– Esto no tiene que ver con la falta de pruebas -dijo sombrío-. Mi padre es el responsable del resultado de este juicio.

– ¿Qué quieres decir? ¿Crees que habló con el fiscal?

– Habló con alguien, de eso estoy seguro. No sé con quién, pero lo averiguaré.

Dani suspiró.

– No sé qué pensar. Me alegro de que no tengas que responder por ningún cargo, y también de que no te detengan ni nada parecido. Por supuesto, eso es estupendo. Pero no me parece justo que Mark intervenga en una cosa así.

Alex se la quedó mirando fijamente. Le había entendido. No había tenido que explicarle por qué no estaba contento. Lo sabía, y lo sabía precisamente por ser ella quien era.

– ¿Qué piensas hacer? -le preguntó Dani.

– Ojalá lo supiera. No puedo presentarme ante el fiscal y pedirle que me procese.

– Sería una conversación interesante.

– Tengo que hablar con el senador.

– Otra conversación con interés -contestó Dani.

Alex posó la mano en su espalda y le empujó suavemente para salir de la sala. Pensaba que la prensa estaría esperándole, pero no había nadie. ¿También se habría ocupado de eso Mark?

– Lo ha hecho porque eres su hijo -dijo Dani-. Eso también es importante.

– Lo ha hecho porque está en plena campaña.

– Eso no lo sabes.

– Claro que lo sé.

Dani se enfrentó a él.

– Alex, es tu padre. ¿De verdad quieres tener esa discusión con él?

– Tengo que tenerla.

– Eres un cabezota.

Alex consiguió sonreír.

– Sí, ésa es una de mis más grandes cualidades.

Dani le miró como si no supiera qué más podía decir. Alex le acarició la mejilla.

– Siento lo que te dije el otro día.

– Yo también -sacudió la cabeza-. Sé que no eres como Ryan y Hugh. Eres un buen hombre. Pero ahora mismo mi vida no es nada fácil. Supongo que por eso reaccioné como lo hice. Estaba reaccionando a lo difícil de mi situación, no a ti.

– Sí, y supongo que yo te presioné demasiado.

– Sí, me presionaste demasiado.

Dani sonrió mientras hablaba.

Alex la condujo entonces hacia una pequeña habitación y la besó.

Dani le devolvió el beso con la boca suave y anhelante y apoyó las manos en su pecho. Olía a flores y sabía a café y a aquella sensual esencia que Alex no había olvidado desde que había hecho el amor con ella.

Cuando Dani entreabrió los labios, Alex deslizó la lengua en su interior. Deseaba acariciarla, pero ignoró aquel deseo. Aquél no era ni el momento ni el lugar. Pero no tardaría en encontrar otro momento para estar con ella. De hecho, pretendía hacerlo muy pronto.

Retrocedieron los dos casi al mismo tiempo.

Dani miró a su alrededor y después alzó la mirada.

– Esto podría ser ilegal.

– No técnicamente, pero no está bien visto -le acarició el labio inferior con el pulgar.

– Quiero volver a verte.

– Me alegro. Porque me estoy abriendo camino en tu mundo. No te va a resultar fácil escapar de mí.

– Y no quiero hacerlo.

Dani tembló ligeramente y contuvo la respiración.

– Eres realmente bueno -musitó-. Y peligroso.

Alex sonrió.

– Exactamente, ése soy yo. ¿Cómo está tu abuela?

– Bastante bien. Está teniendo mucho cuidado con la medicación, así que no tiene ningún problema -miró el reloj-. Odio decir esto, pero tengo que irme. Supongo que tú también tendrás cosas que hacer.

Alex asintió. Tenía que enfrentarse a su padre. Aunque, pensó, a lo mejor debería retrasar el encuentro hasta que fuera capaz de hablar con Mark sin tener ganas de golpear algo… o a alguien.

Capítulo 13

Dani llegó a la casa de los Canfield a la hora que había acordado con Katherine. Se suponía que tenían que hablar del acto benéfico. Mientras llamaba al timbre, a Dani se le ocurrió pensar que ni siquiera sabía qué tipo de acto benéfico iba apoyar. Probablemente, ésa sería la primera pregunta que tendría que hacer.

Katherine abrió la puerta. Por primera vez desde que Dani la conocía, no estaba perfectamente arreglada. Tenía el pelo lacio e iba vestida con una sudadera y unos vaqueros.

– ¿Ya son las tres? -preguntó mientras se alisaba la sudadera-. Ni siquiera he tenido tiempo de mirar el reloj. Están todos los niños en casa, así que esto es un caos.

– Si lo prefieres, podemos dejarlo para otro momento.

