A unos miles de kilómetros, pudo oír suspirar a Bill.
– Vamos a tener mucho trabajo dentro de poco. No puedo hacerlo solo. Si no puedes volver, tendremos que contratar a algún piloto.
– Lo sé. Empieza a buscarlos. Si encuentras a alguien bueno, contrátalo. Volveré tan pronto como pueda.
– Que sea rápido.
– Haré lo que pueda.
El negocio era importante, pensó al terminar la llamada, pero sus hermanos siempre serían más importantes. Estaría allí hasta que terminara el trabajo que había ido a hacer.
Capítulo 4
El aeropuerto situado en la zona norte de Fool’s Gold tenía dos pistas y carecía de torre de control, por lo que los pilotos eran responsables de mantenerse alejados unos de otros. Finn estaba acostumbrado a volar en esas circunstancias; en South Salmon era igual, aunque con un clima mucho peor.
Salió de su coche alquilado y fue hacia la Oficina Central de Aviación de Fool’s Gold. Le habían dicho que era el mejor lugar para informarse sobre el alquiler de un avión. Además, aprovecharía para hablar con el propietario, tal vez podía encontrar un trabajo extra. No estaría allí sin hacer algo más productivo que transportar a los concursantes del programa dos veces por semana.
Llamó a la puerta, que estaba abierta, y entró. Allí había unos cuantos escritorios destartalados y una cafetera sobre una mesa junto a la ventana con vistas a la pista principal. Una mujer estaba sentada en uno de los escritorios.
– ¿Puedo ayudarle en algo?
– Estoy buscando a Hamilton -le habían dado un apellido y poco más.
La mujer, una guapa cincuentona pelirroja, suspiró.
– Está con los aviones. Le juro que si pudiera dormir con ellos, lo haría -señaló al oeste-. Por ahí.
Finn asintió, le dio las gracias y rodeó el edificio. Vio a un hombre mayor agachado sobre un neumático de un Cessna Stationair.
Finn conocía el avión. Podía volar durante siete horas y sus puertas dobles facilitaban el transporte de mercancías.
Hamilton vio a Finn acercarse.
– Anoche al aterrizar me pareció que había perdido la válvula del neumático. Ahora parece que está bien.
Se acercó a Finn y le estrechó la mano. Debía de tener unos setenta años.
– Finn Andersson.
– ¿Eres piloto?
– Sí.
Finn le habló de su negocio de transportes en Alaska.
– Aquí no tenemos ese clima. Estamos por debajo de los ochocientos metros, así que nos libramos de lo peor de la nieve y del viento. Hay algo de niebla, pero nada como con lo que tú tienes que lidiar. ¿Qué te ha traído a Fool’s Gold?
– Mis hermanos -admitió y le contó lo de los gemelos y el concurso-. Voy a trabajar transportando a concursantes. Supongo que así se ahorran dinero.
– No me importa quién alquile mis aviones siempre que sepa lo que hace. Y me parece que tú sabes.
Finn sabía que a ese hombre no le bastaría con su palabra, pero tenía credenciales que mostrarle.
– Estaré aquí unas cuantas semanas y me preguntaba si usted necesita algún piloto. Puedo transportar pasajeros o mercancías.
Hamilton sonrió.
– Tengo trabajo extra y odio rechazarlo, pero solo puedo hacer un vuelo cada vez. Hay mucho que hacer. A la gente rica le gusta ir al pueblo en avión, les hace sentir especial. El restaurante del hotel está de moda y yo les llevo el pescado. Tengo contratos con unas cuantas empresas de reparto y esas cosas. Dime cuándo quieres trabajar y te tendré ocupado.
– Se lo agradecería -le dijo Finn, aliviado al saber que no tendría que pasarse el día sentado y viendo a sus hermanos.
– Vamos a mi despacho a ver cómo tengo la agenda. Supongo que tendré que hacerlo oficial y comprobar tu licencia. Si tienes tiempo, podemos salir a pilotar cuando terminemos con el papeleo.
– Tengo tiempo.
– Bien.
De nuevo en la oficina, entraron en el despacho de Hamilton. Era pequeño, pero estaba ordenado. Había fotografías de viejos aviones cubriendo las paredes.
– ¿Cuánto tiempo lleva aquí? -le preguntó Finn.
– Desde que era pequeño. Aprendí a volar antes que a conducir, eso seguro. Nunca quise hacer otra cosa. Mi mujer no deja de decirme que nos mudemos a Florida, pero no sé… tal vez pronto… El negocio está en venta, por si te interesa.
– Tengo un negocio, aunque aquí se pueden hacer muchas más cosas -no solo repartos y transporte de mercancías y de personas, sino también esa idea que tenía de impartir clases de vuelo.
