– Hoy celebraremos una boda provisional -dijo el reverendo-. Consigan la licencia el lunes y lo repetiremos en privado. ¿Le parece bien?

– Perfecto. Gracias -dijo Blake respetuosamente, y se volvió para mirar a la novia de nuevo.

Por fin había llegado al altar. El y Arthur se estrecharon la mano y el suegro le dio una palmadita en el brazo.

– Bienvenido de nuevo -susurró.

Blake dedicó toda su atención a Maxine y se situó a su lado, bajo la atenta mirada de sus hijos. Veían que su madre tenía los ojos húmedos, y su padre también.

El reverendo se dirigió a los reunidos con aire solemne.

– Hoy estamos aquí reunidos -comenzó- para unir a este hombre y a esta mujer en matrimonio y que según tengo entendido o por lo que puedo adivinar, ya estuvieron unidos antes -miró a los niños con una sonrisa-, con resultados muy satisfactorios. Quiero que todos sepan que cuando yo celebro una boda, suele durar. Así que no tendrán que volver para repetirla.

Miró con elocuencia a Maxine y a Blake, que sonreían felices.

– Muy bien, empecemos. Nos hemos reunido hoy aquí para unir a este hombre y a esta mujer…

Maxine solo veía a Blake, y él solo la veía a ella, y lo único que ambos oían era el zumbido de la resaca hasta que los dos dijeron «sí, quiero», se besaron y recorrieron el pasillo. Esta vez, no solo los niños y el reverendo, sino todos los asistentes los vitorearon.

No era la boda a la que habían ido ni la que esperaban, y tampoco lo era para Maxine y para Blake, pero sí la boda que tenía que ser, la que estaba escrita en su destino. El matrimonio de dos personas que siempre se habían amado y que, cada una por su lado, habían madurado por fin. Era la unión perfecta entre un truhán adorable y encantador y su radiante novia.

El padre de Maxine les guiñó un ojo cuando pasaron a su lado por el pasillo. Blake le devolvió el guiño y Maxine se rió.

Danielle Steel

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