– Lo he intentado varias veces, pero como te he dicho, se puso furioso, completamente fuera de sí.

Sí, ya sé cómo es. Cuando se pone en ese estado, nadie puede controlarlo. Pero luego cuando te lesionaste, te trató mejor?

– Más o menos, creo que se sentía culpable por el accidente. Cuando me trajo a casa, a medio camino dejé escapar que vivía sola y me trajo aquí. Bajo protesta, por supuesto.

– Si conozco bien a mi hermano, debe haberte tratado con la mayor frialdad. Máximo te ofrecería los alimentos.

Jennifer intentó no pensar en las pocas veces que le había ofrecido más que eso. Iba a decir a Noel que de vez en cuando, casi había llegado a tratarse como amigos, sin embargo, tenía miedo de que sus sentimientosse transparentasen.

– Creo que en su lugar, cualquiera hubiera sido odioso, Noel.

– Bueno, será por poco tiempo. Ahora mismo voy a contarle… – El muchacho se quedó en silencio y frunció el ceño.

Jennifer, que en ese momento le iba a decir que Ryden se había ido con su padre, le miró aprensiva.

– ¿Qué pasó? No pareces bien.

– Se me ocurrió que si Ryden fue tan agresivo contigo, pensando que era Gypsy, imagino lo que hará con ella, cuando la conozca?

– ¿Cómo es eso? Pero no terminaron?

– Terminamos. – Noel parecía nervioso. – Por lo menos yo estaba seguro cuando Ryden me llamó por teléfono, de lo contrario no habría mencionado los regalos caros que ella aceptó. Creo que exageré, le he dado una mala impresión de su carácter.

– No seas tan… Necesitabas desahogarte.

– Después de decirle a Ryden la forma cruel en que Gypsy me rechazó, le prometí que la olvidaría, vi que no sería fácil mantener mi palabra. Ayer, no pude resistir y la llamé.

Sólo entonces Jennifer se dio cuenta de lo mucho que Noel amaba a su novia, porque después de tanto sufrimiento seguía buscándola. Tomó nota de lo difícil que era olvidar un amor, aunque no fuese correspondido.

– Debías de estar desesperado, Noel… Asintió con una inclinación de cabeza.

– Temblaba como una hoja a la espera de que ella lo atendiese. Pensé que me contestaría con frialdad, pero al contrario, no podría haber sido más delicada.

– ¿Quiere decir que hicieron las paces?

– Esa es la cosa, todavía no. Si dependiera de Ryden, creo que nunca lo haremos. Accedió a verme mañana por la noche. Por lo tanto, no puedo descubrir que no eres Gypsy, ¿entiendes? Tengo que arreglar las cosas con ella primero.

– Pero no puede hacer nada para…

– Claro que puedes. ¿No lo ves? Si de la reunión, ira a buscarla, la tratará como a ti, Gypsy nunca más hablara conmigo.

– Ryden no lo haría…

– No estoy tan seguro… Sin embargo, no puedo correr el riesgo.

Jennifer creyó que Noel estaba exagerando un poco, parecía no ver la situación con claridad. Era fácil comprender su nerviosismo, tenía miedo de que algo saliera mal perdiendo la única oportunidad para volver con su novia. Intentado pensar, sabiendo por experiencia que en los asuntos del corazón, era casi imposible.

– Pero como Ryden va a saber acerca de la reunión, si no se lo dices?

– Ryden siempre lo sabe todo… Él sabe que cuando llego tarde estoy con alguna chica. Al ver que volví antes de tiempo, se va juntar dos más dos y deducir el resto.

– Pero no tiene idea de donde vive Gypsy.

– No, pero usted sabe el tipo de trabajo que hace. Podrá resolver hablar con las agencias a encontrarla. – Noel la miró con aire suplicante. – Necesito tiempo, Jennifer. Poco a poco, con una palabra aquí y otra allá, creo que puedo borrar la imagen codiciosa de Gypsy que le transmití a mi hermano.

Jennifer comenzó a perder la esperanza de tener una conversación franca con Ryden.

– Yo sé lo que mi hermano es capaz de hacer. No puedo permitir que ofenda mortalmente a Gypsy, tratando de comprarla. Seguro que le ofrece dinero para que me deje.

Noel empezó a sudar. Al ver el estado de su amigo, Jennifer acabo cediendo.

– Así que realmente quieres que te ayude?

– ¿Lo harías? ¿Dejarías todo como está hasta lo arreglara con Gypsys?

