Jennifer se quedó atónita. El que estaba dentro no era la señora Kilbane.

– No he recibido la llamada telefónica que me pediste que contestase – Noel dijo, volviéndose hacia ellos.

Jennifer pensó que se desmayaría, y sólo después de cerrar la puerta, Ryden la soltó.

– Pensé que estabas en Francia.

La mirada atónita de Noel siguió unas veces a ella, otras veces a su hermano, como si él también hubiera sido tomado por sorpresa. Finalmente se levantó y, mirando Ryden, dijo:

– El viaje tuvo que ser pospuesto de nuevo, desde que el Sr. Ducret sufrió una recaída. No he salido de Inglaterra esta semana.

– No has pa… – Perpleja, Jennifer comenzó a tartamudear. Sintió que Ryden la estaba mirando y se acordó de que hacía minutos, afirmó haber hablado con Noel en París.

Poco a poco, se atrevió a enfrentarlo. Si había alguna esperanza de que la mentira pasara desapercibida, se deshizo de inmediato. Por la expresión de su cara, Jennifer podía ver que él recordaba cada detalle y no parecía contento de haber sido engañado.

Ryden puso las manos en las caderas:

– ¿Alguno de ustedes me puede explicar lo que está pasando?

CAPÍTULO X

El tictac del reloj era el único sonido que rompía el silencio que siguió a la indagación de Ryden.

Era evidente que había descubierto algo. Ahora espera a oír la verdad, que en opinión de Jennifer, debería partir de Noel.

Como ninguno de los dos hablaba, Ryden comenzó a impacientarse.

– ¿Y Entonces? Estoy esperando.

– La culpa no es Noel.

Jennifer se enfrenta con valentía el ceño de Ryden, por defender a su hermano. Ella estaba dispuesto echarle en cara que era en parte también culpa de él por haberla impedido contarle, cuando se conocieron, que no era la novia de Noel. Sin embargo, un pensamiento la detuvo, ya que su amigo no se había manifestado, tal vez tuviera la intención de seguir con el engaño.

Ryden irritado. Se volvió contra ella, interpretandomal su afirmación.

– Por lo tanto, admites abiertamente que es tu culpa?

– Jennifer no tiene nada que ver con eso. – Noel finalmente intervino. – Ella…

Fue interrumpido por su hermano, que no le gustaba verlo proteger a su amiga.

– ¿Con cuántas chicas vas salir con al mismo tiempo? – Le preguntó bruscamente, antes de pasar a Jennifer. – También te pidió que e casaras con él, como lo hizo con Gypsy?

El hecho de que Ryden acababa de declarar que él sabía de la existencia de la existencia de la verdadera novia, pasó desapercibido para Jennifer. Lo que quedó fue la impresión de que no le importaba si le dolía o no la revelación de que Noel se había comprometido con otra persona. Su orgullo se lastimó al ver lo poco que significaba para Ryden.

Sin embargo, si ella no se había dado cuenta de lo que acababa de ser revelado, no fue el caso de Noel.

– Sabes que Jennifer no es Gypsy.

– Hace unos pocos días.

– ¿Y por qué esperar hasta ahora para decirlo? No es de tu naturaleza hacerlo. Pensé que me matarías cuando te enterases.

– No quería escuchar mas mentiras y pensaban que la única forma era poneros cara a cara.

– Armaste esta trampa – Jennifer se rebeló volviendo en sí. – Nos engañaste.

– Yo los engañé?! ¿Qué te parece que estaban haciéndome a mí todo este tiempo?

– Lo planeaste todo desde el principio. Deliberadamente me hiciste decir que Noel me había telefoneado desde París… y nunca a tu madre me pidió que viniera aquí, ¿verdad?

Ella recibió por respuesta sólo una mirada fría. Se indignó, sobre todo al recordar que fue arrastrada allí.

– Estabas decidido a traerme aquí de una manera u otra. Si fuera necesario me habías llevado gritando en el coche, ¿no?

– No podía dejar que dos continuaran conspirando contra mí! – Ryden contestó.

Al oír estas palabras, Jennifer se sintió ofendida. Ryden a pesar de saber que ella no era Gypsy, no había mejorado su juicio sobre ella. Era evidente que pensaba que era una especuladora, una mujer lista para golpear en el tronco. Era el fin de sus esperanzas… Ni aún sabiéndolo todo, se interesaría por ella!

– Quiero la verdad. – Ryden continuaba desafiándolos con sus ojos. – Quiero que me digan por qué todo esto y qué es exactamente lo que existe entre vosotros dos.

