. No puedo soportar verlo con ella. Pero si no somos amigos no volveré a verlo, así que no sé qué hacer… -Bella rompió a llorar de nuevo-. Le echo tanto de menos…

Phoebe le pasó un brazo por los hombros.

– No creo que Josh vuelva con Aisling.

– Entonces, ¿por qué no me llama?

– A lo mejor no ha podido librarse de esa pesada -sugirió Kate-. Seguramente quiere dejarle claro que ya no hay nada entre ellos antes de venir a hablar contigo.

Pero Josh no apareció. Ni llamó. Ni mandó un e-mail. Bella se pasaba el día comprobando los mensajes del contestador. El teléfono de Josh podría estar estropeado, pero era muy improbable que también lo estuviera el de la oficina y la conexión a Internet.

– ¿Tú crees que podría estar enfermo? -le preguntó a Phoebe un día.

– No, yo creo que está esperando que lo llames tú. Por lo que me has contado, seguramente piensa que ya no quieres ser su amiga.

– No, seguro que es tan feliz con Aisling que ya no se acuerda de mí -suspiró Bella.

– No lo sabrás hasta que hables con él.

Al final, Bella envió un e-mail que tardó horas en redactar. Se disculpaba por no haber llamado y, al final, sugería que fuesen a tomar una copa. Supuestamente, aquello debía sonar como el e-mail de una amiga, como el que habría escrito antes de estropearlo todo acostándose con él.

Después, comprobó el correo cada cinco minutos para ver si había respuesta y cuando el nombre de Josh apareció por fin, abrió el mensaje con el corazón en la garganta. Le temblaban las manos.

«¿Tienes algo que hacer esta noche?», decía el mensaje.

«Nada especial», contestó ella. «¿Por qué no vienes a casa? Podemos tomar una copa de vino y charlar, como en los viejos tiempos».

Eso sonaba muy normal, ¿no?

La respuesta de Josh llegó unos minutos después y Bella abrió el correo inmediatamente. Quizá le diría que la había echado de menos, que estaba deseando verla…

«Muy bien», decía el mensaje.

Los correos de Josh eran como él: breves, concretos, sucintos.

Estuvo horas intentando elegir lo que iba a ponerse. Nunca había tenido problemas para impresionar a un hombre. Kate incluso solía decir que tenía un doctorado en coqueteos, pero nunca se imaginó a sí misma flirteando con Josh. No podía sonreír con picardía ni cruzar las piernas seductoramente porque él pensaría que estaba loca.

Cuando sonó el timbre tuvo que pararse un momento para tomar aire, pero se quedó sin él en cuanto lo vio en la puerta.

– Hola -dijo, con voz entrecortada-. Perdona, es que me he atragantado. Pasa.

Estaba exactamente igual que siempre, pensó. No había ninguna señal de que la hubiera echado de menos o de que aquella noche fuera diferente de otras noches, cuando iba a verla como amigo.

Parecía un poco cansado, pero podría haber muchas razones para eso. Desde luego, no tenía los ojos rojos de llorar toda la noche, como ella.

– ¿Has tenido mucho trabajo? -preguntó, buscando un sacacorchos en el cajón.

– Muchísimo. Nos llamaron de C.B.C. nada más volver de las Seychelles. Hemos conseguido el contrato.

– ¿En serio? ¿A pesar de Bryn?

– Por lo visto, el hombre que realmente toma las decisiones en C.B.C. naufragó con nosotros. Fue el que nos ayudó a mover el barco y parece pensar que somos la empresa que necesita.

– ¡Josh, es una noticia estupenda!

– La verdad es que está encantado contigo.

– ¿Conmigo?

– Pues sí, le pareces muy simpática. Y sospecho que tú eres responsable de que hayamos conseguido el contrato.

– Eso no es verdad.

Bella sirvió dos copas de vino y las llevó a la mesa, pero se sentó al otro lado del sofá, donde no había peligro de rozarse con Josh.

– Gracias de todas formas -dijo él.

Después hubo una pausa. Acababa de conseguir un gran contrato, pero no parecía muy contento.

– ¿Qué tal estás tú?

– Bien. ¿Y tú?

– Bien.

Bella tragó saliva. Aquello no era lo de siempre.

– No sabía si ibas a llamarme, por eso te mandé el e-mail. ¿Dónde está Aisling?

– ¿Aisling? -repitió Josh-. No tengo ni idea.

La garra de hielo que apretaba el corazón de Bella pareció aflojarse un poco.

– Entonces, ¿no estáis…?

– ¿No estamos qué?

– ¿No estáis juntos otra vez?

– Claro que no -contestó él.

– Ah, perdona.

– ¿Por qué?

– Pues… siento que estés disgustado.

– No estoy disgustado… al menos, no lo estoy por Aisling -dijo Josh entonces.

– Si no es por ella, ¿por qué pareces tan triste? -preguntó Bella. Josh vaciló un momento-. Puedes contármelo. Para eso están los amigos, ¿no?

– Ése es el problema -dijo él entonces, dejando la copa sobre la mesa-. No creo que podamos ser amigos.

Lo había dicho tan serio que Bella se quedó sin respiración.

– No podemos dejar de serlo.

– Creo que sería más fácil si no volviéramos a vernos.

– Pero… ¿por qué?