No consiguió pronunciar las palabras de consentimiento, de tan decepcionada que estaba, sin embargo, con un gesto de cabeza mostró a Noel que está de acuerdo.

– No será por mucho tiempo, te lo prometo. – Le tomó las manos en señal de gratitud. – Si puedes evitar que sospeche, hasta que yo sepa como están las cosas con Gypsy… – Al ver que ella parecía frustrada, se preocupó. – No estarás triste por no decir la Ryden quien eres en realidad? Es la primera vez que le miento, pero Gypsy es tan importante para mí que…

En ese momento se abrió la puerta. Ryden estaba allí, dirigiéndoles una mirada llena de odio al verlos con las manos tomadas. En seguida entro el Sr. Kilbane.

– Noel! – Saludó con satisfacción, contento de ver a su hijo más joven de nuevo. En el mismo instante, Noel se levantó para saludar a su padre. Jennifer, sin participar en la acción que se desarrolló, desvió los ojos para evitar la hostilidad que le transmitia Ryden. Le oyó entrar en la conversación, con la ira controlada debido a la presencia de su padre:

– Creía que las negociaciones con el Sr. Ducret comenzaría esta semana, Noel…

– La reunión estaba prevista para mañana, pero se enfermó, cayó enfermo con la gripe y hemos tenido que cancelarla. Dejé órdenes de que me llamen tan pronto como se recupere. Dado que son sólo unas pocas horas en avión, me decidí a pasar el fin de semana en casa. – Noel hizo una pausa y miró a Jennifer. – Si hubiera sabido que estaba aquí Gypsy, hubiera llegado antes.

Si Ryden iba ha hacer algún comentario, fracasó debido a la entrada de la madre, quien corrió a abrazar la Noel. El Sr. Kilbane se aproximó y se sentó al frente de Jennifer.

– Hicieron un buen paseo? – Le preguntó, amablemente.

– Tomar un poco de aire, siempre es bueno para la salud… El Sr. Kilbane respondió, sonriendo.

Luego, pasaron a comentar sobre las tonalidades de verde de las hojas que había en esa época del año y sobre la temperatura. Sin embargo, ni siquiera por un minuto, Jennifer dejó de sentir la mirada de Ryden. Incluso hablando con la madre no evitó que la vigilase.

Cuando anunciaron que el almuerzo estaba listo, fue Noel que vino a ayudarla a levantarse.

– Puedes dejar que yo sola me levante – le dio las gracias, mostrándole el bastón.

A lo largo de la comida, Ryden se comportó como un caballero, no le dirigió ni siquiera una palabra grosera, lo que demostraba que valora las ocasiones de la convivencia familiar.

Sin embargo, Jennifer no se engañaba con ese comportamiento cordial. Sabía muy bien que sólo se controlaba por consideración a sus padres.

Una vez terminado el almuerzo, descubrió que ella tenía razón. Ryden demostró que no se olvidaba de las cosas tan fácilmente. Sin embargo, para su alivio, parecía que esta vez era Noel quien se enfrentaba a su furia. Al levantarse, se volvió hacia su hermano.

– Si no tienes nada previsto para esta tarde, quisiera discutir algunos asuntos con contigo en la biblioteca.

– No debes trabajar los fines de semana, el hijo – le aconsejó el padre, y continuó hablando con Ryden.

La Sra. Kilbane sugirió a Jennifer que volvieran al sofá de la sala.

– Si no le importa, me gustaría subir a mi habitación.

– Por supuesto que no, querida. Descansa bien, así tal vez estés más dispuesta a hacernos compañía por la noche después de la cena.

Jennifer notó que Ryden ya había terminado la conversación con su padre y todo el mundo prestó atención a lo que la Sra. Kilbane decía. Cuando los anfitriones salieron, fue Noel quien de nuevo se ofreció a ayudarla.

– Voy a llevar a Jennifer a su habitación y luego me reuniré contigo en la biblioteca, ¿No, Ry?

– Me gustaría tratar de ir sola, si no te importa, Noel?

– Sin embargo, apenas se puedes caminar…

– Acaba de declarar su independencia. ¡Déjala que lo disfrute un poco – Ryden intervino.

Jennifer señaló que hay una zarpa en ese comentario. No esperó al siguiente y se centró en la tarea que se había propuesto.

La subida fue lenta y dolorosa, cuando se detuvo en la parte superior de la escalera para descansar, se dio cuenta de que Ryden y Noel se encontraban en el hall, observándola.

– ¡Viva la independencia! – Exclamó, levantando el brazo y mirando hacia ellos.

