– ¿Qué intentas decirme?
– Exactamente lo que he dicho, eso es todo.
– Pero no sé nada acerca del golf, y además no veo qué tiene que ver el juego de Dallie con Teddy.
– Los consejos es lo que tiene… puedes tomarlos o dejarlos.
Ella le lanzó una mirada penetrante.
– ¿Sabes por qué él es tan crítico con Teddy, verdad?
– Tengo alguna idea.
– ¿Es porque Teddy se parece a Jaycee? ¿No es eso?
Él resopló.
– Dále algo de crédito a Dallie, tiene más sentido común que eso.
– ¿Entonces por qué?
Él apoyó la cabeza del palo sobre una barra para secarlo y puso la brocha en un tarro de aguarrás.
– Tú solamente concentrate en su golf eso es todo. Tal vez tengas mejor suerte que la que yo he tenido.
Y no dijo nada más.
Cuando Francesca subió del sótano, descubrió a Teddy jugando con uno de los perros de Dallie en el patio. Había un sobre encima de la mesa de la cocina con su nombre garrapateado con la letra de Gerry. Lo abrió y leyó el mensaje.
Nena, Cariño, Cordera Mía, Amor de Mi Vida,
¿Que te parecería pasar esta noche conmigo? Te recogeré para cenar y lo que siga a las 7:00. Tu mejor amiga es la reina de los idiotas, y yo soy el zoquete más grande del mundo. Prometo no llorar sobre tu hombro nada más que una pequeña parte de la tarde. ¿Cuándo vas a dejar de ser tan cabezota e invitarme a tu programa de televisión?
Sinceramente, Zorro el Grande
PD. Trae un dispositivo para el control de la natalidad.
Francesca se rió. A pesar de su mal principio en aquella carretera de Texas hacía diez años, Gerry y ella, habían formado una cómoda amistad en los dos años que llevaba viviendo en Manhattan. Él había pasado los primeros meses tras conocerse pidiéndole perdón por haberla abandonado, aun cuando Francesca insistía que la había hecho un favor aquel día.
Para su asombro, él todavía conservaba un sobre amarillento con su pasaporte y cuatrocientos dólares que estaban en su neceser.
Hacía mucho que le había dado a Holly Grace el dinero para reembolsar a Dallie lo que le debía, que le había dado una noche que coincidieron en la ciudad.
Cuando Gerry llegó para escogerla por la tarde, él llevaba su cazadora bomber de cuero con un pantalón marrón oscuro y un suéter color crudo. Abrazándola con fuerza, le dió un amistoso beso en los labios, sus ojos oscuros brillando con maldad.
– ¡Eh!, hermosa. Por qué no podía yo haberme enamorado de tí en lugar de Holly Grace?
– Porque eres demasiado listo para cargar conmigo -dijo ella, riendo.
– ¿Dónde está Teddy?
– Ha engañado a Doralee y a la Señorita Sybil para que lo acompañen a ver una horripilante película sobre saltamontes asesinos.
Gerry sonrió y luego la miró con interés.
– ¿Cómo lo llevas? ¿Esto está resultando dificil para tí, verdad?
– He tenido mejores semanas -concedió ella. Hasta ahora, sólo su problema con Doralee estaba cerca de una solución. Esa tarde la Señorita Sybil había insistido en llevar a la adolescente a las oficinas del condado ella misma, diciéndole a Francesca que bajo ningún concepto dejaría sóla a Doralee hasta que encontraran una buena familia adoptiva.
– He pasado un rato con Dallie esta tarde -dijo Gerry.
– ¿En serio? -Francesca estaba sorprendida. Era difícil imaginarse a los dos juntos.
Gerry sostuvo la puerta de la calle abierta para ella.
– Le dí una pequeña y nada amistosa charla legal y le dije que si alguna otra vez intenta algo como esto con Teddy, yo personalmente mandaré el sistema americano entero sobre él.
– Me imagino como reaccionó él a eso -contestó ella secamente.
– Te haré un favor y te ahorraré los detalles -caminaron hacía el Toyota alquilado de Gerry-. Fue algo de lo más extraño. Una vez que dejamos de decirnos insultos, casi me encontré a gusto con el hijo de puta. Odio la idea de pensar que él y Holly Grace estuvieron casados, y sobre todo odio el hecho de que todavía se preocupen tanto el uno por el otro, pero una vez que comenzamos a hablar, yo tenía un sentimiento raro, como si Dallie y yo nos conocíeramos desde hace mucho. Es algo de locos.
