– No tenía ni idea… -dijo lentamente, pensando cómo no se había dado cuenta antes.

– Ni tenías por qué -respondió Ellie, todavía distante.

¿De qué tipo de hombre se enamoraría Ellie?, ¿qué tipo de hombre sería capaz de agitar la pasión oculta tras una superficie tan contenida? Quienquiera que fuese había hecho que ese muchacho que él conocía se convirtiese en alguien desconocido, ¿era el mismo hombre que había amargado su voz?

– ¿Fue alguien que conociste en Estados Unidos? -no pudo evitar la pregunta.

– No -dijo en voz baja y tras una ligera vacilación-, me fui a Estados Unidos para olvidarlo.

– ¿Lo conseguiste?

Ellie se volvió lentamente y Jack, por primera vez, se dio cuenta de que sus ojos tenían un color hermoso, entre gris y verde, y eran muy transparentes.

– No, lo intenté, pero no lo conseguí.

– Debe ser alguien muy especial -la voz de Jack sonó rara. Estaba intrigado por la idea de imaginarse a Ellie enamorada, pero a la vez le disgustaba.

Ellie bajó la vista y esbozó una leve sonrisa.

– Sí, lo es.

– ¿Por eso has vuelto a casa? -preguntó Jack sin darse cuenta de la brusquedad de la pregunta-, ¿para ver si arreglas las cosas con él?

La sonrisa de Ellie se esfumó.

– No hay nada que arreglar, él no me quiere y sé que nunca me querrá. Es un sueño y lo he aceptado como tal, pero no puedo evitar quererlo -contestó como si quisiera tranquilizarlo-. Pensé que sería más fácil si estuviéramos en el mismo sitio, nada más.

– Pobre Ellie -se acercó y tomó su mano-. Tú también necesitas a alguien especial.

– Lo sé -Ellie, horrorizada, notó que se le saltaban las lágrimas y retiró la mano.

Lo peor de todo era tener que escuchar el tono comprensivo de Jack. Era cálido y consolador, pero no quería su consuelo.

– Por lo menos tú entiendes lo que siento hacia Pippa. Puede sonarte a tópico, pero es como si hubiese encontrado mi media naranja y, después, la hubiese perdido -Ellie lo miró, pero sus ojos estaban clavados en el suelo-. Nadie puede ocupar el lugar de Pippa. Cualquier otra tendría que resignarse a ocupar un segundo lugar, y yo nunca podría pedir eso a nadie.

Las palabras de Jack fueron un mazazo para Ellie, pero sabía exactamente cómo se sentía. Había intentado enamorarse de otros hombres por todos los medios, pero en el fondo sabía que era inútil. No importaba lo atractivos o encantadores que fuesen, nunca se podrían comparar con Jack.

– Claro que lo entiendo -dijo ella tranquilamente.

Él la miró con ojos tristes y una sonrisa congelada.

– Es como si estuviésemos en el mismo barco.

– Tú, por lo menos, tienes los recuerdos y a Alice -«yo solo tengo mis sueños», se dijo a sí misma con amargura.

– Sí, tengo a Alice -Jack suspiró y se levantó, impaciente-, y por Alice tengo que olvidarme de cómo me siento e intentar encontrar a alguien para casarme. Si no lo hago, crecerá rodeada de toda una serie de amas de llaves. Necesita una madre, no alguien que esté unas semanas o unos meses hasta que se aburra de este tipo de vida.

– Tampoco tiene que ser así necesariamente.

– No -admitió-, pero es lo más probable. Ya sabes lo difícil que es encontrar alguien de confianza para que se quede en el campo. Cualquiera con dos dedos de frente que viese esta casa se volvería corriendo a la ciudad. Me parece que comprar Waverley Creek no es una buena idea. Es una buena finca, o podría serlo, pero es posible que para Alice lo mejor sea quedarse en Bushman's Creek.

– Pero tú no quieres -objetó Ellie.

– No, claro que no. Además, sería injusto con Gray y Clare. Pero la única alternativa es encontrar una mujer… ¿y dónde voy a encontrar a alguien capaz de aceptarme a mí, a Alice y al fantasma de Pippa?

Hablaba de espaldas a Ellie, lo hacía más consigo mismo que con ella. Esta lo miró con una mezcla de placer y dolor. Recorrió con los ojos sus anchas espaldas, sus delgadas caderas y sus interminables piernas.

Era maravilloso estar cerca de él. Siempre había temido el momento en que Jack se enamorase… y le había dolido como siempre sospechó que lo haría, pero ¿podría soportar no volver a verlo durante otros tres años? No, pensó Ellie, no podría, cualquier cosa sería preferible.