Jennifer había pensado ya tenía agotada toda la angustia por amar al hombre equivocado, pero se equivocó. Ahora que lo sabía todo, parecía odiarla aún más, todavía no aceptaba que ella tuviera alguna relación con Noel. El dolor era tan grande que se dio cuenta de que no soportaría mucho más tiempo la situación.

Si no fuera por la dificultad que todavía encontraba en levantarse, hubiera salido corriendo de la habitación dejando a Noel responder a al interrogatorio.

– Quiero saber dónde Gipsy entra en esta historia, y si mi hermano quiere casarse con ella. – Se volvió con disgusto, a Jennifer. – ¿O piensas que le permitiría casarse contigo?

Se sintió aún más herida por que él ni siquiera se molestó en mostrar a todos que la odiaba. No pudo contener las lágrimas que había logrado evitar hasta ahora. Ese último golpe fue el colmo.

Se levantó, olvidando que había dejado de usar el bastón ayer. El dolor físico no era nada comparado con la herida abierta en su corazón. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras que sin control, tratando de llegar a la puerta de entrada. La abrió para salir.

En el exterior, acaba de tener un coche aparcado, y Jennifer ni siquiera se molestó en saber a quién pertenecían. Lo único que quería era verse lejos de Broadghurst Hall tan pronto como fuera posible. Se sentó al volante y puso el coche en marcha incluso antes de cerrar la puerta.

Se las arregló para ver a Ryden salir corriendo y gritar algo cuando pasó por delante de él. Pero no quiso escuchar. "Maldita sea", pensó, "espero no tener un accidente!"

Cuando yo había recorrido unos quinientos metros de la carretera, salió del letargo que le había causado su emoción y el dolor en la pierna se hizo mas agudo, obligándola a detenerse. Sin fuerzas, se echó a llorar y apoyó la cabeza en el volante.

Apenas tuvo tiempo de ordenar los pensamientos y reconsiderar lo que había hecho, cuando el sonido de alguien conduciendo como un loco llamó su atención. Aunque trató de ignorarlo, El vehículo se detuvo con un chillido de los neumáticos sobre el asfalto, al momento siguiente, la puerta del coche donde estaba fue abierta violentamente.

– Nunca vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo? ¿Te hiciste daño? – Ryden parecía harto de tanta preocupación "Tu -… – Estás llorando, Jennifer?

– Déjame en paz – contestó bruscamente, enjugándose las lágrimas con el dorso de la mano. – ¿Por qué no me olvidas? Voy a devolver el coche, así que… No, pensándolo bien, tu puedes llevártelo. Me voy caminando.

– No seas estúpida! ¡Basta! No irás a ninguna parte hasta que tengamos una conversación.

Jennifer pensó que ya había escuchado lo suficiente, pero no quería dejar transparentar lo mucho que le dolía.

– No tenemos nada que hablar. Noel no te lo ha contado todo?

– No esperé a escuchar lo que tenía que decir… – Dijo, dando una vuelta al coche que mostraba toda la pintura rayada por el impacto con la guía. Abrió la puerta y se sentó junto a Jennifer. – Ahora, ¿te importaría decirme qué está pasando?

A Jennifer me gustaría que él hubiera mantenido la agresividad, porque escuchando su voz tranquila, era difícil mantener el tono de animosidad.

– ¿Qué te interesa? – Se encogió de hombros. – Puedes estar seguro de que no me casaré con Noel, incluso aunque él me lo pidiera, lo que no va a hacer.

Ryden abrió la boca y Jennifer se volvió hacia él. Tenía la impresión de que estaba un poco pálido.

– Aquí es donde te equivocas. Me interesa mucho.

Sin poder creerlo, miró hacia otro lado para no lastimarse más. Lo que no podía entender por qué ahora, sabiendo que no iba a ser su cuñada, no parecía querer llevarla de nuevo a Stanton Verney.

– ¿Nos podemos ir? – Las lágrimas se habían cesado, pero todavía necesita la soledad para aliviar la angustia que la estaba asfixiando.

– Al parecer no entiendes lo que digo. No vamos a salir de aquí hasta aclarar algunas cosas.

Cómo no veía la hora de estar sola, Jennifer dio un suspiro de impaciencia.

– Di lo que quieras, pero sé que no estoy ni un poco interesada.

– A veces, Jennifer Cavendish, quiero estrangularla.

– Y ¿por qué no me estrangula? – Ella desafió. Fue justo antes de caer en una profunda depresión. Sabía lo que pudiese añadir sólo empeoraría las cosas.