– No, no, pasa -Katherine retrocedió para invitarla a entrar-. No voy a hacerte venir hasta aquí para nada.

Despeinada y con aquella ropa informal, Katherine parecía una persona mucho más accesible. Por supuesto, siempre había sido exquisita con ella, pero aquel aspecto le daba más tranquilidad.

Dani la siguió hasta el cuarto de estar. Sasha, Oliver y Quinn estaban sentados en el suelo, alrededor de un juego de bloques de construcción y Bailey en una silla, leyendo un libro de Nancy Drew.

En cuanto vio a Dani, Bailey se levantó de un salto.

– Hola. Mamá nos había dicho que ibas a venir.

– Hola a todos -saludó al resto de los niños y se volvió hacia Bailey-. ¿No te encanta Nancy Drew? Un verano, mi abuela me regaló toda la colección, y me dediqué a leer un libro tras otro.

Bailey asintió con timidez.

– Éste era de mi madre, pero lo cuido mucho. Me lavo las manos antes de leerlo y todo.

– Estoy segura de que Katherine lo aprecia -contestó Dani-. Y me parece muy bien que sepas lo importantes que son los libros.

Bailey sonrió de oreja a oreja y Katherine le pasó el brazo por los hombros.

– Estoy muy orgullosa de Bailey en muchos sentidos.

Bailey se reclinó contra ella. Katherine la abrazó y suspiró.

– Dani, tengo que hacer una llamada de teléfono. ¿Puedes quedarte con mi rebaño?

– Por supuesto.

– Sólo serán unos minutos. Y después hablaremos de ese almuerzo al que tenemos que ir.

Sinceramente, Dani prefería jugar con los niños a tener que hablar de los detalles del almuerzo. Se sentó en el suelo y Sasha corrió inmediatamente a su regazo.

– Hola, Sasha -le dijo Dani.

– Hola, Dani -Sasha se echó a reír-. Éste es un juego de chicos. Tendríamos que jugar a algo de niñas. Como a disfrazarnos.

Bailey apretó los labios.

– Eso es para niños pequeños.

– Yo soy una niña -dijo Sasha con orgullo-. Soy la pequeña. Mamá no quiere que crezca nunca. Me lo ha dicho.

Dani se preguntaba cómo afectarían las diferencias entre los hermanos a la dinámica de la familia.

– Yo también era la más pequeña -le explicó Dani-. Y la única chica. Es divertido ser la pequeña, pero Bailey se está convirtiendo en toda una jovencita.

A Bailey pareció gustarle aquel comentario.

– Dentro de poco voy a cumplir quince años.

– Vaya, quince años -dijo Dani-. Me acuerdo del día que los cumplí yo. Es una fecha muy importante.

– Yo voy a cumplir seis -anunció Sasha.

– Los seis años también son muy importantes, pero convertirse en una adolescente es algo muy especial. Mi mejor amiga sólo era tres semanas mayor que yo. Me acuerdo de que su madre nos llevó a comprarnos juntas nuestros primeros zapatos de tacón cuando mi amiga cumplió quince años. Fue muy divertido. Todavía los guardo.

En realidad, no pensaba ponérselos nunca, estaban completamente pasados de moda. Pero eran un buen recuerdo.

– Los chicos no llevan zapatos de tacón -dijo Quinn.

– Tienes razón -al menos en general. Porque aquél no era momento para ponerse a hablar de drag queens.

Katherine llegó en aquel momento.

– Ya está. ¿Te han torturado mucho?

– En absoluto.

– Estupendo -Katherine miró el reloj-. Creo que éste es el momento de que vayáis a merendar. ¿Quién quiere ir a ver si Yvette ya ha preparado la merienda?

Los niños y Sasha se fueron corriendo, pero Bailey vaciló.

– Dani, ¿quieres tomar algo? -preguntó.

Katherine arqueó las cejas.

– Gracias por ser tan educada, Bailey. Me parece mentira que a mí se me haya olvidado preguntárselo. Dani, ¿quieres tomar algo?

Dani le sonrió a Bailey.

– No, estoy bien, pero gracias por preguntarlo.

– De nada.

Bailey salió entonces de la habitación y Dani se acercó al sofá.

– Son maravillosos. Todos ellos. Pero no sé cómo puedes continuar cuerda con todo el trabajo que dan.

Katherine se echó a reír.

– Lo de menos es la cordura. Lo único que hace falta es paciencia y amor.

– Y es evidente que a ti te sobran.

– Tú también te llevas muy bien con ellos.

– Me encantan -admitió Dani-. Y tengo debilidad por Bailey. Es tan dulce… y tiene un pelo precioso.