– A lo mejor está muy cerca -dijo sin pensarlo dos veces.

– ¿Cerca? -Jack miró a Ellie por encima de su hombro.

Ella estaba preparada para recibir una burla, pero la expresión de Jack denotaba desconcierto, se preguntaba si había oído bien.

– Podrías casarte conmigo -su voz salió sin ella darse cuenta.

Jack se giró y la miró atónito.

– ¿Casarme contigo?

La incredulidad era tal que Ellie, por un momento, dudó. Tuvo la tentación de fingir que era una broma, pero en su interior una voz le dijo que esa iba a ser su única oportunidad. Ya que había llegado hasta ese punto, lo mejor era ver que pasaba y, si Jack se reía o la rechazaba enojado, por lo menos lo habría intentado.

– Buscas a alguien que viva permanentemente en Waverley Creek y que te ayude con Alice -dijo sorprendida de su tranquilidad-. Yo quiero quedarme en el campo. Las condiciones no me importan y no creo que me vaya a aburrir como otras chicas que puedas encontrar.

Jack la miraba sin saber qué pensar. Su sonrisa había desaparecido al darse cuenta de que hablaba en serio.

– Ellie -dijo con impotencia-, no me puedo casar contigo.

– ¿Por qué no?

– Porque… -desconcertado por la claridad de la pregunta se pasó la mano por el pelo-, porque…

– ¿Porque no me quieres?, eso ya lo sé.

– Creo que iba a decir que porque tú no me quieres a mí.

– Entonces estamos en el mismo barco, como tú dijiste.

– Pero Ellie, ¿por qué ibas a querer casarte con alguien a quien no quieres? -preguntó Jack sin haber asimilado del todo la extraordinaria sugerencia.

Ellie se levantó y se dirigió al borde del agua para no apremiar a Jack.

– Quiero quedarme en el campo, sencillamente.

– ¿Para estar cerca de ese hombre del que estás tan enamorada?

– En parte, sí; y, en parte, porque quiero echar raíces. No quiero trabajar en la ciudad y venir de vez en cuando. Si me casara contigo podría ayudarte a conseguir que Waverley Creek volviese a ser una gran finca -Jack no parecía muy convencido y ella siguió antes de que pudiera tirar por tierra sus ilusiones-. Piénsatelo, Jack. Es posible que un matrimonio de conveniencia no sea lo que deseemos, pero podría funcionar. Sé lo que sientes por Pippa. No tendrías que fingir conmigo, y yo… no esperaría nada que no pudieses darme -Ellie intentó sonreir- ¡Conseguirías estabilidad para Alice y una ama de llaves gratis y fija!

– Y tú… ¿qué conseguirías?

– Estabilidad. No tengo dinero, Jack. Nunca podría comprar y llevar una finca propia; y tampoco tengo otra preparación para ganarme la vida. La única forma que tengo de quedarme en el campo es trabajar asalariada o… casarme.

Jack meneó la cabeza para alejar la sensación de irrealidad. Era increíble estar al borde de una poza discutiendo tranquilamente de matrimonio con la pequeña Ellie Walker. Ellie debía de ser muy infeliz para pensar siquiera en una idea así.

– Ellie -dijo Jack tomándola de la mano-, eres joven, demasiado joven como para casarte con un hombre al que no quieres. Acabarás encontrando a alguien.

– No, Jack. Solo habrá un hombre para mí.

– Pareces estar muy segura de que él no te quiere -dijo Jack midiendo sus palabras-. ¿Y si cambiase de parecer?

– No lo hará -Ellie sonrió con tristeza-. Ya he desperdiciado bastante tiempo con la esperanza de que algún día se fijara en mí y se enamorara, pero creo que ya hay que afrontar la realidad -Ellie miró a otro lado para que Jack no descubriese la verdad en su rostro-. He aceptado las cosas como son, pero también sé que no sería feliz lejos de él. Si me casara contigo, por lo menos podría estar cerca de él.

Su voz se quebró y se calló repentinamente, temerosa de haber revelado demasiado. Jack la miró con curiosidad.

– ¿Quién es?

– No puedo decírtelo.

– ¿No crees que si nos casáramos tendría derecho a saberlo?

– No, nada cambiaría.

– Pero sería alguien a quien tú verías si vivieses conmigo -insistió.

– Algunas veces sí -dijo con cautela.

– Habría que empezar desde cero -dijo Jack amablemente-. Sería muy difícil estar casada conmigo y verlo sin poder estar a su lado…

– Sería más difícil no verlo -dijo Ellie- Yo tendría un hogar, unas raíces, y sabría que no tendría que irme otra vez. Tendría a Alice y la oportunidad de participar en Waverley. Creo que sería suficiente.