Noel sonrió y Ryden hizo un leve movimiento de los labios, repitiendo el comentario que había hecho la noche antes de que era valiente, pero sin duda poco inteligente.

Cuando finalmente llegó a la cama, pensó que valía la pena el sacrificio. Pero fue el tiempo justo para recuperarse del esfuerzo. Como era de esperar, Ryden llegó a dominar sus pensamientos.

Recordó lo que había dicho de que si su hermano no estuviese a salvo en Francia, no la traería a Broadhurst Hall. Recordó la expresión con que la miró al ver que Noel estaba justo ahí en frente, tomándose las manos con la que piensa que es Gypsy. Se le ocurrió que Ryden no lo dejaría pasar en blanco, y que sin duda guardaría algunas palabras duras para ella. Lamentó que debido a haber accedido a lo que Noel le había pedido, no tenía ninguna defensa más.

Pensó mejor en el asunto y llegó a la conclusión de que era casi imposible que Ryden correspondiera a su amor, no tenía nada que perder excepto la oportunidad de verlo disculparse por haberla juzgado mal.

Todavía recuerdo que Noel había dicho acerca de la rapidez con la que razonaba su hermano, Jennifer reflexionó que si él contara toda la verdad, Ryden podía pensar que había alguna intención oculta, finalmente, descubriría que lo amaba.

En este momento, Jennifer se dio cuenta de que no era sólo Noel quien no podía ver la situación con claridad. El amor por Ryden había disminuido su capacidad de razonar. Se estremeció sólo de pensar en la posibilidad de que pudiera descubrir que se había enamorado de él. Eso fue suficiente para llevarla a decidir que nunca revelaría su verdadera identidad.

Jennifer cerró los ojos, tratando de imaginar la escena que se produciría en el despacho. Posiblemente, Noel enfrentándose a muchas dificultades por mentirle a su hermano, debería estar pisando huevos para no exagerar, mientras que luchaba porque Ryden no descubriese la verdad.

La imagen de la señora Stow frente a la cama con una taza en la mano la llevó de vuelta a la realidad. Se dio cuenta de que debía haberse dormido.

– Pensé que le gustaría un poco de té. También traje algunos bocadillos, a pesar de que el Sr. Kilbane había afirmado que, al menos hasta las ocho de la tarde, nadie podría comer nada después de ese gran almuerzo.

– ¿Hoy vamos a cenar más tarde? – Se sorprendió Jennifer.

– Estamos volviendo a los antiguos tiempos. – El ama de llaves parecía más animada que de costumbre.

La Sra. Stow salió y Jennifer se tomó el té. Sin embargo, como el anfitrión había predicho, no pudo comer las galletas. Como faltaba mucho tiempo para las ocho y no tenía nada que hacer hasta entonces, estaba aburrida. No quería bajar y correr el riesgo de ser llamada a la biblioteca. Si dijese alguna cosa equivocada, podía complicar la situación. Por ahora, concluyó, su vida ya era lo suficientemente complicada. Se levantó y camino hacia el baño.

Su intención era enjuagarse la cara, pero la bañera le llamó la atención. Hacía tanto tiempo que no tomaba un baño de verdad que no se acordaba de como era. Decidió afrontar el reto. Sería una buena manera de matar el tiempo.

Poco después, se sumergió en el agua hasta la barbilla. El calor y el aroma de las sales de baño parecía sublimes, la hizo sentir en las nubes. Hasta el dolor de la rodilla había mejorado.

Aún saboreando cada segundo de deliciosa relajación, Jennifer no podía quitarse de la memoria a Ryden. Después de varios intentos, se rindió y decidió centrarse en la forma que le gustaría que se ofreciese llevarla a casa, tal vez esa misma tarde. Después de todo, razonaba, era sólo un pequeño trayecto a Stanton Verney… Puede ser que también le diera un paseo después de cenar. O tal vez, teniendo en cuenta que los dos hermanos tenían que ir a Londres a la mañana siguiente, la podrían dejar en el camino a casa. De repente las divagaciones se interrumpieron.

Claramente escuchó a alguien entrar en la habitación. Seguramente, la Sra. Stow venía a recoger la bandeja. Se tranquilizó.

Gran error… Comenzó a preocuparse cuando se dio cuenta que había dejado la puerta entreabierta y la persona se acercaba.

Se asustó aún más al reconocer los pasos. Ahora sabía que no era sólo su imaginación. Llegó a la conclusión de que Ryden, furioso de que ella y Noel se encontraban bajo el mismo techo, venía a pedirle cuentas.

CAPÍTULO VII