– Sí.
Jack había notado sus dudas e insistió.
– ¿Estás segura?
– Estoy segura.
– Muy bien -dijo Jack, y su sonrisa se desvaneció lentamente.
Miró a Ellie, su pelo estaba despeinado y tenía una mancha de pintura en la mejilla, pero sus ojos verdes grisáceos eran claros y sinceros. Miró su boca y, sin darse cuenta, se encontró pensando en cómo sería besarla. Acababa de decir que se casaría con él. ¿No sería lo más natural del mundo besarla? De repente se sintió culpable. Sería natural en condiciones normales, pero no en esas circunstancias. Ellie estaba enamorada de otro hombre y había dejado muy claro que ese matrimonio era como un contrato comercial. Y eso era lo que él quería también. Lo mejor sería no estropear las cosas con un beso. Por otro lado, se iban a casar, ¿tenía que limitarse a un apretón de manos?
Se inclinó y la besó en la mejilla, una solución amable y poco comprometida, aunque percibió la suave calidez de su piel y la proximidad de sus labios. Ellie, instintivamente, cerró los ojos al sentir su piel curtida y el roce de sus labios. No había sido nada, un leve beso fraternal, pero había sido suficiente para que el suelo se abriera bajo sus pies y el corazón se le disparara.
Jack, repentinamente, le soltó la mano y se separó casi con brusquedad, como si incluso ese ligerísimo contacto físico hubiese sido demasiado para él. Ellie sintió cierta amargura, estaba convencida de que hasta el beso más leve le recordaba a Pippa. Cruzó los brazos y observó a Alice, quien ignoraba los sacrificios que su padre estaba haciendo por ella.
– Bueno… -Jack agarró la cerveza y la volvió a dejar. Se sentía ridículo e incómodo. Menos mal que solo le había dado un besito en la mejilla. Evidentemente solo había un hombre al que ella quería besar; y no era él-. Bueno -repitió-, ¿cuándo nos casamos?
– En cuanto lo organicemos -Ellie intentó parecer natural-. Salvo que prefieras esperar -añadió con una consideración forzada.
Jack negó con la cabeza.
– Lo mejor será que lo resolvamos lo antes posible -Jack había hablado sin reflexionar, pero cuando vio la expresión de Ellie se arrepintió de no haber elegido mejor las palabras. Su matrimonio podía ser una cuestión de conveniencia, pero tampoco había necesidad de dejar tan claro que le daba pavor-. Me imagino que preferirás un boda tranquila -dijo para romper la tensión.
– Sí, me gustaría, pero me temo que va a ser muy difícil. Ya sabes cómo son mamá y Lizzy. Nunca me perdonarían que no hiciese una boda como Dios manda; además, les extrañaría. Y no quiero que sepan por qué nos casamos. Se llevarían un disgusto enorme si supieran la verdad. Ya va a ser bastante difícil convencer a Lizzy. Sabe lo que sientes por Pippa y creo que intentaría disuadirme por todos los medios si sospechase que esto no es un matrimonio auténtico.
– Seguramente tienes razón -Lizzy y él eran amigos desde hacía mucho tiempo, y era la única persona que podría sospechar que no eran una pareja normal. Miró a Ellie- Deberemos fingir que estamos enamorados.
– ¿Te costará mucho? -preguntó incómoda-. Me… me puedo imaginar lo difícil que te resultará.
– Y a ti.
Se hizo un silencio. Ellie no podía mirar a Jack. Él no podía saber que para ella lo más difícil era fingir que estaba fingiendo.
– En realidad, será solo durante la boda -dijo Ellie.
Jack se fijó en su perfil.
– Creo que podré soportarlo… si tú puedes.
Ellie lo miró atentamente. Jack tenía una expresión indescifrable y ella se dio cuenta de que no podía apartar la mirada. No podía hablar, ni moverse, tan solo podía permanecer de pie mirándolo, con el corazón latiendo con tanta fuerza que estaba segura de que Jack lo oiría.
«Lo sabe», pensó aterrorizada. «¿Cómo no va a saberlo si lo llevo escrito en la cara? ¿Y si esa extraña expresión significa desasosiego o, peor aún, lástima?».
Ellie hizo un esfuerzo enorme y miró hacia otro lado.
– Lo… lo intentaré -dijo con voz entrecortada.
– Ellie… -contestó Jack, pero se detuvo sin saber cómo seguir.
«Dios mío, va a decirme que se ha dado cuenta», pero antes de que él pudiese terminar, Alice tiró la taza con un grito de placer. Ellie, temblorosa, pero muy agradecida por el alivio y la excusa para ocultar la cara, se agachó para recoger la taza y, lentamente, volvió a dejarla en la mesa. Cuando se levantó de nuevo vio que Jack ya tenía a su hija en brazos.