«Deja tus sueños para otro momento», se recordó; para cuando supiera con seguridad que sus hermanos eran lo suficientemente adultos como para no cometer ninguna estupidez.
– Si cambias de opinión, dímelo -le dijo Hamilton.
– Será el primero en saberlo.
En su vida normal, Dakota pasaba el día elaborando planes de estudio para programas de Matemáticas y Ciencias. En teoría, en un año o dos, los estudiantes de todo el país podrían ir a Fool’s Gold y pasar un mes inmersos en un programa de Matemáticas o Ciencias. Dakota y Raúl trabajaban duro para solicitar donaciones de benefactores privados y de empresas. Era un trabajo que la llenaba, era un trabajo que suponía una diferencia, ¿pero estaba haciendo ahora algo importante? No. Por el contrario, había pasado la última hora al teléfono hablando con distintos hoteles de San Diego negociando habitaciones en las que los concursantes pudieran tener sus citas de ensueño.
La puerta de su improvisado despacho se abrió y allí apareció Finn. Hacía días que no lo veía, desde que se había anunciado a los concursantes. Casi se había esperado leer un artículo en el periódico local diciendo que dos gemelos habían desaparecido, pero por el momento, Finn parecía estar controlándose.
– ¿Interrumpo algo?
– Sí, y no sabes cuánto te lo agradezco -soltó los papeles que tenía en la mano-. ¿Sabes que tengo un doctorado? Puedo hacer que la gente me llame doctora. No lo hago, pero podría. ¿Y sabes lo que estoy haciendo ahora con esa titulación?
Él se sentó.
– ¿No te gusta tu trabajo?
– Hoy no -dijo con un suspiro-. Me digo que estoy haciendo lo correcto, me digo que estoy ayudando al pueblo, pero…
– Deja que adivine, no está funcionando.
– Estoy a un paso de golpearme la cabeza contra una pared y eso nunca es una buena señal. Como experta en psicología, soy muy consciente de ello.
Se recostó en su silla y lo observó. Finn estaba guapo, aunque eso no era ninguna sorpresa. ¿Cuándo lo había visto mal? Era un hombre formal y cumplidor, y así lo demostraba su preocupación por sus hermanos. El siguiente pensamiento lógico sería que era un buen tipo, pero por el contrario se vio reconociendo que era la definición exacta de un tío bueno.
– ¿Puedo ayudarte? -preguntó él.
– ¡Ojalá! -respondió ella con un suspiro-. Hablemos de otra cosa. Cualquier otro tema me animaría más -señaló unos papeles que tenía sobre la mesa-. Veo que Geoff ha mantenido su palabra y eres el piloto para las citas. Lo que estás haciendo por tus hermanos… -sonrió-, digamos que todos los padres de América estarían orgullosos.
– Es una forma de verlo, pero preferiría no estar aquí -la miró-, excluyendo lo presente.
– Gracias. ¿Sigues pensando en entrometerte entre Stephen y Aurelia?
Finn se encogió de hombros.
– En cuanto se me ocurra qué hacer. Aún no han tenido ninguna cita y mis hermanos están evitándome.
– ¿Y te sorprende?
– No. Si fuera ellos, yo también estaría evitándome -sacudió la cabeza-. ¿Por qué no han podido rebelarse en Alaska?
– ¿Echas de menos tu casa?
Finn se encogió de hombros.
– Un poco. Esto es diferente.
– ¿Por el paisaje o por la gente?
– Por las dos cosas. Comparado con donde yo vivo, Fool’s Gold es como la gran ciudad. En South Salmon aún hay varios metros de nieve, pero los días cada vez son más largos y cálidos. Bill, mi socio, y yo deberíamos estar preparándonos para la temporada de más trabajo, pero ahora Bill tendrá que hacerlo solo. Vamos a tener que contratar temporalmente a algunos pilotos.
– Eso no debe de ser muy bueno.
– Es un fastidio.
– Y culpas a tus hermanos.
Él enarcó una ceja.
– ¿Alguna razón por la que no debiera hacerlo?
– Técnicamente no tienes por qué estar aquí.
– Sí, sí que tengo por qué -miró por la ventana-. Si no estuviera preocupado por mis hermanos y por el trabajo, estar aquí no estaría tan mal.
Ella sonrió.
– ¿Estás diciendo que te gusta Fool’s Gold?
– La gente es muy agradable. He ido al aeropuerto y he hablado con un hombre sobre alquilar aviones para el programa. Voy a trabajar con él el tiempo que esté aquí.
– ¿Para transporte de mercancías?
