– ¿Y por eso cuando te llamé me dijiste que te habías quedado conmigo por dinero?
– Sí -dijo sin darse cuenta-. Quiero decir… No quería que… -Lyall se acercó y la tomó de las manos para que se levantara. Sus ojos se encontraron y Jane apartó la vista.
– Jane, ¿por qué crees que he comprado Makepeace and Son?
– No puedo imaginarlo -dijo, sin mirarlo. Deseaba no notar tanto su presencia, sus manos rodeándola, la cercanía de su cuerpo, o el hecho de que sólo tema que inclinar un poco la cabeza para tocar sus labios.
– Era la única manera de que me dejaras entrar en tu vida. No voy a vender la mansión -dijo Lyall de repente-. O eso espero.
– ¿Qué vas a hacer con ella?
– Eso depende de ti -dijo, esbozando una sonrisa.
– ¿De mí?
– Pensé que podríamos vivir allí. Tú me habías dicho hacía diez años que era un buen lugar para que una familia viviera, y no se me ocurre otro sitio mejor. ¿Qué opinas? Aunque si es verdad lo que me dices de que no te importo nada, la venderé -continuó, al no contestar nada Jane-. No podría soportar vivir allí sin ti, Jane.
– ¿Qué me quieres decir? -preguntó Jane despacio, sin atreverse a creer lo evidente.
– Te estoy diciendo que te amo. Que no quiero perderte otra vez, Jane. Quiero despertarme por la noche y poder tocarte. Quiero verte sonreír por las mañanas. Y quiero llegar por las noches a casa y saber que estarás esperándome. Quiero que nos casemos.
– Pero… tú siempre has dicho que no querías casarte -susurró, incapaz de creer lo que estaba escuchando.
– He cambiado de opinión -dijo, besando las manos de Jane-. He cambiado de opinión en varias cosas desde que he vuelto. He aprendido que el pasado siempre es una parte de ti, de la que no puedes escapar. En algún momento u otro tendrás que enfrentarte. Yo pensé que lo había dejado cuando marché de Penbury, pero no es cierto. De la misma manera que he intentado olvidarte sin conseguirlo. Porque cada vez que conozco a una mujer veo que sus ojos no son tan claros como los tuyos, y su pelo tan sedoso, y no sonríe como tú lo haces. Hablaba sobre libertad porque era más cómodo eso que admitir que la experiencia de mis padres me había hecho temer el matrimonio, y que no había luchado por la única mujer a la que había querido.
Cariñosamente retiró de la cara de Jane un mechón de pelo.
– Me decía que disfrutaba de mi independencia, pero cuando volví eso cambió también. Comencé a pensar en tener un sitio donde siempre había vivido, un lugar al que llamar hogar, y cuanto más pensaba en ello, más lo asociaba contigo. Por eso pedí a Dennis que buscara otro sitio donde ubicar el centro. Quise mantener Penbury Manor como casa para vivir contigo… pero después de lo que me dijiste… ¿Es verdad que no quieres nada conmigo?
Jane tenía el corazón henchido de felicidad. Toda la tristeza desapareció de repente y movió la cabeza despacio negando.
– No.
– ¿No quieres un marido seguro y amable?
– No, te quiero a ti.
– ¿Me amas? -Lyall quería oírlo claramente.
– Desesperadamente -dijo, aliviada por fin de poder expresar sus verdaderos sentimientos.
– ¿Y te casarás conmigo?
– Sí, ¡claro que sí!
Jane se agarró a él y se besaron apasionadamente.
– ¿De verdad me amas? -preguntó Jane sin aliento.
– Sí -dijo, levantando la cabeza para acariciar su pelo color de miel con sus labios-. Debes confiar en mí, Jane.
– Confío. Siempre confiaré -dijo, besándolo de nuevo.
Lyall la apretó fuertemente y descansó la mejilla sobre el cabello de Jane, acariciando mientras su espalda, como si no pudiera creer que de nuevo la tenía delante.
– He pensado en tenerte así desde que te encontré en Penbury Manor el primer día. Fue cono si los diez años se borraran de repente. No podía negar que había hecho todo lo posible por intentar olvidarte, y tenía que verte de nuevo, pero tú no has hecho fácil las cosas.
– Yo tuve miedo -admitió Jane-. No quería que volvieras a hacerme daño. Nadie me ha hecho sentir lo que tú. Intenté no volver a enamorarme de ti, pero fue imposible. La verdad es que nunca me desenamoré de ti.
– Desearía haberlo sabido -dijo Lyall, besando su oreja-. Siempre que te besaba pensaba que todavía me amabas, pero te mostrabas tan hostil que era imposible estar seguro. Después de la discusión en el bosque empecé a sospechar que estaba siendo un estúpido. Tú seguías insistiendo en que era a Alan a quien querías, y yo estaba furioso por seguir queriéndote de todas las maneras, pero no podía dejarte. Te llamé varias veces y tú nunca querías ponerte. En el fin de semana que te marchaste fuera me di cuenta lo mucho que odiaba Penbury sin ti. Así que fue cuando decidí venderla y olvidarme de todo lo relacionado contigo… y luego viniste a Londres y estuve seguro de que a pesar de todo seguía enamorado de ti.