– ¿Le parecerá bonito a la señorita? -dijo con una mueca burlona.
Todo parecía tan normal que Ellie empezó a pensar que se había imaginado la mirada tan intensa que se habían cruzado. El no podía saber que ella estaba enamorada; si lo supiera, no estaría jugando tranquilamente con Alice. Se sentó con la sensación de que era tonta. Ni siquiera sonrió cuando Jack se sentó a su lado con Alice sobre las rodillas.
– ¿Qué vas a decirles a Clare y Gray?
Jack tardó en contestar.
– Me gustaría decirles la verdad. No quiero que Clare piense que he olvidado a Pippa tan pronto. ¿Te importa?
Ellie negó con la cabeza.
– ¿Crees que entenderá por qué te casas?
– Clare quiere lo mejor para Alice y nuestro matri monio lo es -Jack parecía muy convencido -. Es encantadora, te gustará.
– Me parece más importante que yo le guste a ella.
– Le gustarás. El domingo que viene es el cumpleaños de Alice. Cumple un año -su rostro se ensombreció con cierta tristeza al recordar lo sola que debió de sentirse Pippa un año atrás-. Aunque sea muy joven, queremos celebrarlo de alguna forma. ¿Por qué no te pasas por Bushman's Creek y conoces a Clare?
– De acuerdo… -contestó Ellie.
No estaba muy segura de que el cumpleaños de Alice fuese el mejor momento para conocer a Clare. Se acordaría de Pippa más que cualquier otro día. Jack le había contado todo lo que Clare había hecho por Alice, no se le podía pedir que recibiera con los brazos abiertos a alguien que pretendía ocupar el sitio de su querida hermana.
Ellie estaba nerviosa mientras se dirigía a Bushman's Creek. Normalmente no pensaba en qué ponerse, pero esa mañana había estado horas dándole vueltas al asunto hasta que acabó decidiéndose por su único vestido. Lizzy se había empeñado en que se lo comprase la última vez que estuvo en Perth; era un vestido bonito, pero ella se encontraba muy incómoda.
– Cuando me lo pongo, no parezco yo -se había quejado.
– Te sienta perfectamente. Tranquilízate y disfruta pareciendo un poco femenina, ¡para variar!
El problema era que no podía tranquilizarse, pensó Ellie con pesimismo. Había sido una buena idea intentar que Jack la viese hermosa y femenina, pero ¿qué sentido tenía si no se podía comportar con naturalidad? Se le daba fatal parecer hermosa y femenina. Jack se reiría de ella. Sin embargo, Jack no se rio cuando salió a su encuentro. Se quedó helado cuando vio salir a Ellie del coche. Era ella, aunque no lo parecía en absoluto. Llevaba un sencillo vestido rojo que le llegaba justo hasta las rodillas y permitía ver sus piernas largas y estilizadas. Solo era un vestido, pero se sentía aturdido.
– Eh… Ellie -dijo con una voz extraña.
– Hola, Jack.
Ella tragó saliva y cruzó instintivamente los brazos con un gesto defensivo. La miraba con una expresión tan extraña que se sintió profundamente incómoda. ¿Por qué se habría puesto el maldito vestido? ¿Por qué no se habría puesto una chaqueta o algo que la tapara un poco?
– Estas… tan distinta…
– Es por el vestido -dijo tímidamente y mirando al suelo.
– Sí -Jack hizo un esfuerzo por recuperarse-. Se me había olvidado que tienes piernas -dijo en tono de broma-. No recuerdo haberlas visto desde que tenías seis años.
Ellie esbozó una sonrisa.
– Es lo mismo que me ha dicho Kevin esta mañana. Lizzy siempre me dice que debo arreglarme más, pero yo prefiero usar vaqueros. Me siento muy rara así.
Jack no la veía rara, la encontraba bellísima. Pero hubiese preferido que llevase los viejos pantalones vaqueros.
– Estás bien. Pasa, Clare está dentro -dijo un poco bruscamente.
Se dio cuenta de que no era un recibimiento muy expresivo. Debería haberle dado un abrazo de bienvenida, pero la sola idea de pasarle los brazos por los hombros y sentir su piel desnuda le parecía perturbadora. Jack era consciente de que sentía algo de rencor. Ellie no tenía por qué cambiar, él quería que siguiese igual que siempre: silenciosa, amable, poco exigente. No quería perder el equilibrio porque se hubiese puesto un vestido. No quería verla con otros ojos, ¡y no lo iba a hacer! Con vestido o sin él, ella era la Ellie de siempre y no había motivo para comportarse de otra forma.