– No es tan extraño -dijo Francesca, cuando él abrió la puerta del coche para ella-. La única razón por la que sentiste eso es porque Dallie y Holly Grace se parecen mucho. Si te gusta uno de ellos, al estar con el otro tienes esa sensación.
Comieron en un restaurante acogedor que servía una maravillosa ternera.
Antes de que hubieran terminado el plato principal, otra vez se enredaron en su vieja discursión de por qué Francesca no invitaba a Gerry a su programa de televisión.
– Solamente llévame una vez, cariño, eso es todo lo que te pido.
– Olvídalo. Te conozco. Te presentarías con quemaduras falsas de radiación por todas partes del cuerpo o anunciarías que en ese momento unos misiles rusos estaban apuntando a Nebraska.
– ¿Y qué? Tienes millones de androides satisfechos mirando tu espectáculo quienes no entienden que vivimos en vísperas de la destrucción. Es mi trabajo concienciar de eso a la gente.
– No en mi programa -dijo ella firmemente-. No manipulo a mis espectadores.
– Francesca, en estos días no hablamos de un pequeño petardo de trece kilotones como el que nosotros tiramos sobre Nagasaki. Hablamos de megatones. Si veinte mil megatones caen en Nueva York, eso va a hacer algo más que arruinar una fiesta en casa de Donald Trump. Tendrá consecuencias en más de mil kilómetros cuadrados, y ocho millones de cuerpos fritos serán abandonados pudriéndose en los canales.
– Intento comer, Gerry -protestó, dejando su tenedor.
Gerry había estado hablando de los horrores de una guerra nuclear durante tanto tiempo que podía demoler una comida de cinco platos mientras él describía un caso terminal de envenenamiento por radiación, pinchó la patata al horno.
– ¿Sabes la única cosa que tiene alguna posibilidad de supervivencia? Las cucarachas. Estarán ciegas, pero todavía serán capaces de reproducirse.
– Gerry, te quiero como a un hermano, pero no dejaré que conviertas mi programa en un circo -antes de que él pudiera lanzar su siguiente ronda de argumentos, ella cambió de tema-. ¿Has hablado con Holly Grace esta tarde?
Él dejó su tenedor y negó con la cabeza.
– Me acerqué a la casa de su madre, pero salió por la puerta de atrás cuando me vio llegar -apartó su plato, y tomó un sorbo del agua.
Parecía estar tan triste que Francesca estaba dividida entre el deseo de consolarle y el impulso de darle un buen coscorrón. Gerry y Holly Grace obviamente se amaban, y ella deseaba que dejaran de camuflar sus problemas.
Aunque Holly Grace casi nunca hablara de ello, Francesca sabía las ganas que tenía de ser madre, pero Gerry nunca hablaría del asunto con ella.
– ¿Por qué no intentáis llegar a algún tipo de compromiso? -ofreció provisionalmente.
– Ella no entiende esa palabra -contestó Gerry-. Está empecinada con la idea de que trato de utilizarla por su fama, y…
Francesca gimió.
– No esta vez. Holly Grace quiere un bebé, Gerry. ¿Por qué no admites de una vez que ahí radica el problema? Sé que no es de mi incunvencía, pero creo que serías un padre maravilloso, y…
– ¿Cristo, Naomi y tú os habéis puesto de acuerdo, o qué? -bruscamente empujó su plato-. ¿Vamos al Roustabout, bien?
El Roustabout era el último lugar al que querría ir.
– No me apetece mucho…
– Seguramente los viejos novios estarán allí. Entramos, fingimos que no los vemos, y luego hacemos el amor encima de la barra. ¿Qué dices?
– Digo no.
– Venga, cariño. Los dos han estado echando una tonelada de mierda en nuestro camino. Permítenos sacudírnosla un poco.
Totalmente decidido, Gerry no hizo caso a ninguna de sus protestas y la empujó fuera del restaurante. Quince minutos más tarde, entraban por la puerta del honky-tonk.
El lugar estaba igual como Francesca lo recordada, aunque la mayor parte de los anuncios de cerveza Lone Star de neón habían sido substituidos por otros de Miller Lite, y máquinas de vídeojuegos ocupaban ahora una esquina.
La gente era la misma, pese a todo.
– Bien, mira lo que acaba de entrar por la puerta -dijo una voz gutural femenina hablando arrastrando las palabras desde unos metros a su derecha-. Si es la reina de Inglaterra con el rey de los Bolcheviques andando a su lado.
Holly Grace estaba sentada con una botella de cerveza delante de ella, mientras a su lado Dallie bebía a sorbos de un vaso de soda.
