¿Qué podía contestarle? Sólo lo que el corazón le decía.

– Oh, sí exclamó con el rostro resplandeciente de amor, alegría y felicidad-. Oh, Grant -suspiró-, ¡te amo tanto que deseo que ese mañana llegue pronto!

Al subir el último escalón frente a su casa, Grant la tomó en sus brazos y la apretó contra él. La besó con ternura en la frente y le dijo con voz ronca:

– Todas tus mañanas van a ser muy felices, mi amor, te lo prometo -le juró.

Jessica Steele


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