Él asintió.
– No sabía que transportáramos mercancías dentro y fuera de Fool’s Gold.
– Te sorprendería saber lo que llega por transporte aéreo. Incluso aquí. Además, tiene vuelos chárter para llevar a gente a lugares remotos.
– ¿Haces eso en South Salmon?
– A veces, aunque Bill y yo estamos especializados en mercancías. He pensado en expandir el negocio o incluso en abrir una empresa nueva, pero Bill quiere evitar tener que tratar con pasajeros. Puede ser difícil de creer, pero yo soy el más sociable de los dos.
Sonrió y ella experimentó una sacudida de calor en su interior mientras se le encogían los dedos de los pies. Por suerte, eso era algo que él no pudo ver.
– ¿Y estás preparado para llevar turistas? -le preguntó intentando cambiar de tema.
– Puede ser divertido. También he pensado en abrir una escuela de vuelo. Ahí arriba hay mucha libertad, pero tienes que tener cuidado. Mi padre solía decir que solo sabía que yo no estaba cometiendo locuras cuando estaba volando -se rio-. Aunque, claro, se equivocaba. Aun así, te enseña responsabilidad.
– Parece que es tu vocación.
– En cierto modo, sí -la miró-. Has sido muy agradable conmigo. Sé que no tenías motivos y agradezco tus consejos.
¿Agradable? Genial. Quería que la viera sexy e irresistible, alguien a quien estuviera deseando meter en su cama. El primer hombre que le había llamado la atención en un año y solo le parecía agradable.
– Hago lo que puedo. Si necesitas algo, dímelo.
Él posó su oscura mirada azul en su rostro y curvó su boca en una de esas sonrisas diseñadas para lograr que una mujer hiciera cualquier cosa.
– He estado buscando un sitio para cenar. Un lugar tranquilo. Un lugar donde pueda tener una conversación con una bella mujer.
Si ella hubiera estado de pie, habría corrido el peligro de caerse al susto. ¿Estaba Finn invitándola a cenar? ¿O estaría refiriéndose a otra? Era muy presuntuoso por su parte dar por hecho que ella era esa bella mujer; si, por el contrario, Finn hubiera dicho «razonablemente atractiva», eso sí que podría habérselo creído.
– Bueno, yo… -se detuvo, no sabía qué decir.
Finn sacudió la cabeza.
– Está claro que no tengo práctica. Estaba invitándote a cenar, Dakota.
– Oh -ahora fue ella la que sonrió-. Me gustaría -y entonces, antes de poder evitarlo, añadió-: ¿Y si cocino yo? Quiero decir, podrías venir a mi casa. No es que sea una cocinera gourmet ni nada parecido, pero conozco unas cuantas buenas recetas.
– Me parece perfecto. Tan solo dime cuándo y allí estaré.
– ¿Qué te parece mañana?
– A mí me va bien.
Fijaron una hora y ella le dio la dirección. Cuando se marchó, Dakota se vio sonriendo un poco más al levantar el teléfono para llamar a otro hotel de San Diego.
Aurelia estaba frente a la mesa de Geoff haciendo todo lo posible por parecer más segura de sí misma que aterrada. A pesar de sus vaqueros y de su camiseta desgastada, ese productor de Hollywood la intimidaba. Y no era de extrañar: la mayoría de la gente la intimidaba. El único lugar en el que se sentía segura era en el trabajo, en su despacho, con su ordenador y sus cuentas. Fuera de allí, solo le faltaba pedir disculpas por respirar.
– Ha habido un error -dijo obligándose a mirarlo a los ojos-. Agradezco que me hayáis elegido para el programa, no me lo esperaba, pero…
¿Cómo decirlo? ¿Cómo explicar la verdad sin confesar sus más profundos y oscuros secretos?
– No soy una devora jóvenes -dijo hablando muy deprisa y sonrojándose-. Y no soy un imán para los hombres -¡qué comentario tan ridículo!
El productor levantó la mirada de su portátil y frunció el ceño, como si no se hubiera dado cuenta de que estaba allí.
– ¿Quién eres?
– Aurelia. Soy la pareja de Stephen, uno de los gemelos. Tienen veintiún años. Puede que sea un error, o tal vez podamos hacer algún cambio. ¿Y si me pusierais con alguien más mayor? ¿Qué tal un viudo con un hijo? Eso me iría mejor.
Geoff volvió a centrar su atención en el portátil.
"Sólo para mí" отзывы
Отзывы читателей о книге "Sólo para mí". Читайте комментарии и мнения людей о произведении.
Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв и расскажите о книге "Sólo para mí" друзьям в соцсетях.