CAPÍTULO 4
CLARE ERA exactamente como se la había imaginado. Delgada, morena y con unos ojos grises preciosos. Llevaba la ropa con una naturalidad que hizo que Ellie se alegrara de haberse puesto el vestido. Era posible que a Jack no le gustara, pero seguro que a Clare sí.
Esta se hallaba en la cocina terminando de preparar la tarta para Alice. Cuando entraron, sonrió y dio un cariñoso abrazo a Ellie.
– Tenía muchísimas ganas de conocerte. Jack nos ha contado cuánto has trabajado en Waverley Creek. Parece que Alice también se alegra de verte -dijo, mientras el bebé daba unos grititos de alegría.
Los ojos de Alice eran idénticos a los de su padre y su sonrisa era irresistible. Ellie se acercó para darle un beso y acariciar su cabello rizado. Todavía sonriente, levantó la mirada y vio que Jack y Clare la observaban. Clare también sonreía, aunque con cierta tristeza, pero la expresión de Jack era sombría, casi hostil.
– Voy a echarle una mano a Gray -murmuró, y se fue:
Clare notó el dolor en los ojos de Ellie, pero no dijo nada. Rompió el tenso silencio con un halago para el vestido.
– Tiene un color maravilloso.
Ellie forzó una sonrisa.
– No estoy muy acostumbrada a llevar vestidos. Jack casi no me reconoce con piernas.
Hizo un esfuerzo por parecer natural, pero el comportamiento de Jack la había herido y desconcertado. Evidentemente, le espantaba el vestido. Podía notar su incomodidad y cómo la había evitado. La había mirado como si le disgustara, nunca la había mirado así. No era propio de él ser descortés, a lo mejor estaba enfermo. ¿Habría cambiado de idea?, ¿habría dicho ella algo que lo enfadara? Pero, ¿qué? Tan solo se había puesto un vestido. Jack era un seductor consumado, siempre tenía un halago para ablandar los corazones más duros. «Estas bien», era lo único que se le había ocurrido decirle a ella.
– Siéntate -Clare parecía no darse cuenta de lo que pasaba por la cabeza de Ellie-. No te importa que termine, ¿verdad?
– Claro que no -hizo un esfuerzo por reponerse y se sentó.
– Me alegro mucho de conocerte por fin. Jack y Lizzy me han hablado mucho de ti.
– Me había olvidado de que conoces a Lizzy.
– Cuando la conocí, me sentí muy celosa. Sabía que había estado con Gray durante algún tiempo y es tan guapa y divertida que estaba segura de que seguiría enamorado de ella. Estaba dispuesta a odiarla, ¡pero no pude!
Ellie sonrió abiertamente.
– Es muy difícil que Lizzy no te conquiste.
– Se portó maravillosamente con Gray y con Jack, y conmigo -dijo Clare con seriedad-. Tú no te pareces mucho a ella,; verdad?
– No, siempre hemos sido muy distintas. A la mayoría de la gente le parece imposible que seamos hermanas.
Ellie suspiró. Adoraba la alegría y el encanto de Lizzy, pero también le había sido difícil estar siempre a su sombra.
– A Pippa y a mí nos pasaba lo mismo -dijo Clare comprensivamente-. Yo era callada y sensata, y ella era brillante y alegre. Siempre estaba llena de vida y todo lo hacía apasionadamente. No tenía término medio -su sonrisa se borró del rostro.
– Lo siento. Debes echarla mucho de menos.
– Sí. Pero no todo el rato. Cuando murió fue espantoso y llegué a pensar que no volvería a ser feliz, pero ahora soy más feliz de lo que nunca me imaginé que podría ser -miró a Ellie, sus ojos brillaban al pensar en el amor que había encontrado-. Es un tópico tremendo, pero la vida sigue. Me acuerdo mucho de Pippa, pero no me encuentro con su fantasma por todos lados.
– Jack sí se lo encuentra -Ellie parecía ensimismada jugando con unas migas.
– Ahora sí, pero no siempre será así -Clare dudó e intentó elegir cuidadosamente las palabras-. Le resulta difícil estar en Bushman's Creek. Es el único sitio en el que ha vivido con Pippa. Está lleno de recuerdos. Todo cambiará cuando se vaya a Waverley.
– ¿Te ha contado el… trato que hemos hecho?
– Sí.
– ¿Te importa?
– ¿Importarme? No, aunque me preocupa un poco. Puedo entenderlo desde el punto de vista de Jack. Él necesita una mujer y Alice una madre.
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