– Estoy completamente de acuerdo contigo, en las dos cosas. Cuando Alex y Fiona todavía estaban casados y la gente nos veía juntos, muchas veces pensaban que era hija o hermana de Fiona.

Katherine frunció el ceño ligeramente y sacudió la cabeza.

– En parte también porque Alex siempre ha estado muy unido a Bailey. Hay un vínculo muy especial entre los dos.

Dani prefería con mucho tener información de la relación de Alex con su hermana a oír hablar de su ex esposa.

– Yo también estoy muy unida a mis hermanos. Sobre todo a Cal, que es el mayor. Supongo que es porque siempre ha cuidado de mí.

– La familia es muy importante -dijo Katherine-. Y también recaudar fondos para la investigación sobre el cáncer de mama, que será el objetivo del almuerzo al que vamos a asistir. Creo que ya te comenté que tendrás que decir algo.

Dani tragó saliva.

– Sí, ya me lo dijiste. Y creo que yo comenté algo sobre que probablemente vomitaría.

– No te preocupes. Seguro que lo harás perfectamente. Estamos hablando de cinco o seis minutos como mucho.

Como si eso fuera poco, pensó Dani, diciéndose a sí misma que era una tontería dejarse llevar tan pronto por el pánico. Debería esperar a que estuvieran más cerca del acontecimiento. Entonces ya tendría tiempo de vivir aterrada.

– Tenemos que pensar en la ropa que nos vamos a poner -continuó Katherine-. No podemos ir demasiado parecidas, pero tampoco es bueno que contraste mucho nuestra imagen. Normalmente no me preocupo por este tipo de cosas, pero nos harán muchas fotografías. Un vestido y una chaqueta siempre son una buena opción. También un traje chaqueta. Si no eres capaz de decidirte, estaré encantada de echarte una mano. Por supuesto, admito que soy mucho mayor que tú, así que comprendería que te diera terror mi opinión.

– Al contrario. Me encantaría que me aconsejaras -dijo Dani-. Siempre vas tan elegante…

Katherine bajó la mirada hacia su sudadera.

– No lo dirás por hoy. Pero bueno, volvamos al almuerzo. La verdad es que deberías comer algo antes de ir. Habrá tanta gente queriendo hablar contigo que probablemente no tendrás oportunidad de probar bocado. Además, supongo que no querrás salir en ninguna fotografía con un trozo de comida entre los dientes.

– ¿Voy tomando notas? -preguntó Dani mientras su inicial aprensión se tornaba en miedo-. ¿Qué pasará si no soy capaz de hacer esto? No quiero poneros en evidencia ni a ti ni a tu familia. En realidad, este tipo de cosas no se me dan nada bien. No tengo ninguna experiencia.

Katherine posó la mano en su brazo.

– Tranquilízate, no pasará nada. No será tan difícil. Admito que puede asustar un poco al principio, pero estoy segura de que serás capaz de superar la prueba y, la próxima vez, será mucho más fácil.

¿La próxima vez?

– No creo -musitó Dani, pensando tanto en su capacidad de superar la prueba como en la posibilidad de que hubiera una próxima vez.

Katherine le sonrió.

– Confía en mí.

– Tú no tienes por qué hacer esto -dijo Dani en un impulso-. No tienes por qué ser amable conmigo, ni ayudarme, ni aceptarme. Y, sin embargo, lo estás haciendo. Lo siento, de verdad. Jamás pretendí causarte ningún problema. Nunca he querido hacer daño a nadie.

– Por supuesto que no -le dijo Katherine-. Reconozco que la situación representa para mí un auténtico desafío, pero sé que tú no tienes la culpa de nada.

– Eres increíble -susurró Dani.

– Tengo mis momentos -admitió Katherine-. No siempre estoy orgullosa de lo que hago, pero es algo a lo que tengo que enfrentarme. Tú querías conocer a tu padre y eso es algo completamente lógico -frunció el ceño-. Hablando de Mark… hay algo que me gustaría enseñarte.

Se levantó y se acercó a una de las estanterías de obra del salón. De las puertas inferiores sacó un par de álbumes de fotografías. Después, volvió a sentarse en el sofá, al lado de Dani.

– Son fotografías -anunció-, tengo centenares de ellas. Así que, si algún día no consigues conciliar el sueño, puedes pasarte por aquí y morirte de aburrimiento viendo fotografía tras fotografía. Fue la madre de Mark la que preparó los álbumes. -Katherine la miró-. Seguro que a ella le habría encantado saber que tenía una nieta. Leslie murió hace diez años