– No entiendo por qué me tratas así…

Ella se congeló. En un intento de librarse de ese sufrimiento, se había traicionado. El orgullo la llevó a tomar represalias en un tono de superioridad.

– Te trato como te merece. – Sin embargo, no pudo mantener el aire de indiferencia durante mucho tiempo y pronto se hizo vulnerable. – No sé que idea tienes de mí, el Sr. Kilbane, pero sé que duele ver a alguien que tiene una opinión tan mala de mí!

– ¡Dios mío! Así que fue por eso por lo que saliste de esa manera?

– ¿Piensas que es poco?

Sin embargo, Jennifer sabía que había ido demasiado lejos. De repente, Ryden puso su brazo alrededor de su cintura y la besó suavemente en la cara.

Por un instante perdió la noción de dónde estaba. Entonces se dio cuenta y lo empujó.

– ¿Crees que eso lo resuelve todo? Ahora, por favor, llévame a casa. Tengo mil cosas que hacer, yo…

Él echaba chispas.

– Escucha, señorita Cavendish! Pasé días, no días, semanas, sin saber qué hacer. Así que no creas que sólo porque estés nerviosa podrás evitar esta conversación.

– No entiendo – balbuceó, desgarrado entre el miedo de revelar sus sentimientos y la curiosidad de saber lo que perturbaba a aquel hombre, siempre tan auto-suficiente para hacerle pasar los días más oscuros de su vida.

– Hay muchas cosas que no entiendo. Para empezar, después de hablar con mi hermano y después de haberme formado una opinión tan mala sobre la mujer que tan cruelmente lo había rechazado, te conozco a ti, que no correspondes ni un poco a esa imagen.

– En el apartamento, traté de decirle que no era Gypsy.

– Ahora lo sé. Dios, ¿cómo podría soportar la forma en que te traté esos días? Fui un estúpido.

Acostumbrados al tono áspero de Ryden, Jennifer se sorprendió y casi sonrió cuando le confesó:

– A veces, si no hubiera perdido el equilibrio debido a la lesión en la rodilla, te habría dado un puñetazo en la cara!

– Te mostraste tan valiente y todo lo que hice fue maltratarte.

Estaba tan agradable que algo le dijo a Jennifer que si continuaba a este ritmo, pronto estaría totalmente indefensa. Ella trató de impedirlo.

– Si esto era lo que querías decir, Ryden, está bien. Tengo que irme antes de que cierren las tiendas…

– ¿Alguien te ha dicho que eres muy terca?

Jennifer se dio cuenta de que estaba realmente decidido a tener esta conversación y decidió no forzar la situación.

– Está bien – suspiró – habla entonces.

– Como iba diciendo… cuando te conocí y vi que no eras como me imaginaba, pensé que podías estar fingiendo. Luego, después de dos o tres hechos aislados que no encajaba en el rompecabezas, llegué a la conclusión de que Jennifer Cavendish y la novia de Noel, Gypsy, eran dos personas diferentes.

Ella permaneció en silencio, pero apenas podía contener la emoción de saber que Ryden procuraba descubrir su verdadera identidad. Aunque pensase que las palabres que oyó en Broadhurst Hall habían destruido el amor que sentía por él, se dio cuenta de que el sentimiento está más vivo que nunca.

Él seguía contando:

– Sin embargo… – De repente se detuvo. Curiosamente, Jennifer le miró y casi pierde el aliento antes de la intensidad con la que los ojos grises la estaban mirando. – Sin embargo, no fue hasta el martes que todo estuvo claro… cuando telefoneé a Laffard.

Durante unos segundos, desconcertada, no dijo nada, pero cuando se recuperó, la reacción fue de rabia.

– Tuviste el valor de llamar a mi trabajo, para que te informaran acerca de mí?! – Indignada, imaginó como estaría siendo motivo de chismes en los últimos días, especialmente si él había hecho preguntas indiscretas a la telefonista que era muy chismosa. – ¿Con quien hablaste?

Sin embargo, por desgracia para ella, era peor de lo que pensaba.

– Una persona que se presentó como Samuel Beckwith. Recordé el nombre cuando tu la mencionaste de camino a Broadhurst, diciendo que tu jefe estaba contento con tu servicio, pidiéndole que se quedara una semana más.

Jennifer se ruborizó, sabiendo que desde ese momento Ryden había descubierto que ella estaba mintiendo descaradamente. Si había hablado con Beckwith estaba segura que también había descubierto que el empleo en Laffard no era temporal.