Jack se frotó la cara intentando pensar con claridad.

– No sé, Ellie, me parece una locura.

Miró el agua y, sin saber por qué, pensó que tenía el mismo color que los ojos de Ellie, muy verdes cuando brillaba el sol y grises cuando les daba la sombra, igual que se habían oscurecido con la tristeza. Casarse con Ellie… era una locura. No podía creerse que lo estuviese pensando.

Era indiscutible que el matrimonio le solucionaría muchos problemas y, sin embargo, nunca se le había ocurrido pensar que Ellie sería perfecta en muchos sentidos. Era práctica y sensata, alguien que no se quejaría ni daría problemas cuando las cosas fuesen mal. También le vendría bien a Alice. Jack recordó cómo le había cambiado los pañales, cómo la había acunado y la había tomado en brazos. Ellie sabía tratar a los bebés y al ganado.

Desde luego no tenía nada que ver con Pippa, pero eso a lo mejor facilitaba las cosas. Además, sabía lo que él sentía hacia Pippa. Con Ellie no tendría que fingir, lo aceptaría como era, sin pedir nada a cambio. Sí, sería fácil vivir con ella. No era Pippa, pero era su amiga.

Siguió mirando el agua durante tanto tiempo que Ellie empezó a ponerse nerviosa. Debía de haberse vuelto loca cuando sugirió semejante cosa, pensó aterrada. Ya nada volvería a ser igual entre Jack y ella. Acabaría descubriendo que estaba aprovechando cualquier oportunidad para estar con él. Se sentiría incómodo y confuso y la evitaría constantemente. ¿Por qué no lo habría pensado mejor antes de hablar? No tenía la más mínima posibilidad de casarse con Jack. En ese momento, él debía de estar pensando una forma amable de decirle que era la última persona con la que se casaría. No podía soportar ese silencio ni un minuto más.

– Mira, será mejor que olvides lo que he dicho -explotó por fin-. Fue una tontería.

– No, no es ninguna tontería -dijo Jack para sorpresa de ella.

– ¿Entonces? -preguntó con voz temblorosa.

– Los dos necesitamos algún tiempo para pensarlo. El matrimonio es una decisión importante y no debemos precipitarnos hacia algo de lo que podríamos arrepentimos.

– ¿Qué sugieres? -la voz de Ellie parecía tranquila, pero en su interior todo temblaba al darse cuenta de que no la había rechazado.

– Que esperemos hasta después de la temporada de lluvias. Voy a hacer una oferta por Waverley Creek, pero necesita mucho trabajo durante un par de meses o tres, hasta que la casa esté habitable. Si te quedas con Kevin y Sue podrías ayudarme. Puede parecer una estupidez decir que necesitamos tiempo para conocernos cuando nos conocemos desde siempre, pero podríamos irnos acostumbrando a la idea de que nos vamos a casar, también sería una oportunidad para cambiar de idea si creemos que no iba a funcionar. Si después de ese tiempo seguimos pensando lo mismo, nos podríamos comprometer. ¿Te parece bien?

– Sí -dijo Ellie sin terminar de creerse que Jack estuviera considerando la posibilidad de casarse con ella-. Me parece muy bien.

Ellie, como en una nube, tomó su sombrero y siguió a Jack hasta donde estaban los caballos. Todavía aturdida agarró las riendas que él le acercó.

– Creo que sería mejor no decir nada a nadie -dijo Jack mientras se ponía el sombrero-. Ni siquiera a Lizzy

– A Lizzy, desde luego que no -asintió Ellie rápidamente. Lizzy se sentiría horrorizada si supiera que su hermana se iba a casar con un hombre que no la quería y haría todo lo posible por disuadirla-. ¿Qué vas a contarle?

– Que hemos pasado un rato muy agradable -Jack la observó mientras se montaba ágilmente sobre el caballo-. Además, es verdad. Por lo menos para mí.

«Ha pasado un rato muy agradable», pensó sorprendida.

Ellie era una persona con la que uno se sentía cómodo. Siempre conseguía que las cosas no solo pareciesen posibles, sino sencillas. De repente el futuro resultaba mucho más prometedor que cuando había salido de Bushman's Creek esa mañana, abrumado por Alice y por lo que sería mejor para la niña. Ya había tomado la decisión de comprar Waverley Creek y Ellie había propuesto una solución para los problemas de su hija. Jack sintió una gratitud enorme. La idea del matrimonio quizá no saliera adelante, pues él seguía pensando que Ellie se arrepentiría cuando lo pensase mejor, pero, por lo menos, era optimista acerca de su futuro, y, por primera vez desde que se enteró de la muerte de Pippa, se sentía menos triste y solo. Todo gracias a Ellie.