– Porque ser amigos ya no es suficiente para mí -suspiró Josh, apartando la mirada-. Lo siento, Bella. No puedo. Lo último que deseo es hacerte daño, pero no puedo soportarlo más. No deberíamos haber hecho el amor… lo ha estropeado todo. Lo sabía, sabía que no podríamos volver a tratarnos como antes. Voy a echarte de menos más que a nadie, pero estoy demasiado enamorado como para ser tu amigo. No sé cómo voy a soportar estar sin ti…

Bella nunca lo había visto tan incoherente y tardó unos segundos en entender lo que estaba diciendo.

– Josh…

Pero le había salido como un suspiro y Josh seguía hablando.

– No sabía qué hacer. Estaba desesperado por verte, pero sabía que si lo hacía querría besarte y… sé que tú quieres que sigamos siendo amigos, pero no puedo hacerlo. No soy capaz.

– Josh…

– Lo siento, lo siento, no quiero que lo pases mal. Esto es horrible, pero tengo que decírtelo: te quiero, Bella. Te quiero. No puedo vivir sin ti, pero sé lo que sientes por Will y sé que nada será lo mismo…

– ¡Josh! ¿Quieres callarte un momento?

– Sí -contestó él, cortado.

– Yo no estoy enamorada de Will -dijo Bella-. Estoy enamorada de ti.

Entonces fue Josh quien se quedó sin voz.

– ¿Qué? -consiguió decir al fin.

– Sólo te conté que estaba enamorada de él porque tú estabas comprometido con Aisling. Pensé que te sentirías incómodo y que sería más fácil hacerte creer que estaba enamorada de Will…

– ¿Más fácil?

– Yo no sabía que tú me quisieras.

– ¿Estás enamorada de mí? -preguntó Josh entonces.

Bella dejó escapar un suspiro.

– Yo creo que siempre he estado enamorada de ti. Pero tardé demasiado en darme cuenta.

Josh seguía teniendo problemas para asimilar aquella información.

– ¿Estás enamorada de mí?

– Sí -contestó ella, con una sonrisa que lo reconfortó por dentro-. Sí, estoy enamorada de ti.

– Bella… -Josh seguía mirándola sin entender, pero por fin empezó a reírse-. Bella… -dijo entonces, sentándola sobre sus rodillas-. ¿Sabes cuántos años llevo esperando que dijeras eso? ¡Catorce!

– ¿No irás a decirme que llevas todo ese tiempo enamorado de mí?

– Claro que sí. Me enamoré en cuanto te vi -murmuró él, buscando sus labios.

– ¿Por qué no me lo dijiste?

– Porque nunca me habías mirado más que como un amigo. Eres tan guapa, tan seductora… así que decidí que sólo podíamos ser amigos. Me decía a mí mismo que ser tu amigo era mejor que nada. Supongo que es por eso por lo que me comprometí con Aisling, pero no funcionó… ¿cómo iba a funcionar? Aisling no eres tú. No sabes el alivio que sentí cuando rompió el compromiso.

– ¿De verdad?

– Pero tú no hacías más que hablar de nuestra amistad y nuestra amistad… por eso pasaba tanto tiempo con Aisling. Era la única forma de no abalanzarme sobre ti.

Bella suspiró, feliz.

– Para conocernos hace tanto tiempo, parece que no nos enterábamos de nada. ¿Debo saber algo más para evitar malentendidos?

– Sólo que te quiero -dijo él, tomando su cara entre las manos-. Te quiero y te necesito. Quiero volver a casa cada noche y encontrarte a ti. ¿Qué dices, Bella? ¿Podemos ser amantes además de amigos?

– Sí -contestó ella-. Podemos y lo seremos siempre.


– Todo esto es muy misterioso -dijo Gib cuando Bella abrió la puerta-. Phoebe me ha dicho que teníamos que venir a cenar y que era muy importante, pero no ha querido contarme por qué.

– Te he dicho todo lo que sé -protestó Phoebe-. Díselo, Bella.

– Es verdad. Nadie sabe nada -admitió ella-. Kate y Finn ya están aquí.

– ¡Menos mal que habéis llegado! -exclamó Kate-. Finn y yo nos morimos de curiosidad.

– Yo estoy al borde del infarto -dijo él, irónico.

Bella miró a Josh y él tomó su mano.

– Vamos a casarnos.

Hubo un momento de silencio y entonces los cuatro se echaron a reír.

– ¡Eso ya lo sabíamos! -exclamó Kate.

– Menuda sorpresa -dijo Phoebe-. Pensé que ibais a decirnos que esperabais un niño.

– Pues para-nosotros ha sido una sorpresa -protestó Bella. Pero Josh también se estaba riendo.

– Eso es lo malo de tener tan buenos amigos. Que nos conocen mejor que nosotros mismos.

– Pero nos alegramos muchísimo de que, por fin, os hayáis dado cuenta -dijo Phoebe.

– Ya era hora -añadió Kate-. Estábamos empezando a desesperar.

– Desde luego, esto es increíble -sonrió Gib, abriendo una botella de champán-. Tres compromisos falsos y tres finales felices.

Josh estrechó a Bella contra su corazón.

– Tres comienzos felices.

Jessica Hart

  • 1
  • 13
  • 14
  • 15
  • 16
  • 17