– ¿Por qué no me dijiste nada entonces?
– Porque no quería precipitarme. Creí que era el error que había cometido anteriormente, y que sería mejor si comenzábamos de nuevo despacio. Sabía que iba a tener que irme temprano por la mañana, y que no tendríamos oportunidad de hablar con tiempo, así que pensé que sería mejor decirte buenas noches simplemente, sólo que no salió así.
– ¿Por qué ibas a intentar mostrarte prudente?
– Por tu imagen a la luz de la lámpara -Lyall pasó un dedo por la mejilla de Jane-. Porque sabía que todo estaría bien siempre que estuvieras allí. Iba a pedirte que te casaras conmigo tan pronto como volviera, pero te llamé desde Japón y habías cambiado por completo. No podía creer lo que estabas diciendo y me dejaste deprimido.
– Lo siento -dijo Jane, acariciando su cara-. Lo siento tanto, Lyall… pero estaba convencida de que querías cancelar el contrato. Y no era sólo por mis sentimientos, como si me hubieras usado. Me preocupaba por todos los hombres que iban a quedarse sin trabajo.
– Te tenía que haber contado lo que pensaba, en vez de dejar todo como estaba y arriesgarme a que tú tomaras las cosas por el lado negativo -dijo Lyall suspirando y apretándola contra sí-. ¿Crees que vamos a aprender algún día?
– ¡Hemos perdido tanto tiempo…! -exclamó Jane.
– Lo recuperaremos -dijo, besándola como para sellar una promesa.
Se quedaron un rato en silencio hasta que Jane apoyó la cabeza en su hombro con un estremecimiento de alegría.
– ¿Cómo supiste que necesitaba un socio?
– Me lo dijo Dorothy.
– ¿Dorothy? -preguntó Jane sorprendida.
– Después de la conversación que tuvimos intenté calmarme, y decidí que mentías por alguna razón -explicó Lyall-. Cada vez que pensaba en la noche que habíamos compartido, sabía que me amabas. Tú nunca te hubieras acostado por dinero, pero no entendía por qué lo habías dicho. Tenía que haber pasado algo, así que llamé a Dorothy para saber lo que era. No lo sabía, pero sentí algo de alivio al saber que estabas en un estado de tristeza comparable al mío, y cuando recibiste la carta de Kit ella me llamó informándome. Sabía lo responsable que te sentías de la empresa, así que hice un trato con el banco. En esos momentos estaba desesperado por tener algo que me uniera a ti.
– ¿Entonces por qué insististe en quedar como un socio desconocido?
– Pensé que lo rechazarías si sabías que era yo. En esos momentos los celos me consumían, pensando que quizá quisieras volver con Alan sin importarte lo que pasara entre nosotros. Pero Dimity fue a Londres para darme los primeros bocetos sobre Dilston House, y me dijo que ella y Alan estaban comprometidos, así que pensé que había una mínima esperanza. Decidí esperar a terminar la primera fase del trabajo, y luego preguntarte por qué hacer a continuación. Si de verdad seguías sin querer saber nada de ni, la pondría en venta, pero confiaba en que aceptaras seguir restaurándola para vivir con nuestros hijos.
Jane se apretó contra él y se quedó pensativa.
– ¿Seguirá Makepeace and Son con el contrato? -murmuró entre besos.
– Sólo si eliges a un encargado. Tenemos mucho tiempo que recuperar. Quiero que estés a mi lado.
– Y si acepto tus condiciones, ¿cuánto tiempo durará el contrato? -preguntó Jane, besando su oreja cariñosamente.
– Para siempre -prometió Lyall.
Epílogo
MULTIPLEX
Director y jefe ejecutivo.
Srta. Jane Harding Directora
Makepeace and Son
Starbridge.
Querida señorita Harding:
Después de nuestro último encuentro, le comunico que aceptamos que su compañía termine con los trabajos de restauración de Penbury Manor.
Le hago notar que el contrato dependerá de su constante y personal atención hacia mí. Todo el trabajo será revisado por su nuevo encargado, que será responsable de los trabajos de Makepeace and Son, aunque usted será responsable exclusiva de la restauración del jardín. De todas maneras, su responsabilidad prioritaria será mantenerse en contacto conmigo para todos los detalles de la transformación de Penbury Manor en un hogar.
Si encuentra satisfactorios estas condiciones, por favor háganoslo saber lo antes posible, para que podamos estar seguros que la unión es legal por ambos lados.
Deseando continuar nuestra feliz unión en una preciosa y antigua casa, se despide con amor eterno:
Lyall.
Jessica Hart
"Una chica prudente" отзывы
Отзывы читателей о книге "Una chica prudente". Читайте комментарии и мнения людей о произведении.
Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв и расскажите о книге "Una chica prudente" друзьям в соцсетях.