Francesca sintió de nuevo esos pequeños saltos extraños en su estómago al ver aquellos hermosos ojos azules estudiándola sobre el borde del vaso.
– No, me equivoco -continuó Holly Grace mientras miraba el vestido negro con adornos marfil de Galanos junto a una chaqueta roja larga-. No es la reina de Inglaterra. Es aquella luchadora de barro que vimos en Medina County.
Francesca agarró el brazo de Gerry. -Vámonos.
Los labios llenos de Gerry se ponían más finos cada segundo, pero rechazó moverse. Holly Grace se inclinó hacía atrás el Stetson, mientras seguía escudriñando la ropa de Francesca.
– Un Galanos en el Roustabout. Mierda. Estás decidida a que nos echen de aquí. ¿No estás cansada de ser siempre el centro de atención?
Francesca se olvidó de Gerry y Dallie y miró a Holly Grace con genuina preocupación. Se portaba como una auténtica arpía. Separándose de Gerry, le echó a un lado y se sentó en la silla a su lado.
– ¿Estás bien? -preguntó.
Holly Grace frunció el ceño a su vaso de cerveza, pero permaneció en silencio.
– Vamos a ir al cuarto de baño para poder hablar -susurró Francesca, y como Holly Grace no respondió, dijo más convincentemente-. Ahora mismo.
Holly Grace le lanzó una mirada rebelde que se pareció a las peores de Teddy.
– No voy a ninguna parte contigo. Estoy todavía enfadada por no decirme la verdad sobre Teddy -se giró hacia Dallie-. Baila conmigo, cariño.
Dallie había estado mirándolas con interés. Se levantó de la silla y puso el brazo sobre los hombros de Holly Grace cuando ella se levantó.
– Naturalmente encanto.
Los dos comenzaron a alejarse, pero Gerry dio un paso adelante, bloqueando su camino. -¿No es interesante la manera en que se agarran el uno al otro? -le dijo a Francesca-. Este es el caso más fascinante de desarrollo detenido que alguna vez he visto.
– Vete a bailar, Holly Grace -dijo Francesca-. Pero mientras lo haces, piensa que en este momento tal vez yo te necesite tanto o más que Dallie.
Holly Grace vaciló un momento, pero entonces envolvió con sus brazos a Dallie y juntos se trasladaron a la pista de baile.
En aquel momento, uno de los asiduos del Roustabout pasó para pedir un autógrafo a Francesca, y poco después fue rodeada por admiradores. Charló con ellos mientras por dentro estaba llena de frustración.
Por el rabillo del ojo, vio a Gerry hablar con una joven de grandes pechos en la barra. Holly Grace bailó por delante con Dallie, los dos moviendose juntos como un sólo cuerpo, llenos de gracia, su intimidad ocasional tan absoluta que parecieron aislarse del resto del mundo.
Sus mejillas comenzaron a dolerle por la sonrisa. Firmó más autógrafos y recogió más elogios, los asistentes del Roustabout estaban acostumbrados a ver a la estrella de "China Colt " en su bar, pero ver a la encantadora Francesca Day era algo nuevo completamente. Por fin se fijó que Holly Grace se dirigía a la puerta de atrás sola. Una mano tocó su hombro.
– Lo siento, gente, pero Francie me prometió este baile. ¿Todavía recuerdas el Dos Pasos, cariño?
Francesca dio vuelta hacia Dallie y, después de vacilar un momento, entró en sus brazos.
Él la estrechó contra su cuerpo, y ella tuvo la sensación inquietante que había sido lanzada diez años atrás en el tiempo cuando este hombre formaba el centro de su mundo.
– Maldita sea, se siente bien con una mujer con vestido -dijo-. ¿Llevas hombreras en esa chaqueta?
Su tono era suave, apacible. Se sentía tan bien estando cerca de él. Demasiado bien.
– No dejes que Holly Grace dañe tus sentimientos -dijo en un susurro-. Ella solamente necesita algo de tiempo.
La compasión de Dallie, dadas las circunstancias, la sorprendió. Ella logró contestar.
– Su amistad significa mucho para mí.
– Si me preguntas, lo que realmente la tiene cabreada es que el viejo rojo se haya aprovechado de ella.
Francesca comprendió que Dallie no entendía la verdadera naturaleza del problema entre Holly Grace y Gerry, y decidió que éste no era el mejor lugar para ilustrarlo.
– Tarde o temprano, vendrá -continuó él-. Y sé que ella apreciaría si la esperaras. ¿Ahora, puedes dejar de preocuparte de Holly Grace y tratar de concentrarte en la música para poder bailar en serio?
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